Partida Rol por web

Te encuentras en la ciudad de Emerisia por encargo de tu gran amigo Abdulí. Aún recuerdas sus palabras...

- Mi buen amigo Mored - te dijo una mañana.

Parecía estar de demasiado buen humor. Por tu experiencia con él sabías que eso podía deberse a dos cosas. O bien acababa de cerrar un lucrativo negocio o bien quería pedirte algo. Y no recordabas que hubiera habido ninguna transacción importante.

- Necesito de tu pericia, de tu habilidad, de tu buen hacer, de tu... - el gordo mercader se vio interrumpido al ver tu cara de circunstancias. - Bueno, vale... el caso es que necesito que vayas en mi nombre al puerto de Emerisia. Tengo importantes objetivos aquí ahora y no me puedo permitir el lujo de ausentarme. ¿Me harías el favor, viejo amigo? - te preguntó con voz lisonjera sabiendo que no ibas a poder negarte.

Y ahora te encontrabas allí, recién desembarcado en una ciudad que no conocías, en busca de un mercader, amigo de tu amigo, que debía darte una valiosa mercancía.

Acababa de ponerse el sol y tenías las señas del interfecto apuntadas en un trozo de pergamino. Además, tenías hambre, sed, sueño y otras necesidades básicas que requerían de un excusado.

No era la primera vez que Abdulí le pedía un favor, ya había perdido la cuenta, pero a decir verdad él le debía varios. Una amistad de años los unía, además de lucrativos intereses, y ambos confiaban en el otro como si se tratase de sí mismos, o aún mas.

Mored había llegado al puerto mas tarde de lo que había esperado, el sol se estaba poniendo y lo que pensaba sería un trabajo sencillo iba a tener que esperar un día mas. Su tienda había quedado a manos de Abdulí, no tenía que preocuparse por eso, un par de clientes mas o menos no iban a afectar demasiado sus ingresos. Lo que ahora hacía no tenía que ver con el dinero, sino con amistad. Entre los comerciantes de la caravana existían códigos bien claros al respecto, no había modo de sobrevivir si no se protegían entre ellos, y la mayoría lo entendía ... los que no, no tardaban en abandonarla o en aparecer muertos al amanecer. La ciudad era grande, tenía actividad, no solo de botes y barcazas, también en el muelle había pescadores y varios comerciantes. Se dio cuenta que ninguno de ellos podía ser el que buscaba, éstos vendían baratijas y pescados, el que él buscaba era adinerado e importante, aunque no tenía la menor idea de dónde encontrarlo aún.

Teniendo claro que su trabajo debería hacerlo al otro día, sintiendo en su interior una mezcla de entusiasmo por una nueva ciudad y de cansancio por el viaje, decidió recorrer el muelle primero para ubicarse y tener idea de los principales puntos de referencia para luego ir por una posada. En el trayecto iba observando los movimientos típicos de esta ciudad, incluso preguntó algunos precios de mercaderías que él también vendía para saber si se tasaban igual en ese lugar. 

La posada que tenía frente a él daba al mar, eso le gustaba, normalmente no tenía una vista tan privilegiada, y por lo que la gente comentaba, tenía buenos servicios y sus clientes eran los dueños de los mejores barcos. Mored disfrutaba de estos pequeños placeres, no pensaba estar allí mucho tiempo, así que las horas que pasara en Emerisia estaba decidido a disfrutarlas .

Cuando te aproximabas a la taberna pudiste ver, de lejos aún, como de ella salía una mujer encapuchada acompañada de alguien que parecía ser de una de esas razas élficas del norte.

Ambos echan a andar calle arriba y al poco tiempo ves a otro encapuchado salir de la taberna tras ellos, pero como siguiéndolos sin querer alcanzarles. Desde tu posición ves como la pareja termina de hablar calle arriba y ella desaparece tras una bocacalle mientras él vuelve sobre sus pasos y se mantiene a la espera frente a una puerta en mitad de la calle. Al poco tiempo ésta se abre y el elfo desaparece en su interior. El otro encapuchado se mantiene aún en la misma esquina en la que estaba, contemplando la escena.

El movimiento de la pareja le pareció inusual. Se quedó mirando la puerta donde elfo había entrado, la memorizó y comenzó a caminar lentamente por la calle, perdiéndose entre la multitud, atento al encapuchado que estaba observando todo. 

Se detuvo en un puesto que había en la calle, simulando que observaba las baratijas que vendían, mientras seguía de cerca la puerta y al hombre encapuchado. La situación le entretenía, quería de algún modo acercarse, pero era una ciudad que no conocía y la prudencia ganó a la curiosidad, de momento.

El movimiento de la pareja le pareció inusual. Se quedó mirando la puerta donde elfo había entrado, la memorizó y comenzó a caminar lentamente por la calle, perdiéndose entre las sombras, atento al encapuchado que estaba observando todo. 

Se detuvo en un pequeño patio en la entrada de una de las casas que daban a la calle, desde dónde podía seguía de cerca la puerta y al hombre encapuchado. La situación le entretenía, quería de algún modo acercarse, pero era una ciudad que no conocía y la prudencia ganó a la curiosidad, de momento al menos.

No se le ve nervioso. Al contrario, parece confiado y alerta pero no lleva armas visibles aunque no es difícil que llevase alguna bajo la capa.

Desde esa distancia parece un humano aunque no podrías asegurarlo al cien por cien ya que empieza a haber poca luz.

Y lo que está haciendo te llama la atención. Se encuentra junto a la puerta y parece escuchar algún ruido del otro lado. Aunque en un momento dado mira hacia ti y no sabes si te habrá visto.

A esa distancia no podía ver mas, pero la actitud del encapuchado le había generado una curiosidad irresistible. Era consciente del peligro y justamente eso lo atraía aún mas. Me habrá visto? pensó, mientras pensaba en como acercarse.

Apoyó su cuerpo casi desplomándose contra la pared de la casa en dónde estaba oculto observando la escena, y luego dio un par de pasos zigzagueantes hacía otra de las casas, caminando con torpeza y mirando hacia el piso, levantando los ojos solo para saber que hacía su objetivo y luego continuar su camino. Cruzó hacia la acera en la que el sospechozo se encontraba, a un paso sin ritmo, errante y volvió a desplomarse contra otra pared a pocos metros del encapuchado. Eructó con fuerza y continuó caminando, murmurando incoherencias mientras se acercaba.