"Yogo Junzo..." - Kyo observó a la ronin.- "... eso sólo puede significar que Tameiki pertenció al clan escorpión, ¿estaría involucrada con el "golpe escorpión?" - luego dirigió su mirada hacia Shiroi.- "Por tanto, Shiroi debió de pertenecer al clan de la grulla. ¿Qué motivos le llevarían a cambiar su condición a la de un ronin?"
A falta de que Hidenaga les relatase su sueño y aceptando que la Togashi no lo haría, el fénix volvió a tomar la palabra.- Teniendo en cuenta que el camino que nos llevará hasta Junzo pasa por el lago de sueño de Shiroi, creo que es la mejor opción que tenemos hasta el momento... aunque este nos aleje de Isawa Kaede-uesama. Puede ser un buen punto de partida en nuestro cometido.
Dicho esto, Kyo se alejó a por sus enseres y acabó de cargar al poni para disponerse a partir lo antes posible.
-Tal vez nos aleje, tal vez no. -Replicó Shiroi después de escuchar las palabras del Shiba, y antes de que éste se alejara del resto. -Vuestro clan tiene la fama de, utilizando la ayuda de los kami, ser capaz de llevar a cabo cualquier proeza, Shiba-san. ¿Y si enviárais una misiva a Isawa Kaede? Estoy seguro de que, incluso a tanta distancia, alguien que goce del favor de los kamis será capaz de entablar contacto con vos, incluso a tanta distancia.
Y con una sonrisa casi pícara en su rostro, como si esperara quejas de alguno de sus compañeros, añadió.
-Ni siquiera sería necesario revelarle la naturaleza de nuestra misión, o al menos no inicialmente. Pero podríamos avanzar en dos direcciones al tiempo. ¿No creéis?
-"Dos cientos Li hasta el lago,"- estimó el Unicornio a groso modo, -"No será un camino fácil, bero barece ser el más corto. Sin embargo, ¿tiene sentido viajar hacia el sur y cruzar las Montañas del Esbinazo bara luego volver al Norte? Tal vez debamos crear itinerario de donde debemos ir y cuales los caminos más fáciles sin estar dando rodeaos."- El Unicornio pensaba que si conseguían el pergamino Fénix primero, les solventaría luego tener que viajar de un extremo del Imperio a otro, y si tenían que luchar contra la influencia del dios oscuro, era mejor hacerlo durante cortos periodos y no largos viajes hasta el otro extremo del mundo civilizado. -"Yo sugiero recoger el bergamino Fénix brimero, y breguntar a los sabios Fénix si saben del lugar de otros. Tal vez también buedan ayudar en brotegernos de la influencia de estos y en saber de donde brovienen."
No es meta juego sabiendo que los creó Isawa, pero técnicamente son los más inteligentes del Imperio y pueden saber de donde vinieron los pergaminos, y donde hay más.
El antiguo León había permanecido algo apartado del grupo durante toda la conversación, sentado sobre una sencilla estera de mimbre y sumido en un pensativo silencio. Su mirada permanecía siempre fija en algún punto distante e indeterminado entre las nubes, y de tanto en tanto mecía su barbilla con la mano derecha. Unas profundas sombras oscuras se extendían bajo sus ojos, y todo su semblante había adquirido un marcado tono macilento...
En verdad, Hidenaga no había pegado un ojo en toda la noche.
O, para ser más específicos, lo cierto era que no había dormido casi nada. Pues aunque sus párpados sí que habían permanecido cerrados hasta bien entrado el alba, nunca el samurai había conseguido relajarse del todo, ni mucho menos perder por completo la consciencia.
Por supuesto, tampoco es que lo hubiera buscado.
Arrodillado sobre el húmedo suelo de tierra del improvisado campamento, con todo el peso de su cuerpo descansando sobre sus talones y la cabeza levemente inclinada en dirección a una pequeña estatuilla que había depositado sobre una estrecha mata de pasto, Hidenaga había dedicado toda la noche a elevar una triste plegaria por sus viejos camaradas caídos.
Las amargas noticias de lo ocurrido con su Campeón habían sido dispersadas rápidamente a los cuatro vientos, y finalmente habían llegado a oídos del antiguo Akodo. Y aunque hacía ya varios meses que el propio Toturi le había encomendado personalmente que dejara de servir a su Clan para encomendarse a la Orden de Shinsei, tornando su situación particular bastante confusa, ello no evitaba que una punzada de amargura le desgarrara el alma.
Pues más allá de las formas y el protocolo, de las lealtades y el Deber, por sus venas todavía corría la sangre del León. Y era mucho más espesa que la tinta con la que podían escribirse nombres, apellidos o cargos. Quizás ya no fuera nominalmente un miembro de la Mano Derecha. O quizás sí, ya lo dirían los expertos. Pero lo cierto era que tampoco importaba. Pues no necesitaba mayor justificación para su pena que el mon dorado que todavía vestía.
No solo por su propia pérdida. Sino porque su sufrimiento era también el de cada uno de sus doshi. Miles de hermanos y camaradas unidos en su mismo dolor, una misma pena que Hidenaga podía percibir desde la distancia. Como una ominosa sombra de tormenta que oscurecía sus facciones y helaba su espíritu.
Y contra la que no podía hacer nada. Solo encomendar sus almas a las Fortunas, y rezar porque encuentren la guía de sus Ancestros.
De modo que, sumido en tan oscuras reflexiones, poco interés podía tener el antiguo Akodo por los sueños de sus actuales compañeros. Sin embargo, pronto el sentido del deber le pateó las tripas al compungido León, que irrumpió en la conversación con un vozarrón sereno y profundo, que parecía provenir de las entrañas mismas de la tierra.
- Quizás haya otro destino. Más cercano que todos los que habéis nombrado. Y puede que más urgente, también. Pues una figura ha venido a mis sueños. Alguien conocido. Y que aún no se ha alejado demasiado, según creo.
- Ignoro cuál es su papel en todo esto. Pero debemos encontrar al León Negro.
La técnica que utiliza Tameiki es distinta a la tuya, por lo que no sabrías evaluar con exactitud, por otro lado los movimientos que hace con la katana son muy precisos y medidos. Aunque tu técnica sea muy buena tras largos años de entrenamiento en el iaijutsu, crees que si lucharas con ella, sin ser un duelo, su habilidad con el arma te superaría.
Shiroi escuchó la voz ronca del antiguo León anunciando el contenido de su propio sueño, y comenzó a sopesar su contenido. El León Negro… a pesar de que desconocía ese sobrenombre, la forma en la que se refirió a esa figura desconocida le hizo pensar en que probablemente se tratara del propio Toturi, ahora convertido en un ronin. Al igual que prácticamente la mitad de su particular grupo.
Observó al hombre que había hablado. El samurái parecía ser alguien relativamente tranquilo, pero también estaba rodeado de una cierta sensación de perturbación… de desasosiego. Tal vez fueran los signos de cansancio que asomaban a su rostro, o la extraña melancolía que aparecía en sus ojos, pero había algo en él que transmitía una emoción extraña a Shiroi.
Las palabras de Hidenaga transmitían seguridad y aplomo, pero Shiroi había tratado con suficientes miembros del clan de la Mano Derecha del Emperador, tanto en las cortes como fuera de ellas, como para saber exactamente qué puede esperarse de un León.
Y no importaba que actualmente su familia hubiese desaparecido, o que ahora fuese un ronin. Un León siempre sería un León, y su tendencia a considerar que sus propios asuntos eran los más importantes era legendaria. Y en este caso, volvía a hacerse patente. Aún sin conocer el paradero de la persona a la que buscaba, lo consideraba como la prioridad de todos.
Shiroi dejó escapar un suspiro casi inaudible, y se consoló con un pensamiento que siempre acudía a ella al tratar con Akodos, Kitsus o Ikomas.
Por lo menos, no es un Matsu.
-Ahora que Hidenaga-san nos ha revelado el sueño que Hiroaki-san le ha enviado, podemos tomar una decisión. Espero no malinterpretaros al interpretar que esa persona a la que hacéis referencia podría ser el propio Toturi. –Tomó la palabra Shiroi mientras el resto terminaban de prepararse para iniciar el viaje. Un viaje que, por el momento, no tenía un destino definido. Pero ella estaba más que decidida a fijarlo en ese momento. Tal vez no fuese líder de nada, pero sabía perfectamente cómo tomar decisiones importantes… prácticamente había crecido rodeada de ellas.
-Hemos soñado seis posibilidades, y confío en que el sueño de Togashi-san nos será de utilidad también llegado el momento. –Comenzó a resumir con su hábil voz de narradora. Sus palabras transmitían las emociones ligadas a cada uno de los conceptos, y resultaba sencillo quedar enganchado en la historia que contaba. –Tres personas. Yogo Junzo, Isawa Kaede y el León Negro. Y tres lugares, el Río de la Hora del Lobo, la montaña de los Nezumi y la tumba de Iuchiban. De todos ellos, sólo Isawa Kaede y los Nezumi están verdaderamente lejos de nuestra posición. Y en cuanto al lugar en el que fue sellado el hechicero, será mejor disponer de más fuerza antes de atrevernos a cruzar sus puertas.
-Si damos por válido eso… nos quedan el León Negro, el río y el viaje a las torres Yogo. Hidenaga-san… estoy dispuesta a tratar de hablar con el hombre de vuestro sueño en primer lugar, pero sólo si tenéis una idea clara de dónde se encuentra. Vagar sin rumbo por tierras Grulla y León buscando a un simple hombre me parece que nos robaría demasiado tiempo. En mi opinión, podríamos emplear un par de jornadas para dar con él, y si no hemos dado con su pista, comenzar el viaje hacia el lago.
-Yo tampoco querría tener que regresar hasta Kyuuden Isawa si ya hemos viajado hacia el sur. –Añadió, recordando la reflexión del Moto. –Pero Shiba-san ha soñado con la persona, y no con el lugar. Por eso, tal vez nos resulte suficiente el contactar con él. Y en el peor de los casos, deberemos regresar igualmente. No conozco su ubicación real, pero se dice que el lugar en el que Iuchiban fue sellado no está lejos de aquí.
Se revolvió sobre su montura, algo nerviosa. Conforme todos los miembros del grupo iban acercándose a hablar, parecía que la hora de partida sería cada vez más tarde. Más dudas, de nuevo, y una incapacidad para decidir el destino más viable. Shiroi tomó la palabra, como haciendo un rápido resumen de todos sus sueños, y Tameiki asintió ante todo lo dicho, como confirmándolo.
-Junzo posiblemente ya no esté en Yogo... según creo, Bayushi Shoju dio órdenes precisas a todos sus daimios -expuso- Si bien es cierto que sólo en Yogo podremos saber dónde está ahora Junzo. En cualquier caso, vayamos a por el león entonces, ¿no? Cuánto más tiempo perdamos aquí más podrán avanzar nuestros enemigos -argumentó, girando levemente el cuello de su montura, como tratando de apresurar a sus camaradas.
Kyo observó a Shiroi.- Si bien es cierto que mi clan tiene dicha fama... no es esa una de mis habilidades, podría contactar con ella si ella hace por contactar conmigo. Lo más que podría hacer sería mandar un mensajero para que Isawa Kaede-uesama trate de contactar conmigo.
Mientras acababa de terminar de prepararse para marchar escuchó las palabras de Hidenaga.- "¿Toturi?"
Me parece buena opción marchar tras la busqueda del "león negro", si se trata de Toturi partió hace escasos días de Otosan... Deberíamos poder darle alcance en pocos días si no nos demoramos.
Tras decir esto subió a la montura de su poni.- Si me permitís uno momento, iré al campamento fénix a mandar que envíen un mensaje a Isawa Kaede-uesama, luego podremos marchar. No tardaré.
Qué mensaje le mandas y cómo? a quién le encargas que le transmitan el mensaje??
El campamento fénix está cerca.
Kyo marchó a toda prisa hacia el campamento fénix, allí buscó a uno de los Isawa que comandaban las legiones de su clan.
Isawa Yukimura-sama. - dijo tras hincar sus rodillas en el frio suelo y hacer una honda reverencia.- Necesito pediros un favor. Debéis mandar un mensajero que busque a Isawa Kaede-uesama... Cuando partimos se encontraba en Kyuden Isawa. Ordenad que entregan esta nota. Es de vital urgencia.
La caligrafía era poco refinada, debido en parte por las prisas del momento. Decía lo siguiente.-"Mi cometido me lleva a emprender un largo y arduo viaje lejos de nuestras tierras. Sin embargo, Hiroaki, el monje al que sirvo por vuestra orden me advirtió que debía hablar con vos de un asunto urgente. Por favor, contacte a través de los kamis conmigo en cuanto reciba dicho mensaje. Su leal protector. Shiba Kyoshiro."