Le extraña que con todos esos enemigos, Siobhan haya dejado solo a John para proteger a Zaina y a Jess. La verdad es que sigue sin fiarse ni un pelo de todo eso porque para ella no es algo normal. Al fin y al cabo, John está herido, si no recuerda mal. Mira a Robert sin saber si contarle lo del hada o no. Al fin y al cabo, Siobhan se puso hecha un basilisco cuando mencionó que podía escuchar a un hada que parecía buena.
-Pues... abrirlos. ¿Qué se puede hacer con ellos? Ahora que somos más, podemos abrir más a la vez y será más rápido.
Robert asintió a las palabras de Kate y se agachó para abrir el siguiente baúl.
—Vamos, Siobhan —dijo—. Ayúdanos y encontraremos antes a esa Hada nueva.
Siobhan miró a Kolda y a Melhi, y después suspiró y se encogió de hombros, resignándose al parecer a hacer lo que Kate y Robert decían.
—Vale... no me fío un pelo de esto, pero supongo que no hay más remedio.
Se agachó a su vez y con esfuerzo, abrió otro de los baúles. Ahogó un grito al ver el abismo negro que había dentro de ese baúl, pero no dijo nada. Sólo frunció el ceño con extrañeza y fastidio. Estaba harta de ese mundo donde pasaban todas esas cosas siniestras.
—Aquí no hay nada...
Se quedó un momento en silencio y su rostro pasó del fastidio a la confusión.
—¿Oís eso...? —preguntó, acercando una oreja al baúl—. Son... voces. Y... me suenan mucho.
Escuchó con atención durante un instante, y luego abrió mucho los ojos.
—¡Es Jess! ¡Es la voz de Jess!
Los tres niños y las dos Hadas se agolparon alrededor del baúl que Siobhan acababa de abrir. En efecto, las voces lejanas que habían escuchado en el otro baúl, se podían oír tambien en este, pero con más claridad. Y no había duda de que Jess estaba hablando al otro lado, o al menos era su voz la que oían en la distancia.
—¡Oye, tú! —decía la niña rubia—. ¿Qué es... sentido? ¿Que... mal? Es cosa... ¿verdad?
No podían distinguir con claridad todas las palabras, pero cuando estaban intentándolo, se escuchó la voz de Zaina.
—Tenemos que... ahora mismo. Y parece que... ningún trato. ¿Se os ocurre...? La salida que... pero somos cuatro. Las... estaciones, o direcciones...
Hubo un momento de silencio, y después volvió a oírse a Jess.
—No me importa, ¿me has oído? Anette es... ahora. Si alguien... con nosotros.
-Parece que en este baúl se escucha mejor. Antes también hemos oído sus voces, pero no se escuchaban bien - dice mientras se acerca a escuchar.
Parece que Jess y Zaina están discutiendo algo. Mira el siguiente baúl y se pregunta si podrán escucharlas mejor si lo abren. Siente curiosidad por saber lo que han descubierto. Al fin y al cabo, parece algo importante. Quizá ir a la casa no ha sido tan mala idea al final.
Se acerca al siguiente baúl y se prepara para abrirlo.
Al abrir el siguiente baúl, los chicos se agacharon casi inmediatamente sobre él para comprobar qué pasaba. Y pudieron oír una vez más, las voces de sus compañeros, pero esta vez con mucha más claridad. Además, en aquella ocasión, no sólo les escucharon... ¡si no que les vieron!
Zaina, Jess, Ander y Anette estaban justo debajo de donde estaban ellos, a unos ocho metros de distancia, como si estuvieran viéndoles desde un tragaluz, y se alumbraban con la luz de una pequeña cerilla. La gitanilla estaba hablando en aquél momento.
—Como cuando jugamos al parchís en casa de alguien que juega diferente —decía—. Aunque creemos que es así, jugamos. ¿De acuerdo? Creo que podemos salir... o por lo menos encontrar la salida.
Nada más decir aquello, Jess asintió con fuerza.
—¡Cuenta conmigo! —respondió la niña rubia.
Quedaba claro que estaban hablando de buscar una salida de aquél lugar tan oscuro en el que se encontraban.
A Siobhan se le iluminó el rostro nada más ver a sus tres compañeros ahí abajo.
—¡Son ellos! —exclamó—. ¡Están ahí, les hemos encontrado!
El corazón de la niña latía con fuerza ante la perspectiva de lograr reunirse todos otra vez. Pero por mucho que les estuvieran viendo, todavía no estaban juntos...
—¿Creéis que podrán oírnos igual que nosotros a ellos?
Mientras Siobhan hablaba, sus compañeros parecieron darse cuenta de que les estaban viendo desde arriba, porque Ander dejó oír su voz infantil con un grito.
—¡HOOOOLAAAAA! —dijo el pequeño. ¿Les habría reconocido?
Pero Zaina no reaccionó tan bien como Ander. Se colocó delante de Anette para protegerla, mientras miraba al niño con desconfianza.
—¿Qué has hecho? —preguntó la gitanilla—. ¿Los has traído tú? ¿Quiénes son?
¿Puede verlos? Mira hacia Ander que parece que les ha reconocido. O quizá es solo como en esas películas en las que la otra persona mira hacia donde está uno de los personajes y parece que le está mirando, pero en realidad está mirando a otra cosa que ha aparecido en su dirección. Pero no está de más probar a saludar.
-¡Hola! ¿¡Estáis bien!?
Así también puede comprobar si pueden escuchar o no.