Partida Rol por web

Aún recuerdo la última vez que alguien me preguntó que quería yo...

La experiencia me ha hecho saber que es mejor no interesarnos en eso y centrarnos en ti.

Conque proteger a tu clan y seres queridos, ¿cierto? Que así sea.

Ven, acepta mi mano, y se bañado por la luz de los ascendidos.

 Casi de manera inconsciente, avanzarías hacia aquella figura de luz extendiendo tu mano, sintiendo que su brillo aumentaba más con cada paso que dabas, y que solo estabas a escasos metros de esa figura que prometía darte lo que querías a cambio de tu vida, si es lo que ofrecías.

 -De verdad que no aprendes, ¿cierto? -dijo una voz que se te hizo familiar detrás de ti, segundos antes de que unas ramas empezasen a salir del suelo y escalasen por tus pies para detenerte, a la vez que una corriente de aire te golpeaba por la espalda para hacerte voltear.

 A unos metros de ti, llegaban flotando aquella pareja de dioses que habías conocido recientemente, con Gaia a unos centímetros del suelo y Ventus más elevada. Mientras que la chica te juzgaba con la mirada, el chico con vestido mostraba una inusual expresión de molestia hacia aquella figura de luz, una que no le habías hecho ver hasta el momento.

 -¿Qué te dije de confiar en los seres de luz? -te regañó la única capaz de hablar. -. A poco dirás "es que no parece un ángel"? -enarcó entonces una ceja, esperando que realmente tuvieses una excusa mejor que esa. -. Todos los mortales son iguales: se les aparece un ser más allá de su comprensión ofreciéndoles algo y hasta dan su vida sin pensarlo por conseguir cosas que podrían conseguir por ellos mismos...

 -Ustedes... ¿Qué hacen aquí...? -preguntó el ente de luz.

 -¿Qué es lo que parece? Evitar que le comas la cabeza a otro mortal necesitado -explicó Ventus cruzándose de brazos. -. Te hemos dejado actuar, Luna, pero conoces las reglas: solo pueden haber 7 a la vez, ese era el trato.

 -Han sido 7 por mucho tiempo, pensé que podríamos hacer más interesante las cosas con un 8° -opinó la entidad de luz, con un tono más desinteresado. -. Aunque debo admitir que no presté la atención que debía: de saber que estaba bajo vuestra protección le habría dejado morir bajo los escombros...

 Pronto, aquel cuerpo de luz se ilumino completamente dejándote cegado durante unos instantes, tras lo cual la luz se fundiría con la nada bañándola en un tono grisaseo que brillaba por un rayo que caía del cielo, iluminando a una hermosa figura que descansaba con gracia sobre una roca que antes no estaba. Poseía un brillante cabello blanco cual plata, unas grandes y emplumadas alas como la nieve, y una suave piel sutilmente pálida.

 -Supongo que no podián dejarlo pasar por una vez, ¿no? -pregunto con cierto disgusto a las deidades.

El caballero fue testigo del, tal y como sospechaba, fracaso de su ataque... pero aquello no quedaría ahí, todos juntos atacaron al caballero de cabellos rubios, para solo encontrarse con un muro de espigas de hielo que se dirigía hacia ellos, hiriendo levemente a Belmoth y al caballero... 

Por suerte, la melodía de Naia esta vez jugaba a su favor, y no en su contra como cuando tuvieron que luchar contra Salmos, lo cual era un alivio... Naia respondió a sus preguntas, revelando la identidad en cierta medida del caballero... aquel que iba tras ella todo este tiempo... - ¿Y para llevarte a Naia hacía falta llegar tan lejos? ¿Atacar a otro país? No sé cuales son tus motivos, pero esta locura termina aquí... - dijo el caballero cargando de nuevo contra su adversario... notando en esta ocasión su ataque más centrado que el anterior...

Luego mirando a Belmoth, hizo una señal de que aprovechase la posible apertura que dejase su ataque para poder penetrar sus defensas y así acabar con esto de una vez por todas...

«¿Aqua y Hares? ¿Regreso de los dioses? ¿Qué?». No entendía nada de lo que decía. No tenía ningún sentido. ¿Se había vuelto loco? Quería preguntarle por ello, pero no podía dejar de cantar.

Por mucho que Aaron preguntase al caballero, éste no decía nada. De hecho, yo no había llegado nunca a oírle pronunciar una palabra. ¿Sería mudo? La ausencia de su voz solo lo hacía aún más aterrador.

Pese a que le atacaban tres guerreros a la vez, el caballero era capaz de mantenerse firme o incluso llevar ventaja. Uno de sus ataques con picos helados casi nos dio, pero por suerte Salmos fue hábil y logró esquivarlo. Belmont no tuvo tanta suerte, pero parecía estar bien.

Yo, por mi parte, lo único que podía hacer era seguir cantando. Me habría gustado poder hacer más, pero no podía luchar. Podía usar una burbuja para moverme por mí misma, pero seguro que no podría defenderme de los ataques del caballero y solo me convertiría en una carga. De modo que continué en los brazos de Salmos, dejando que éste me defendiera, mientras continuaba entonando esa canción. Sabía que eso los ayudaría.

Así que Luna.Pensaba, sin embargo no conseguía saber quién o qué era ese ser. ¿Sería literalmente la luna?. Parecía no estar en gracia con los dioses, pero tampoco ser alguien ni malo ni bueno, simplemente alguien cuyos deseos me eran ajenos. 

L@s dios@s, en especial aquella que no me acababa de tener en gracia a mi comenzaron a discutir con el ser y recriminarme mi actitud. Algo normal, especialmente aquel "conseguir por mi mismo", ¿Sería aquello verdad?. 

Diosa, aquello que puedo conseguir por mi mismo, tardaría demasiado. Mi manada y mi pueblo están siendo destruidos y apenas puedo protegerles con los dones que me otorgais. Dije con respeto. De que me serviría tener un poder que cuando consiga no me sirva de nada ya que Alice y mi pueblo ya no estarán?Pregunté con curiosidad, para después simplemente seguir escuchando aquella conversacion sobre 7 algo que podrían ser 8 y que por lo visto yo no sería nunca. ¿Sería algo bueno?, ¿malo? Que sería. 

​​​​​

 Con ayuda del canto de Naia, el grupo fue capaz de igualar el combate con aquel caballero, que con una gran agilidad se mostró capaz de esquivar otra llamarada de Salmos, así como bloquear la arremetida de Aaron: no obstante, esté último presionaría al caballero para tener su atención, dejándole vulnerable a un certero ataque de Belmoth por la espalda.

 -A-Argh... -por primera vez en el combate, el caballero rubio habló, o al menos hizo un ruido de dolor mientras la sangre brotaba por su boca.

 De un agil movimiento, aquel invasor se apartó de Aaron y Belmoth, observando detenidamente como las heridas de estos empezaban a sanar gracias a la encantadora voz de Naia: fue allí donde se dio cuenta que intentar acabar con ellos mientras la sirena les apoyaba era poco práctico, por lo que decidió ir directamente a por ella al apuntarle con su arma, la cual se vería cubierta por una luz gélida antes de disparar un rayo en dirección a la chica.

 Actuando rápidamente, Salmos arrojaría a Naia a un lado a la vez que él se tiraba a otro, temiendo que de tirarse con ella no fuese capaz de esquivar lo suficientemente rápido: en todo caso, este movimiento seria suficiente para sacar a ambos de la trayectoria de la espada, que a los pocos segundos volvería a su estado natural.

 -¿Prefieres vender tu ser por salvar a unas pocas personas ahora, incluso cuando eso signifique condenar tu destino a una batalla que no has pedido? Siete almas fueron engañadas por Luna, y siete almas tuvieron que pelear en el Purgatorio por una nueva vida, un nuevo comienzo, y ni con el fin del mundo pueden salvarse de ese destino que tomaron -explicó Ventus, visiblemente disgustada con el tema. -. Si aceptas su ayuda, seguramente conseguirás lo que quieres, pero no serás más que un peon en su juego, como ya lo fueron R'lyeh y El Coloso en su momento -reveló.

 -Lo haces ver como si les quitará su voluntad a las personas... -se quejó la mujer albina. -. Solo busco voluntades fuertes y les doy lo que quieren: ¿Poder? ¿Dinero? ¿Fama? Son cosas que los mortales piden para darle un sentido a sus vidas. Además, nunca las escuché quejarse del elfo oscuro: anda por allí a sus anchas intentando "arreglar todo", y hasta donde se ustedes nunca han intervenido.

 -¡Él es... una excepción -si bien estaba claro que la peliverde estaba de malhumor, y que cada argumento salido de la boca de Luna solo empeoraba su temperamento, hizo lo posible por controlarse. -. Fue algo que ninguno de nosotros pudo evitar: básicamente fue el único verdaderamente escogido por el purgatorio, a diferencia de los otros 7 que llevaste tu -declaró. -. Senca ya tiene nuestra bendición, y seguramente Aqua y Hares le darán las suyas cuando los encuentré: ¡no tienes nada que ver aquí!

Aaron empezaba a ver como el combate empezaba a pasarle factura, aquel caballero no era un cualquiera... hacía frente a Belmoth, Salmos y él con relativa facilidad, aunque poco a poco parecía que sus fuerzas también mermaban, para lo cual aprovechó para desencadenar su hechizo de Cuerpo Igneo...

Con un pequeño gesto, su cuerpo empezó a envolverse en llamas, para luego casi de forma inmediata consumirse y solo quedar humo alrededor del caballero... y entonces cerró los ojos... colocando su alabarda ligeramente hacia abajo, en una posición típica de Ilfly, enseñada por su padrastro... aquello debía terminar ya... Salmos se había visto obligado a separarse de Naia puesto que el Caballero Blanco decidió que aquella pequeña sirena era la responsable de que se estuvisen torciendo las cosas para él...

Pero ese cambio de actitud sería su error fatal... En la mente de Aaron solo se escuchaban las respiraciones de sus aliados y rival, y la melodía suave de Naia... y entonces al sentir como el arma del Caballero de Bestestal volvía a su estado natural, Aaron se lanzó con todo hacia su rival... realizando un giro completo de 360º para dar más inercia a su alabarda y en su embate, tratar de elevar hacia arriba a su rival... - ¡No volverás a hacerle daño a nuestro pueblo! - bramó el caballero mientras su arma dibujaba un arco perfecto hacia el torso de su rival...

Aquel caballero parecía invencible. A pesar de que le atacaban tres guerreros a la vez, conseguía mantenerse firme y plantar cara. Por momentos, empezaba a tener miedo de que fuésemos a perder.

La situación pareció volverse a nuestro favor cuando Belmoth logró asestarle un potente golpe que le hizo bastante daño. Durante unos momentos, pensé que ya lo habíamos derrotado, pero justo entonces lanzó un rayo gélido justo hacia mi dirección.

—¡AHH! —Interrumpí súbitamente mi canto para dar un grito de miedo. Estaba convencida de que me daría de lleno, pero, en vez de eso, sentí que salía despedida y acababa cayendo dolorosamente contra el suelo—. ¡Ay!

El cuerpo me dolía debido al golpe que me había dado al caer. Pero Salmos había logrado librarme del ataque. Lo malo era que ahora me encontraba tendida en el suelo, y no podía moverme si no era arrastrándome. Quería continuar con mi canto para apoyarles, pero sabía que si me quedaba ahí parada solo sería un estorbo para los demás, dado que tendrían que defenderme. Por eso, decidí que lo mejor sería crear una burbuja para poder elevarme en el aire y moverme por mí misma. Me incorporé, quedando sentada en el suelo y me dispuse a formarla. No había agua cerca, por lo que debía crearla a partir de mi propia saliva.

Sin embargo, la tensión de la situación me pasó factura: Por mucho que lo intentase, no lograba crear una burbuja del tamaño suficiente. En cuanto alcanzaba el tamaño de una sandía, se deshacía y caía al suelo.

—¡S…Salmos…! —Estaba asustada. Era la primera vez que tenía problemas para crear burbujas. Y estaba ocurriendo en el peor momento. En esos instantes, me encontraba postrada en el suelo, vulnerable ante cualquier ataque.

Es una decisión difícil. Querría aceptar el poder del dichoso purgatorio significara lo que significara, pero tenía una duda al respecto. 

No conozco de que hablan, sin embargo sólo aceptaré si los elementos lo permiten. Sus dones son a los que rezo cada día y con ellos he protegido cuanto he necesitado. 

Así que digan, ¿aceptar el purgatorio y salvar esta catástrofe significaría perder vuestros dones? Pregunté con un tono de sumo respeto. 

 En aquel momento cualquier error podía significar una gran vulnerabilidad, algo que Naia podría comprobar mientras intentaba, sin ningún resultado, formar una burbuja para poder moverse, siendo que el caballero rubio aprovecharía para volver a apuntarle con su espada.

 -¡Naia! -desesperado, Salmos saltaría hacia ella en un intento de alcanzarla y, de alguna manera, protegerla.

 Con aquella escena, y su cuerpo ardiendo como su alma, Aaron olvidaría cualquier temor y se lanzaría a por su enemigo de frente con su alabarda, acortando la distancia hasta estar a solo unos pasos delante de él mientras miraba su brillante espada azulada, elevando la alabarda ferozmente con un certero corte ascendente antes de que el ataque del caballero llegase a salir.

 Las flamas dibujarían un círculo al costado de Aaron luego de que este levantase su alabarda justo por debajo del brazo del caballero, el cual atravesaría limpiamente partiéndolo en dos a la vez que golpeaba la espada, enviándola a volar a varios metros de su dueño. Por primera vez desde el inicio del combate, todos pudieron observar una expresión de auténtica sorpresa en el chico rubio, cuyos ojos se abrieron como platos mientras retrocedía tardíamente del ataque: además de este hecho, todos también podrían ser testigos de como su cuerpo empezaba a congelarse a altas velocidades. No habría pasado más de unos segundos desde que su brazo fue cortado previamente de que su figura fuese completamente remplazada por hielo, convirtiéndose completamente en una estatua a diferencia de las personas de la ciudad, que solo se encontraban encerradas.

 -¡No bajen la guardia! -ordenó Altavius, provocando que todos llevasen su vista por mero instinto hacia la espada del caballero.

 Allí donde se encontraba clavada, múltiples manos hechas de hielo empezarían a surgir del suelo buscando tomar la empuñadura, pero Belmoth sería más rápido al acercarse para cortarlas todas con un certero corte de su espada.

 -¡Bien hecho, hermano! -le felicitó la matriarca, visiblemente emocionada esperando alguna reacción de su hemano, el cual contrario a como cualquiera esperaría solamente le dedicaría una mirada bastante sombría... -. ¿B-Belmoth...?

  En ese momento, el elfo iría en contra de la única orden que Altavius había dado desde que se encontraron al caballero: seria quién tomaría la espada desde la empuñadura, sacándola del suelo y alzándola al cielo: su mano empezaría a congelarse, y poco después aquella suave nevada se convertiría en una feroz ventisca cuyo epicentro no era otro que él mismo. La nieve y el hielo volaban alrededor de él formando un remolino, uno que se iba cerrando cada vez más sobre él mientras la espada absorbía el hielo y la nieve, limpiando velozmente la ciudad.

 -¡Naia! -por su parte, Salmos abrazaría a la sirena en el suelo a la vez que clavaba una de sus garras en el piso para evitar ser arrastrados por la ventisca, algo que varios tendrían que hacer por mera seguridad.

 -¡Belmoth! -y por supuesto, Lethía estaba alarmada, sin pensarlo dos veces antes de correr hacia él: para su disgusto, Altavius se adelantaría invocando unas cadenas mágicas que la atraparían a ella y al resto de presentes de los pies al suelo, impidiendo que nadie pudiese avanzar hacia el elfo. -. ¡Altavius! ¿¡¿Qué significa esto!? ¿¡Qué está haciendo mi hermano!? -a pesar de lo ingenua que algunos pudiesen creer que era, la matriarca no tardaría en deducir que el elfo sabía algo, lo que bien se podría confirmar por su acto de silencio...

 La acumulación de nieve y hielo alrededor de Belmoth cada vez se volvió más intensa mientras el hielo lo iba cubriendo, al punto de que al final solo fueron capaces de ver su silueta ser congelada completamente antes de que la espada acabase por absorber todo lo demás.

 Ya no nevaba, la temperatura empezaba a aumentar de manera natural, y de los restos del caballero solo se encontraba Belmoth congelado, sujetando la espada con una mano.

 -¡Belmoth! -gritó desgarradoramente la matriarca, momentos antes de que Altavius la soltase a ella y a los demás para poder acercase corriendo hacia el elfo, golpeando el hielo en un inútil intento de hacer algo.

 No obstante, pocos segundos luego de que la matriarca se acercase, todos presenciarían como el cuerpo del elfo empezaba a enrojecerse en el interior del hielo, instantes antes de simplemente... explotar. Todo el interior de aquella prisión se teñiría de rojo mientras la matriarca solo podía llevarse las manos a la boca, cayendo horrorizada hacia atrás mientras el hielo temblaba.

 Toda la sangre empezaría a congelarse hasta perder su color, como si hubiese sido absorbida por el hielo, y en un breve lapso de tiempo el hielo simplemente empezaría a agrietarse, explotando y lanzando pequeños trozos hacia todas partes para revelar la figura que se ocultaba debajo, portando aquella brillante armadura que hacía juego con la gélida espada...

 -Por supuesto que te negaríamos nuestro poder -aseguró Ventus, cruzándose de brazos. -. Aquellos que aceptan un trato con esta mujer acaban perdidos, y los dioses elementales no pensamos perder el tiempo invirtiendo fuerzas en alguien que trabaja para ella: precisamente por ella El Coloso está como está -añadió, lanzando una mirada asesina a la mujer albina.

 -Yo no le dije que hiciera lo que hizo... Él toma sus propias decisiones como el hombre adulto que es -se excusó Luna.

 -No mientas, todos sabemos lo que hiciste... -le acusó la peliverde, visiblemente disgustada antes de volver su atención hacia ti. -. Senca, quieres poder para defender a tu gente, ¿cierto? En ese caso te ofrezco un trato: ayúdanos a nosotros, los dioses elementales, a regresar a vuestro mundo y así poder ayudarlos a enfrentar a El Coloso, la verdadera amenaza...

  En ese momento, Ventus invocaría de la nada una especie de diario que, al abrirlo, pasaría por cientos de páginas que aparecían y desaparecían infinitamente, todas completamente en blanco. Se detendría entonces entre dos páginas que, dada la naturaleza del diario, se mostraban como el centro de este, desde el cual surgiría entonces una gema: podías describirla como una esmeralda con forma de gota, aunque de alguna manera podías decir que no era realmente una esmeralda, sino algo más...

 -Acepta esto, y nosotros te guiaremos hacia la oportunidad que buscas para defender a los buenos -aseguró la diosa con visible seriedad.

 Uniéndose a su compañera, Gaia flotaría un poco a tu alrededor, perdiéndose momentáneamente de tu vista antes de aparecer nuevamente por el otro lado enseñándote en su mano una gema similar a la de Ventus, solo que en lugar de una esmeralda se trataba de una especie de Ámbar.

El caballero se lamentó de que su ataque no consiguiera partir en dos a su rival... pero por lo menos lo había desarmado... lo cual era un avance... Lo que no se imaginaba para su sorpresa es que el caballero se congelaría para defenderse... o eso parecía...

La espada voló... y parecía que el caballero trataba de recuperarla... pero Belmoth fue más rápido y consiguió adelantarse ante lo cual Aaron sonrió... pero el suspiro sería breve... puesto que lejos de lo que imaginaba, Belmoth agarrró la espada, y entonces se desató el caos...

Muchos de los rpesentes habrían salido volando de no ser por las cadenas de Altavius... Aaron por su parte clavó su alabarda en el suelo mientras el calor que emitía su cuerpo lo ayudaba a resistir la violenta ventisca que se había levantado... que por suerte no duró mucho... pero tanto para su sorpresa... como para el horror de Lethía, el cuerpo de Belmoth se había congelado... El caballero no entendía nada... por un lado veía al caballero al que había cercenado el brazo... y por el otro al Belmoth en las mismas condiciones con la matriarca golpeando amargamente el hielo para liberarlo...

Entonces la pesadilla dió comienzo... el cuerpo de Belmoth empezaba a enrrojecerse... Aaron sospechando que podía suceder... se precipitó a ponerse como escudo de la matriarca, para protegerla de la posible explosión... pero en vez de explotar por completo... solo explotó el cuerpo de Belmoth... el joven caballero contempló horrorizado como su superior... su amigo se desvanceía delante de sus narices... - ¡BELMOOOOOOOOOOOTH! - grito amargamente el caballero mientras veía como la sangre cambiaba de color... y tras aquella dantesca escena... volvía a aparecer el caballero...

- ¿C...Cómo? Pero si él está... - Aaron miró al caballero congelado... y miró al que tenía en frente... y entonces se dió cuenta de todo... - Ahora lo entiendo...  ¡AHORA LO ENTIENDO TODO! - los ojos de Aaron se inyectaron en sangre mirando a la espada que portaba el gélido caballero... - ¡SALMOS! NUESTRO ENEMIGO ES LA ESPADA... ¡¡TENEMOS QUE DESTRUIRLA!! - querría haber sido consciente de ello antes... pero ya era demasiaod tarde... lo único que podía hacer era dirigir su ataque hacia aquella maléfica arma...

En la situación en que me encontraba, postrada en el suelo, estaba completamente indefensa y vulnerable. El caballero se dio cuenta y no dudó en apuntarme con su espada. Se me heló la sangre. Me quedé completamente paralizada, incapaz de reaccionar. Salmos acudía a protegerme, pero no llegaría a tiempo…

Sin embargo, el ataque del caballero no llegó a producirse, pues Aaron le golpeó primero, cortando el brazo del joven, para mi asombro. Fue espeluznante, pero me había salvado. Yo empecé a temblar, consciente de lo cerca que había estado de recibir un ataque posiblemente mortal.

—Gracias, Aaron —susurré, con voz trémula.

Ante mis ojos, vi cómo el chico de mis pesadillas comenzaba a congelarse. ¿Estaba a salvo, por fin?

Sin embargo, la voz de Altavius me hizo saber que estaba equivocada. Vi boquiabierta cómo esas manos aparecían, tratando de tomar la espada. ¿Qué significaba eso? Por suerte, Belmoth logró destruirlas enseguida. Di un suspiro de alivio.

—¿Se…Se ha acabado ya…? —susurré con un hilo de voz, deseando que pudiéramos por fin retirarnos y dormir tranquilos. Pero resultó que, nuevamente, estaba totalmente equivocada—. —¿Qué…? ¿Qué pasa…? —¿Qué era esa ventisca? ¿Por qué no había acabado todo ya?

El frío era glacial, y el viento era tan fuerte que incluso me arrastraba. Pero, por suerte, Salmos estaba allí como siempre para protegerme. Me abracé a él con fuerza, asustada, mientras el pobre Belmoth se congelaba poco a poco.

Lo que vino a continuación fue una escena espantosa y aterradora, peor que ninguna de mis pesadillas ni nada que hubiese visto nunca. Mientras la figura se teñía de sangre, me agarré a Salmos con tanta fuerza que clavé mis uñas en su piel sin darme cuenta. No podía creer lo que veían mis ojos.

Lo horrible estaba aún por llegar, pues el hielo acabó por resquebrajarse… y allí estaba él. El caballero de mis pesadillas. El que había destrozado mi vida y la de mi padre. El que había venido para aterrorizarnos a mí, a Salmos y a todos los habitantes de Ilfly.

—¡AHHHH! —grité aterrorizada. Nunca iba a desaparecer. Nunca me dejaría en paz. Cada vez estaba más convencida de ello.

Mi instinto me decía que debía usar mi magia y alejarme. Pero mi cuerpo no respondía. Me quedé completamente paralizada, sin ser capaz de reaccionar.

 La prioridad de Salmos estaba en proteger a Naia de cualquier daño, manteniéndose con ella para abrazarla durante la feroz ventisca que posteriormente dejaría a Belmoth congelado, pero luego de aquella terrible escena incluso él entraría en un estado de desesperación, sintiéndose imponente al ser incapaz de evitar que Naia tuviese razones para gritar horrorizada: el caballero gélido los seguía atormentando a todos incluso luego de "muerto".

 El lobo apretaría la mandíbula, y saltaría desde donde estaba dejando a la sirena atrás para abalanzarse con Aaron contra aquel rubio y su arma, responsable de la desaparición de uno de los pilares del clan y sus habitantes.

 -¡GRRRRHHAA...! -rugió ferozmente Salmos mientras sus garras ardían en unas feroces llamas azules, con las cuales se dispondría a lanzar un zarpazo combinado con el ataque de Aaron, sin embargo sería inútil...

 El espadachín reaccionaría incluso más rápido de lo que lo hacía antes, siendo que si bien Aaron tendría exito en golpear la espada el rubio la sujetaría con una firmeza inhumana, ejerciendo fuerza contra el arma del albino para evitar que está saliese volando y, posteriormente, obligar a hacer retroceder tanto a Aaron como a Salmos con un corte a su alrededor. Un breve instante le bastaría para posicionarse nuevamente, con la mirada clavada sobre la matriarca que continuaba tirada delante de él con una expresión de horror: ni siquiera la ira de Aaron o la impotencia de Salmos serian suficientes para alcanzar a aquel caballero antes de que arremetiese con su espada, lanzando una estocada directo al rostro de la elfa...

 La mujer no pudo hacer más que cerrar los ojos mientras se encogía, dándose por muerta, pero para sorpresa de todos la punta de la espada se detendría a escasos centímetros de su rostro. A Lethía le tomaría unos segundos abrir los ojos, asustándose al ver el arma delante de ella antes de alzar un poco más la vista...

 El caballero estaba allí, empuñando su arma con expresión fría y letal. Tenía su espada frente al rostro de ella, pero le temblaba la mano... Pasados unos segundos, el rubio se vería envuelto por aquella aura que previamente portaba Belmoth como muestra de la bendición de Gaia, y aún con aquella mirada impenetrable de sus ojos empezarían a brotar lágrimas.

 -¿B-Belmoth...? -preguntaría la matriarca, viendo al caballero al rostro.

 -Ha funcionado... -declaró Altavius mientras se acercaba, acortando las distancia con la matriarca y el caballero para ver a este último de cerca. -. Tal como dijo Aaron, la verdadera amenaza era la espada, y fue algo que le conté a Belmoth... El arma atrapa las almas de sus portadores, y solo aquella más fuerte logra dominar el cuerpo... Además de enseñarle los terribles destinos de Terra, también le enseñé a Belmoth la posibilidad de que, gracias a la bendición de Gaia, fuese capaz de enfrentar el fragmento de El Coloso que reside en la espada, y así proteger a Ilfly de la amenaza...

 -¿S-Significa que está bien? -se levantó la elfa, mirando esperanzada y preocupada a partes iguales al elfo.

 -Podrá tener la bendición de un dios, pero la voluntad de uno sigue siendo más fuerte... Será capaz de evitar que el cuerpo tome acciones contra lo que le importa, pero nada más... -explicó el elfo oscuro, seguro de sus palabras.

 En ese momento, con su respiración acelerándose debido a la terrible noticia, la matriarca se acercaría al cuerpo paralizado del caballero y le tomaría del rostro con ambas manos, pegando entonces su frente a la de él, cerrando los ojos mientras compartía sus lágrimas. En ese instante, un círculo de luz formado por amagatamas aparecería debajo de los hermanos, y este se abriría haciéndose más grande hasta ponerse debajo de todos los presentes, momento en el cual sentirían como sus almas eran tocadas y conectadas...

Lethía...

Perdóname por ser tan egoísta...

Guíalos a todos...

Trae la paz a Ilfly, al mundo...

Seré tu espada.

Seré tu escudo.

Pero de lo que más estaré orgulloso siempre será de ser tu hermano...

 Aquellas palabras resonarían en sus cabezas, mientras las personas presentes empezarían a desmoronarse ante tal escena, de entre todos ellos siendo la matriarca quién claramente se vería más afectada, cayendo arrodillada delante del rubio que, a los pocos segundos, bajaría la espada y se quedaría en una posición neutral.

 -B-Belmoth...

Aaron golpeó con todas sus fuerzas a aquella maldita espada... pero al parecer aquello escapaba de sus posibilidades... "si tan solo se tratase de un ángel o un demonio"... pensó en vano el caballero cuando se le pasó por la cabeza la posibilidad de transformarse... pero era inútil... Tanto Salmos como él fueron rechazados por aquel monstruo... 

Entonces el rostro del caballero palideció... cuando se fijó en cual era el objetivo de aquella criatura... Lethía... que se encontraba indefensa... vulnerable tras ver como su hermano se había desvanecido delante de sus ojos... "No... no... eso no... no puede acabar así..." pensaba el caballero mientras trataba de articular alguna palabra... pero sus cuerdas vocales no respondían... no tras imaginar lo que podría suceder a continuación... solo pudo bramar un seco pero contundente - Noooooooooooo... - antes de ver el desenlace de aquella batalla...

La espada... se detuvo... ¿un milagro?... ¿providencia divina?... Al parecer no fue ninguna de ellas... todo fue una maniobra de Altavius, con la ayuda de Belmoth... Al parecer... si la espada tomaba el control de alguien cuya fuerza de voluntad fuese mayor al ego de la espada... podría anularla... ¿pero a qué precio?... El caballero se puso en pie poco a poco... escuchando toda la explicación de Altavius...

Una lágrima recorrió el rostro del caballero... Belmoth acababa de demostrar todas las virtudes que un buen caballero de Ilfly debía demostrar... haciendo el mayor sacrificio posible para salvar a su clan... a su hermana... a todos... Luego fueron capaces de escuchar las palabras de Belmoth... enviadas de forma directa a su alma... mientras el caballero agachaba la cabeza... sabiendo lo que aquello significaba...

- Malthael... dime... que podemos hacernos más fuertes... lo suficiente como para que no vuelva a repetirse algo así... - en esta ocasión al caballero se le olvidó hablar mentalmente con su alter ego... por lo que aquellos que se encontraran lo suficientemente cerca pudieron escuchar a Aaron musitar aquellas palabras...

No quiso acercarse a Lethía... aún no... la matriarca necesitaba desahogarse... necesitaba llorar... aquel no era el momento para falsos consuelos o promesas... pero quizás algún día... tuviese la fuerza suficiente como para poder pronunciar las palabras que deseaba decir... sin que fuesen un sueño...

Mi mente estaba en otro sitio. No entendía lo que había pasado. No tenía sentido. ¿Por qué le había ocurrido eso a Belmoth? ¿Por qué había reaparecido el caballero? Era otra de mis pesadillas. Tenía que serlo. Era la única posibilidad.

Ante mis ojos, Salmos y Aaron se lanzaban nuevamente al ataque. Todo parecía ir a cámara lenta. Los movimientos eran difusos. Fuese real o no, aquello no parecía tener fin. Por mucho que lucharan, no lograban vencer. Y no lograron evitar que su enemigo fuese a por un nuevo objetivo: la Matriarca.

Todos observamos impotentes cómo el caballero lanzaba su estocada. La Matriarca permanecía inmóvil, al igual que yo. Viendo lo que iba a ocurrir, no fui capaz de seguir mirando: Me cubrí los ojos con las manos, esperando oír el espeluznante sonido de la espada atravesando la carne.

Sin embargo, aquello nunca llegó. Muy lentamente, volví a abrir los ojos, mirando entre mis dedos. El caballero permanecía inmóvil, para mi incredulidad.

Escuché lo que decían Altavius y la Matriarca. No comprendía nada. ¿Por qué se había quedado parado? ¿Por qué hablaban como si no hubiese peligro? ¿Por qué ella apoyaba su frente contra la del caballero?

A continuación, una serie de complejas y extrañas sensaciones recorrieron mi cuerpo. De alguna manera, lo comprendí: Belmoth se había sacrificado por ayudar a todos.

Cuando quise darme cuenta, las lágrimas resbalaban por mi rostro. No había llegado a conocer demasiado a Belmoth, pero parecía un buen hombre. Su sacrificio dejaba un vacío en mi interior. Sin embargo, aun sabiendo que él tenía el control de ese cuerpo, no era capaz de mantener mi vista en él. Por mucho que estuviese inmóvil y hubiese pasado el peligro, aquel seguía siendo el caballero de mis pesadillas. El que me había arrebatado mi hogar, y a mi padre.

—Salmos… —musité entre lágrimas, buscando el contacto visual con Salmos. Necesitaba su apoyo. Quería que me sostuviese entre sus brazos y me llevase a un lugar seguro. Sentía que en cualquier momento, todo podría volver a torcerse, y el caballero volvería a por mí.

 -Podemos... Pero si algo he aprendido, es que este tipo de experiencias son los que permiten obtener la verdadera fuerza... Podremos fortalecernos, ¿pero a cuántos serás capaz de cargar...? -respondió el alter ego en la mente del caballero albino, sin querer darle más peso a aquella situación pero aun así queriendo ser realista.

 Por su parte, luego de todo lo sucedido, recibir aquella mirada de Naia provocaría en Salmos una terrible sensación de impotencia, abrazándola con fuerza a él antes de levantarla del suelo, momento en el que sus pantalones se rasgarían un poco por el crecimiento de sus piernas, ahora cubiertas de un pelaje blanco. Sin esperar a nadie, el chico tomaría impulso y daría un gran salto para alcanzar un árbol cercano, y a partir de allí continuar saltando lejos de allí...

 El chico lobo te llevaría en sus brazos durante varios minutos, recorriendo una gran distancia en comparación a otras veces. Pudiste pensar que te llevaba a la cabaña en el bosque, pero cuando finalmente se detuvo lo hizo en una cueva a los pies de una montaña, a varios metros del suelo y a la cual no cualquiera podría tener acceso. La cueva poseía varios metros de profundidad, y algunas rocas de distintos tamaños.

 Tras adentrarse en la cueva y llegar al final, el chico se sentaría en el piso y recostaría la espalda en una pared, aún abrazándote delante de él dejándote recostada sobre él con tu cola tocando el suelo.

 -Tranquila, Naia... Ya ha pasado, estoy aquí, estamos aquí, los dos... -susurraba en voz baja mientras te abrazaba, intentando transmitirte esa calma que necesitabas.