Han pasado tantas cosas estos últimos años, tantas cosas se han ganado o perdido. Aún así, me siento como si mi vida estuviese empezando.
Y así fue, aunque antes ya había amado, no había conocido el amor de verdad hasta que conocí a Coop. Un hombre con el que tuve la niña especial que tenía prevista, pero que por miedo nunca tenía. Además de dos niñas especiales que no tenía previsto.
De repente me vi bendecida con tener mi propia familia. Y amigos de siempre con quien compartirla. Y aunque sigo trabajando y dando consejo a aquellos que me lo piden, estoy más interesada en ayudar a que todos encuentren el amor, desde que me he sentido amada.
Phoebe de algún modo se ha convertido una experta en el tema. En cuanto a mí, la vida sin demonios me abrió grandes horizontes. Henry siguió vigilando presos, aunque no quisieran que los vigilasen. Pero aún le queda tiempo para ayudarme con el pequeño Henry y las gemelas. Lo que por fin me permite ser una luz blanca, y ayudar a la siguiente generación de brujas a llevar su vida.
Y para que Paige pudiera enseñar todo lo que había aprendido, no solo a sus hijos, también a los míos, a los de Phoebe, también a las futuras brujas y luces blancas que continuarán la lucha hasta que la generación de nuestros hijos los releve, dejándome a mi tiempo para poder volver a mis raíces y preparar algo que no fuesen pociones. Y abrir el restaurante que siempre soñé tener.
En cuanto a Leo, hablamos con la Escuela de Magia y ha vuelto a dar sus clases, cosa que siguió haciendo hasta que se jubiló. Y aunque, por supuesto tuvimos nuestros problemas… y ataques de corazón por los años, somos una familia de luchadores y siempre lo seremos, por eso nos han llamado con acierto: Las Embrujadas.