Un palacete del siglo XIX ubicado en el distrito financiero sirve de residencia invernal para la familia Jafari. El edificio llama la atención por contraste con las edificaciones vecinas donde la altura y el cristal predominan en sus acabados exteriores. Consta de cuatro plantas habitadas, jardines, patio interior con fuente y piscina. El complejo también integra casa de invitados y garaje. Todo el perímetro está cerrado con reja de dos metros, cámaras y seguridad privada.
El desayuno preparado, aprobado por la supervisión estricta de Salma, es mancillado enseguida que Malek pone un pie (descalzo) en la mansión que sobre papel es de sus padres, pero que al final es primero de la institutriz y luego de su hermanita. Al final su relación con Salma se ha mancillado al punto en el que no puede evitar ser especialmente tocapelotas cuando está ahí. Si fuera mucho más malcriado y encima fuera un masoquista ni siquiera se descalzaría al entrar en la mansión… Tampoco quiere dar mal ejemplo, no con lo mosqueada que sonó su madre por teléfono cuando le pidió que acompañara y fuera a buscar a Shirin al colegio durante una temporada. ¡Como si fuera él su niñera! ¿Por qué no se lo pidió a Salma? Estaba ahí para esas cosas, ¿o es que él no es un hombre ocupado?
Ese arreglo le gustaba tanto o menos de lo que podrá gustarle a su hermana, vaya. Picando un poco de cada plato con la mano, alza el contenido hacia el techo, musita un ‘bismillah’ por costumbre más que por sentimiento y se lo lleva a la boca pese a haber desayunado antes de salir de su piso.
— ¿Puedes venir ya, abji? Quiero hablar antes de irnos —enuncia aprovechando el buen eco de la arquitectura interior del palacio. Después de limpiarse los dedos con una servilleta de tela y dejarla arrugada en la mesa esconde sendas manos en los bolsillos de su tejano.
Llevábamos unos días donde habían predominado las mañanas nubladas para amanecer hoy totalmente despejado. Tal era así que había estado tomando un poco el sol en el jardín. Sin embargo, aquella paz duró poco. Escuché nítidamente la voz de mi hermano ¿cómo era posible, tan temprano y ya molestando? Increíble pero cierto. Para un día que había amanecido con sol y no había forma de disfrutarlo.
Volví a entrar en casa y fui hasta donde probablemente se encontrara. El salón era el lugar donde el servicio nos ponía el desayuno. A lo largo de la mesa había diferentes platos con frutas procedentes de varios países, cereales y comida convencional. No es que nos preparasen un desayuno continental pero se podría hablar de fusión, mezcla entre oriente y occidente.
Fue entrar y contemplar a Malek tomando cosas de varios platos, era igualito que un animal de rapiña, sin ningún cuidado - ¿has visto qué día? - tomé asiento justo enfrente y lo primero que hice fue servirme un vaso de agua - ¿de qué quieres hablar, algo importante?
— ¿Este es tu auto, verdad? — preguntó al ver hacia donde la estaba guiando. Subió a Shirin al vehículo y sin decir palabra se metió detrás, para mirada consternada del chofer. Le lanzó un escueto “¿qué mira?”, antes de señalarle con la mano que arrancara ya.
Acomodó a su compañera, y después de cerrar la puerta trató de ponerle el cinturón de seguridad. Pensó en que todavía tenía que avisar a Dora, el ama de llaves de su papá, a que mandara a alguien a que fuera por su motocicleta. Esa mujer los iba a asesinar a ella y a su padre un día de estos. Se reclinó, para buscar el cinto.
¿En qué líos le gustaba meterse?
— Por cierto, ¿dónde vives? — seguro el chofer sabía, pero siempre verificaba la dirección porque una vez le pasó que el que creyó que era el chofer de su padre se desvió y para cuando se dio cuenta ya la estaban asaltando. Solo perdió el celular, pero le quedó la lección.
Cuando lo pensó, se sorprendió de lo poco que conocía de la vida de todos sus compañeros. A veces parecía que fuera de Fía no le importaba nadie más, pero la verdad es que se abría tan poco a la gente que se aislaba como una tortuga.
Había salido de la fiesta entre mareada y medio ciega por culpa de los focos, así que, con los sentidos bastante perturbados me dejé guiar por Cassie hasta el coche que me había traído. Le di unas indicaciones como era el color, la marca y más o menos donde me había dejado para que fuera capaz de acertar con su ubicación. Así que, cuando por fin nos sentamos en el interior y escuché cómo cerraba la puerta, me relajé.
- Buff, menos mal que me sacaste. Casi me da un yu-yu allí dentro - no estaba para nada acostumbrada a aquel formato de fiestas. No es que no las conociera sino que para haber sido invitada para formar parte de algo así aún no estaba. Y como un pez que lo cambian de pecera y se encuentra en un lugar desapacible, así me sentí yo.
Por suerte ahora me encontraba fuera de todo aquello. En la parte trasera de mi coche. Sin embargo, el comentario de Cassie me hizo dudar - ¿Qué? - ¿Podía ser que nos hubiéramos introducido en otro vehículo? Miré alarmada hacia el chófer no fuera a ser un desconocido - ufff, no me asustes de esa manera, es él, Ismail - nunca había sufrido un asalto pero había visto en las noticias las consecuencias de éstos y para nada quería vivir una experiencia semejante.
- Intimidad - fue pronunciar la palabra mágica e Ismail accionó la barrera, ésto es, una especie de ventana oscura que cubrió completamente la separación entre conductor y pasajeros, permitiendo así hablar de manera privada o hacer lo que se quiera sin testigos - ya está. Nada de lo que aquí se diga, será escuchado. ¿Ves que lujos? Y si empujas ese tirador hay una pequeña nevera, tira, tira - no había gran cosa fuera de refrescos y hielo, pero al menos si te apetecía te quitaba la sed.
Cassie era una chica rubia, rizosa con una mirada pícara. De primeras me sentiría intimidada por aquellos ojos pero ahora disfrutaba de su compañía.
- Secuéstrame... llévame lejos, hoy he hecho el ridículo - había perdido el control y la situación me había superado ¿se podía ser más patética? Encima en la fiesta donde estaba toda la gente que me podía poner verde durante años. Peor imposible.
El mayor alza ligeramente las cejas ante las palabras y el desgarbo de su hermana, pero en vez de acabar en una expresión desaprobatoria hay un afecto no tan acostumbrado. Como la oveja negra de entre los dos resulta reconfortante al fin tener algo en común en vez de detestar ese pristino pedestal de mármol y oro en el que la tenían sus padres.
Malek sigue en pie, sin sentarse. Prefiere no hacerlo, no acomodarse demasiado y olvidar lo bien que está en su propio apartamento.
— Importante… Un poco —encoge un hombro y toma una servilleta de tela para limpiarse los dedos. — Hasta nuevo aviso estoy encargado de llevarte y traerte de la escuela, pero no es eso de lo que quiero hablar —pues es evidente que le parece un fastidio por la arruga en su comisura. — ¿Cómo acabaste así, tan bebida a la vista de todos? ¿Estás bien?
Lejos del hermano juzgón o irritado por ejercer de niñera, está el atisbo de preocupación genuina de un hermano mayor. Del que sabe llevar sus propios excesos con algo más de discreción y que está dispuesto a tenderle una mano a su hermanita si así lo necesita.
Dio un vistazo a la nevera, pero más por buscar cosas para Shirin que para ella misma, pero dudaba que solo con agua fuera a componer a Shirin. Necesitaba hidratarla con algo más fuerte, como un suero. El refresco definitivamente no era una opción, recordaba aun cuando Alana se tomó una bebida energizante con cafeína tras acabarse una botella de vodka barato y acabó en el hospital. Así fue como una niña de seis años esperando asustada en la sala de urgencias supo que no había que combinar cafeína con alcohol.
— Las luces solas bastaban para dejar como niño tras el episodio perdido de Pokemon a cualquiera. — aunque se quedó con ganas de meterse a la piscina. Y los juegos de cartas, ¡los juegos de cartas! Pero no, se estuvo con pose melodramática en la barra como si fuera Batman al borde de una azotea…
Pensó en Fía, y le mandó un mensaje solo para que supiera donde estaba ella y saber si estaba bien, aunque sabía que de seguro seguía divirtiéndose de lo lindo en una fiesta privada. Deseaba ser más como ella. No es como si fuera la voz de la razón, al contrario. Tres coches volcados y cuatro arrestos por desorden en la vía pública que su padre logró borrar de sus antecedentes penales dejaban en claro que era capaz de causar más alboroto y divertirse de lo lindo. Pero algo desde que creyó ver a Alana se le revolvió adentro, y aunque quería pretender que no pasó nada, en realidad le había movido la tierra.
Fingía que solo fue una paranoia. Era reconfortante la idea, aunque la dejara como estúpida. Pero la idea de que estuviera en Nueva York la hacía volver a sentirse como esa niña asustada y encorvada en una silla de plástico bajo la luz fluorescente de un hospital.
— Hey... — tocó con los nudillos a la pantalla oscura del chofer. — ¿Podemos pasar a una farmacia?
Se giró a mirar a Shirin, y al verla en ese cómico estado sonrió, encontrando a su pesar un poco divertida la situación. Peor hubiera sido quedarse sin propósito en la barra, y al final seguía siendo una aventura. Cuidar de alguien le regresaba el poder, y bajo esas capas de cinismo había una empática a la que le gustaba cuidar a los demás. Sumado a eso que probablemente Shirin solo iba a recordar retazos de la noche, podía ser ella misma, sin apariencias ni armaduras, casi como cuando podía estar sola con Fía. Le pasó el brazo por los hombros, volviendo a ser ella. Cassie, la temeraria sin miedo.
— Considérate oficialmente raptada, y la primera parada va a ser para bajarte de la nube. — se aflojó los tacones empujando los bordes de los tacones con las puntas de los pies. — Sin GG ni compañeros entrometidos y tarados, ¿qué te gustaría hacer? Ya no hay chismosos ni redes. — mostró su teléfono en la otra mano, agitándolo como para remarcar su frase antes de dejarlo caer al suelo.
Me siento a la mesa y escojo una pieza de fruta para comerla mientras mi hermano empieza a hablar. Sin embargo me sorprende la noticia de que será él el encargado de llevarme y traerme de la escuela - ¿Y por qué no Ismail? Conduce bien, no hay ningún problema - igual el chófer de la casa tiene tarea, sí quizás mis padres lo necesiten y por eso me ha caído que sea Malek. Un fastidio porque Ismail era bastante reservado, me daba bastante libertad pero ¿mi hermano? Metería la nariz en todo, estaba segura.
- ¿Ayer? Ah, sí, ayer - vaya, creí que no había trascendido. Ismail seguro que contó algo. Vaya, vaya, y yo creyendo que era discreto. No noto a Malek especialmente molesto sino más bien preocupado - estoy bien, estoy bien - hay que alejar cualquier atisbo de duda sobre mi salud - creo que mezclé bebidas, ya sabes, estás con tu copa, te invitan a probar de otra y bueno al final creo que las combinaciones me sentaron mal - por un momento dudé en afirmar que me hubieran "echado algo en la copa" pero eso atraería el interés de Malek, preferí al final contar la verdad, había bebido de más.
¡Hola linda! Disculpa porque creo que ha habido una confusión, y mi culpa por asumir sin ponerlo en una esquina que era claro, pero Malek ha ido a recogerte el día 5 de septiembre para llevarte al primer día de clase ^^
Malek se reserva muchas palabras cuando acostumbra a fruncir los labios, gesto que oculta de sobras su tic de lamerse los dientes con la punta de la lengua. Existe detrás una larguísima videoconferencia con su madre, frases que podría parafrasear, pero por la paz de la mansión (y de su mente) no las usa como argumentos. No vale la pena porque no hay argumento que deshaga ese acuerdo.
Rumia eso sí la respuesta de Shirin, como si buscase quiebres en ella que pudieran esconder algo. Por suerte no tiene un historial de mentiras, y por lo tanto su palabra es dada por buena con inmediatez.
— Escucha, a mí por estas cosas ya no me dicen nada pero maman está bastante enfadada. No sé cómo se ha enterado porque dudo que lo hiciera como yo —sólo necesita extraer con dos dedos una esquina de su iPhone del bolsillo del pantalón para explicarse. — Abji no pasa nada si quieres beber y divertirte, pero hazlo en clubs o fiestas privadas como hacemos todos…
Alguien se había chivado. Sin duda alguien le había pasado información a mi madre, éso o se había enterado por otros métodos. Entre mis proyecciones podría hasta asumir que hubiera contratado un investigador privado, alguien de su confianza para mantenernos a ralla a los dos hijos. Pero acabé descartando esa opción porque yo no representaba un peligro, en todo caso Malek. Y aún así ¿para qué contratar a alguien cuando mi hermano se había convertido en un personaje público? No tenía sentido, de ahí que sospechara que quizás GG tenía formas de vertir información a mi madre. Podría ser, sí.
Nunca había tardado tanto en comerme aquella manzana. La cantidad de cosas que habían girado en mi cabeza para dar una explicación posible a la presencia de mi hermano allí.
Malek me dio un consejo. Muy positivo y muy "Malek", en plan "haz lo que te de la gana pero se discreta" - extremaré las precauciones. No volverá a pasar - dudaba que volviera a suceder, pero debía cuidarme más, no quería que aquella conversación fuera la tónica de los desayunos.
Viajábamos a bordo de la limusina de mi familia, totalmente blindadas atrás de cualquier cosa que ocurriera fuera, también de la visión del chófer. Ir atrás era como estar en un búnker - estamos seguras, puedes quitarte hasta la ropa si quieres - fue mi comentario tras ver cómo se descalzaba. Igual era porque le mancaban los zapatos o porque ya se había cansado de ellos. A veces la libertad comenzaba por pequeños gestos.
Parecía que Cassie me invitaba a contarle cualquier cosa que me pasara en esos instantes por la cabeza, aunque fuera una locura o una proposición indecente. Traté de auparme, sentarme mejor en el asiento pero sólo conseguí resbalarme aún más, aunque al segundo intento fui más hábil y al menos conseguí tener apoyada la cabeza en el respaldo. Mis movimientos eran torpes y lentos, aún así procuré acercarme a ella, no para efectuar el abrazo del oso sino para darle un beso - Cassie, yo... - nada, no estaba nada acertada y aún efectuando aquel acercamiento con una lentitud pasmosa casi acabo cayendo del asiento. Traté de recomponer la situación y a lo más que pude fue a quedar boca arriba sobre sus piernas - al menos ahora veo algo - mentía, a través de la ventana que había en el techo del vehículo no se veía nada por culpa de la oscuridad de la noche.
Igual si me ayudaba a levantarme lograba tener una posición mejor para besarla, aunque viendo mis movimientos no apostaría por ello.
— Ten cuidado, que tras la aglomeración de tanta humanidad en una barra tan reducida quedé con ganas de nadar en ropa interior en la alberca. — tenía muchísimo calor. ¡Al menos se había puesto un brasier deportivo, cómo odiaba las varillas! Tomó una de las botellas de agua, y haciendo un cuenco con la mano se echó un poco de esta a la cara. — lo único que nos faltó en el departamento Ocean fue una alberca. A la mierda, mañana rento una olímpica para mí so...
Gritó de sorpresa cuando Shinrin casi se le resbala del asiento. Se acercó para abrazarla, pero en lugar de recibir a un peso muerto acabó recibiendo a una Shirin bastante viva que selló sus labios con los suyos.
Algo que aprendió de la loca tarde con Fía y los desastres que dejaron por la ciudad “explorando montes alienígenas” fue que al parecer también le gustaban las mujeres, pero no creía que iba a volver a besarse con otra dentro de un coche. Fía se sintió como una hermana sexy, pero hermana. Lo de Shirin estaba a otro nivel. Se le quedó viendo, mitad hipnotizada...
¡Hasta que otra vez se empezó a resbalar!
Medio la atrapó pero casi se le cae al suelo. Tuvo que usar mucha fuerza para jalarla de vuelta, y de milagro no acabaron las dos en el piso.
— No me voy a aprovechar de ti en tu estado, pero si me recuerdas cuando despiertes mañana y todavía tienes ganas estaré más que encantada. — dijo mitad en broma, mitad en serio.
La ayudó a acomodarse sobre sus piernas, buscando con su mano su celular pero para revisarle las pupilas bien. Veamos... iba a necesitar suero, no, agua mineral con limón y bicarbonato, al menos litro y medio. Sabía bien como hacer un café con chocolate para darle un boost de serotonina y un desayuno con tocino y huevos eran un buen levanta-muertos, pero eso hasta que despertara en la mañana. Aunque no creía poder quedarse toda la noche en el… ¿departamento, casa, mansión?
Miró por la ventanilla... Oigan, se pasó la tienda y dos farmacias. Abrió la boca, indignada. ¡Seguro quería dejarla en ese estado en la casa!
— ¡Oye, te pasaste! — le gritó. Nada. Ninguna respuesta. — ¡Oye!
Se acordó cuando el chofer que tuvo su papá en el 2017 lo tiró todo maniático por los roofies en la casa de su casi madrastra y Cassie tuvo que ir a recogerlo mientras la caza-fortunas indignada le gritaba por el celular. (eso sí, le pagó a escondidas una muy buena indemnización, se libró de una tipa a la que llamaba Maléfica por algo). Después supo que lo hizo por despecho: Maléfica se lo tiraba y él se molestó cuando descubrió que tenía pareja. No creía que fuera algo tan dramático con Shirin (¡dios santo, por favor no!) pero quizá sus papás le dieron orden directa de no desviarse y llevarla a la casa.
Volvamos al presente. ¡Ese cabrón la iba a escuchar! ¿Pero cómo se volvía a acercar a la ventanilla con todo el peso de Shirin en las piernas?
— ¿Qué tan estrictos son tus papás? — le preguntó.
— Tampoco se trata de eso, ¿vale? —el mayor sigue molesto, irritado, lo que es comprensible cuando a su edad todavía le piden que haga de niñera de su hermana pequeña. Ya ha pasado por esto en el lugar de Shirin y sabe que va a ser peor si intentan ponerle vallas al campo. — Sólo tienes que vigilar dónde, y en especial con quien. Y si por cualquier cosa sientes que necesitas beber para divertirte habla conmigo —le pide, y con gestos comienza a apurarla para que termine de desayunar.
— Con algo de suerte se le habrá olvidado en una semana y podremos volver a nuestras cosas…
Notaba como si estuviéramos en un tobogán o en un colchón de agua porque me resbalaba. Era increíble, me gustaba, era divertido. Sin embargo había algo que no me acababa de encajar porque recordaba que nos habíamos salido de la fiesta, incluso, lo último que recordaba era que habíamos montado en el coche. Pero ahora no sabía cómo ni porqué estaba en otro lugar - ¿Dónde estamos?
Cassie había bajado la ventanilla y lo que de por sí ya se movía, ver cómo los edificios pasaban a velocidad me acabó de confundir del todo, aparte que me estaba mareando un poco. Por suerte acabé cambiando de vistas. Creo que ella me había cogido la cabeza entre sus piernas, ahora había menos trajeteo - estoy viendo el cielo - miraba a través de la ventana parasol del techo.
Escuchaba a la rubia pero como en diferido, parecía lejos - ¿mis padres? No están - primer bostezo - mi mamá más, un poco... más - segundo bostezo - están de viaje, no están en casa. Salma...
Me estaba entrando el sueño, abrí la boca bastante y bostecé ya de manera más tranquila. Acabé cerrando los ojos, aunque antes ella me los abrió por alguna extraña razón - qué sueño - me rasqué varias veces de manera inconsciente la nariz para acabar completamente dormida.
Es probable que el chófer después de dejaros en casa haya avisado a Salma, la institutriz de Shirin. Ella se encargaría del estado de salud de su protegida, mientras que le habría indicado al chófer que te llevara a tu domicilio.
veo que me quedó pendiente, así que vamos a darle un final abierto
Se le resbaló el celular y se le cayó al suelo. ¡Ese hijo de perra! Las estaba llevando directo a la casa de Shirin, o eso quería creer. ¿Y de allí cómo se iba a regresar a su casa? Rescató su celular del suelo y comenzó a marcar a su papá.
Que no esté muy ebrio, que no esté muy ebrio…
Pero la fiesta que él se montó en el departamento era mucho más salvaje que la de unos adolescentes hormonados y drogados, porque no le respondió. Quería poner a su compañera en condiciones, no dejarla al amparo de Dios en su casa. ¿Y si tenía padres estrictos, y el chófer directamente les decía de su estado?
Muy ingenuo de su parte que alguien con su nivel obsceno de fortuna pudiera ser un padre decente…
No se lo decía a nadie, pero siempre trataba de estar de vuelta en su casa o viajar con él para ver que él estuviera vivo. Muchas veces tuvo a Alana cerca de la muerte, y su papá comenzaba a pasar a otro nivel con las drogas. De cara al público era un fanático de las mañanas milagrosas, pero le estaba preocupando a ella que cada vez era más su descontrol. Y, como buena arrogante, se creía su todopoderosa salvadora capaz de mantenerlo vivo.
— ¿Quién es Salma? — preguntó.
¡Pero se durmió!
— No boca-arriba, no boca-arriba… — la giró de lado para que si vomitaba no se asfixiara. Trató de moverse, para dejarla tendida y ya ella poder gritarle más de cerca al chofer, pero estaba demasiado pesada para ella. — Mary, mary, quite contrary, how does your garden grow? with silver bells and cockleshells...
Comenzó a cantar una canción de cuna, mitad en sarcasmo, mitad en serio. Pero vaya que se iba a llevar una impresión cuando viera que jardines era lo que sobraban aquí y que en lugar de plata todo estaba llenísimo de oro. La mansión comenzó a tomar forma. Esos no eran los estándares con los que imaginó que vivía. Se quedó con la boca abierta, mirando la mega-construcción versallesca. Parece que tiranizar países tercermundistas si era un negocio muy lucrativo, si generaciones después tu familia se puede dar ese tren de vida…
— Sabes, estos serían mundos de ficción para mí si no fuera por mi papá. — era más fácil para ella hablarle a una inconsciente Shirin. — Si no fuera por él, no tendría ni una escuela como la nuestra, o la posibilidad de ir a fiestas como esa. ¡Ni siquiera tendría un techo, para empezar! — y por ello, era capaz de hacerse tanta gimnasia mental a la hora de justificarlo. — Sé que no te importa, ni siquiera me escuchas… — se recostó, pensando. — Así no voy a poder disimular tu estado, espero que no te martiricen por esto…
Trató de sentarla de nuevo, para que al menos se viera un poco mejor la situación. ¡Pero no atinaba cómo!
¡Por favor que la tal Salma sepa qué hacer!
Open ending, va!