Mientras yacías en el lecho junto al prácticamente desconocido hombre al que te habías beneficiado a lo largo de la noche, y mientras pensabas la mejor manera de deshacerte de aquel hombre del que ya te sentías deseosa de pasar página para poder dejarte seducir por una tranquila jornada de reposo, una insistente llamada telefónica hizo su aparición en escena, con el objetivo aparente de destrozarte los tímpanos en aquella mañana resacosa.
Tambaleándote ligeramente, emprendiste el camino hacia el auricular. Aquel pasillo que otras veces recorrías en unos instantes se hizo interminable, cortesía de la infinidad de copas que te habías metido entre pecho y espalda la noche anterior. El hombre, que seguía tumbado boca abajo en la misma postura en que se recostó tras el último "asalto", emitió un gruñido de protesta por el chirriante sonido del teléfono. Era el primer síntoma de que seguía vivo que había emitido desde que lo dejaras fuera de combate.
Cuando llegaste al aparato y lo cogiste, escuchaste la voz que menos ganas tenías de oír: tu jefe. Ni siquiera saludó, yendo directamente al grano. Al se caracterizaba por su brusquedad. Posiblemente era el mejor periodista que había tenido el periódico, y cuando quería sabía ser muy comprensivo, pero el noventa por ciento del tiempo no era más que un miserable negrero.
-Gloria, encanto, mueve tu culo hacia mi despacho cuanto antes. Tengo un trabajo para ti.
No te preguntó si te venía bien, si no te apetecía trabajar en tu día de descanso, ni si estabas ocupada o si te habías largado de la ciudad. Sinceramente, le daba exactamente igual. Si tenía un trabajo para ti, no lo quería para esa tarde o para la jornada siguiente: lo quería para ayer. Dicho y hecho. Si él decía que tenías que mover el culo hacia su oficina, esperaba que movieses el culo hacia su oficina, como si no hubiese nada más importante en el mundo que satisfacer sus demandas.
Pero era quien soltaba la pasta y quien decidía quién merecía seguir trabajando en el periódico y quién no. Era un cabrón, sí, pero un cabrón con poder.
Colgaste el auricular con desgana. Sabías que apestabas a sexo y a alcohol. Estabas sudorosa, con el pelo enmarañado, los ojos rojizos y la voz ronca. Nadie podía negar que habías estado de juerga la noche anterior. Y para encima tenías una incómoda molestia boca abajo en tu cama, quien parecía que no tenía mucha intención de ponerse en pie o de irse de tu humilde morada. No era el mejor de los despertares para la que suponías la primera de unas cuantas jornadas de descanso. Un tiempo de reposo que Al parecía no recordar que tenías derecho a disfrutar.
Con un centenar de palabras mal sonantes, Gloria se metió en la ducha y se dejó despertar por el chorro de agua fría. Era que mejor le sentaba para apaciguar el concierto de tambores que tenía dentro de su cabeza.
Tras vestirse, se preparó un café bien cargado y se dispuso a salir de su piso. Antes, destapó sin miramientos el cuerpo del que había sido su último y esporádico amante, que aún dormía en la cama, sácandolo de golpe de un estado de sueño alcohólico.
-Despierta! Date una ducha, tómate un café y cierra bien la puerta cuando te vayas...
Y sin nada más que decir, Gloria salió del piso y bajó las escaleras del bloque donde vivía.
Los rayos le dieron la desagradable bienvenida al nuevo día y sin darle mucha tregua, la mujer alzó una mano para llamar a un taxi.
Durante el trayecto, observó las calles de aquel Nueva York que equilibraba a la perfección el encanto de las grandes ciudades y la precariedad de los bajos fondos. Y ella conocía las dos caras de la ciudad...
"Tengo un trabajo para ti", había dicho Al. Eso solo quería decir dos cosas: o era un trabajo de aquellos que nadie quería hacer por tener que añadir "ciertos riesgos" a la nómina, o Al solo quería amargarle el primero de sus días de descanso. Y conociendo a Al...la segunda opción era la que tenía más puntos.
Llegó a la editorial de The New York Times, tras media hora de callejear por aquel laberinto repleto de coches y peatones enloquecidos. Subió las escaleras con la mente algo más despejada..."el mágico café...", pensó.
Y sin dilación, tras saludar con un movimiento de cabeza a los pocos "amigos" que tenía en la oficina, se dirigió al despacho del jefe. Llamó un par de veces con los nudillos y, sin esperar respuesta, entró y se situó de brazos cruzados frente la mesa de Al. No hacía falta desear buenos días ni nada por el estilo...le habías amargado el día y tenía que ser por un buen motivo.
Gloria esperó a que le explicaran "ese" motivo, antes de ponerse a sacar culebras de su boca.
Tu jefe se hallaba en su oficina, tecleando en una máquina de escribir que había conocido mejores días, y fumándose uno de sus acostumbrados puros.
Al era un hombre bastante orondo, de cabeza redonda y desproporcionadamente grande con respecto al resto de su cuerpo.
Al sentirte entrar, ni siquiera levantó la vista. Siguió tecleando, se detuvo un momento, cogió su puro y te señaló el asiento frente a él con el cigarro.
-Gloria, posa tu culo puntiagudo en la silla, tengo algo importante para ti.
"Culo puntiagudo" era el apelativo más cariñoso con que solía dirigirse a todas las mujeres del periódico. Considerando su tendencia hacia la obesidad, cualquier mujer que mantuviese un peso normal le resultaba en comparativa un esqueleto. Al era un egocéntrico: no era el quien estaba gordo, era el resto del mundo quien daba asco de puro flaco. Y ese principio del "yo sobre todas las cosas" era con lo que afrontaba su visión de todos los aspectos del mundo.
Una vez que hubiste ocupado tu asiento, te tuvo unos minutos esperando en silencio, como era propio en él, mientras revisaba el documento que estaba escribiendo en su adorada y desportillada máquina. Cuando consideró que había pasado suficiente tiempo como para demostrarte cuán superior era al resto de los humanos, por fin se dirigió a ti.
-Me importa un carajo que seas una mujer- te dijo, lo cual no era la forma más lógica de comenzar a tratar el asunto, pero como buen periodista, sabía que era una frase efectiva para captar tu atención por la sorpresa que en ti produjo- Tengo un trabajo increíble, y quiero en él a un corresponsal increíble. Tú, pese a que seas una mujer, eres la mejor corresponsal que he tenido. Y te quiero en el trabajo. Quiero el artículo de tu vida. Quiero el artículo de MI vida, así que te exijo lo mejor de lo mejor. Esto te puede llevar a lo más alto del periodismo, muñeca.
Se recostó en su silla. Se llevó la mano al pecho y estiró los tirantes con petulancia, mientras mordisqueaba el puro emitiendo una pícara sonrisa.
En unas décimas de segundo, Gloria tuvo uno de aquellos sueños fugaces, donde se imaginaba saltando por encima de la mesa del despacho de Al, metía las manos de su jefe en el rodillo del papel de aquella vieja y usada máquina de escribir, y comenzaba a girar la ruedecita. Los dedos de Al, no podían escapar del lento aplastamiento que ejercía el rodillo, provocando un dolor y unos gritos del hombre que parecían más a la matanza de un cerdo que a otra cosa... "Culo puntiagudo, me ha dicho??" será cabr*n!", pensó furiosa la mujer.
Pero al escuchar el tema de la gran noticia que parecía tener Al entre manos, Gloria despertó de su sueño esporádico y puso su mente a trabajar. Si el jefe decía que tenía un buen tema para hacer un reportaje...es que era importante! En eso Al era el mejor, aunque a Gloria le costara admitirlo.
Y además, quería a la mejor... Y Gloria no es que fuera la mejor, si no aquella que sacaba a la luz las noticias más difíciles de conseguir y que removían mas mierda de la que se esperaba. Como aquella vez que escribió sobre las aficiones "infantiles" de aquel senador... Maldito asqueroso degenerado!
-Al...cuando dejarás de hacer el numerito de "oh, soy el hombre más importante de esta oficina...reclinaos ante mi, oh insignificantes súbditos!"...- Gloria tenía ese mal carácter y Al lo sabía- Tengo resaca, me sacas de la cama en mi día de fiesta y vengo para ver como continuas esos apestosos puros que te van a matar... Jefe, ya puede ser un buen trabajo o tendré que decirle a tu mujer que cada vez que salgo de tu oficina me miras el culo de forma babeante. Y ahora que nos hemos saludado...de qué se trata?
Al parecía disfrutar como un enano de vuestras peleas verbales. Le gustaba la gente con carácter, y aunque sabía que siempre ganaba él todas las peleas, ya que por algo era el jefe, le gustaba la polémica. La mayoría de sus empleados ni siquiera se atrevían a toserle, y sin embargo, el puñado de ellos que se molestaban y se salían de sus casillas cuando él hablaba eran, sin duda alguna, sus preferidos.
Al oír la mención del puro aplastó éste, a medio terminar, contra el cenicero... Para acto seguido sacar otro de su chaqueta de franela y encenderlo. Una vez que lo hizo, emitió una bocanada de humo contra tu cara que te hizo toser. Al verlo, sonrió con un nada disimulado placer.
-Así me gustan a mí, peleonas. Eres una fiera salvaje que debería estar en una jaula. Por eso me vienes de perlas- volvió a recostar su oronda figura contra el asiento, mientras que con la mano derecha tamborileaba los dedos contra la mesa- Te voy a mandar al corazón de la jungla, cariño, para que disfrutes de la compañía de otras fieras como tú, aunque ellas son más peludas, eso no te lo discuto.
Se rió a carcajada limpia. Estaba bien que al menos sus insoportables chistes le hiciesen gracia a sí mismo, porque lo que era al resto...
Cogió un dossier de papel y lo azotó sobre la mesa, aproximándolo a ti. Estaba lleno de recortes de periódico que hablaban sobre esa expedición perdida en el corazón de la jungla.**
-Encanto, esta es la noticia del año. Todos los diarios se están volcando con la puñetera expedición perdida. La semana que viene sale una expedición de rescate, organizada en colaboración entre la Universidad de Miskatonic y la familia Williamson, la del arqueólogo que capitaneaba la que ha desaparecido. Y yo he hecho mi trabajo...- se golpeó el pecho con la mano derecha en repetidas ocasiones, demostrando orgullo- Ese genio despistado de Armitage*** me debía un favor gordísimo desde hace un par de años, así que le he dado un toque y ha aceptado que me permita enviar a un corresponsal para cubrir la noticia. Sus condiciones son que digamos la verdad, nada de sensacionalismo. Le tengo demasiado aprecio a mi culo como para ir contra los deseos de Armitage, así que si no quiere nada de sensacionalismo, no tendrá ni una gota. Y a cambio yo tendré una exclusiva. LA exclusiva, si somos sinceros. Va a ser el trabajo periodístico del año. Lo quiero todo, fotografías de la expedición, de los lugares visitados, de los cadáveres si es que están todos muertos- y por su expresión se notaba que deseaba que así fuera, pues la noticia sería mucho más impactante y melodramática, lo que suponía más ejemplares vendidos- Vamos, todo sobre todo. Y ahora adivina en quién he pensado para cubrir el mayor reportaje del año, muñeca.
Se quedó muy sonriente esperando por tu respuesta. Te estaba poniendo ante los ojos el reportaje de tu vida. Nada de cubrir eventos absurdos, cosas de prensa del corazón, sucesos sin mayor relevancia de la ciudad etcétera. No, se trataba de una auténtica incursión en la jungla, formando parte de un equipo de rescate. Y cubrir el evento en solitario, tu nombre figurando en el encabezamiento del maxi-reportaje...
**Todos los contenidos en la escena 1, así como otros muchos más del mismo calibre.
***Armitage es el mandamás de la Universidad de Miskatonic.
"Noticia del año...exclusiva...jungla...expedición perdida...equipo de rescate...". Todos aquellos ingredientes hacian que el hecho de haberse despertado con una enorme resaca, hubieran valido la pena. Pero debía controlarse y no dar a Al, el gustazo de saber que su propuesta le volvía loca.
-Mierda Al... llego de estar semanas fuera de casa, cubriéndome el culo de porqueria para tener el reportaje a punto, cansada de dormir mal y peor... y me mandas a la jungla con un equipo de rescate?
Dejó unos segundos de silencio para disfrutar de la cara que hacia su jefe al escuchar sus palabras.
-Esta bien jefe, pero me debes dos favores: el de cubrir este reportaje y el que no explique tus aficiones con el chiguagua del portero del edificio. Te mantendré informado...
Cogió el dosier que le había entregado el jefe, e inició el camino de salida. Una vez de espaldas a la mesa de Al, encarrilando el camino de salido del despacho, Gloria mostró una sonrisa...la primera del día. Le había tocado un premio gordo y tenía que disfrutarlo. El trabajo de reportera corresponsal le encantaba, era su vida.
Al llegar a la puerta, frenó su camino y sin girarse, alzó la voz:
-Y Al...gracias!
...
Estaba en una mesa de la cafeteria del edificio donde se encontraba el New York Times. Con una buena taza de café en las manos y un pedazo de tarta de chocolate, aquella terrible mañana se estaba tornando bastante mejor.
Hojeaba el dosier de premsa que le habia entregado Al, y en su libreta, anotó la información que consideró importante, así como cierta información que debía reunir antes de salir de viaje. El equipo de rescate no salía en una semana, así que no tenía mucho tiempo, que digamos...
-Visitar la Universidad de Miskatonic para averiguar más sobre el estudio del profesor Tyronne Williamson.
-Doctor Henry Armitage? Motivo de la expedición...ruinas mayas...qué buscaban??
-Anthony Baldwin? Más información...
-Visitar las famílias de los estudiantes que acompañaban a la expedición: Peter Finch, Myrna Evans, George Tierney y Victor Fairbanks.
Mucho trabajo y poco tiempo...y por donde comenzar?
Lo mejor era comenzar por el café y la tarta. Más tarde se dirigiria a la Universidad e intentaría reunir la máxima información sobre la expedición.
Buenas Cam,
Gloria se dirige a la uni para buscar información sobre Williamson, Baldwin y la expedición. Si puede ser, hablando con el mismísimo Armitage.
Por cierto, estaré fuera hasta el día 17. Vacaciones de família... Si puedo conectarme, ole, si no...hasta la vuelta!
Un saludo y un abrazo enorme!
Buenas vacas!
NAnuk
Ni corta ni perezosa, pasaste por casa para arreglarte debidamente. Conocías la importancia y el renombre del buen profesor Armitage, una leyenda viva dentro del mundo académico, y causar buena impresión era un punto a favor.
Llegaste a la Universidad, y unos amables estudiantes te indicaron cómo llegar al despacho de Armitage. Una no menos cordial secretaria te indicó que Armitage se hallaba en esos momentos ocupado. Por lo visto mantenía una entrevista con un afamado anticuario y amigo. Si no había prisa, te recibiría nada más salir el hombre del despacho.
Podías escuchar un murmullo de voces dentro de la oficina. Tras una robusta puerta había dos importantes hombres conversando sobre sabía Dios qué.
Mira por dónde, te vas a estrenar tú con las tiradas de la partida XD
Vas a hacerme una tirada de Escuchar.
Para ello, se tira 1d100, y tienes que sacar lo mismo o menos de lo que tienes en la habilidad Escuchar, ¿okis?
Gloria se sentó en una de las incómodas sillas, situadas al lado de la puerta de entrada al despacho de Armitage.
Era de aquellas pequeñas salas de espera, con una pequeña mesita repleta de periódicos viejos, revistas científicas y folletines informativos de conferéncias y coloquios más que aburridos. Un lugar en el que, teóricamente, uno debía sentirse cómodo en su tiempo de espera para ser atendido, y solo conseguia provocar la sensación de "que me llamen rápido o me largo de aquí ahora mismo!".
Además...no ayudaba mucho en hecho de estar constantemente vigilada por la secretaria de Armitage: una cincuentona con quilos de maquillaje para disimular las arrugas del paso del tiempo. Gloria imagino como sería ella al llegar a los cincuenta... "No, mejor no!", pensó...
Mientras esperaba, intentó escuchar la lejana conversación que mantenían a cabo los dos hombres que se encontraba en el interior del despacho. Uno debía ser Armitage, pero desconocía la identidad del segundo hombre.
Agudizó el oído para "sacar" algo de aquella conversación...
Pero entre el repiqueteo de la máquina de escribir de la secretaria y la robusta madera de la puerta, Gloria no atinó a escuchar gran cosa sobre lo que se estaba hablando allí dentro.
Ahora solo quedaba esperar a ser atendida.
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 77 (Fracaso)
Por fin, el hombre con quien estaba reunido Armitage salió del despacho. Era un hombre bien parecido, de unos 50 años. Pese a que se notaba que había dejado la juventud tiempo atrás, era un hombre de cierto porte, aunque vestido con ropas de la moda de hacía diez años. Parecía ir algo distraído, aunque reparó en tu rostro por un instante.
Por su forma de actuar, sus gestos pausados y calmados y su aire de hombre culto, posiblemente se tratase de otro profesor o de uno de los numerosísimos eruditos de la universidad. El caso es que te sonaba vagamente su rostro, pero no recordabas dónde lo habías visto antes. Estabas segura de que nunca habías hablado con él, pero su rostro no te era desconocido del todo.
Escuchaste la voz de Armitage al despedirse:
-Adiós, Henry, y recuerda, para todo lo que necesites, aquí estoy.
Armitage se dio la vuelta y regresó al interior del despacho.
Así que el nombre de pila del sujeto era, casualmente, el mismo que el de Armitage: Henry.
La secretaria de Armitage te indicó que ya podías pasar al despacho justo cuando éste comenzó a encaminarse de nuevo hacia su pesado escritorio de madera.
Gloria dió un par de golpes con los nudillos a la puerta del despacho de Armitage.
-Profesor Armitage?- dijo reclamando la atención de una de las eminencias de la universidad- Soy Gloria Trace, del New York Times...
Sin esperar la respuesta del profesor, Gloria entró en el despacho y se acercó a la mesa repleta de libros, papeles y notas. Fue consciente que, fuera lo que fuera que investigara Armitage, era importante y digno de reclamar toda su atención.
Para Gloria, el tiempo era oro... y no podía perder ni un solo segundo! Además, por mucho que Armitage fuera un genio en el campo científico y universitario, Gloria no era muy entendida en respetar las normas de cortesía. Ella tenía un trabajo entre manos y ganas de comenzar a atar cabos.
-Me han encargado que realice la cobertura periodística sobre la desaparición de la expedición que la universidad envió a américa central. Podría informarme de que tipo de investigación realizaban en aquella zona? Qué tienen de especial las ruinas mayas que fueron a investigar Tyronne Williamson y Anthony Baldwin? Cuando fue el último contacto con el grupo y donde se encontraban? …
Gloria frenó su inconsciente, e agresivo, interrogatorio al llegar junto a una de las butacas del despacho. Su intención no era ni mucho menos sentarse a conversar con el profesor. Tenía mucho trabajo antes de salir de viaje y muchas dudas por resolver.
Armitage era un hombre de mediana estatura, delgado y de rostro afable. De gestos pausados y voz calmada, era la antítesis de la criatura que acababa de entrar por la puerta.
Ante tu torrente de preguntas, se tomó unos segundos de silencio antes de abrir la boca. Lo primero que hizo fue indicarte una silla con un leve movimiento de mano. El típico gesto amable que ningún alumno o profesor podía dejar de obedecer. Armitage tenía el don de ser obedecido y admirado sin levantar jamás el tono de voz.
-¿No quiere sentarse? Ha hecho un buen número de preguntas, y responder a todo ello pueden hacerla sentirse fatigada. Veo por su rostro que no ha dormido demasiado. ¡Ah! ¡La vigilia es mala compañera del hombre!
Tomó una jarra de agua y sirvió un par de vasos, acercando uno de ellos al borde del escritorio donde se encontraba la silla que te había señalado.
-Así que tú eres la intrépida reportera que me ha endosado el bueno de Al. ¡Ah! No voy a negar que me disgusta llevar a un periodista en una expedición de la Universidad. No porque me desagraden los periodistas, no tengo absolutamente nada en contra de ellos, al contrario, pues muchos de ellos han sido formados en esta, mi Universidad, así que se podría decir que son un orgullo para mí.
Suspiró tenuemente. Hablaba con calma y parsimonia. En cada palabra, el tono de su voz mostraba que uno se hallaba ante una enciclopedia andante, uno de esos eruditos de los que hay uno entre un millón.
-Lo que me desagrada es el repentino interés de la prensa por la expedición desaparecida. Me disgusta comprobar que la prensa dedica tan poco tiempo a nuestra universidad cuando las cosas salen bien, pero se vuelcan con ella cuando sucede una posible desgracia.
Su rostro mostraba pena y descontento.
-En fin, usted quiere respuestas, y yo se las daré, por supuesto. No obstante, Al me ha prometido que el reportaje que usted, señorita, va a redactar, no va a tener ni un ápice de sensacionalismo barato. Sé que Al me ha prometido leer el reportaje completo para aprobarlo, antes de dar mi aprobación. Sinceramente, si su relato se ajusta a la verdad, y carece de sensacionalismo, no pienso tocar una coma de su trabajo. Lo único que le pido, ya que por su desenvoltura parece usted una mujer muy capaz, es que todo lo que cuente sea verdad. ¿Puedo contar con su palabra de que no se saldrá de la realidad por vender más ejemplares? Tiene la pinta de ser una mujer íntegra, me gusta su determinación, aunque carezca de modales.
Armitage, tras pronunciar su petición con un ritmo lento y claro, tomó un trago de su vaso de agua, antes de proseguir.
-También tengo otra petición. Sé que se estila proporcionar a la prensa cualquier atisbo truculento con tal de vender más ejemplares. Le pido que si a mis pobres profesores y estudiantes les ha sucedido algo, por respeto a las familias de todos ellos, y a sus amigos, entre los que me incluyo, no se hagan comentarios que pudieran herir sus sensibilidades. No es lo mismo contar que ha muerto y cómo, que incluir en primera página una foto de un cadáver y acompañarla hasta del detalle más sórdido. ¿Me hago entender? Las familias están desesperadas, YO también lo estoy. Eran todos buenos amigos, todos ellos, estudiantes y profesores, han estado alguna vez sentados donde usted se encuentra ahora, charlando conmigo o contándome sus ideas, proyectos o ilusiones. Me gusta ser un padre para todos mis alumnos, y ahora mismo me siento como si hubiesen desaparecido cuatro de mis hijos. Y mis dos profesores, amigos, hermanos... Si es tan duro sobrellevarlo para mí, no puedo imaginar cómo ha de ser para sus auténticos seres queridos.
Elevó la vista con súplica.
-Por eso le pido que haga el reportaje de su vida, pero que no destroce otras vidas para conseguirlo. Y por favor, si están vivos, y ya que es una mujer tan capaz, le ruego que haga lo que esté en su mano para colaborar para traerlos de vuelta. ¡Ojalá pueda publicar en primera plana una fotografía inmensa de los expedicionarios reunidos con sus familias, todos sanos y salvos!
Henry Armitage era un hombre inteligente. No solo por el cargo que ostentaba, más que merecido por sus logros y por estar a la cabeza de una de las más prestigiosas universidades del país, si no porqué había conseguido establecer unas normas al trabajo que Gloria había aceptado y no había respondido a ninguna de las preguntas que le había propuesto.
Una vez sentada en la silla que gentilmente le había ofrecido el profesor, y tras escuchar sus palabras, Gloria dejó unos segundos de silencio. Puede que quisiera demostrar que ella también sabia jugar al juego de la “tensión verbal en un discurso”.
-Profesor Armitage... Entiendo su preocupación por la situación en la que se encuentran sus compañeros y alumnos. Puedo entender que el hecho de desconocer su paradero o si han padecido algún tipo de accidente, le tenga enormemente preocupado...
Segundos de silencio...
-...Al igual que entiendo que no quiera que, toda la organización que se está planteando para su rescate, acabe siendo un circo. Puedo asegurarle que mi trabajo consiste en explicar clara, real y nítidamente lo que ha sucedido a la expedición. No soy de las que transforman los hechos para ganar más lectores... Puede comprobarlo en mis reportajes... Y en eso también incluyo el aspecto morboso que ha comentado. Sé cuando una palabra o una imagen puede ser dolorosa para según quién la lea o la mire...
Segundos de silencio...
-Mi trabajo consistirá en ser los ojos de todos aquellos que deseen saber lo que le ha sucedido a su expedición. El cuando, el como y el por qué... y nada más. Mi trabajo será informar y punto.
Segundos de silencio...
-Pero antes de iniciar el viaje, necesito saber todo lo que pueda sobre la expedición perdida. Cualquier información será buena para conseguir una crónica que sea la máxima real posible. Y si responde a mis preguntas...mi trabajo en américa central podría ser el “reportaje de mi vida”, como usted dice.
Henry Armitage pareció quedar satisfecho con las respuestas.
-Exacto, exacto. La verdad, única y exclusivamente la verdad. Veo que usted es del mismo criterio. Me gustan los periodistas que tratan de mantener la integridad dentro de una profesión que, a causa de algunos seres sin escrúpulos, se está viendo constantemente desvirtuada. Pero me alegra saber que me hallo ante uno de esos profesionales con criterio e integridad.
Un buen trago de agua para calmar la sed, y un cruce de manos sobre el escritorio. Ya se encontraba dispuesto a continuar.
-Las investigaciones de campo, señorita, no son ninguna oda a la aventura y a la diversión. Temo que a ojos del vulgo, la expedición de Williamson no sea más que un aburrimiento sin parangón. Es costumbre de la Universidad proporcionarle a los alumnos más aventajados una experiencia de campo lo suficientemente enriquecedora como para que sus currículums ocupen el más alto lugar dentro de los aspirantes a profesionales del campo arqueológico. Por eso, mi buen amigo Williamson decidió, en colaboración con un buen camarada como es Baldwin, llevarse a los cuatro chicos, Peter Finch, Myrna Evans, George Tierney y Victor Fairbanks, a un interesante proyecto en las junglas de América Central. Salieron de la Honduras Británica con el firme propósito de hallar y estudiar unas ruinas Mayas. Hace unos meses, un británico llamado Thomas Gann descubrió una serie de túmulos con ciertos grabados. Como era un hombre poco entendido en la materia, no comprendió la posible importancia de su descubrimiento, por lo que consideramos que sería un empuje espectacular para sus carreras el que cuatro de nuestros alumnos participasen en una expedición en busca de dichos túmulos. ¿Quién sabe? Acaso podrían haber proporcionado una información de vital importancia para conocer mejor las costumbres mayas sobre el enterramiento y los ritos funerarios que acompañaban a la muerte de sus seres queridos. Existe mucha información sobre los mayas, pero cualquier detalle nuevo abre todo un mundo de posibilidades. Por eso mandamos la expedición.
Sobre el último contacto... A las dos semanas de partir dejamos de tener noticias suyas. Se perdió todo contacto, y han desaparecido sin dejar apenas rastros. Se halló el campamento que se supone utilizaron el día antes de romperse el contacto, pero ninguna de las patrullas hondureñas ha dado con indicio alguno de su paradero, aunque si bien es cierto, la mayoría tampoco se han atrevido a introducirse en las profundidades de la jungla. Y no los culpo, pues no es su trabajo. El profesor Morgan, que ya se encuentra en Honduras, tiene en su poder todos los mapas de la región, así como un mapa trazado a mano en el que se indica la última posición conocida. Está estudiando en estos momentos las posibilidades existentes, los caminos que podrían haber tomado. Es una de nuestras más brillantes mentes, y se pondrá en camino en cuanto todo el grupo se reúna en Honduras.
Sacó un pequeño pañuelo de tela y se secó el sudor de su frente con unos ligeros toquecitos. Parecía haberse agotado tras la charla.
-¿He respondido a todas sus preguntas? Le aseguro que tampoco poseo todos los datos de la expedición. Piense que Williamson es un auténtico genio. Si él dice que ha de ir a algún sitio porque hay algo que investigar allí, cuenta con mi beneplácito inmediato, sin mayores explicaciones. Todos sus planes los llevaba él, y de vez en cuando me daba alguna sugerencia aquí, y otra allí, pero todo el proyecto pertenecía al departamento de Arqueología de la Universidad. Todos esos documentos los tiene el señor Morgan en Honduras, pues ya le comenté que los está estudiando para poder partir cuanto antes. No sé qué más puedo contarle, pero si necesita algo, coméntemelo.
Gloria se mantuvo en silencio unos largos segundos. Ahora no era cuestión de denotar caracter, si no de asimilar toda la información que el profesor le había dado para tener todas las piezas de la investigación bien claras.
"Veamos..." pensó la periodista, "...túmulos, grabados, ritos funerarios... Esto pinta interesante! Lo primero que me viene a la cabeza es la posibilidad de que alguna tribu indígena esté algo cabreada porqué alguien le ha tocado las narices a sus antepasados. Pero no saquemos conclusiones antes de tiempo..."
-Sí, sí, profesor Armitage, creo que es todo lo que necesitaba saber. Con la información que me ha dado, creo estar un poco en situación en como encarar el reportaje. En breve, viajaré a Honduras y allí me pondré en contacto con el profesor Morgan y el resto del grupo.
Gloria se levantó de la silla y estrechó la mano de Armitage con decisión. Era la manera de agradecerle su tiempo e información.
-No le molesto más, profesor. Le agradezco toda la atención que me ha otorgado y no dude que, tarde o temprano, saldrá a la luz lo ocurrido con su expedición.
Y se dirigió a la puerta del despacho. Era momento de preparar la maleta...
Buenas Cam...
Creo que soy yo el jugador que aún está en el prólogo individual de la aventura (ups).
Por mi, y para no retrasar a los otros jugadores, podemos comenzar la parte conjunta. Así nos conocemos de una vez! jejeje
saludos
NAnuk
Te finalizo la escena entonces, pero vamos, no te preocupes, que los tenía entretenidos con la introducción a la siguiente escena. Ya digo que son un montón de pnjs, así que mejor ir conociéndolos de forma natural poquito a poco ^^