Partida Rol por web

Dos cosas acababan de suceder en simultáneo… a cual más sorprendente. Por una parte, de alguna forma que escapaba a su comprensión se había librado de un último garrazo por parte del bicharraco emplumado y, por otra, el susodicho al fin había tenido la deferencia de morirse. Todo ello seguido y sin posibilidad de intermedio. De hecho, aún se estaba intentando alzar del suelo tras recoger sus espadas cuando el mediano había decidido bendecir a Thazar Rho, bañándolo en agua bendita, asunto éste que, después de tanto golpe recibido a diestro y siniestro, se había transformado en la gota que colmaba el vaso: - ¡JA!... – Soltó, alto y claro, acompañando la expresión de un resoplido de satisfacción y alivio compartido con el resto.

Había sido impresionante verle caer, sus alas se habían agitado ligeramente, temblando en cierta forma, generando a su vez cierta brisa en el entorno que le había acompañado en su caída. Majestuoso y asombroso. Aquella especie de avechucho se había debatido insistentemente antes de desplomarse sobre el piso, exento ya de vida. Esto la llevó a plantearse que no dejaba de ser sorprendente la forma en que la muerte equiparaba a todos los individuos, independientemente de lo monstruosos que éstos fueran: - ¡Y aquí yace Thazar Rho, el ahora eterno aspirante a dios!… - Hizo una leve reverencia, inclinándose casualmente hacia el difunto para acabar hablándole al susodicho de tú a tú - ¡Caray, Thazar, las vueltas que da la vida!... – Contempló entonces de reojo el filo de sus espadas y después examinó uno a uno a sus compadres, mientras se apartaba el pelo de la cara y se restregaba los ojos con la manga del gabán.

Cada uno de ellos parecía haber recobrado de un plumazo su aire habitual, el mediano parloteaba, el bárbaro parecía estar asegurándose de que la bestezuela no se levantara de nuevo, era eso o bien que se quería hacer un abrigo con sus plumas y no sabía por dónde empezar, ya que aún continuaba atizándole golpetazos, el elfo analizaba la situación en silencio, el gnomo se sorprendía gratamente tras el devenir de los últimos acontecimientos, el semielfo les instaba a espabilarse y el clérigo se afanaba en recuperar a todos los componentes del equipo antes de que se transformasen en bosque.

- ¡Esto ha sido memorable, compadres!… - Porque ciertamente así había sido. Una amplia sonrisa le adornó el gesto, había que reconocer que entre todos resultaban un grupo de lo más pintoresco. Se enfundó las espadas y una vez más se estiró el camisote, mientras se planteaba lo acertado de esa última sugerencia a cerca de un buen descanso.

Aun perdidos entre las luces azules, el grupo se miró entre si y, de alguna manera se sintieron más unidos. Lo habían conseguido! habían matado a un demonio que aspiraba a ser un dios. Habían sobrevivivido

Un rápido vistazo al cadaver les hizo ver que Thazar no tenía ningún equipamiento. Solo sus poderes naturales. Estaba claro que, seguramente, en algun lugar de su propio plano tendría un refugio y sus pertenencias. Solo que que resultaba muy dificil orientarse. Todo eran destellos azulos. Valdría la pena internarse en el azul que los rodeaba para buscar ese posible refugio? Si lo hacían... podrían volver al plano material, el plano que conocían? Es más... ahora que Thazar no estaba presente... podrían volver a las grutas que fueron el vinculo entre planos

No había botín, excepto los restos del monstruo. Habría forma de volver?

Según la tensión iba descendiendo y se sentían de nuevo recuperados el grupo comenzó a fijarse en lo que les rodeaba, en tratar de orientarse y descubrir donde se encontraban o cómo lograría salir de aquel espacio donde habitaba su enemigo y de donde una vez muerto éste no tenían la certeza de si podrían retornar a las cavernas del mundo que consideraba propio.

El bárbaro fue el primero en darse cuenta de su actual situación y su semblante reflejó claramente su incomodidad y desasosiego, no gustaba del excesivo trato con la magia y mucho menos le gustaba la idea de tener que morar en aquel lugar influido y dirigido por fuerzas que escapaban totalmente a su mundano entendimiento. Rakas se giró buscando al mago, en quien confiaba pudiera sacarles de allí o al menos les diera una pista sobre como hacerlo.

- Echtlion espero que tengas algunas idea de como podemos salir de este nefasto lugar.

-¿Es cierto que los elfos tienen una especial habilidad a la hora de encontrar puertas secretas? Que te parece Ecthe si damos entre todos un rodeo a esta estancia intentando encontrar algún recóndito lugar?

Gliadel, obstinado como él solo, se niega a creer que están atrapados en aquel lugar donde el espacio y la luz se comportan de tan extraño modo. Nada le hace pensar que las cosas hayan podido cambiar de cara a volver a casa tras la muerte del monstruo. Según las enseñanzas aprendidas de su maestro Galezas: quien tiene la voluntad tiene la fuerza. Y ya habían demostrado en anteriores ocasiones tener la voluntad suficientemente firme para poder salir de ese lugar ¿Por qué iba a ser distinto ahora?

Una vez más, las palabras del mediano, a pesar de su tono sencillo y humilde, le parecen cargadas de sabiduría. - Si. No podemos marcharnos de aquí con sombras de duda acerca de nuestra empresa en este plano. Los designios de Pelor nos trajeron hasta aquí para salvar al mundo de una gran amenaza, y no pienso abandonar este lugar hasta estar seguro de haberlo hecho.

El mago miró en todas direcciones contemplando las luces que los rodeaban ante las palabras del bárbaro. -Pues la verdad, es que tampoco tengo mucha idea de como salir de aquí, en este caso creo que todos estamos en las mismas condiciones, lo único que se me ocurre es que si tubimos que dejarnos llevar por las luces para llegar aquí tal vez ahora tengamos que resistirnos a ellas-. El mago intentó recordar la estancia en la que habían entrado antes de dejarse llevar por las luces, intentando visualizarse a si mismo y a los demás en ella.

Repentinamente y tras sus palabras dejaron de ver al mago. En un momento estaba allí y al siguiente no lo estaba. Simplemente había desaparecido.

Tras concentrarse un momento el mago volvió al mundo real. A su alrededor fue capaz de ver a sus compañeros que, aparentemente no lo veían. Simplemente se movían entre las luces que, ahora, se veía claramente que recorrían las paredes de la enorme caverna donde se encontraba.

¡Ja! ¡me leyó el pensamiento! - gritó Gliriel cuando desapareció el mago - ¡era obvio!
Se acercó a Kuznak y lo miró mientras le acariciaba la cabeza.
Kuznak... Uh. Me gustaría hacer que entiendas que para salir de aqui debes hacer fuerza con la cabeza, debes pensar, que las luces son MALAS, y no son de nuestro mundo. Y nosotros no somos de su mundo, debemos separarnos de ellas para volver al mundo al que pertenecemos. - el perro lo miraba con la cabeza levemente girada hacia un costado y con la lengua hacia afuera, jadeando.

Así, mira. Espero que me sigas. -cerró los ojos y agachó la cabeza.

Tras el mago, el que desapareció fue el druida, para desesperación de su perro que comenzó a mirar a su alrededor, buscando a su amo, gruñendo y olfateando a su alrededor, sin entender como podía ser que lo habían dejado solo.

Al mirar a su alrededor pudieron observar los muros de luces, aunque esta vez las luces parecían un poco menos brillantes, más apagadas. Cerca de ellos el resto del grupo miraba a su alrededor, intentando entender, seguramente, que había pasado con quienes no estaban más con ellos.

Entre los más desorientados, Kuznak parecía el más preocupado, mirando a su alrededor y olfateando y gruñendo, sin entender como podía ser que su amigo lo hubiera abandonado.

Rakas no terminó de comprender lo que decían aunque intuía a que se referían mago y druida, lo que le sorprendió fue ver como Gliriel dejaba a su perro que igualmente extrañado miraba a un lado y otro olfateando en busca de su amo.

- Y ahora, ¿qué hacemos con el perro?

Fue lo único que se le ocurrió preguntar, el animal claramente se estaba poniendo nervioso y el bárbaro entendía que si todos desaparecían volviendo al mundo físico, Kuznak acabaría por volverse loco. Acercándose a este rascó su cogote tratando de tranquilizar al perro, que se centrara en las caricias para luego tratar de que se resistiera de alguna forma a aquella enajenación por la que se veían afectados para residir en aquel plano. Lógicamente el bárbaro no pensaba en estos términos si no en otros más simples que quizás le ayudaran con la mascota del druida.

- Calma amigo, vamos a buscar a nuestro compañero. Busca, vamos, busca a Gliriel, busca.

No las tenía todas consigo, pero esperaba que el perro al no encontrar a su amo decidiera buscar en otros planos, seguir su rastro hacía otro lugar. Rakas aguanto hasta ver si Kuznak lo lograba o se quedaba de nuevo con ellos.

El personal había empezado a desaparecer como si de repente la nada más absoluta se los estuviera tragando en medio de sus intervenciones. Sus compadres parecían ir recuperando la “consciencia” y borrándose de aquel mundo en el que pretendía reinar Thazar Rho para suscribirse de nuevo a aquel del que procedían. De hecho, la nada, sí, esa nada anteriormente mencionada, ya había conseguido engullir a dos, de manera que había que espabilarse y reinvertir el proceso, esta vez resistiéndose a las luces. ¡Cómo si fuera tan fácil! Sobre todo, por la cantidad de cosas que se le estaban pasando por la cabeza, entre ellas, la siguiente pregunta: ¿cómo resultaría ser el resto de aquel mundo semi azulado?... Una vez más la curiosidad gravitaba de nuevo en su estómago, intentando devorarla ávidamente.

Sin embargo, motivada por los más recientes acontecimientos, se acercó entonces al bárbaro, que se hallaba calmando a Kurzak: - Igual se le puede ayudar desde el otro lado… - argumentó, mientras contemplaba al cánido olisqueando nerviosamente el aire en su entorno - No sé… me refiero a intentar espabilarlo desde allí… - Allí, aquí… últimamente con tanta lucecita las conversaciones se estaban haciendo bastante liosas – quizás llamándole desde donde provenimos venga a su amo… - Se encogió de hombros, pero la verdad era que le había venido a la mente la imagen de algún que otro compañero zarandeando al prójimo en ocasiones anteriores con idea de ayudarle a regresar al mundo “real” – Voy a probar…

Acto seguido, cerró los ojos, apretó los puños e intentó con todas sus fuerzas centrarse en regresar… o lo que fuera, sabía que no podía permitir que sus pensamientos bulleran a placer, ya que entonces aquello podía acabar resultando aún más complicado de lo que en sí ya era.

Arza tenía claro que sería el último en irse del plano de las lineas azules, después de todo con el tiempo que ya había pasado si no les habían atacado desde el otro lado no había prisa; y quería asegurarse de poder llevarse al perro al otro plano.
Si lo sacamos sin más de la habitación, ¿el perro volvería en si?
La pregunta era para los que más podrían saber de estas cosas, y por ello la había echo en voz alta; entre todos seguramente podrían llegar a una solución.

Rakas negó con la cabeza, aquello no parecía tan sencillo y el perro no terminaba de calmarse, si incluso ellos tenían problemas para volver, no quería imaginar los que podía encontrar el animal totalmente ajeno a lo que sucedía para retornar con su amo.

- Lo mejor es ir a por Gliriel y decirle que venga a por su perro.

Dicho y hecho, el bárbaro frunció el ceño sobremanera y busco en su cabeza el recuerdo de la sala donde se encontraban antes de dejarse llevar a aquel plano, para él era como retornar de un sueño intranquilo, despertar a una especie de duermevela, igualmente sobresaltado al volver a ver las piedras que formaban la estancia aunque aun cubiertas por las brumas del sueño, por aquellos reflejos azulados.

Menzo permanecía expectante ante la nueva situación y no sin cierta preocupación en su rostro por su cabra. Aquel perro desorientado buscando a su amo... la Sra Restos no sabía ni si quiera olisquear como aquel perro y si Kurnak no conseguía encontrar el rastro de su amo ¿cómo diantres lo haría una cabra? -Piensa Menzo, piensa... Si los animales fueron capaces de dejarse llevar por las luces, deberían poder intentar resistirse. Se subió a los lomos de su animal y le tapó los ojos con sus propias manos.

-¡Ya está Rakas...TAPALE LOS OJOS!

El método del explorador pareció dar resultado. La cabra desapareció bajo su cuerpo y Menzo sintió que caia al piso de luces. Sin embargo no se hizo daño. De hecho no cayó, simplemente permaneció sobre las luces que, por alguna extraña coincidencia le permitieron quedarse a horcajadas sobre ellas

La mitad del grupo permaneció entre las luces azules mientras el resto los observaba extrañados desde la seguridad que les transmitía una pared de... ¿luces azules? O quizás era roca? Bajo el destello de las luces, por primera vez, comenzaron a distinguir un fondo rocoso que, seguramente, correspondía a las paredes originales del lugar.

Sería que la conjunción de planos se estaba desvaneciendo?