NUNCA SIGAS A LAS HADAS...
Conocido por ser un enclave de larga tradición indígena, el pueblecito canadiense de Noxville, cerca de la frontera con Estados Unidos, tiene muchas leyendas muy antiguas. Una de ellas, tan vieja que nadie recuerda su origen, habla de las luces que aparecen de vez en cuando en los bosques de altísimos abetos que rodean el pueblo. Son luces pequeñas y titilantes que los adultos casi nunca pueden ver, y si lo hacen siempre las olvidan con rapidez. Pero en ciertas ocasiones, los niños las ven muy claramente. Y cuando eso ocurre, suceden cosas terribles. La última vez, fue durante el verano de 1994.
El 27 de julio de ese año tres niños, Coram, George y Daniel; y tres niñas, Jessica, Zaina y Siobhan se vieron sobrenaturalmente atraídos por las luces que brillaban entre los troncos. Las siguieron hasta la espesura y se perdieron. Pasaron toda la noche en el bosque hasta que fueron finalmente encontrados al poco de haber amanecido el día 28, cerca de una cabaña que se creía abandonada. Pero eso no fue lo peor, ya que los agentes de policía que los rescataron tuvieron que abatir con varios disparos a un hombre que estaba atacando a los pequeños, e incluso hirió a varios de ellos con útiles de caza. La identidad del agresor jamás se esclareció. Pero esa era sólo la parte menos extraña, ya que algunos de ellos tenían marcas y heridas de mordiscos cuyo origen no se pudo identificar. Y aún más intrigante resultó el hecho de que además de estas lesiones, los pequeños presentaran signos de haber pasado varias horas sometidos a una temperatura muy baja, casi rozando en dos casos la hipotermia, a pesar de que aquella noche de verano la temperatura no había bajado de los 14 grados centígrados.
Perplejos ante estos hechos, los responsables de las autoridades de Noxville preguntaron a los niños qué les había pasado, pero la historia que refirieron no fue creída por prácticamente nadie, con la excepción de algunos ancianos de la zona que dijeron haber oído cosas parecidas durante su vida. Desanimados, los seis chiquillos decidieron no volver a hablar del tema con nadie y tratar de olvidarlo por completo.
Lo que les ocurrió esa noche a aquellos seis niños fue muy distinto de lo que constó finalmente en el informe oficial. Tras haberse perdido en el bosque y según la luz del día declinaba, los pequeños pudieron notar cómo la temperatura bajaba hasta alcanzar un frío anormal para aquella época del año, además de ver cómo el suelo del bosque quedaba cubierto por una espesa neblina que apenas les permitía ver por dónde pisaban. Asustados, trataron de regresar al pueblo, pero lo que encontraron fue unas extrañas criaturas voladoras con forma femenina, de color blanco y mirada inquietante. Aquél fue el primer encuentro de los pequeños con las Hadas, que les ofrecieron llevarles a la salida del bosque. Reticentes, las siguieron hasta alcanzar una cabaña de cazador que se encontraba entre los árboles, pero pronto se dieron cuenta de que las intenciones de aquellos seres no eran buenas, y que trataban de atraerles al interior de la construcción utilizando como cebo el argumento de que era la salida. Pero el frío del exterior y el olor a comida que venía de la cabaña acabó por hacer que terminaran entrando.
Una vez allí, se vieron atrapados por lo que parecía ser una criatura enorme que procedía de la espesura. Era lo que las Hadas llamaban con reverencia “el Espectro”. Los niños consiguieron encerrarse en el interior de la cabaña, impidiendo que aquella cosa entrara, mientras la criatura cargaba contra el edificio y lo hacía temblar y estremecerse. Fuera, un enjambre de cientos de Hadas entonaba una canción espantosa que parecía animar al Espectro a acabar con los niños. Tratando de alejarse de aquél monstruo, los pequeños huyeron al desván... solo para descubrir que aquella casa era por dentro mucho más grande de lo que parecía por fuera y que por mucho que subieran siempre se encontraban en una habitación idéntica a la anterior.
Atrapados, los pequeños tuvieron que enfrentarse a varias de las Hadas que les habían llevado hasta allí. En mitad de la lucha, descubrieron sorprendidos que podían realizar acciones que parecían sobrenaturales, y lograron salir con vida del enfrentamiento. También encontraron unos baúles extraños que contenían lo que parecían ser los espíritus de todos los niños que se habían perdido y habían muerto en aquél bosque durante generaciones, atraídos por las Hadas malvadas y la criatura horrible que ahora amenazaba con acabar también con ellos. Al abrir uno de aquellos baúles, lograron liberar a un Hada que no era como el resto, si no que había sido encerrada por rebelarse y tratar de ayudar a otros niños en el pasado. Así descubrieron que no sólo existen Hadas malas, y juntos trazaron un plan para tratar de salir de allí con vida.
Logrando salir de la cabaña, se encontraron por fin en el exterior y buscaron una salida que según el Hada buena, debía estar cerca. Mientras los espíritus de los niños, ahora liberados de su prisión, entretenían al Espectro, un Hada anciana e invisible les indicó que si se enfrentaban a él y lo mataban, liberarían definitivamente a los espíritus de los niños que estaban atrapados en la cabaña y con ello mermarían mucho el poder maligno que infestaba el bosque. Decididos a hacerlo, Coram, Jessica, George, Zaina, Siobhan y Daniel se concentraron en sus recién descubiertos poderes y se enfrentaron al Espectro en una batalla de la que dependían sus vidas, mientras el bosque se iluminaba con una luz rojiza y se llenaba de Hadas que cantaban aquella macabra canción.
Haciendo uso de sus poderes, los seis pequeños lucharon contra la oscura criatura, que logró herir de gravedad a Daniel y estuvo a punto de decapitar a Zaina, haciéndole un profundo corte en el cuello. Pero por fin lograron entretenerlo el tiempo suficiente para que se hiciera de día y la policía de Noxville llegara justo en aquél instante, abatiendo a tiros al Espectro, que en ese momento adquirió el aspecto de un hombre de melena y barba encrespadas, cubierto por un abrigo de piel mugriento, con cuchillos en lugar de garras. Las Hadas se habían convertido en algo que parecían ser bombillas rotas y húmedas, pero los seis niños sabían muy bien lo que habían visto aquella noche, y no se parecía en nada a lo que ahora yacía muerto en el suelo.
Aquél fue el final de la pesadilla... al menos por entonces. El grupo se separó en los meses siguientes. Zaina, que era de etnia gitana, abandonó Noxville junto a su familia. Coram, Daniel y George se mudaron también a otros lugares. Pero Jessica y Siobhan permanecieron en el pueblo, y algunos trataron de mantener el contacto entre sí por medio de cartas que se enviaban cada poco tiempo. Los meses pasaron y poco a poco, fueron superando aquel horrible episodio. Pero la calma no duraría demasiado...
Cuando había pasado casi un año, las cosas volvieron a torcerse. Tanto Zaina en su caravana como Jessica y Siobhan en el pueblo, empezaron a tener sueños macabros en los que revivían los sucesos del bosque un año antes. Y no eran las únicas que soñaban con las Hadas. Varios niños y niñas de Noxville también empezaron a tener esos sueños. Robert, Kate y Andrew (al que todos llamaban Ander) se despertaban sobresaltados tras soñar con luces rojas que susurraban sus nombres. Era el aviso de que un nuevo terror se aproximaba...
Todo empezó el 22 de junio de 1995. Zaina llegó con su familia a Noxville y se reencontró enseguida con Jessica y Siobhan. Pero la alegría duró poco, pues enseguida empezaron a darse signos de que había Hadas en el pueblo. Aquella misma mañana, Ander, Robert y Kate siguieron a una luz que había pasado como una exhalación entre varias casas, y fue así como conocieron a Zaina, Jessica y Siobhan, que habían visto algo parecido. Cuando les contaron lo que habían visto, las tres chicas se alarmaron y trataron de convencer a los demás niños de que se alejaran de esas luces. Esa misma mañana, los seis vieron a una de las Hadas, que se burló de ellos y les aseguró que ya no era necesario que la siguieran hasta el bosque, pues el Sendero Rojo acababa de abrirse. Ante la amenaza, los seis pequeños decidieron regresar a casa.
Aquella noche, todos tuvieron pesadillas espantosas, mucho peores que en los días anteriores. Se despertaron en mitad de la noche y, para su horror, se dieron cuenta de que sus casas estaban vacías y ellos estaban solos. Y no sólo eso, si no que además Noxville estaba siendo azotado por una tormenta, hacía un frío terrible para ser verano... y todo el cielo estaba lleno por un enjambre de miles de Hadas que cantaban. Horrorizados, todos ellos buscaron respuestas como pudieron, pero las Hadas les atacaron a casi todos y tuvieron que buscar lugares seguros. En el transcurso de la lluviosa noche, los seis se fueron reuniendo tras avanzar como pudieron por las calles desiertas de Noxville, pasando un miedo y un frío terribles, y terminaron por llegar al campamento de la familia de Zaina. Allí, la gitanilla les reveló algo sorprendente. El Hada buena que habían liberado un año atrás del baúl en la cabaña del Espectro había vuelto, y ahora sabía más cosas sobre aquella maldición. Zaina le había puesto por nombre Kolda, y junto a otras compañeras (entre las que había una a la que después llamaron Melhi), había acudido para intentar ayudarles.
Sin perder un segundo, Kolda les contó lo que había averiguado. Empezó explicando que todos los niños tenían una poderosa imaginación, y que en las circunstancias adecuadas, algunos incluso podían llegar a manifestar cosas cuando soñaban. En Noxville había un niño al que le encantaban los libros, un niño que tenía un poder soñador enorme, y que en cierta ocasión leyó una historia sobre hadas del bosque que le cautivó hasta tal punto que soñó con ella toda la noche. Pero en aquellos bosques habitaba una entidad antiquísima y terriblemente maligna, llamada simplemente La Oscuridad. Tenía la capacidad de poseer mentes y seres, y era el responsable de haber convertido a un cazador solitario que vivía en el bosque en el Espectro al que las niñas se habían enfrentado hacía un año. Pero antes de eso, había poseído la mente del niño que había soñado con las hadas, pervirtiendo el sueño y creando las terribles Hadas malignas que ahora conocían. Condenando al chico a un sueño eterno, cuyo poder canalizaba para crear manifestaciones malignas a su antojo, La Oscuridad trataba de desgarrar una abertura que le permitiera salir de su plano de existencia al mundo real, invadiéndolo con su poder terrible, una abertura que llamaba el Sendero Rojo. Los seis chicos que escuchaban la historia se habían visto atrapados de alguna manera en este sendero, el sueño que La Oscuridad utilizaba para tratar de abrirse paso hasta el mundo real, y por eso no podían ver a nadie más allí. En realidad, sus verdaderos cuerpos continuaban dormidos en el mundo real. Las Hadas buenas, por su parte, eran los últimos reductos de la voluntad sometida de aquél niño, que trataban de luchar contra La Oscuridad que invadía su mente y manifestaba aquellas cosas terribles en la realidad. Eran su última defensa, pues para abrir del todo el Sendero Rojo, La Oscuridad necesitaba asimilar por completo la mente de aquél niño, y por eso las Hadas habían infestado el pueblo de Noxville, para dar con el chico y llevarlo al bosque, al corazón de La Oscuridad. Si lo lograban, el Sendero Rojo se abriría por fin... y todo habría acabado.
Decididas a evitarlo, Jessica, Zaina y Siobhan acompañadas ahora por Robert, Kate y Ander, resolvieron que buscarían al chico, lo encontrarían antes que las Hadas y lo pondrían a salvo fuera como fuese de las garras de La Oscuridad para proteger la realidad y poder regresar todos a casa. Tras recurrir a los poderes de adivinación de la gitanilla, se pusieron en marcha. Sabiendo que el niño al que buscaban estaba enfermo y que su nombre era John, decidieron empezar por la Clínica del pueblo, para tratar de encontrar su dirección en algún informe médico. Los seis fueron hacia allá acompañados por Melhi, mientras Kolda se dirigía a otro lugar señalado por los poderes de Zaina, para ver qué había de importancia en ese sitio.
Los niños alcanzaron la Clínica sin demasiadas dificultades, y con Melhi como avanzadilla, llegaron hasta la puerta. Jessica la forzó utilizando una horquilla y una vez dentro, comprobaron que los archivos que buscaban estaban en el sótano. Sin hacerles ninguna gracia tener que bajar a un lugar tan cerrado y oscuro, los seis hicieron de tripas corazón y descendieron. Una vez abajo, empezaron a probar las puertas que encontraron, tratando de localizar los archivos. Pero antes de que pudieran hacerlo, se vieron sorprendidos por la aparición de dos Hadas malvadas y un Hada que no habían visto jamás, de ojos amarillos y brillantes, colmillos largos, piel roja como la sangre y con una corona de cuernos. Era la Reina Hada, y tras unas cortas burlas, el enfrentamiento se desató cuando Zaina trató de quemarla utilizando un spray de insecticida y un mechero. La lucha fue muy peligrosa, tanto por los ataques de las dos Hadas malvadas como por los chillidos de la Reina Hada, que les taladraron los oídos y la mente. Pero finalmente, gracias a un disparo de la pistola de juguete de Ander, que se había convertido en un arma láser gracias a la imaginación del chiquillo, consiguieron debilitarla lo suficiente para que se retirase. Aunque Kate y Siobhan sufrieron heridas leves, entre todos consiguieron matar a las otras dos Hadas. Pero ahora habían delatado su posición, y la Clínica se vio rodeada por miles de Hadas que intentaban entrar para acabar con ellos. Sin otra salida que el subsuelo, los seis pequeños se apresuraron a actuar contrarreloj para encontrar el informe que les indicase dónde vivía John. Sin embargo, gracias a una idea de Siobhan, Melhi logró contactar con Kolda utilizando un poder telepático que no sabían que tenían. Y su sorpresa fue mayúscula al descubrir que tanto Kolda como John estaban mucho más cerca de lo que pensaban...
Mientras los chiquillos habían partido en dirección a la Clínica, Kolda se había dirigido a toda prisa a los puntos marcados por los poderes de Zaina. Tenía que comprobar si el poder de la gitanilla les indicaba algo importante... y se sorprendió al encontrarse en mitad del camino con un niño delgado y de aspecto enfermizo, soportando el frío antinatural cubierto por una sábana y agazapado en la entrada del Ayuntamiento. Casi no podía creer la suerte que había tenido al toparse con John, que había despertado esa misma noche en su casa, como los demás niños. Nada más hacerlo, débil y famélico, había sido atacado por un Hada malvada que le había ordenado volver a dormirse. Pero una de las Hadas buenas compañeras de Kolda le había ayudado a escapar sacrificándose para ello, y ahora John se había encontrado con la propia Kolda. Sin perder tiempo, el Hada le convenció para correr hacia la Clínica para poder reunirse con el resto del grupo.
Kolda y John avanzaron como pudieron por la calle, sometidos a la lluvia y al frío, tratando de que las Hadas malignas no les viesen. Kolda estaba muy preocupada por el chico, al que veía extremadamente débil, pero John aguantó el camino y finalmente llegaron hasta la Clínica. Rodeada como estaba por Hadas, les quedó muy claro que no podrían entrar directamente, así que John abrió como pudo una alcantarilla y se aproximaron por el subsuelo. Mientras avanzaban por las galerías malolientes, Kolda escuchó en su mente la llamada de Melhi, y resolvieron que todos se encontrarían en las alcantarillas.
Sorprendidos por aquel golpe de suerte, los seis chicos que estaban en el sótano de la Clínica corrieron al encuentro de Kolda y John, y finalmente todos lograron reunirse. Pero no hubo mucho tiempo para celebraciones, pues las Hadas lograron por fin entrar en la Clínica y el grupo tuvo que huir a toda prisa por las galerías putrefactas de las alcantarillas. Ander se entretuvo un momento para tratar de confundirlas con huellas falsas, y cuando corría para reunirse con el grupo escuchó un ruido extraño proveniente de una puerta metálica. Cuando se lo contó a los demás, todos fueron a examinar la puerta. En ese momento, las Hadas irrumpieron en la alcantarilla, y viéndose acorralados, los niños no tuvieron más remedio que meterse por la puerta metálica. Al atravesarla, se vieron en una sala llena de calderas antiguas... muy antiguas. Kolda parecía nerviosa, como si algo no le cuadrase o tuviera un mal presentimiento. Al otro lado de la estancia, otra puerta parecía ser la única salida del lugar que no daba a un mar de Hadas malvadas sedientas de sangre. Lo que hubiera más allá, sólo lo descubrirían si la cruzaban...