Finales de Junio de 1920
Últimamente, la vida parecía estar dándote un respiro. Paz, tranquilidad, relajación... Arkham estaba resultando un lugar bastante agradable para vivir.
Al subirte al escenario aquella noche, en aquel sencillo club lleno de gente capaz de apreciar el talento, te sentiste más convencida que nunca de que las cosas por fin comenzaban a marchar bien.
Habías conocido el local por mediación de un hombre joven y apuesto, de familia acomodada. Acababa de heredar de su padre, desaparecido desde hacía más de un año, la vivienda familiar, sita a las afueras de la ciudad. El joven se llamaba Thomas Kimball.
Thomas era un diletante con una cultura superior a la media (que él siempre achacaba a la influencia de su padre, un auténtico erudito poseedor de una de las bibliotecas particulares más exquisitas de toda la ciudad). Tenía demasiado tiempo libre y una afición desmedida por el alcohol (algo terminantemente prohibido de un tiempo a esta parte) y a la música. Era un trompetista aficionado que actuaba varias veces por semana en aquel club del tres al cuarto, por mero placer, ya que el dinero de las actuaciones ni le alcanzaba para mantener su nivel de vida, ni lo necesitaba para mantenerlo.
Entrar en su círculo fue algo maravilloso en más de un sentido. Además de encontrar un no muy serio pretendiente (Thomas coqueteaba con todas y cada una de las mujeres que conocía, sin intención de pasar a temas mayores, meramente porque se divertía regalándole los oídos a las damas), también te incluyó entre los amigos que se quedaban charlando y bebiendo (agua, por desgracia) hasta las tantísimas, conociendo entre dichas amistades a gente con talento, amén de algunas personas de cierto renombre en la ciudad, ya que no se podía olvidar la posición social del joven.
Entre su círculo de amistades había de todo y para todos los gustos: pintores, cantantes, médicos, diletantes, músicos, eruditos, anticuarios, bibliotecarios, marineros... Todos los estratos sociales cabían en su círculo si poseían algún tipo de interés por sus pasiones: la historia, la música y la bebida.
Entre los invitados más frecuentes se hallaba una mujer de clase, una de esas damas que se nota a la legua que pertenecen a una acomodada posición social y a un nivel educativo por encima de la media. Era muy alta, bastante delgada y con un rostro de facciones muy duras, aunque bello. Había estudiado medicina y ejercía como médico, algo poco frecuente entre las mujeres de su época. Era muy culta y refinada, una mujer digna de admiración, y que además poseía un excelente gusto musical.
Habíais conectado desde el primer momento, pese a pertenecer a mundos diferentes, meramente por una casualidad. Thomas la había invitado a una de tus primeras funciones porque cantabas exactamente el estilo de melodías que le gustaban a ella. Y lo que vio la dejó gratamente impresionada, por lo que le pidió a Thomas que os presentase.
Pese a su superior rango social y a su inmensa educación, sabía perfectamente qué decir o hacer para resultar medianamente interesante, por lo que logró congeniar a la primera. Hablasteis de música durante bastante rato, y con el devenir de los días dicho interés común comenzó a dar paso a charlas largas y enriquecedoras. Denise, al igual que Thomas, sabía hacerse querer entre sus amigos, y prácticamente te tomó bajo su protección, como una hermana mayor.
Estos eran solamente dos de los nuevos amigos que habías hecho desde tu llegada a Arkham, y aunque de los más relevantes, no eran ni de lejos los únicos.
Estabas cómodamente instalada en el sofá del salón de tu casa, leyendo una novela de relatos cortos de un tal Sherwood Anderson, un autor bastante reciente. Llevabas ropa de noche, pues ya habías cenado y no te tocaba actuar en el club aquella noche. Tras un buen rato de lectura pensabas acomodarte en la confortable cama y dedicarte a dormir a pierna suelta, si es que el sofocante e inesperado calor de aquella noche te lo permitía.
La primera vez te pareció haberlo soñado, pero una segunda llamada a la puerta te confirmó que, desde luego, quien golpeaba con la aldaba con tamaña intensidad era alguien muy real.
¿Quién podrá ser?
Lo primero que hizo Gianna, fue buscar su Beretta M418... No había mucha gente que conociera su dirección, tampoco esperaba visitas y ser una fugitiva le hacía ser desconfiada.
Se puso una bata y se acerco con sigilo a la puerta, usaría la mirilla y siempre podría no abrir... Pero, está claro que Gianna no contaba con esa visita...
¿Por qué...? ¿Cómo...?
Miles de dudas cruzaron su mente. Pensó incluso en no abrir y meterse en la cama, pero la curiosidad pudo más: Gianna abrió la puerta de su apartamento.
No se si está bien, cualquier cosa me dices y lo cambio...
De nuevo golpes al otro lado de la puerta. Y también una voz familiar.
-¡Gianna, Gianna! Soy yo, Denise.
Era tu amiga Denise Williamson, la doctora perteneciente al círculo bohemio del acaudalado Thomas. No era frecuente que te visitase a aquellas horas intempestivas, pero a juzgar por el matiz tembloroso y agitado de su voz, debía de haber sucedido algo francamente preocupante como para notarla alterada.
Por lo general, Denise era una mujer bastante tranquila, una jolie femme inteligente, coqueta y chic, pero bajo ningún concepto una persona que se dejase amilanar por un asunto trivial. Sin embargo, aquella voz temblorosa era una muestra evidente de que algo no iba bien.
Gianna escondió la pistola.
Denise, sabes perfectamente q no me gustan las visitas y menos sin avisar... Anda, pasa.
Gianna no quería ser antipática con Denise, le caía bien y estaba a punto de considerarla una amiga de verdad, después de tanto tiempo, ya podía tener alguna. Pero no le gustaba en absoluto que invadiera su intimidad así, probablemente por su mentalidad de fugitiva. No le gustaba no controlar lo que pasaba a su alrededor en cada momento.
Ven y sientate. Prepararé un té para que te calmes un poco y puedas contarme que es lo que ha ocurrido. En este estado dudo lograr entenderte. Ponte cómoda.
Fue a la cocina y empezó a calentar el agua...
Pobre Denise... ¿Qué le habrá ocurrido? Realmente está alterada...
Mientras preparaba las tazas, empezó a picarle la curiosidad y a calmarse ella también. Las sorpresas hacía mucho que habían dejado de gustarle.
Cuando la tetera empezó a silbar la retiró del fuego y vertió dentro el té. Acabo de preparar la bandeja y se encaminó hacia el salón. Por suerte, Denise estaba más tranquila. Gianna se sentó frente a ella y sirvió el té. Esperaba que no llorara o tener que cogerle la mano, se había mantenido tan alejada de las personas para no ser descubierta, para no tener que volver a sentirse vulnerable, que no recordaba como se actuaba en una situación así...
Toma. Venga, cuéntame que ocurre...
Denise parecía la sombra de sí misma. Solía ser una mujer ligeramente fría, no es que resultase cortante ni mucho menos, pero sí solía mantener una compostura y un saber estar digno de mención. Sin embargo, hoy se la veía ojerosa y agitada. Parecía víctima de los nervios.
Accedió a tomar la infusión que le habías preparado. Una vez se tomó un par de tragos, y se sintió capacitada para hablar con mayor tranquilidad, comenzó a exponer el motivo de su visita.
-Vengo a comentarte que mañana desapareceré de la ciudad durante una temporada. Ya sabes lo de mi padre...
Asentiste con la cabeza. En los periódicos del país llevaban toda la semana bombardeando con noticias sobre la expedición desaparecida en la jungla de América Central, la cual dirigía, como ya sabías, el padre de Denise, Tyronne Williamson.
-En colaboración con la Universidad de Miskatonic, parto la semana que viene hacia las junglas de América Central. Voy en calidad de doctora de una expedición de rescate. Sé que no tengo experiencia en esos menesteres, pero no podía quedarme de brazos cruzados, mientras sabrá Dios qué demonios le ha sucedido a mi padre. ¡Y el fiel Anthony! Nunca te había hablado de él, pero es un hombre encantador, muy amigo de mi padre. Solía cenar con nosotros al menos una vez por semana. Un gran hombre.
Te sorprendió la verborrea de la mujer. Denise solía ser más de los que escuchan que de los que hablan. No es que fuera particularmente callada, pero no era extraordinariamente elocuente. Sin duda, estaba trastornada por la desaparición de su padre.
-Y esos jóvenes... ¡Cuatro buenos chicos en la flor de la vida! No, no puedo quedarme parada. Estoy buscando un equipo que me acompañe, mientras que la Universidad me está buscando a un puñado de expertos.
se bebió el resto de la infusión.
-Gracias por el té, lo necesitaba- te dice, agradecida. Parece haber recobrado el dominio sobre sí misma- Y gracias por escucharme. Llevo unos días atendiendo a los medios, preparando los trámites y hablando con unos y otros, y todo manteniendo la cabeza alta y moviéndome con frialdad. Pero esta noche me derrumbé. Necesitaba un momento de desahogo, de soltar todo lo que me oprimía el pecho durante estos días. Es duro tener que fingir frialdad 24 horas al día.
Gianna no sabía q decir... Denise era una chica de ciudad, incluso dudaba que supiera moverse fuera de su circulo...
Denise, ¿En un selva de centro américa? ¿Cómo va a sobrevivir? Pobre chiquilla...
Tan pequeña y dulce, Gianna era incapaz de imaginarla rodeada de mosquitos en plena selva tropical...
Pero Denise, ¿Qué vas a hacer tu en ese sitio? Entiendo tu dolor y la impotencia que debes sentir ahora mismo al no saber nada de tu padre, pero, amiga, ¿Quién va a cuidar de ti en ese sitio?
Denise, cariño, piénsalo mejor. No quiero que te siente mal lo que te voy a decir, pero tu nunca te has enfrentado sola al mundo. Me parece bien que quieras empezar a hacerlo, y aun más con una causa tan noble, pero... ¿No te parece un salto demasiado largo?
Gianna se levanto y cambió las tazas de té por dos whiskys, le pareció más oportuno.
Le empezó a aterrar la idea de que le pasara algo a Denise. Se había sentido muy solo durante mucho tiempo y ahora no quería perderla, no quería que se marchara y volver a quedarse sola.
Denise, cielo. Yo te apoyare en cualquier decision que tomes, pero, te lo ruego, piensa bien lo que vas a hacer. Si tu padre y su equipo, que eran expertos en trabajo de campo, se perdieron ¿que no podría pasarte a ti?
No te marches, por favor. ¿Qué haría yo si te ocurriera algo?
Gianna se sorprendió de sus propias palabras, ¿cuándo había perdido tu absoluta autosuficiencia? Gianna apuro lo que le quedaba de whisky y se sirvió otro.
Otra vez ese vacío, esa sensación de pérdida de valor, empezaba a crecer en su interior, volvía a formarse ese nudo en la garganta, las lágrimas subían hasta sus ojos... Gianna hizo un gran esfuerzo en contenerlas, no permitiría que nadie, ni siquiera Denise, la viera así...
Denise, se que estás cansada y asustada por lo que le haya podido pasar a tu padre, pero no te precipites... Mira, ¿Por que no te quedas esta noche conmigo, descansas y te lo piensas todo con más calma?
-La decisión ya está tomada- Denise, durante un instante, se sorprendió al ver la copa, pero tras una media sonrisa y un encogimiento de hombros, la agradeció y se la bebió con ganas. Desde que se había instaurado la ley seca era complicado conseguir alcohol. Bueno, menos para Thomas, vuestro amigo común, que siempre se apañaba para tener los mejores licores en su espléndida casa.
-Sí me imagino dónde me estoy metiendo- te dijo, con una media sonrisa en la cara- De arqueología entiendo un poquitito, quieras o no, algo se te tiene que pegar cuando tienes un erudito en la materia como padre, y con la casa siempre llena de visitas de estudiantes y profesores debatiendo sobre el tema. Además, voy en calidad de doctora. Querían llevar a un médico en la expedición, por si las moscas, y sabían que yo sería incapaz de negarme. Lo único que desconozco es lo que es estar en la jungla. Pero para eso llevo expertos. Y estoy contratando mercenarios que nos protejan. Mañana mismo parto a ver a uno de ellos, un tal Allan Quarter, que por lo visto tiene una experiencia increíble como cazador y explorador.
Denise sonrió. Tenía la sospecha de que para ti ella era como tu hermana mayor, al igual que ella te veía como una hermana pequeña, y le alegraba ver que no se equivocaba.
-Teóricamente no tenemos nada que temer. Seremos un montón, y vamos mucho mejor preparados de lo que iba mi padre para prevenir cualquier eventualidad. No habrá nada dentro de lo humanamente conocido que pueda suponer un riesgo, o al menos eso me ha asegurado el señor Armitage.
Henry Armitage era el mandamás dentro de la Universidad de Miskatonic. Era una figura afable, un hombre mayor, muy tranquilo y educado. Sus conocimientos en prácticamente todos los campos dejaban a la mayoría de eruditos a la altura del betún. Era una figura muy querida dentro de la ciudad de Arkham, y también había sido un íntimo amigo del padre de Denise. Era quien se había puesto en contacto con Denise para proponer enviar una expedición de rescate, organizada en colaboración entre la universidad y la familia Williamson.
-Lo único que voy a encontrar horrible es la soledad. Ya sabes, voy rodeada de gente, pero nadie a quien realmente estime o con quien tenga confianza. Me gustaría llevar conmigo a alguien de mi círculo. Había pensado en Thomas o en ti. Quizás Barbra entre dentro de ese posible círculo, pues también confío plenamente en ella, pero la veo demasiado delicada, demasiado flapper, no sé si me entiendes. -asentiste. No podías estar más de acuerdo. La recordabas de un par de reuniones. Una chica bonita, buena persona, alegre y de moral laxa, pero demasiado frágil. - Thomas es un viva la virgen, de eso no hay duda, pero tiene una cultura general que ya quisieran muchos, todo gracias a su desaparecido padre, todo hay que decirlo, que era poco menos que un genio. Y tú, pues no es que sepas mucho de la jungla, como yo, pero me da que con tu... ejem... pasado, creo que sabes desenvolverte en toda situación.
En ese momento comprendiste que Denise sabía más de tu vida pasada de lo que hubieses creído posible. No sabías como, pero te había dejado claro que tu increíble capacidad para cometer ciertos delitos y quedar impune no le era desconocido del todo. Pero por aprecio personal, siempre había callado. Si se hubiese tratado de algo serio, de algo importante, asesinatos, violaciones, terrorismo... Esos delitos la asqueaban y habrían provocado en ella que en cuanto lo hubiese sabido, habría salido corriendo rumbo a la comisaría más cercana. Pero tus pequeños escarceos con el mundo delictivo no le resultaban inquietantes.
Ahora también te percataste de que el hecho de que te encontrase en posesión de alcohol durante la Ley Seca le parecía de lo más normal del mundo. Por su expresión al ver la botella, supiste que pensaba que la habías robado o que, posiblemente, tuvieses contactos que te lo suministrasen regularmente como mercancía de contrabando.
Por cierto, no hemos hablado de tus escarceos con el mundo delictivo. ¿Qué tipo de delitos ha ido cometiendo Gianna?
¡Que metedura de pata con el whisky! Aunque parece que sabe más...
Acababa de llegar a Nueva York después de huir de casa. Sin nadie a quien acudir y, por la mala costumbre, enseguida sin dinero. Gianna no tuvo más remedio q aprender a sobrevivir.
Empezó robando comida en mercados y restaurantes, hasta que Lou, El Gigante, la pilló intentando robar un filete de ternera casi sin hacer de su cocina. La sujetó del brazo, la tiró al suelo y levanto la otra mano para pegarle, cuando se fijó en ella, en su cara sucia y aún libre de la cicatriz que hoy la surcaba y en sus ojos brillantes por el miedo... La puso de pie, la observó bien. Luego preguntó con brusquedad:-¿Qué sabes hacer?-.Gianna estaba paralizada:-Venga, niña. No tengo todo el día. Si no sabes hacer nada te usaré de compañía para mis clientes. Estás muy flaca, pero eso lo puedo arreglar.-
Aunque la experiencia de Gianna con hombres era inexistente, sabía a que se refería El Gigante con "compañía". Así que, justo en el momento en que Lou iba a sentenciarla, pudo abrir la boca:-Se cantar.
Lou, más que observarla, la atravesó con la mirada... Parecía que le hombre estuviera valorando como podría sacarle más partido a la muchacha. Finalmente gruñó:-Está bien.- Y esa misma noche empezó su carrera como cantante...
Pero cuando le llegó el primer sueldo comprendió que no podría vivir sólo con eso. Así que fue a hablar con Lou. Aunque en su primer encuentro, el hombre le había causado auténtico pavor, con el tiempo había comprendido que sólo era un tierno corderito con piel de lobo, o al menos lo era para ella.A pesar de todo, Gianna no consiguió un aumento, pero si un trabajo más. Lou le ofreció más dinero, a cambió de que se colara en determinados lugares,casi siempre en almacenes, y dejara pasar a sus chicos. Ella acepto.
Al principio sólo fue eso, abrir puertas para que otros hicieran el trabajo sucio. Pero pronto tuvo sus propios encargos. Pasó de ayudar a robar alcohol a otros delincuentes, a dar sus propios golpes: Obras de arte, joyas... Claro que sólo actuaba por encargo y siempre a través de Lou, quien le pagaba generosamente.
Todo le iba de maravilla. Consiguió alquilar su propio apartamento, tenía su propio vestuario para sus actuaciones, nuevos amigos... Hasta el día que Harry Miller la esperaba en la salida de atrás del "speakeasy" de Lou.
Harry Miller la adoraba, la idolatraba... La esperaba para pedirle que se fugaran juntos. Ella se negó. Él insistió. Ella se burló de él y le dió la espalda para marcharse. Él sacó su navaja y la agarró por detrás. Forcejearon. Él le hizo el largo corte que cruzaría para siempre su piel. Al ver la sangre huyó... Gianna casi no lo cuenta.Estuvo meses en el hospital. Lou lo costeó todo y la cuidó cada día, pero cuando le dieron el alta le pidió que se fuera y no volviera nunca. Ella quería mucho, pero no soportaba ver su cicatriz.
Al día siguiente, su cumpleaños, Gianna dejaba Nueva York.
Al par de meses recibió una carta de Lou con un encargo. No sabía como lo hacía, pero El Gigante siempre daba con ella. El dinero no le venía mal, y a pesar de que no volvió a verle nunca, Gianna continuó trabajando para él.
Gianna bebió de su copa para alejar los recuerdos que surcaron su mente por unos segundos.
Miró a Denise. -¿Quieres que vaya contigo?.-
Pero ya conocía la respuesta, y aunque moría de ganas de rogarle que la llevara con ella, pues no quería alejarse de Denise ya que la consideraba su única amiga y familia, Gianna sabía que se movía con gente peligrosa, a Lou nunca le había importado que cambiara de ciudad, pero salir del país... Pero, sobre todo, no quería poner en peligro a Denise.
Quizás debería contárselo todo... Pero, ¿Qué le falta por saber?
-Pero antes, visto lo visto, dejemos las tonterías... ¿Qué sabes de mi pasado?-
Gianna volvió a llenar las copas. Parecía que el plan de descansar quedaba anulado y aunque aún era temprano, seguro que la noche se haría muy, muy corta...
¿Me pasé? Es muy largo?
Denise sonrió con cierto aire de camaradería. Se notaba que sabía algo, aunque desconocías hasta qué punto.
-Digamos que he oído hablar de tu habilidad para abrir puertas. Además, no sé si lo sabes, pero en una de tus operaciones robaste un cuadro de no demasiado valor que pertenecía a mi padre. Él se llevó cierto disgusto, pero yo hasta lo agradecí, porque aquel lienzo era profundamente horrible.
Denise soltó una carcajada. Era una persona seria y una doctora respetable, pero no menos cierto era que poseía una moral un tanto laxa en cuanto a cruzar la línea entre lo legal e ilegal se trataba, siempre que no se tratase de nada serio.
-Cuando sucedió aquello, mi padre me ordenó contratar a un detective, y yo cumplí sus órdenes. Contratamos a John Meyer, de la Agencia J, una prestigiosa agencia de detectives de Arkham, y la verdad es que a ese condenado espantapájaros calavérico no le costó nada averiguar quién había sido el causante. Al descibrir que la culpable eras tú, y que eras una de las nuevas amistades de Thomas, tuve curiosidad. La verdad es que tras intercambiar cuatro palabras contigo cualquier intención de delatarte desapareció. Me caíste simpática, y aquel cuadro que robaste era un horror, peor que un dolor de muelas.
Al hablar, comentaba la anédota con total tranquilidad y desenfado, como si no importase lo más mínimo la desaparición del cuadro. Recordabas haber abierto la puerta para los chicos de Lou, que iban a robar un cuadro que te parecía horrible. Suponías que aquel golpe era al que se refería Denise.
-El detective me habló de otros pequeños golpes tuyos, nada realmente importante. Ya sabes que si no se trata de nada serio, como por ejemplo esto- señaló la botella de alcohol de contrabando que había sobre la mesa- no me importa lo más mínimo. Si fueras una asesina, yo misma te habría llevado por los pelos a una comisaría, pero para los delitos que cometes, no me voy a molestar. No te había dicho nada porque no quería que te alarmases y salieses huyendo. Es difícil confiar en la gente.
No, no te pasaste. Está genial ^^
Gianna calló un par de segundos, luego, no pudo evitarlo...
JA,JA,JA,JA,JA,JA....
Sintió alivio y no pudo más que reír como una loca. De repente se dio cuenta de lo que hacía muchísimo tiempo sospechaba, realmente podía confiar en Denise. Ella era lo que le había faltado desde que dejó a su familia, y ¿porqué no? tal vez era el momento de dejar de huir, de asentarse, de centrarse en fabricarse una vida estable... Ella podría ser su familia ahora, y Gianna podía dejar de negarselo a sí misma,tal vez podría abrirse y, quizás, algún día, contarle su historia, tal vez así dejara de pesarle tanto...
¿Sabes, Denise? Ahora mismo me gustaría contarte mil cosas. No soy una persona abierta, la vida me ha hecho desconfiada, pero de verdad, me encantaría que tuvieramos tiempo de hablar y charlar de cosas importantes y de mil boberías, pero hay algo más importante que todo eso... Antes me ha dado la sensación de que querías pedirme que fuera contigo. Se que dijiste que también habías pensado en Thomas, pero una cosa esta clara, por algo estás aquí y no en el bar, a no ser que sólo pensaras despedirte...
Por un segundo, esa idea la aterró. Quería irse con ella, al fin y al cabo, ahora tendrían muchas cosas de las que hablar, pero tampoco quería que se sintiese obligada a llevarla... Gianna se arrepintió de sus palabras... ¿Y si no la había elegido a ella?¿y si volvía a quedarse sola? Se sintió estúpida. ¿Cómo había permitido que sus sentimientos la nublaran?¿Porqué se había permitido ese instante de debilidad? Gianna había bajado la guardía, había cometido dos graves errores, se había dejado descubrir y había permitido que Denise se acercara a ella.
Tendría que volver a hacer las maletas. Miró a su alrededor, le gustaba su piso, le gustaba Denise, y sobre todo, le gustaba ese calorcillo que había creído sentir en su interior cuando pensó q ella podría ser algo así como su "hermana"... Un nudo nacía en su pecho y quería correr hasta su garganta, mientras ella luchaba por mantenerlo a ralla.
Gianna, ¿cuando te has vuelto tan estupida e ingenua? Pero... y si...
Por más que no quiso, la esperanza volvió a abrigar su pecho, tal vez no se había equivocado en su primera impresión, tal vez...
Por cierto, acabo de desvirgar el pc... XDXD
-Evidentemente, sé que pediros a ti o a Thomas que me acompañéis es algo absurdo, porque soy consciente de que puede haber peligros, aunque llevo matones para dar y tomar. No obstante, es duro capitanear una expedición y mostrarse siempre fría y calculadora sin mostrar ningún momento de bajón. Tener a alguien de confianza cerca me ayudaría mucho.
Se quedó callada unos instantes, mirando al techo. Pensaba en su padre, en Baldwin, y en los cuatro chicos. ¿Qué habría sido de ellos? ¿Estarían con vida? ¿Acaso todo el revuelo organizado no era más que una tontería, y ellos estarían tan ricamente haciendo dibujos y fotografías y recogiendo muestras de algún hallazgo que lo haya entretenido más de la cuenta? ¡Eran tantas las posibilidades! Pero independientemente de la suerte que hubiesen corrido los integrantes de la expedición, así como la esperanza de traerlos a todos con vida de nuevo a la civilización, había algo que resultaba aún más desesperante y acuciante: la necesidad de SABER. Saber qué era lo que había sucedido, y por qué no habían contactado de nuevo con la civilización. Tanto Denise como los altos cargos de la Universidad de Miskatonic deseaban saberlo todo. El dolor disminuye con el tiempo, pero la incertidumbre reconcome a uno hasta que todos los segundos de la vida se pasan pensando en una única pregunta: ¿Qué sucedió?
Denise aguardaba por tu respuesta. ¿Estarías dispuesta a ir con ella de expedición? Si no era así, pensaba pedírselo a Thomas. No obstante, él era su segunda opción, aunque tan buena como la primera, pero era, por así decirlo, su plan B.
-Yo iré contigo. No me importa lo peligroso que sea.
Gianna no lo dudo un segundo. Sabía que la situación era cruda y que las condiciones muy duras, pero después de lo todo por lo que había pasado, la selva no le preocupaba lo más mínimo. Iría con Denise, le daría su apoyo, estaría a su lado. Sabía que ella la necesitaba y no pensaba echarse atrás, sería fuerte, debería serlo por las dos, al fin y al cabo, se trataba del padre de Denise. Para ella todo sería más difícil, doblemente duro en muchos sentidos, la responsabilidad de la expedición caía sobre ella.
-Prepararé las cosas para que podamos salir temprano. ¿Te parece?
Te agarró las manos con júbilo.
-Te lo agradezco, te lo agradezco muchísimo.
Se la veía muy contenta, y accedió a toda idea de prepararlo todo para salir temprano.
-Tengo billetes, reservas en el hotel para un buen número de participantes, y todo ya preparado. Creo que he comprado billetes de más y también he hecho reservas de más, por si acaso, porque no sabía a cuánta gente podría llegar a meter en este embrollo, así que por ello no hay que preocuparse. ¡Qué bien!
Parecía francamente contenta. Miró el reloj, y puso cara de asombro.
-¡Cielos! ¡Son las mil! Deberíamos descansar un poco antes de partir.
Tras convenir una hora de partida razonable, y tras escuchar nuevamente un millar de palabras de agradecimiento, Denise se fue a ultimar los preparativos de su equipaje, y para darte tiempo a preparar el tuyo y darte tiempo a descansar un poco.
Mañana comenzaba una excitante aventura. ¿Quién os habría dicho que os ibais a ver involucradas en algo así? La vida da muchas vueltas, pero posiblemente un episodio como aquel era lo que menos podías imaginarte. No obstante, como artista, no desdeñabas esa experiencia, posiblemente resultase en algo positivo, un saber más con el que adquirir experiencias que plasmar después en tu arte.
¡Una expedición a la jungla de la América Central! ¿Quién te lo iba a decir?
Fin de escena :)