Partida Rol por web

Es un placer veros de nuevo - saludo a mis compañeros - Espero que mañana podamos ponernos al día sobre las novedades que surgieran en estas horas.

Sin más me voy a mi propio sitio para dormir.

La mujer no duda en plantear su petición. Pese a los años y la dureza de la vida, aún conserva el encanto de lo que un día fue. Sonrío y permito que me bese. En realidad, su petición no responde sólo de mí, pero sí que puedo otorgarle otro don.

—Signora mia, es grande el pago que pides pero bello en su simpleza-tomo su mano entre las mías-. Os noto cansada de la vida y eso no es per sé motivo de daros acceso a la eternidad. Otorgadme vuestra compañía mientras esté en la Serenissima y prometo llevaros conmigo cuando parta. Ahora-digo mientras vuelvo a besarla-, vos y yo vamos a compartir algo muy íntimo, algo que os cambiará la vida, dará más fuerza y entereza.

Me separo ligeramente y la miro a los ojos.

—Esto no es sino un compromiso vuestro hacia mí, estaréis a mi lado y aprenderéis. ¿Os place?

La información que obtienes es bastante obvia. La afluencia de los cruzados ha aumentado el comercio en la ciudad y las ganancias de los mercaderes, pero también ha aumentado la violencia. Todas las  noches se producen palizas, violaciones o robos.

Otra información no tan obvia es que el número de cruzados es ínfimo, no ha llegado al número que los organizadores habían calculado. Esa es una de las razones por las que se ha retrasado tanto la partida de la expedición entre otras cosas.

Los ojos verdes de la mujer brillan con ilusión. Por supuesta, Ragazza , os seguiré hasta el final del mundo.

Ante la virtud de pedir estaba el arte de no dar, y la mujer tuvo que conformarse con el primer paso que Eleonora le ofrecía.

Imito a la dama y me retiro al rincón reservado para mí. Antes de que salga Adriana me acerco a ella y mirándola a la cara le expreso mis disculpas. – Siento las molestias que te he podido ocasionar.

Una vez marcha me preparo para pasar el día. Un momento de melancolía ya que se puede decir que el sol es lo único que hecho a faltar de mi vida mortal.

Soy consciente de que si mi voivoda me ha pedido eliminar al enviado de uno de sus pares este seguramente le tenga las mismas simpatías y puede que por si las dudas él desee eliminarme para estar mas tranquilo. Tengo que alimentarme bien para estar preparada si llega el momento de luchar, yo no tengo la ventaja de una de esas espadas para decapitar de un golpe.

Me levanto como tengo por costumbre desde que recuerde de los primeros. Aprovecho también que mis ropas no son complicadas de poner ni quitar, simplemente ponérmelo por la cabeza atarlo con una cuerda, que puede servirme para estrangular, y echarme encima el abrigo.

Bajo en silencio a la planta baja donde una vez localizada a Adriana me acerco a ella hablándole en susurros. – Voy a tomar algo fuera. – Asegurándome de que estamos solas. – ¿Dónde no recomendarías ir a tu hija o una niña que apreciaras? No quisiera hacerlo de una buena persona, así dejo mas seguras las calles eliminado alimañas.

Me muestro ante ella mucho mas buena de lo que soy ya que no puedo ganarme su apoyo por miedo u oro. Necesito gente en la que confiar.

Una vez me lo indica me dirijo hacía allí eludiendo a los guardias y los grupos buscando alguien que este solo.

La zona cercana al gran canal, canal que llevaba a la plaza de San Marcos, parecía un buen lugar para cazar. En el gran canal se alzaban grandes palacios pero también muelles de descarga donde los marineros y estibadores se afanaban en bajar mercancías. Nadie echaría de menos a un marinero.

Voy paseando por la parte trasera de los grandes palacios donde dejan las sobras durante el día para lanzarlas en la oscuridad de la noche. Adriana me ha explicado que lo hacen así para que los señores no vean la basura flotando en los canales antes de hundirse o que la corriente finalmente las saque de estos hacía la laguna y el mar. También me ha explicado que muchos niños desesperados por el hambre se arriesgan a buscar alguna cosa que comer, ropa o mucho mas raramente calzado. Hay alguna de esas criaturas, en su inmensa mayoría niñas, que aparecen flotando de tanto en tanto con las ropas desgarraras.

Me oculto en las sombras y al cabo de poco aparecen un pequeño grupo de niños en silencio, aunque poco a poco hablan más fuerte enseñándose los tesoros que encuentran, una hogaza de pan, la costra de un trozo de queso… En ese instante de golpe se abre una puerta situada al otro lado de ellos respecto a donde estoy escondida. Ellos echan a correr despavoridos cuando se abalanza sobre ellos dejando caer todo lo que atesoraban con tanto entusiasmo.

Si no es uno de esos asesinos su actitud es muy extraña.

Dejo que me sobrepase el ultimo y me coloco la última dejándome caer cuando los demás ya han girado la primera esquina. Para asegurarme me giro levantándome la falda del vestido como si quisiera ocultar mi cara.

No, no tengo duras ya. Ni me golpea, ni me levanta para llevarme ante los guardias, no quiere hacer otra cosa. Lo sorprendo abrazándome de su cuello mientras le clavo los colmillos y me sacio de él intentando extraer hasta su última gota de sangre. Una vez acabo hago rodar su cuerpo hasta la orilla del canal y después de asegurarme que no se oye a nadie caminando, ni navegando lo dejo caer.

Una vez estoy de vuelta me asalta la duda de si seria alguien Palazzo de Narses, bueno si me preguntan me abre alimentado donde lo hice ayer, por si acaso fuera uno de sus sirvientes de confianza.

El cuerpo flota en el agua del canal y rápidamente se confunde con los desperdicios que flotan en él.