Partida Rol por web

Melhi giraba la cabeza para mirar a Zaina y a Siobhan, según le daban aquellas instrucciones, y asintió. Cerró los ojos una vez más y pudieron ver cómo murmuraba. Entonces, al vovler a abrir los ojos, comenzó a revolotear nerviosa.

- ¡Es ella, no hay duda! Sabe nuestros nombres, y lo del Hada anciana en el bosque... ¡es Kolda!

Aleteó con rapidez, mientras balbuceaba y se atascaba, como si quisiera decir muchas cosas a la vez.

- Están cerca, están en las alcantarillas -explicó-. Venían hacia la Clínica, pero no han podido entrar. Dicen que la Clínica está... que está rodeada de Hadas. Cientos de ellas...

Y aunque Melhi ya era blanca como un folio de papel, casi pareció palidecer aún más. Miró nerviosa a los niños.

- ¿Qué vamos a hacer? Si están ahí fuera vigilando, no podremos salir. Además, tenemos que intentar reunirnos con Kolda y con John...

Justo cuando Melhi dijo aquello, pudieron oír a lo lejos un sonido de cristales que se rompían. ¿Habrían conseguido las Hadas romper alguna ventana...?

Lo que estaba claro era que, ahora que sabían dónde estaban Kolda y John, quizá fuera hora de ir pensando un plan para despistar a las Hadas que les acechaban y poder reunirse con ellos. Si era cierto que la Clínica estaba rodeada por todas esas Hadas y conseguían abrirse paso hasta donde estaban, su suerte estaba echada...

Me saqué de nuevo la gorra de la cabeza, dispuesta a invocar todos los vientos posibles para barrer a cuantas más hadas mejor, como ya había hecho en otras ocasiones.

-Preparáos por si han entrado.. ¡y tenemos que pensau un plan de rescate!

La alegría del momento, se difumina en el aire y el miedo se apodera de ella al saber que las hadas han rodeado la clínica. Se arrima a Robert y se coge a su chaqueta. Si las hadas consiguen entrar y llegar hasta ellos, están perdidos. No hay forma de que consigan deshacerse de tantas hadas malas. 

-Si... si están en las alcantarillas... la puerta del final del pasillo lleva al desagüe... quizá podamos huir por ahí...

–¡Puede que ese ruido sea que han muerto muchas!– dijo Zaina esperanzada y pensando en los cristalitos. La niña se haía lvidado por completo de los papeles y se tiraba del pelo de puro nervio, deshaciendo los rizos y dejando que volviesen a su posición original. De prontó se encontró con que se había arrancado un mechón. Tenía que tranquilizarse ¡o se quedaría calva!–Kate tiene razón. Podemos ir por allí, y si no funciona, Melhi que es pequeña, puede colarse por algún lavabo. Solo tendríamos que quitar el hierro, si es que lo tiene.

La niña pensaba en los sumideros de su caravana, que no tenían filtro. Más de una vez había perdido algún pequeño tesoro como una piedrecita o una concha al intentar lavarlo, hasta que había aprendido a poner el tapon y sumergirlo, en lugar de lavarlo bajo el chorro. También había visto que en más sitios lo tenían así. Quizás el hospital fuese uno de esos sitios. Y sí no lo era, podían arrancarlo. Pero en el fondo, esperaba que no tuviesen que llegar a eso. Aunque sabía que Melhi podía lograrlo, estaba claro que lo pasaría muy mal.

- ¿Quereis meter... meteros por el váter? - dijo Ander con la boca muy abierta... ¿Eso podría hacerse? El niño parecía muy confundido, no solo por eso, sino por no encontrar nada en los papales. Si le hubieran preguntado el apellido al niño, ya lo hubieran encontrado.

Al escuchar la sugerencia de Kate, Robert asintió con la cabeza.

- Es verdad... puede que por ahí podamos llegar a las alcantarillas -dijo.

Pero luego pareció titubear un momento y puso una cara de desagrado bastante explícita.

- Pero... va a ser un asco... -murmuró-. Y como las Hadas nos sigan hasta ahí, no les va a costar nada acorralarnos...

A Siobhan, que ya no le quedaban uñas que morder y había seguido con los dedos, dio un salto, asusta al oír los cristales romperse. Uno de sus dedos sangraba y la niña se limpió la sangre en la pierna del chandal, pero al cabo de unos pocos segundos, se había llevado la mano a la boca otra vez, ignorando el dolor que pudiera sentir e incluso el leve sangrado.

Frunció el ceño. ¿Meterse en las alcantarillas? ¿Estaban en las alcantarillas? ¿Cómo se habían metido allí? ¿John no se supone que estaba dormido? Se rascó la cabeza, confundida y su cara pasó a ser de asco ante la idea de alcantarillas, agua sucia, mal olor y... ratas. 

¡Esperen! ¿Ratas? Parpadeó y llenó los pulmones de aire, ahogando una exclamación de sorpresa por la idea que se le acababa de ocurrir. 

─¿Y si nos convertimos en ratas? ─propuso alzando la voz apenas lo justo. Odiaba a las ratas, odiaba a cualquier cosa que se les pareciera, les tenía miedo y asco, mucho asco, pero las ratas vivían en las alcantarillas y podían meterse por cualquier sitio. Tal vez no eran capaces de volar pero sí que eran capaces de escalar en casi cualquier parte.

─Si podemos hacer que nos salga luz de las manos o que Ander dispare rayos con su pistola... ¿podemos convertirnos en una rata o no? Las ratas viven en las alcantarillas, son rápidas, muy rápidas ─de sólo acordarse cómo eran y lo rápido que se movían sintió un escalofrío─ y nos podemos mover igual de fácil que ellas.

Mientras los chicos hablaban, pasaron un par de minutos... pero no apareció ningún Hada. Quizá aún tuviesen algo de tiempo.

Melhi se asomó por el hueco de la puerta, y escrutó el sótano a la tenue luz que ella misma emitía.

- Parece que la puerta de las escaleras por las que bajamos sigue cerrada -dijo, fijándose en la entrada que se había cerrado de un portazo tras ellos, poco antes de la lucha que habían sostenido-. No sé si las otras Hadas podrán abrirla, yo no creo que pudiera... Pero no sé lo que podrá hacer la Reina. Y además, ya no estoy muy segura de lo que somos capaces...

Se miró las palmas de las manos y quedó claro que se refería a sus recién descubiertos poderes. Lo de poder conectar su mente con la de Kolda la había dejado de una pieza.

- ¿Qué hacemos? ¿Intentamos salir por arriba y buscar a Kolda y John desde la calle o probamos por la puerta que pone "desagüe"?

Robert se sorprendió ante la sugerencia de Siobhan. ¿Convertirse en ratas? Una cosa era saber que tenían poderes especiales, pero aquello le sonaba demasiado fuerte. Aunque si Ander había sido capaz de convertir su pistola de juguete en poco menos que un cañón iónico digno de la Guerra de las Galaxias y Melhi podía usar la telepatía...

- Bueno... -titubeó-. Vosotras sois las que sabéis usar los poderes, ¿no...? Podríais intentarlo a ver si os sale.

Aunque por mucho que dijera, le costaba creer que algo así fuera posible. Luego miró a Melhi, pero no supo qué decir. La idea de bajar a las alcantarillas seguía sin gustarle nada. No quería meterse en un sitio aún más profundo, oscuro y húmedo que aquél sótano...

¿Convertirse en animal? Aquello era raro...y ella sabía de ser rara, pero...era demasiado raro. Además, tenía riesgos más grandes que bajar normalmente.

–Pero si lo lográsemos no podríamos volver a trasformarnos– respondio la niña–  Como en el cuento ese que me dejasteis el verano pasado, ese de las brujas que convierten a un niño en raton y luego él y su abuela matan a todos en un hotel. Además, no podrían reconocernos. ¿Y si probamos primero por la puerta que dice Kate?

-En el baño, la abertura del desagüe no es el baño.. de todos modos tal vez haya alguna ventana al exterior. Aquí todos somos pequeños y podríamos caber.. Miremos el baño a ver qué hay, ¡Rápido!

La idea de transformarnos, de todos modos, habría que estudiarla. Quizás si uno de nosotros se transforma en algo con la ayuda de los demás y los demás pudiesen ayudarlo a volver a ser una persona después, es algo que nos sería muy útil. Me imaginé ser un águila en medio de las hadas malas, zurrándoles con mi pico y mis garras.. Sería un puntazo. Tendríamos que probar eso, pero ahora no era el mejor momento para hacer experimentos. Mejor ir a lo seguro.

-Tenemos que darnos prisa...

Mira hacia el pasillo... temiendo que las hadas malvadas entren de golpe y no puedan huir de ahí. Quizá hayan acabado con un par, pero ¡son tantas!

-Podríamos hacer ver que la puerta está cerrada y no sabrán que nos hemos escapado por ahí...

Tira de Robert, como si fuese su protector, cuando comienza a caminar. 

Justo cuando Kate empezó a tirar de Robert hacia la puerta del desagüe, todos se quedaron paralizados. Se miraron unos a otros, seguros de que los demás también lo habían oído.

Al otro lado de aquella puerta se había escuchado un ruido, atenuado tal vez... pero no les cupo ninguna duda de que había alguien o algo al otro lado.

Zaina levantó la cabeza como un perrillo de las praderas cuando escuchó el ruido...¿Sería posible que fuese el niño? ¿O sería una de aquellas terribles haditas? Pero los ruidos de cristales... Podía ser tanto lo uno como lo otro ¿no?. La niña estiró el cuello, inclinando la cabeza en sentido opuesto a la dirección a la puerta como si así alcanzase a oír mejor...aunque era evidente que no.

–Shhh– dijo llevandose el dedo a la boca – vamos...abrid la puerta despacio...si son hadas las achicharraré.

La niña se puso al lado del borde de la puerta y agitó el spray con fuerza haciendo que sonase un tintineo parecido al de un montón de dientes metidos dentro de una lata. Agachada junto a la puerta encendió el mechero. Lo primero que vería, quien fuese que estuviese al otro lado sería la llamita del mechero...y si era un hada mala, apretaría sin dudar el spray. ¡Aquello olería como las barbacoas de verano, cuando los mosquitos se estrellaban en las trampas!

Ander dió un paso adelante, era el más pequeño pero ya habia demostrado de lo que era capaz. Desde luego, era un poco imprudente, pero valentía no le faltaba al chaval.

Hizo un gesto afirmativo a Zaina, si podía ayudar lo haría, no quería que la chica se viese sola ante el peligro.

También yo me concentré en mi viento, preparada para una invasión de haditas malignas que quisiesen hacernos daño. Me aseguré de que mi gorra apuntaba hacia la puerta, y la sujeté con las dos manos como si fuese un volante.

Me estabilicé en ambos pies como preparándome para una embestida, y mi corazón latía a una velocidad insospechada. Seguro que hasta sudaba y todo, pero me daba igual. Era mayor el enfado que tenía con esos bichos que las ganas de descansar.

Mis abuelos aún seguían en sus manos, y eso no lo olvidaré ni perdonaré nunca.

Robert tragó saliva. Seguía sin gustarle tener que bajar ahí... pero todos estaban tan dispuestos que hubiese sido aún peor negarse. ¡Si hasta Ander, al que sacaba más de una cabeza, había sido el primero en colocarse junto a Zaina!

- Vale -dijo, intentando que su voz sonase firme-. Vamos allá...

Avanzó hasta la puerta, con Kate aún cogida de su brazo, y agarró la manija. Miró al resto, para confirmar que estaban preparados, y giró la muñeca. La puerta no estaba bloqueada, y se abrió con un leve chirrido...