La lluvia cae con fuerza y la niebla te envuelve con su manto. Miras a tu alrededor pero no puedes ver más allá de cinco metros. Tus pies, descalzos, caminan sobre la tierra mojada y de cuando en cuando tus manos rozan el tronco de un árbol, marchito y retorcido.
Es un paisaje desolador. No alcanzas a escuchar nada más que tus propios pasos y tu respiración entrecortada. Ni un pájaro ni un insecto. Nada.
Caminas sin rumbo fijo ya que no distingues ni norte ni sur. Vagas por pura inercia ya que tus pies parecen moverse solos. Si no piensas que hace tiempo que hubieras caído para no levantarte.
De pronto te parece escuchar un susurro. Al principio parece que es el viento pero nada se mueve en aquel bosque. Afinando el oído consigues distinguir algo. Parece alguien susurrando lo mismo una y otra vez aunque no consigues averiguar qué. Ni siquiera sabes si es un idioma que entiendes.
Poco a poco el sonido se hace más fuerte. Más claro. Y más escalofriante. Ya que lo que antes era un susurro ahora es una frase que consigues escuchar muy bien:
Mey'lle, ven a buscarme.