Partida Rol por web

 -Oye, no me eches la culpa a mi: han estado pasando muchas cosas desde que me conociste, y por una vez que pensé que podríamos tomarnos un descanso llega el coloso a causar problemas… -se excusó el arcángel un tanto ofendido por el hecho de que decidieras sacarle en cara el no haberte dicho nada antes, más aún así no podría evitar soltar una leve risa al escuchar como mencionas el asunto de los dragones. -. La diferencia entre los dragones y el coloso es muy significativa, y el rey divino posee un poder comparable con este último: ambos son terribles amenazas, pero la diferencia entre uno y el otro es que al menos el rey divino mantendrá la vida en Terra… a su manera.

 Lethía se mostraría confundida y sorprendida a partes iguales cuando se hizo mención de los objetos sagrados, escuchando tu deducción respecto a los otros dos antes de que Uriel respondiese.

 -Bueno… No para ser exactos: la espada está en posesión de mi maestro, Gabriel, y del espejo no se sabe con seguridad su propietario actual, aunque los ángeles están buscando sin descanso -explicó el niño antes de acariciar un poco su barbilla, pensativo. -. Aunque tampoco tengo claro cómo acabó la matriarca con el collar…

 -Nunca he escuchado nada sobre un collar divino... -comentó la matriarca en una mezcla de sorpresa y confusión. -. ¿Es algo espiritual, o…?

 -Es algo físico que los propietarios pueden llamar a voluntad, pero para eso usualmente deben cumplir primero unos requisitos, los cuales resumidamente son pasar por una experiencia fuerte “capaz de rompe el pensamiento” -añadió Uriel antes de volver a prestar atención a tus palabras, siendo que con todo lo sucedido había omitido un tanto el asunto de Lucifer. -. Bueno… Todo sucedió luego de que Lucifer fuese “eliminado” por el coloso, y eso nos lleva a deducir que su corrupción se debe a eso: el temor de que sus servidores se vuelvan a revelar. Con esto en mente, seguramente Lucifer simplemente ande haciendo de las suyas queriendo obtener el poder que una vez no pudo obtener. Por lo que entendí cuando capturó a la niña, desea tomar el poder de los demás dioses para poder hacer frente al coloso: eso no solo causaría caos en el balance natural de Terra, sino que nos dejaría con otro enemigo de nivel deidad. Seguramente Gabriel-sensei no pasaría por alto la presencia de Lucifer, pero sus prioridades son traer de vuelta al coloso…

 -¿Y que se supone que sucederá con la alianza qué habían ofrecido con Betestal? -quiso saber la elfa.

 -Lo mejor será que se siga el juego y se unan contra Nekrodum. Llevarle la contraría a los ángeles solo dificultaría más el trabajo de evitar que se hagan con los tres objetos divinos: mejor que se piensen que estamos de su lado... -concluyó Uriel.

 En ese momento, la matriarca te miraría con cierta duda, esperando que dieses tu opinión al respecto.

Me dolió mucho ver su expresión cuando decidí no soltarlo. ¿Estaba haciendo mal? Sabía que era muy desagradable estar atado así, pero solo iba tener que estar así un rato. Y estaba conmigo. Sin embargo, cuando empecé a hacerle cosquillas para animarlo, enseguida se puso más alegre y nos reímos los dos juntos.

Sonreí muy animadamente ante sus posteriores palabras. No importaba en qué situación nos encontráramos: Nos bastaba con tenernos el uno al otro para estar contentos, por muy extraña o desagradable que fuera.

Los siguientes minutos se me pasaron rápidamente. Hasta que, de repente, la puerta se abrió. Al ver que no se trataba del elfo, supuse que sería algún ayudante suyo, aunque no podía verle la cara. Lo primero que hice fue incorporarme, quedando sentada sobre el cuerpo de Salmos, mirando hacia el desconocido.

—Ho-Hola… ¿Puede decirle a Altavius que queremos irnos, por favor? Salmos ha cambiado de idea y no quiere seguir con esto.

Había algo en el recién llegado que me inquietaba, aunque no sabía decir el qué. No fue hasta que se acercó y la luz reveló su cara que lo entendí.

Mi respiración se interrumpió por completo. Mi cuerpo quedó completamente inmóvil. Mi rostro perdió todo atisbo de color. Era él. El que había irrumpido en mi casa. El que se había llevado a mi padre. El que me lo había arrebatado todo. El que me acosaba en mis sueños. ¿Por qué? ¿Por qué estaba allí? ¿Había vuelto para volver a quitármelo todo? ¿Había venido para quitarme a Salmos?

Tras tan solo unos instantes de desconcierto en que permanecí paralizada y callada, reuní todas mis fuerzas y solté un alarido de auténtico terror. Nunca había gritado tan fuerte antes. Necesitaba ayuda. Necesitábamos ayuda.

Rápidamente, y con manos temblorosas, tanteé en busca de las cadenas que sujetaban a Salmos. Estando atado no podría defenderse ni escapar.

—¡¡¡E-E-Es él!!! —Fue lo único que alcancé a musitar, incapaz de dar más explicaciones.

El caballero escuchó con atención la respuesta de Malthael, confirmando así sus sospechas... Coloso sería la mayor amenaza de todas... más que el resto de enemigos...

Luego al escuchar a los ángeles hablar sobre el paradero de los tres tesoros, le llamó la atención que solo Lethía tuviese uno de los tesoros...  - Es raro que la matriarca posea uno sin tener conocimiento de ello... pero dadas las circunstancias, sería bastante acertado pensar que el interés en marchar contra Nekrodum tenga relación con el paradero del espejo... - desde luego... Coloso los tenía jugando en la palma de su mano... el plan era perfecto, por un lado formar una gran alianza para eliminar al Rey Divino, su mayor enemigo y posible poseedor del espejo... y una vez debilitados todos, daría el golpe de gracia a ilfly...

- Debemos hacer lo posible por ayudar, pero sin desgastar mucho nuestras tropas... sospecho que la alianza será temporal para luego poder apoderarse del collar... - dijo seriamente el caballero mientras trataba de pensar en como escapar de aquella situación... pero como bien decían los ángeles, de momento no quedaba más remedio que seguir el juego...

- Lethía, mi sugerencia primero sería tratar de descubrir la natura de ese collar... quizás pueda ser una gran ayuda a la hora de poner fin a los planes de Coloso... por lo que nuestra primera prioridad sería tratar de manifestarlo...

Todo iba realmente mal, ¿Qué sabía y por qué sabía que algo pasaba con los ángeles?. Caminé y caminé hasta encontrarme a ¿Dhijana?. ¿Altavius tendría algo que ver en todo esto?.

Miré alrededor por si quedaba algún ángel vivo, los dioses habían hablado, también los humanos y los ángeles, pero ni ella ni yo eramos jueces. Solo verdugos. ¿qué estaba pasando entonces?.

Corrí y di un salto hasta poner el pié sobre la espada clavada que yacía en el suelo sobre el ángel, impidiendo que la levantara. ¿Me habrían mandado a mí solo?, seguro que no, Estaba demasiado centrado en Alice para mirar si alguien me había seguido. Miré hacia atrás y fui cerca de una pared. Al menos tendría que explicarme que estaba pasando.

Dhijana, ¿Qué se supone que haces?. Esto era una mala idea, Altavius sabía perfectamente que las habilidades de Dhijana estaban demasiado encima de las mías, ni siquiera podría hacerla un rasguño antes de que sus runas me atraparan. ¿Quería ganar tiempo? nada tenía demasiado sentido por ahora. ¿Querrían separar a Alice?. Acaso Altavius era mucho más digno de lo que yo pensaba y simplemente querría solucionar un problema?. No acababa de verle demasiado sentido a eso, harían falta muchos más cazadores que yo para hacerlo.

¿Por qué sabías que mandarían a alguien?, los dos sabemos que no puedo hacer demasiado. Con la mano hice una pequeña seña para que huyera, una que indicara que no sabía quién más estaba por ahí. Oculta entre mi cuerpo y la pared.

Tras ello, cargué mi espada con todo el poder del agua, y la clavé en el suelo en posición de guardia, efectívamente era una posición que cualquier ángel vívo o cualquier escolta oculto entendería como de defensa. Sin embargo, en el charco en el suelo, tapado con mi cuerpo podría leerse durante un segundo en el agua.

Esta noche. Donde encontramos a Alice. Espero que tengas una buena explicación.

Las diosas me habían salvado y dejado claro que los ángeles eran igual o más problemáticos que los demonios. Sin embargo necesitaba saber más, antes de que cualquiera de los tantos enemigos que había hecho en estos días apareciera a por Alice, a por mi familia y ahora a por Dhijana. Al menos si me iba a enfrentar a ella y perecer en el intento querría saber la verdad.

Un segundo después, saqué la espada con fuerza del suelo rompiendo cualquier forma que el agua hubiera hecho. Esperando una reacción por parte de la cazadora que hasta hacía unos minutos había sido mi única maestra.

 Aunque en su momento Salmos no tendría muchos motivos para dudar de aquel hombre, dado que también había pensado que se podía tratar de un sirviente de Altavius, se percataría rápidamente de que habías reconocido a aquel chico rubio, y tu grito sería más que suficiente para disparar todas sus alertas.

-¡Naia! -empezaría a forcejear incluso antes de que intentases liberarse de sus cadenas, siendo que de un momento a otro sus brazos sufrirían aquel cambio brusco en el que se recubrirían de pelaje a la vez que le crecían unas feroces garras, utilizando una fuerza bruta para quebrar sus ataduras y levantarse rápidamente, quedando arrodillado sobre la mesa intentando mantenerte apartada de aquel sujeto rubio con uno de sus brazos. No era la primera vez que Salmos despertaba sus poderes cuando estabas en peligro, aunque esta vez parecía más consciente de ello -. ¿¡Quién rayos eres!? -demandó saber el chico lobo.

 Aquel encapuchado no pronunciaría ni una sola palabra. Se limitaría a remover un poco su túnica para abrirla por delante y sacar uno de sus brazos, revelando que, además de llevar aquella armadura celeste debajo, también llevaba su espada en la mano, con el diseño de una rosa en la empuñadura. El responsable de todos tus dolores levantaría su arma contra ti, y la gélida hoja empezaría a desprender un brillo mágico que amenazaba con disparar algo.

 -¡Tsk…! -reaccionando rápidamente, Salmos te empujaría de la mesa para que cayeses detrás de ella, tomando tu lugar instantes antes de que aquel rubio llevase a cabo su ataque contra ti.

 Mientras caías, podrías ver como un rayo de magia celeste atravesaba a Salmos desde la espalda, siguiendo hasta chocar con la pared, muy cerca de la lámpara de la bestia. Aunque el chico no tardaría en soltar sangre por la boca, la herida que ahora le atravesaba tendría un efecto muy diferente a lo usual, siendo que poco luego de empezar a sangrar desde su interior empezaría a crearse una fina capa de hielo sobre su cuerpo, empezando a extenderse lentamente por su pecho.

 -N-Naia… -incluso luego de las pruebas de Altavius, Salmos estaba lejos de ser inmune al dolor, mirándote desde la mesa durante unos segundos antes de voltear a encarar a aquel caballero, visiblemente molesto. -. C-Crea una burbuja… Huye… Yo lo detendré, y luego iré a buscarte… -te dijo, apoyándose en la mesa con una mano para estar preparado de tener que lanzarse de inmediato contra el hombre rubio, quién de momento no decía ni una sola palabra...

 -Hay muchas cosas de la historia que realmente no son tan claras como la gente lo cuenta, por lo que debemos estar preparados para que la realidad sea algo distinta a la que uno esperaría -opinó Auriel sobre lo raro que era que la matriarca tuviese el collar, así como tal vez sobre el hecho de que las intenciones de El Coloso fuese obtener el espejo al atacar Nekrodum…

 -Comprendo, Aaron… Debemos informar sobre esto a Altavius en cuanto tengamos la oportunidad, él es el indicado para pensar en estrategias -opinó la matriarca, siendo que aunque claramente no estaba alegre de tener que pensar en que se aliarían con alguien que seguramente les traicionaría, sabía que era la mejor opción. -. Sobre el collar… ¿Qué debería hacer?

 -Bueno, los requerimientos para llamar la reliquia son distintas para cada persona, pero usualmente giran en torno a enfrentar una prueba que pueda traumar a la persona en cuestión, romper su voluntad y… esas cosas, una demostración de que se es capaz de dominarse a uno mismo, por decirlo de alguna manera -explicó Uriel un tanto pensativo. -. Ahora que lo pienso, mi mentor nunca me ha contado sobre la experiencia que tuvo que superar para conseguir la espada…

 Poco después, se escucharía el aleteo y los quejidos de algo acercándose a la cabaña, siendo que tras golpearse contra el techo se acabaría asomando por la ventana, en la que se encontraba Uriel, uno de los pequeños ángeles.

 -U-Uriel-sempai... -logró decir tras un doloroso esfuerzo el pequeño ángel antes de caer en brazos de su líder.

 Aquella escena dejaría en pánico a Yu, quién se acercaría rápidamente para examinar a su compañero mientras Uriel, igual de sorprendido, intentaba hacerle reaccionar. La matriarca no tenía palabras, llevándose ambas manos a la boca al ver a aquel niño tan malherido.

 -¡Haniel-san! ¿¡Qué te sucedió!? -preguntó Uriel, alarmado y preocupado a partes iguales, sujetando con firmeza a su compañero que no parecía siquiera capaz de moverse.

 -A-Alguien atacó la guarida... E-Está matando a todos... -confesó el ángel malherido, tosiendo sangre que solo se acumularía con la que de por si bañaba sus ropajes y alas.

 -¿Q-Qué? -aquellas palabras finalmente harían a Uriel perder la compostura, incapaz de procesar aquella noticia. -. ¿¡Q-Quién es!? ¿¡Un ángel!? ¿¡Demonio tal vez!?

 -E-Era... Un Ilfly... -fueron las últimas palabras del pequeño ángel antes de dejar caer su cabeza hacia atrás, siendo que todos los esfuerzos de los presentes para hacerle reaccionar no surtieron efecto de ningún tipo.

 La mirada de Dhijana se clavaría sobre ti cuando le impediste levantar la espada del cadaver del pequeño ángel, mirándote fijamente con esos ojos que no revelaban de ninguna manera sus pensamientos.

 -No eres tonto, Senca, sabes lo que estoy haciendo -respondió tan neutral como siempre, tirando con fuerza de la espada para obligarte a quitar el pie, siendo que tras limpiar la sangre del arma con un veloz movimiento la tiraría a un lado; sabías que no acostumbraba a llevarse armas que no le pertenecían. -. Con el tiempo he aprendido a leer las mentiras ocultas de Altavius, tú también lo harás tarde o temprano… -concluyó, sin decir nada al respecto sobre tus posibilidades contra ella.

 En silencio, y sin obedecer a tus señas, observaría cómo realizabas aquel llamado a la diosa del agua para escribir en el suelo un mensaje. Su reacción, sin poder ser más vaga, se limitaría a un asentimiento poco después de que borrases aquellas indicaciones, dándose la vuelta al igual que lo harías tú para regresar al interior de aquella guarida mientras tú te retirabas.

 Aunque estabas seguro de no conocer del todo bien a Dhijana y sus motivaciones, sabías bien que compartía ese pensamiento de ser leal, casi ciegamente, a las órdenes de los líderes, y si realmente su misión actual tenía algo que ver contigo no dudabas en que se reuniría en aquel lugar tal como lo pediste.

 Pasado como muchos unos minutos desde que llegaste al camino donde encontraste a Alice, Dhijana hizo acto de presencia. Detendría sus pasos a unos metros de ti, en silencio mientras el viento frío removía vuestras ropas, así como las hierbas y pocos árboles que rodeaban el camino bajo la luz de la luna.

 -No cualquiera habría aceptado su debilidad y considerado que no pudiese ser el único enviado a la cueva… -comentó ahora que estaban fuera de ella, deduciendo los motivos por los que se lo habías pedido. -. Eso mismo confirma que puedes ser el único. Tienes un instinto al que pocos podrían anticiparse…

 Tal como la encontraste en la cueva, a excepción de las armas que obviamente no eran de ella, Dhijana se presentaría completamente desarmada.

Hasta yo podía leer las mentiras de Altavius, pero no era fácil descubrir cuáles eran sus motivaciones o qué buscabs en realidad. De hecho pensaba en por qué mandarme a mí. 

Y qué tiene que ver eso con los ángeles. 

Que significa el único. Pregunté todo rápido, ella debía irse antes de que me encontraran aquellos que había mandado Altavius a por Dhijana. 

Y ahora. ¿Huiras? Pregunté acabando, intentando saber por qué estaba haciendo algo así. 

Mi corazón latía a toda velocidad. Creía que allí estaba a salvo. Creía que ya no tenía nada que temer. Pero allí estaba de nuevo. No le bastaba con haberme arrebatado mi hogar y a mi padre. No le bastaba con acosarme en mis sueños. Había venido de nuevo a por mí.

Ni siquiera tuve tiempo de desatar las cadenas. Antes de que pudiera hacerlo, él ya se había liberado y me estaba protegiendo. Quería explicar a Salmos quién era, pero estaba tan aterrorizada que no fui capaz de pronunciar palabra. Cuando levantó su espada en mi dirección, no pude ni gritar. Estaba paralizada. Era todo como un sueño.

Sin siquiera llegar a comprender lo que pasaba, sentí cómo Salmos me empujaba. Y acto seguido contemplé asustada cómo recibía aquella magia lo golpeaba. Aquello sí que me hizo reaccionar.

—¡Salmos! —grité—. ¡No, no! ¡No voy a dejarte solo! —exclamé, negando con la cabeza. De ninguna manera iba a abandonarlo allí.

No sabía qué hacer. No podía luchar. Lo único que podía hacer era cantar. Pero ¿acaso serviría de algo? En cualquier caso, era mejor que no hacer nada. De modo que reuní toda mi fuerza mental y comencé a entonar una canción que transmitiese paz, en un desesperado intento de obligar al hombre a dejar de atacarnos.

Aaron escuchaba atentamente la conversación entre los ángeles y la matriarca sobre la posible forma de manifestar la reliquia, aunque por desgracia no parecían saber demasiado al respecto, salvo algunos detalles... - Entonces supongo que tarde o temprano descubriremos la manera de manifestarlo. No os obsesioneis por ello, si se trata de algo tan importante, la solución se nos presentará sola según vayan sucediendo los acontecimientos... - y vaya acontecimientos... una guerra contra Nekrodum... y si sobrevivían a la misma, posiblemente la guerra contra Coloso... en muy poco tiempo la escala de todos los conflictos había aumentada hasta límites absurdos...

Luego Lethía comentó sobre poner al tanto a Altavius... - Sí... será lo mejor... cuanto antes volvamos a Ilfly podremos ponernos con ello cuanto antes... - al final su viaje de descanso se había terminado de forma abrupta... y eso que no todo había terminado...

Pocos instantes después apareció un ángel herido mortalmente... cuyas últimas palabras fueron que el lugar donde se encontraban los pequeños estaba bajo ataque... a manos de un Ilfly...

- ¿Cómo? ¡No es posible! ¡¿Quién podría haber hecho algo así?!... - sus palabras rápidamente se detuvieron al pensar en los posibles sospechosos... Solo Belmont y Altavius conocían del escondite de los ángeles, por lo que aquello lo dejo sin saber como reaccionar... evidentemente Belmont no podía ser... pero al pensar en Altavius un escalofrío recorrió su cuerpo... si bien era su superior, era cierto que sus métodos eran mucho más drásticos y sus motivaciones a veces no parecían claras... pero era demasiado pronto como para sacar conclusiones...

- Resiste muchacho... era pálido y tenía una larga mele... - no llegó a terminar la frase, al ver que el pobre joven había fallecido en brazos de su compañero... - Debemos ir cuanto antes allí... y averigüar quien ha sido... debemos saber cuanto antes si es alguien haciéndose pasar por un Ilfly o si tenemos un traidor entre nuestras filas... ¿Tenéis alguna forma de llegar hasta allí rápido? - el caballero esperaba que los ángeles tuviesen algún metodo para teletransportarse allí, puesto que eran los más poderosos entre ellos...

A su vez pensaba en la conveniencia de llevar a la matriarca o no... su primer pensamiento fue dejarla en la aldea con su padre adoptivo... pero tratándose de la poseedora de una reliquia, y todos los recientes eventos... casi prefirió que lo acompañase... - Lady Lethia... sé que quizás está poniendola en peligro... pero creo que lo más sensato de momento es que no os separéis de mi... - dijo de forma respetuosa a su líder, quedando ya totalmente olvidado el momento de relax que compartían...

 -Es una buena pregunta, ¿verdad? -concluyó sobre la relación de todo aquello con los ángeles, siendo que al escuchar entonces como hablabas sobre "el único" de aquella manera dibujaría una ligera expresión de decepción en el rostro de la elfa. -. Bueno, supongo que aún te quedan cosas por aprender... -suspiró, cerrando momentáneamente los ojos antes de volver a fijarse en ti. -. Altavius no ha enviado a nadie más: eres al único que habrá informado para que viniese a por mi... -aseguró, como si conociese bastante bien las intenciones del elfo oscuro. -.  Estás lejos de ser un cazador de primera, pero siempre cumples con las ordenes, ¿no es así...?

 Aunque te hubiese parecido una locura, resultaba que sí que habías sido enviado para enfrentarte a Dhijana. Cuervo, como llamaban de mala manera algunos a Altavius, era una persona fría e implacable, que consideraba todas y cada una de las posibilidades y las oportunidades, así como los resultados y su peso: ¿habría sido un error, o realmente pensaba que eras capaz de acabar con Dhijana? ¿O acaso... era que ella no podría acabar contigo...?

 -Escapar siempre ha sido una opción, pero nunca ha sido parte de nuestros trabajos, y de este tampoco... -respondió, alzando su vista hacia el cielo nocturno, iluminado por la luna y las estrellas. -. No me sorprendería que todo esto ya hubiese previsto por Altavius... Nuestras dudas, nuestros rechazos, nuestras aceptaciones... Antiguamente me volví cazadora para ayudar a las personas, que pudiesen dormir sin temores sabiendo que habría alguien defendiéndolos del peligro, y entonces llamé la atención de ese hombre...  Supongo que a partir de allí mis acciones empezaron a volverse más... debatibles... Pero en el fondo estoy segura de que ha sido por algo -bajando nuevamente la vista hacia ti, la elfa mostraría una sutil sonrisa en sus labios. -. Los cazadores luchan por el bien de Ilfly, incluso si eso significa dar la vida, esa es la única verdad segura. Hazlo, Senca, acabemos juntos el trabajo de hoy -y con aquella mirada de auténtica calma y confianza, que asegurarías nunca habías visto antes en su rostro, la elfa extendería un poco los brazos hacia los lados, adoptando una posición indefensa de rendición: estaba preparada para aceptar el destino que le fue impuesto por el elfo oscuro...

 El chico lobo realmente no esperaba otra respuesta de tu parte, sabiendo que por más que lo intentase te negarias a huir dejandole allí, y nuevamente Altavius tendría razón al haber dicho que lo único que podías hacer en situaciones de combate era cantar.

 -Tsk… -y tal como sucedía en otras situaciones, tú canto también afectaría a quienes estuviesen de tu lado, siendo que Salmos se llevaría una mano a la cabeza en un intento de mantenerse centrado en la reacción del rubio: si esté se calmaba se dejaría llevar también por tu tonada, pero prefería estar preparado por si resultaba ser resistente a tu canto.

 Aunque hasta el momento se había mostrado implacable ante cualquier cosa que pudiese afectarle, el rubio se detendría al escuchar tu canto, y poco a poco iría soltando el agarre de su arma.

 -... -finalmente, tu canto sería suficiente para que aquel caballero clavase su arma en el suelo, sin avanzar más del lugar en donde estaba. -. … -pero en lugar de simplemente rendirse, el chico rubio se llevaría ambas manos a la cabeza, cubriendo sus oídos, y tras unos segundos liberaría una pequeña explosión mágica sobre ambas, siendo que al apartar las manos, dejando caer su capucha al hacerlo, revelaría que había congelado completamente sus orejas, impidiendo que cualquier sonido pudiese entrar en ellas.

 -N-No es posible… -un tanto aterrado, Salmos empezaría a comprender el temor que le tenías a aquel sujeto, más aún así estaba lejos de entender la historia que lo relacionaba contigo. -. ¡Arghh! -y superado por sus deseos de protegerte, el chico saltaría a por el enemigo para derribarlo e intentar alcanzar su rostro con sus garras, llevando a cabo un notable forcejeo con aquel caballero que, sin espada, aún era capaz de defenderse.

 Cantar ya no parecía una opción que fuese de utilidad, no contra aquel hombre, lo que te llevaría a buscar desesperadamente cualquier otra manera de ayudar a Salmos y que ambos pudieran salir juntos de allí: en las mesas de la habitación estaban las herramientas de Altavius, algunos frascos con distintos líquidos que desconocías, la lámpara sellada… Gracias al reciente entrenamiento del elfo no deberías tener problemas para crear una burbuja con la cual moverte por la habitación, ¿pero qué harías entonces…?

 Todos asentirían a tu opinión de no centrarse principalmente en el asunto del colgante, después de todo resultaba ser algo de lo que ni siquiera los pequeños ángeles tenían mucha información como para poder hacer algo ahora.

 Aunque todo apuntaba que vuestro día de descanso acabaría regresando a la capital para informar al elfo oscuro, la llegada de aquel mal herido niño dispararía todas sus alertas. La matriarca te miraría un tanto preocupada, más no sorprendida, al escuchar las descripciones que intentabas confirmar con el chiquillo, pero el interrogatorio no llegaría a nada dado que este perdería el aliento antes de poder responder.

 -¿A-Altavius pudo hacer esto…? ¿P-Por qué…? -la matriarca estaba en shock. Conocía muy bien los métodos del elfo, y en muchos casos no estaba de acuerdo con sus planes, pero aquello le parecía mucho incluso para él: no le encontraba sentido.

 -No tenemos magia de transporte, debemos ir por nuestra cuenta -respondió Engel, abrazando una última vez el cuerpo de su compañero antes de dejarlo dentro de la habitación, sentado en un rincón.

 Tus palabras a la matriarca harían que obtuvieras nuevamente su atención, siendo que a pesar de lo afectada que estaba hizo el esfuerzo por mostrarse dispuesta y capaz de soportar aquella situación.

 -Debe ser así. Si alguien de Ilfly ha causado la masacre de niños inocentes debo ir a encararlo, y estar presente para responder ante sus compañeros: es lo menos que puedo hacer -aseguró Lethía, dándose un par de palmadas en las mejillas para ayudarse a tomar una expresión más seria y decidida.

 El grupo se organizaría rápidamente. Un breve aviso a tu padre sería más que suficiente para que este se hiciese cargo de cuidar el cuerpo del ángel muerto, sin hacer ninguna pregunta al respecto, así como prepararles rápidamente un caballo en el cual partir, siendo que el par de ángeles los seguirían hacia la cueva volando.

 Al llegar a aquel lugar, se adentrarían en la cueva y encontrarían el desvió que llevaba a la guarida de los ángeles, siendo que en esta ocasión la pared invisible no se encontraba colocada, un aviso de lo que podrían encontrar al otro lado. Según se iban adentrando, llegando a la entrada de la guarida de los ángeles y empezando a explorar sus pasillos, el olor a sangre se irían haciendo más notable, y tras haber encontrado varios rastros manchando las paredes y suelo, empezarían a aparecer los cadáveres de los ángeles.

 Golpeados, apuñalados, atravesados, colgados… Aquellos niños se encontraban cubiertos por su propia sangre, asesinados de maneras tan distintas que parecía que el responsable hubiese usado más armas de las que podría cargar una persona.

 La matriarca se quedaría sin palabras, llevándose ambas manos al rostro para cubrirse la boca y evitar gritar, mientras Yu finalmente empezaba a romper en llanto a la vez que Uriel perdía la compostura.

 -¡AHHHHHHHHHH! -soltó un grito que seguramente se escucharía por toda la cueva, y tal vez más allá. -. ¿¡Cómo pudo suceder esto!? ¿¡COMO!?

 Observando más en detalle la escena, podrías percatarte del detalle de que algunos ángeles continuaban con las armas causante de su muerte clavadas en el cuerpo, o al menos suficientemente cerca, siendo que por sus diseños podías identificarlas como armas angelicales.

 -U-Uriel-sempai… -se acercaría Yu, con la voz cortada, a informar a su superior, seguramente el único de sus compañeros que continuaba con vida. -. L-Los rastros de magia de nuestros compañeros... sonrecientes… T-Tal vez el responsable no haya ido muy lejos...

La matriarca había leído sus pensamientos... estaba claro que de todos los Ilfly que conocían, Altavius era el único que era lo suficientemente poderoso y metódico para hacer algo así, pero aún les faltaba mucha información... pues bien podría tratarse de alguien haciéndose pasar por un Ilfly...

- Entonces tendremos que ir a caballo... - dijo el caballero algo molesto con la idea de no poder llegar lo antes posible... aun no estando lejos de allí, el atacante tendría tiempo de huir... "otra vez no..." se dijo a si mismo recordando los eventos con Salmos... Lethía estaba claro que deseaba acompañarlos, y ante su determinación de encarar al asesino, Aaron solo afirmó con la cabeza...

Una vez organizados y habiéndose despedido de su padre partieron al galope hacia el escondite de los pequeños ángeles... Aaron giro la cabeza hacia su matriarca... - Pase lo que pase... no os separéis de mi... yo os protegeré de cualquiera que haya hecho esto... - demasiadas cosas... demasiadas coincidencias... Salmos... Lucifer... el despertar de Malthael... es como si el mundo entero se hubiese vuelto loco...

Durante el viaje, uso algún pequeño instante para materializarse en el reino de Malthael... - ¿Se te ocurre quien ha podido hacer algo así? - si bien era el caballero el que más conocimiento sobre Ilfly tenía, quizás Malthael si podía saber algo sobre la posibilidad de que alguien se hiciese pasar por uno de ellos y que los ángeles no lo notasen...

Una vez llegaron a la cueva, la situación era mucho peor de lo que se imaginaban... ninguno de los pequeños había sobrevivido... Aaron odiaba tener razón en sus sospechas... ya había pasado por su cabeza que alguien pudiera haber descubierto el escondrijo... pero esperaba estar equivocado... Ahora, la forma en la que los habían matado... El caballero no sabía exactamente la natura de los poderes de Altavius... pero más que obra de un Ilfly, parecía la obra de otro ángel...

- Lady Lethía... ¿se os ocurre alguien de nuestro pueblo que posea una magia o habilidad de este tipo? - preguntó mientras observaba las armas que seguían clavadas en los cuerpos de los ángeles... mientras que Yu y Uriel lloraban las perdidas, ante lo cual solo pudo hacer un gesto de lamento... aunque no tenían modo de haber sabido que podía pasar algo así... - ¿Malthael? ¿Se te ocurre algo? Esto parece más obra de un ángel que de un Ilfly... - su alter ego podría saber algo, ahora que sabían que el atacante usaba magia sagrada y/o armas angelicales...

El caballero estuvo dándole vueltas al asunto... ¿quién podría haber sido? ¿y cómo podría saber del escondite de los ángeles?  - Alice... - dijo casi susurrando... la niña que fue secuestrada por Lucifer... su natura al parecer era angelical... pero Lucifer no llegó a completar el ritual... ¿o quizás sí?, pero en cualquier caso Senca no habría permitido que se alejase mucho de él...

Cantar no parecía lo más adecuado en esa situación, pero era lo único que yo sabía hacer. Posiblemente, con lo frío e imperturbable que era, ni siquiera sería capaz de afectarle, pero debía intentarlo.

Para mi sorpresa, el caballero bajó su espada. ¡Estaba funcionando! Ahora solo tendríamos que esperar a que llegase alguien para ayudarnos…

Pero no sería tan sencillo. Vi aterrorizada cómo el chico se congelaba sus propias orejas, solo para poder resistirse a mi canto. ¿Hasta dónde sería capaz de llegar? Mi canción cesó, viendo que ya no serviría de nada, y miré a Salmos, indecisa. No sabía qué hacer.

—¡Salmos! —grité al ver cómo se abalanzaba sobre el caballero. Sabiendo lo peligroso que era aquel hombre, seguro que sería capaz de hacer daño a Salmos. ¡Tenía que hacer algo!

Miré angustiada los diferentes objetos de la habitación. Había diferentes sustancias que posiblemente serían dañinas, y… la lámpara…

Observé la lámpara con una extraña mezcla de temor y esperanza. Si liberaba a la bestia, Salmos sería capaz de hacer frente al caballero, pero… nos habíamos esforzado tanto porque se librara de ella… Si hacía eso, quizás no habría vuelta atrás. Quizás no llegaría nunca a ser libre…

Mi corazón latía a toda velocidad. Tenía que hacer actuar rápido. El jarro de agua que había utilizado antes estaba demasiado lejos, por lo que debía utilizar mi propia saliva. Y lo hice sin mayores problemas.

Me elevé utilizando la burbuja. Miré hacia la lámpara. Miré hacia los dos chicos forcejeando. Aquella parecía la solución más obvia, pero debía evitarla a toda costa. Solo la usaría como último recurso.

Rápidamente, asomé uno de mis brazos por la burbuja y tomé uno de los frascos de Altavius. Tenía miedo de acercarme, pero lo hice. —Salmos, ¡apartaté! —exclamé, y derramé el contenido del recipiente sobre el rostro del hombre, evitando dar a Salmos.

No lo haré. Comenté suspirando. Tiré mi pequeña petaca de comida al suelo delante de Dhijana. Me di la vuelta mirando si de verdad era el único allí junto con la cazadora y di un paso hacia la salida.

Yo simplemente cuidaré de mi manada, salvaré a Alice y descubriré por que al parecer los ángeles y los demonios son lo mismo con distinta cara. Una vez me dejaste formar parte de tu manada y has sido lo más parecido a una maestra que he tenido. Si valoras algo de aquello y mi vida simplemente viaja lejos y no vuelvas a aparecer por aquí. 

Adiós Dhijana, les diré que cuando llegué ya no había rastros tuyos, espero que sigas siendo tan buena cazadora si nos volvemos a ver en algún sitio lejos de Ilfly. Después, marché de allí sin mirar atrás. 

 Tus palabras no solo darían seguridad a la matriarca, sino también fuerzas en aquel momento que se mostraba tan duro para todos los involucrados. Ilfly se había visto envuelto en todo tipo de eventos terribles recientemente, y finalmente cuando habían podido tomarse un descanso apareció aquel horripilante suceso que más allá de hacerles pensar en enemigos, les hizo pensar en sus aliados…

 Durante el recorrido, te encontrarías con Malthael en tu mente cruzado de brazos, meditando de pie sobre lo sucedido y lo que podía significar.

 -Es difícil decirlo ahora… Ángeles, demonios, otras criaturas… Hay tantas amenazas recientemente que no podría deducirlo hasta verlo y tener más información -concluyó el hombre, con una respuesta que no te sorprendía teniendo en cuenta la situación.

 Ya en la inhumana escena, Lethía tomaría aire e intentaría recuperar la compostura para poder responderte.

 -N-No lo se… P-Parece que tuvieron una pelea con armas y magia, pero… -incapaz de encontrar alguna explicación segura, la mujer guardaría silencio nuevamente, siendo que Malthael tampoco tenía una respuesta para darte. Por supuesto, la chica rubia se percataría de aquel pequeño susurro salido de tus labios, y sus ojos se abrirían sorprendidos por ello. -. ¿A-Alice? E-Eso no tiene sentido, Aaron, es solo una niña, y los ángeles ya dijeron que ella no era una de ellos…

 -L-Las armas… s-son de ellos… -interrumpió entonces Yu, aferrándose a su camisa con la mirada agachada. -. S-Son armas angelicales, p-pero son de cada uno de ellos… F-Fueron asesinados con sus propias armas…

 En ese momento la mirada de la matriarca se oscurecería de espanto, y casi que podría ser tu caso al darte cuenta de que había una Ilfly reconocida por ese tipo de estilo de combate…

 -L-La magia es reciente… E-El responsable podría seguir cerca… -añadió el pequeño ángel.

 Tras limpiarse el rostro con el brazo, Uriel comentaría.

 -A-Acabo con todos, puedo sentirlo… Si sigue cerca, debió haber intentado huir… -mirando sus manos, el chico apretaría ambos puños. -. Luego nos haremos cargo de los cuerpos, debemos encontrar al culpable… -ciertamente, en esos momentos se encontraba más cegado por el deseo de hacer pagar al responsable que el de honrar a sus compañeros caídos.

 Sin esperar vuestra opinión, ambos ángeles se dispondrían a abandonar la cueva, adelantandose mientras tú y Lethía les seguían. En ese momento, la matriarca buscaría en tu mirada algún consuelo, alguna palabra que le permitiese quitarse de la cabeza el pensamiento de sospecha que le había surgido al escuchar la manera en la que murieron los ángeles, pero realmente había poca cosa que pudieses decir que fuese cierto, y si el culpable realmente seguía cerca lo mejor seria seguir al par de ángeles…

 Aunque en algún momento había mantenido la sonrisa, al escuchar tu respuesta poco a poco está fue cambiando a su expresión neutral característica, así mismo iba bajando los brazos para adoptar una pose más natural.

 -Uhm… -aunque era muy buena para ocultarlo, en aquellos momentos la elfa se sentía un tanto decepcionada, más el sentimiento que más le invadía en esos momentos era la curiosidad. -. Supongo que también era un resultado… -volviendo a mostrar una ligera sonrisa, ya cuando te habías dado la vuelta, la chica se acercaría a recoger la petaca. -. He olvidado muchos nombres durante mi tiempo como cazadora, pero ciertamente me costará olvidar el tuyo, Senca Temno… Tú tampoco olvides el mío.

 Y tras aquellas palabras, la elfa se acomodaría la capucha y empezaría a marchar hacia otro camino, otra senda, otra vida… Más sin importar que tanto pudiese alejarse ahora, ambos tenían por seguro que tarde o temprano el destino regresaría a por ambos: después de todo, el trabajo de un cazador nunca termina…

 Saliendo de la cueva donde se encontraba el escondite de los ángeles, el grupo conformado por Aaron, Lethía, Yu y Uriel se toparían con la presencia de Senca llegando desde una dirección distinta a la ciudad.

 -¿S-Senca? -la matriarca, visiblemente preocupada, fijaría su atención sobre aquel enmascarado.

 -¡Tú! -y sin esperar ni un instante, Uriel volaría hacia él para colocarse a su altura y encararlo. -. ¿¡Sabes lo que sucedió allí dentro!? ¿¡Tuviste algo que ver!? -para tener aspecto de niño, sus ojos reflejaban una ira acumulada que explotaría en cualquier momento, en un intento de ocultar el dolor que le desgarraba por dentro.

 Mientras tanto, Yu permanecía en silencio intentando mantenerse cerca de Uriel, más a su vez intentando no acercarse demasiado a Senca.

 A pesar de aquel forcejeo que llevaba a cabo con el caballero, Salmos tendría la facilidad de saltar a un lado para apatarse de tu camino cuando tuviste la brillante idea de probar suerte con los frascos de Altavius. En el momento en el que el chico se le quito de encima a tu perseguidor, este apenas tendría un instante para intentar cubrirse antes de que vaciaras el contenido de la botella en su rostro, siendo que ante la tardanza una cantidad notable del líquido bañaría su rostro antes de cubrirse medianamente con las manos.

 -¡Tsk…! -por primera vez desde que le habías visto, el rubio soltó un quejido y retrocedió, arrastrándose por el suelo hacia atrás utilizando los pies para apartarse de tu alcance lo más posible mientras se cubría el rostro.

 -¡Naia, está distraído! -dijo Salmos antes de correr hacia ti para que pudieses salir de la burbuja y subirte a sus brazos. -. ¡Vamonos, vamonos!

 Una vez aceptases su ayuda, el chico emprendería su huida de aquella sala saltando por encima del hombre y así alcanzar la salida, subiendo los escalones que llevaban hacia la mansión. Usualmente era fácil encontrar sirvientes y guardias en cualquier parte, pero extrañamente ahora no parecía haber nadie…

 -¿Q-Qué? ¿Dónde están todos…? -se preguntó el chico, pensando que podrían pedir ayuda a alguien de la mansión.

 A pesar de lo rápido que había corrido Salmos, y fuese lo que fuese que hizo lo que le echaste en al cara al caballero, un ruido vendría detrás de ustedes subiendo por los escalones, y un vistazo hacia atrás les permitiría ver como una capa de hielo se estaban formando por el suelo, paredes y techo, subiendo desde el sótano.