Desde hacía varios meses tu vida había cambiado radicalmente. El encuentro con Don Pablo de Concerella había cambiado toda tu escala de valores dándote una nueva visión y abriéndote un nuevo mundo. Don Pablo había tenido a bien concederte el don oscuro. No había sido un acto pasional e instintivo, Don Pablo, tu sire, te había estado siguiendo durante años. Conocía todo acerca de tu vida pasada, tus motivos para entrar en la orden y tus más oscuras pasiones.
Esa noche tu sire te había convocado en las ruinas de un antiguo molino cerca de la Encomienda de Montalbán. Don Pablo era un hombre alto y fuerte, por su forma de hablar y de vestir se intuía que había pertenecido a la alta nobleza, pero en su ropa no lucia ningún blasón. Tampoco portaba arma alguna, salvo una escueta daga.
Tras una charla intrascendental sobre el estado de la encomienda y las últimas novedades en la zona, Don Pablo fue al asunto de la reunión. Supongo que has odio los rumores sobre la nueva cruzada convocada por su santidad. ¿Qué tienes pensado hacer?
Incluso tras meses en mi nueva condición sigo sin acostumbrarme a la presencia de mi señor. Resulta impresionante incluso velado por su usual comportamiento mundano. Para los ojos bendecidos con la nueva visión, el poder que ese ser brilla en la sala como una antorcha en mitad de la noche.
La pregunta no me sorprende, pues que me llame a su presencia es en sí mismo un augurio de cambio y novedades. No era muy dificil esperar que tuviera alguna relación con el evento más importante en las últimas decadas para la Europa cristiana. La otra opción sería a la reconquista, pero hace casi veinte años que nada nuevo ocurre en ese flanco.
Los reyes cristianos comienzan a atocinarse en sus tronos.
Creo que es una reunión de cientos de guerreros motivasdos para la matanza de musulmanes – constato a mi sire sin demasiado esfuerzo – Diría que es el momento perfecto para encontrar espadas con las que apoyar a la cristiandad en su sagrada misión de expulsar a los infieles de nuestros territorios. Estoy pensando en trabajar al lider de la orden para que me envíe a la ciudad de Venecia, donde puede que podamos atraer suficientes caballeros a nuestra causa.
Muy bien mi discípulo. Pero también es un choque de voluntades. Los clanes utilizaran este cruzado como tablero de batalla donde medir sus fuerzas. La eterna lucha entre hermanos también se verá presente. Tras unos segundos de reflexión tu sire agrega. No te daré ninguna orden expresa, actúa de la manera que consideres que más puede beneficiar al clan y al reino. Seguramente, lo que más nos beneficie sea que la cruzada se convierta en un éxito, de ese modo los infieles tendrán que destinar más esfuerzos en tierra santa en deprimente de la península.
No creo que tu prior sea ningún problema. Agrega finalmente.
Comenta si quieres hacer algo más antes de iniciar el viaje, o también, como planeas el viaje. También puedes seguir hablando con tu sire. Lo que consideres más oportuno, tampoco te alargues demasiado.
Así lo haré, maestro.
Conversaciones intrascendentes de rigor mediante, me dirijo a preparar mi viaje.
Normalmente estas órdenes solían enviar destacamentos de unos 25/30 hombres. Contando caballos, armaduras y demás impedimenta, necesitaremos un barco y un puerto principal. Por la época, supongo que saldríamos de Barcelona.
Yo viajaré en la bodega y saldré cada noche a pasear por cubierta, tratando de comer lo menos posible y alimentándome de lo que pueda pillar sin que me descubran.
Mandaré mensaje por delante para que nos guarden alojamiento en las cercanias de la Piazza San Marco. Se supone que en esta época era donde se alojaría un grupo de pobres caballeros cruzados.
También dejaré apalabrado el crédito en Barcelona para que cuando lleguemos a Venecia tengan ya noticia y disposición de nuestros fondos.
El barco encargado del viaje era una pequeña y maltrecha urca comprada con las donaciones de los nobles de la región y parte de los ahorros de la encomienda. La urca de un solo mástil, muy ancha en comparación con las pequeñas barcas de pesca y de 30 metros de eslora, había sido renombrada como “Santa María la Real”. El viaje duro varios meses, había que circunnavegar todos los estados italianos hasta llegar al mar Adriático. La duración del viaje también se alargó mucha más por las muchas aguadas que había que realizar en los diferentes puertos, el pequeño tamaño del barco impedía hacer largos trayectos antes de volver a parar. Y en cada puerto, uno o dos cruzados se unían al viaje.
Finalmente, la Santa María la Real llego al mar Adriático y tras atravesar el Lido por uno de sus múltiples canales llegasteis a la laguna de Vencía. En mitad de la laguna, una amalgama de islas naturales artificiales y naturales forman la serenísima ciudad de Venecia.
La noche y las brumas que subían del lago apenas permitía distinguir la forma de la ciudad, solo las luces de algunos de los edificios te permitía calcular el tamaño de la ciudad. La laguna estaba llena de barcos de diferentes formas y tamaños.
El destacamento que envía la encomienda es de unos 15 hombres (no es una misión prioritaria). Estos hombres te guardan cierta lealtad, pero no morirán luchando por ti o lucharan por ideas que no consideren coherentes. Tampoco los puedes usar como sirvientes, ya que no tienes puntos en Criado; ni como rebaño.
Mi visto bueno al resto de propuestas.
Una pequeña barca negra se acercó a la urca, en ella iban solo un hombre que hacía las veces de remero y de timonel. El hombre grito en una mezcla de latín, italiano y romance. ¿Alguien quiere ser llevado a la città? En el porto no hay sitio para más nave.
Me giro hacia mis compañeros.
Me acercaré a la ciudad a presentar mis respetos al dux - informo a mis compañeros mientras señalo las mercancías - Encargaos de todo y me reuniré con vosotros para el último rezo antes de laudes. Carlos - llamo a mi segundo y le pido que se acerque - quedas al cargo. Ocúpate de que todo esté preparado, todos los hombres acomodados y las armas revisadas. Esto es Venecia, pero no podemos suponer que sea territorio completamente amigo.
Sin más bajo a la barca armado solo con mi espada y mi cota de malla.
Llévame
En general concuerdo, aunque te recuerdo que lo de morir por los compañeros va en el código de caballería. XD
Claro, prego. Indico el hombre mientras acomodaba la barca al costado del barco. ¿Palazzo Ducal? Pregunto una vez te encontraste asentado en el fondo de la estrecha embarcación. Con mano hábil el marinero comenzó a maniobrar la barca hacia la ciudad mientras silbaba y tarareaba una pequeña copla.
La góndola, que era como se llamaba aquella curiosa embarcación, se encamino por uno de los dos canales principales de la ciudad, el canal de San Marco. El canal estaba atestado de barcas de muy diversos tamaños y boato. Había pequeñas embarcaciones de pescadores junto a grandes galeras con acabados repujados en pan de oro, o sobrios navíos mercantes junto a góndolas con doseles de seda. Los edificios que bordeaban el canal eran lujosos palacios de mármol sujetos sobre pilares de madera con sus propios embarcaderos.
El gondolero se acercó a uno de los embarcaderos, este no daba ninguno de los Palazzo si no a una gran plaza repleta de gente. Tras pagar al barquero, este se alejó dejándote libre para pasear por la Piazza de San Marcos donde se encontraba la Basílica de San Marcos y el Palacio Ducal.
Comienzas a caminar por la plaza cuando de repente una pequeña niña choca contra ti y cae al suelo. Parece haberse hecho daño pero presta se levanta y recoge las flores que se le han caído. Rápidamente, con ojos consumidos por el hambre y la falta de sueño, te ofrece una flor que coloca en tu abrigo y le tiende la mano en espera de una limosna. Prego...
Miro durante un instante a la campesina que me suplica limosna y pienso.
Acompáñame y te daré un poco de pan – le indico mientras sonrío –. Necesito a alguien que conozca un poco esta ciudad y que señale dónde puedo encontrar una taberna decente.
Y también algunas tiendas baratas para poder comprar víveres si se alarga nuestra estancia.
Si me guías como es debido comerás caliente esta noche – añado mientras espero a que me guíe hacia una taberna.
Puede que esta chica sea la primera pieza de mis movimientos por la ciudad.
Como no tengo claro si es una simple PNJ de adorno y escenario o realmente puedo sacarle provecho no sé si seguir, pero mi idea es ver si conoce a otros jóvenes de la ciudad y empezar a trabajarme unos “pajaritos” para, en el medio plazo, empezar a sacarles provecho por medio de la información.
Alumbrados por antorchas de pez y resina, que la humedad rodeaba de halos de luz difusa, la campesina comenzó su deambular. Después de cruzar la Piazza de San Marcos la chiquilla torció a la derecha, tomando una de las calles por las que mayor multitud deambulaba. Seguías a la niña que viva como un hurón: tres pasos por delante, sorteaba a la gente y empinándose en ocasiones sobre las puntas de sus desgastados zapatos para distinguirlo a lo lejos el rumbo. La calle hervía de gente como piojos en cabeza de soldado, era pasmoso el bullicio y la intensa vida que lo llenaban todo, la gente a pie y la extraña ausencia de coches, carrozas y caballerías.
La chica recorrió varias calles y puentes hasta llegar a la calle que los venecianos llaman de la Mandola, muy larga y animada; y antes de llegar al campo de San Ángelo, en un cruce de calles más estrechas, sumiéndose en las sombras que allí eran espesas la niña continuo su camino cruzando un estrecho puente y desaparecer al otro lado, bajo un soportal que cubría toda la calle, y en cuya embocadura una luz rojiza iluminaba, sobre una puerta en forma de arco.
La campesina insistió en que entrarais en el interior de la posada unas pocas sombras inmóviles en el contraluz de las velas: negras siluetas masculinas y femeninas sentadas en mesas y reservado. Sonaban susurros, risas contenidas, murmullos de conversación.
Bien - asiento mientras me interno en el lugar, aunque sin perder de vista mi arma.
Busco una mesa y me siento. Invito a la niña a hacer lo mismo y ordeno una escudilla de estofado, un buen trozo de pan y un vaso de vino caliente, este último para mí.
Y dime, pequeña. ¿Qué sabes hacer aparte de encontrar buenas tabernas? Siempre busco manos hábiles y mentes despiertas para recogerlas en el seno de la institución que represento.
Observo si mira interesada mi vaso.
No tengo claro que no sea una trampa, pero yo por si acaso te narro toda la escena y si me atacan ya voy repartiendo espadazos.
Al girarte no encuentras a la niña, esta ha desaparecido y solo quedas tú en la posada. Solo ante el alegre ambiente de la posada.
Cierro escena