Partida Rol por web

El infante se prepara para atacar al primero que se le lance. Mientras el marinero, con su cimitarra se sitúa al lado del jefe.

Plesel volvió a preguntar a los bichejos Pero qué os he hecho yo? Todavía podemos arreglar esto amistosamente...

En ese momento un grito desde el cielo a la izquierda y algo alejada de donde se encontraban resono en el aire.

¡Plesel, sube que te comen! - Era la inconfundible voz de la perturbada mente de Leanan.

Plesel se quedó de piedra... Leanan? Y miró en todas direcciones intentando encontrar el origen de la inconfundible voz... Pero sin dejar de observar de reojo a los bichejos...

Leanan está en lo alto de un árbol a poco más de 100 pasos a la izquierda de Plesel, con el camino más o menos libre. Está acompañada de Bergötaj, el dragonut noble, Lord Devirius, Ruwulf y uno de esos bichejos verdes a su lado dando saltos junto al perro de Leanan.

Parecen hacer señales desde los más de 100 pies de altura en uno de los árboles.

Plesel gritó con todas su fuerzasVamos! Replegémonos hacia ese árbol, allí están los nuestros... No hay ninguno de estos bichos por el medio... Yo abriré el camino!

Acto seguido comenzó a correr hacia el árbol blandiendo la daga de un lado a otro Seguidme!

Al acercarse hacia el árbol donde están subidos Leanan y los demás vislumbran una escalerilla en bastante mal estado, pero parece firme.

Las cosas verdes empiezan a correr tras los tres hombres, con aspecto cada vez más amenazante.

Comprobaré si la escalerilla está en buen estado Y si lo está allá vosotros con los bichos esos... Plesel comenzó a trepar pero, de alguna manera inexplicable, cayó dando con sus posaderas en el suelo contemplando el árbol con gesto de incredulidad...

Poco después comprendió lo sucedido, al subir con la daga había cortado una de las lianas transversales de la escalerilla. Por lo que su pie bajó al vacío aterrizando con sus posaderas, cuando el otro pie quedo enganchado en el tercer escalón.

Una risotada de los dos ahombres de "confianza" resonaron, al igual que los saltarines verdes que rieron a carcajadas. Mientras trataban de acercarse algo más lentos.

Los dos hombres se acercaron. Tratan de desenredar el pie del jefe como buenamente podían.

Vamos jefe, que ya llegan.

Plesel intentó desenredarse de la escalerilla, y mientras le explicaba al soldado "lo sucedido" Se ve que con el ímpetu de la carga la daga cortó la liana es que cuando yo cargo me enciego y... El pie, no sale y claro a veces al no ser consciente de mi fuerza y habilidad... El pie... Que no sale... Miró hacia atrás Y los bichos se acercan...

Al ver cómo los bichos se acercaban a toda velocidad y el pie seguía enganchado a Plesel le entró, aún más el pánico y comenzó a agitar, de manera un tanto cómica dada la postura, el pie atrapado... Lo cual dificultaba aún más los esfuerzos de sus hombres por liberarlo...

El infante escucha carreras de pies tras él y se gira para combatir la inminente lucha. El marinero, nada apto en el combate se dirige hacia la parte opuesta, para protegerse con el cuerpo de su jefe.

Tres de esso bichos se lanzan sobre el infante, uno de ellos muerde su pierna izquierda ala altura de la pantorrilla, a pesar de su golpe con el escudo, a esa altura no llega. El mordisco atraviesa su cota de cuero.

Las alimañas se lanzan sobre vosotros, dos sobre el Infante y una sobre el comerciante de pescado.

El infante ya más preparado se deshace de los bichos con un ágil juego de pies y golpeando a otra con el escudo.

Plesel observó el despliegue de sus hombres y pensó este marinero me recuerda a mí cuando era joven luego vio al bicho verde saltar sobre él e intentó esquivarlo como pudo...

Pero lo máximo que logró fue cubrirse la cara con los brazos y gritar A mí! A mí que me atacan!!!

La bestia se lanza sobre Plesel en su abdomen. Pero no logra superar la fuerte armadura de y cota de mallas interna.

Desde lo alto una voz muy conocida por Plesel resuena. Es la de Ruwulf, su fiel y joven sirviente.

¡Ya voy señor!

Mientras el infante se prepara para el ataque a los bichejos verdes que se acercan. De un hachazo aniquila a la primera bestia cortándola en dos. Con la segunda estocada lanza al aire su filo silbante.

Plesel meneó su arma delante suyo sin muchas esperanzas para intentar alejar al bicho que le había atacado

Una de las bestias que se ha acercado a PLesel entra en su radio de acción de la daga que porta, por lo que el comerciante tan valeroso como será en las crónicas que le recordarán, no acierta, una vez más, a dar en la piel verde del ser.

Tal era el ímpetu que dio a su estocada que al clavarse la hoja entre la hojarasca otoñal esta se unde incrustándose en una raíz de los enormes árboles circundantes, quedando atorada.

Con la palma de una mano al bicho más cercano y con el índice de la otra sañalando a la daga Plesel espetó visiblemente contrariado Vale, parad un momento bichejos! Esa daga me la regaló mi abuela! Esperad a que la saque tiene un gran valor sentimental! luego, apoyando una pierna en la inmensa raíz y sacando la lengua intentó sacar la daga...

AUMMMMMPFFFF!!

Pero sin éxito...