Partida Rol por web

Tras aquella noche de pura locura, las aguas parecieron calmarse. Capllons estaría unos meses de baja, eso era algo que a algunos de los cuatro novatos de la Policía Local de Llanura del Buenpaso les parecía bastante bien, pues había demostrado ser un tipo bastante más incompetente de lo que demostraba. Habían tenido que operarle y si bien habían salvado un trozo de dedo amputando la primera falange e insertando la segunda de nuevo en la mano, le quedaría un dedo índice más corto y tendría algunos meses de rehabilitación por delante. Por suerte había sido la mano izquierda y podría regresar a su puesto de trabajo una vez recuperado.

Como Luis Mate, subinspector de aquella policía había anunciado, habían llegado cuatro nuevos agentes y un quinto, el famoso agente 17 que llevaba mucho tiempo de baja, finalmente se había reincorporado. De esa manera, se había incrementado el número de agentes en la unidad nocturna y ahora se podía cubrir con mayor efectividad el servicio con otros cuatro agentes para hacer un total de ocho.

Al mando de la unidad nocturna estaría el oficial Más, quien no contaría para los servicios mínimos de cuatro agentes para cada servicio del turno de noche. Campaner y Capllons seguían integrando uno de los dos turnos junto a dos agentes recién incorporados, un agente en horas extra rotaría para acabar de cubrir las necesidades del servicio. Mientras, en el otro grupo y por petición expresa de todos los integrantes, se encontraban los cuatro novatos, aunque eso sí, el oficial o el Subinspector, o en su defecto un agente fijo en horas extra, estaría siempre al frente de esa sección de la unidad previo acuerdo con el Ayuntamiento.

Al turno de noche se había sumado otra agente llamada Rosa María López Alcorcón, una mujer casada y con hijos, que procedía del municipio vecino de Binissalem, donde llevaba ya catorce años de servicio. Sería la compañera de Campaner y Capllons cuando se recuperase, además también había llegado al grupo de Campaner otro chico algo más joven. Tenía veintinueve años y llevaba cuatro de policía. Se nombre era Javier Muñoz Escani. Un chico serio y comprometido que procedía de municipio de Selva. No estaba puesto en muchas de las cosas que se hacían en Llanura, pero poco a poco iría aprendiendo.

En el turno diurno se habían sumado otros dos agentes novatos. Uno de ellos era un chico llamado Rubén Fernández Bonet de treinta años. Estaba casado y con dos niños. Los chicos de la nocturna no le conocían demasiado, pero siempre llevaba una sonrisa en la boca. Rubén llevaba casi una década de policía y procedía del municipio de Claviá, donde había aprendido a ser todo un profesional. Sólo había decidido cambiar de municipio por la proximidad de su hogar.

Luego estaba Antonio Guillen Marcos. Se trataba de un veterano de Palma. Tenía veinticuatro años de servicio a sus espaldas y había salido rebotado del municipio capitalino, tras una disputa con una compañera a la que se le apodaba “la feminazi”. No habían hablado mucho del tema, pero Antonio parecía muy agradecido de encontrarse en un municipio mucho más familiar que Palma y se estaba encargando de muchas tareas administrativas.

Por último estaba el polémico agente 17. Su nombre era Jacinto Escribano Perez. Se trataba de otro veterano que llevaba toda la vida en la zona trabajando como policía. Contaba con veintisiete años de servicio de los cuales no menos de diez había pasado de baja. El subinspector les aconsejó a los que no le conocían que no se juntaran demasiado con él y que no hicieran mucho caso de sus quejas y comentarios. Por suerte, el turno de noche no tendría que sufrirlo demasiado.

Y allí estaban ellos, en la piscina de Aina y en su último día libre, pues aquella noche de lunes, empezaban su semana laboral. No era la primera vez que se reunían en casa de Aina, aunque tampoco lo hacían tanto como les gustaría, sobre todo a los chicos, pues aquel casoplón era sin duda alguna mucho mejor lugar para pasar el día que su pisito de solteros. Pisito que Fernando, o Álvario deberían abandonar en breve.

No estaban los cuatro solos, pues había más invitados en aquella “fiesta”. El galante Alex había sido invitado y también Daniel, unos amigos de Aina. Sara, la novia de Fernando había llegado sólo hacía dos días y él había decidido llevarla a conocer a sus compañeros. Por otra parte, a todos sorprendió la presencia en la fiesta de la regidora de María Antonia Amengual, regidora de Educación, Agricultura y Participación Ciudadana del Ayuntamiento. Una mujer de uno cuarenta años que había llegado de la mano de Álvaro, al parecer llevaban un par de semanas viéndose y a Álvaro se le ocurrió traerla a la fiesta.

En un rincón de la piscina se encontraban Aina, Daniel, Alex y María, todos ellos con una cerveza en la mano. Aún rondaba el mediodía y si no se emborrachaban llegarían bien para iniciar el servicio. Esa noche estaba de jefe el agente Campaner, que había alargado un día más su semana para ponerse al cargo de la unidad. Todavía no habían comido, pues Daniel había insistido mucho en hacer el fuego y torrar la carne, pero sus habilidades de supervivencia en entornos hostiles no eran demasiado abundantes y ahora, cuando ya eran casi las tres de la tarde podía empezar a calentar la carne.

- ¡Esto ya casi está! - Dijo cuando empezaba a poner las hamburguesas sobre las rejillas. - ¿Me ayudas con esto, Aina? - Le preguntó.

No muy lejos de Aina se encontraban Alex y María. Tras la fiesta en la que María conoció a Alex, se habían vuelto a ver en un par de ocasiones. Alex era un chico extraordinario, aunque no obstante, se le veía en ocasiones algo distante. Era quizás esa la razón por la que un chico atractivo, con dinero y simpático seguía soltero. Dedicaba demasiado tiempo a sus hobbies, el surf y la escalada eran prioridades para él. Quizás cuando se interesara de verdad por alguien, eso cambiaría.

- ¡Oye Dani...! - Exclamó sin poder borrar su hipnótica sonrisa de la cara. - ¿Comeremos hoy o ya será para la cena? - Bromeó y entonces miró a María y manteniendo la mirada en silencio unos instantes. Entonces hizo un gesto con la cabeza indicando la piscina. - ¿Nos bañamos? - Le preguntó.

Sara Moreno había llegado hacía dos días a Mallorca. Todo era nuevo para ella. Desde hacía ya meses que había hablado con Fernando de aquel cambio. Estaba muy ilusionada por irse a vivir con su novio de toda la vida, aunque como era normal por otra parte, le daba mucho respeto el cambiar totalmente de vida. Sabía que no le iba a faltar el dinero, pues Fernando tenía un buen sueldo y ella, podía encontrar trabajo en alguna peluquería o centro de estética. Tenía titulación y eso sin duda le abriría puertas.

Fernando también estaba contento por el reencuentro. Viajar de Mallorca a Valencia cada dos semanas empezaba a hacersele cuesta arriba. Aunque habían hablado de que Sara viajara antes de la mudanza a Mallorca, al final por una cosa y otra, no había llegado a hacerse y había sido siempre Fernando el que tenía que desplazarse. Llegó un momento en el que empezó a pensar en que Sara se estaba echado atrás y que finalmente se quedaría en Valencia. ¡Pero allí estaba finalmente y parecía que todo iba bien!

- ¿Hacéis esto muy a menudo? - Le preguntó y Fernando le miró sin entender a que se refería. - Las fiestecitas, digo... - Aquel tono no le gustaba a Fernando. ¿Celos? Posiblemente. - Parce que te lo has pasado muy bien estos meses... ¿No? - Se mascaba la tragedia en el ambiente.

María Antonia estaba tumbada sobre una hamaca con un mojito en la mano. MaMi se había encargado de preparar aquello. No es que fuera una receta de alta cocina, pero le daba un toque diferente a la fiesta, mucho más cool de lo que en realidad era y ella era muy cool. Al menos lo era desde que había "abandonado", a su retrógrada familia y se había convertido en policía. Además, desde que conociera las recetas de Marcelo en la cena del club de campo, se había decidido a convertirse en mucho mejor cocinera de lo que ya era y realmente un mojito al fin y al cabo tenía su historia.

- Me gusta este sitio... - Le dijo la regidora a Álvaro. - Gracias por traerme aquí. No me lo esperaba. - Entonces le dio un pequeño beso en el cuello al agente Isern.

Se notaba que aquella mujer disfrutaba entre aquellos chicos. Aunque todos ellos eran bastante más jóvenes que ella, parecía encajar. Quizás por ello fue elegida como regidora de participación ciudadana. Era una mujer alegre, desinhibida y extrovertida, que aparentemente caía bien a todo el mundo y estuviera en el ambiente que estuviera, no parecía descuadrar a nadie. 

Todo parecia ir de maravillas tanto en el trabajo como en nuestras vidas. Aina habia terminado tambien el gimnasio aunque ella insistia que era obra de ambas, el trabajo fuerte lo habian hechos los obreros.

Compartir con Alex habia sido maravilloso las pocas veces que nos habiamos visto aunque Aina aun se reservaba alguna informacion sobre el, y tambien me habia dicho que no fuera ingenua y tuviera cuidado pero en general no les molestaba o al menos eso pensaba y salimos varias veces.

El auto.... eso era otra historia. Practicamente era una corredora profesional y tambien me habia propuesto saber un poco mas de vinos tanto por su familia como por la cocina que tambien habia mejorado notablemente gracias a algunas sugerencias del gran Marcelo.

La fiesta como todas las anteriores iba bien aunque esta era la mas concurrida que habiamos tenido y al menos Aina habia logrado ser mas... amigable. Se notaba que el roce social ayudaba y al menos con nosotros podia ser ella misma. Eso me hacia feliz ahora que comprendia un poco mas su oscuro pasado que aun no lograba contarme.

Poco a poco. Era un muro grande que tenia que romper, pero cada dia caia un ladrillo.

Miquel no dejaba de ser la comidilla en el trabajo y para los nuevos, que aun no se lo creian, hasta habiamos creado historias de terror del dedo de Miquel observandonos detras del mostrador. Un dedo diabolico, sin duda.

Como siempre y tan vivaraz como era ya llevaba varios tragos encima y entonces escuche el comentario de Sara Moreno reclamarle con cierto desden las fiestas que teniamos como compañeros. Aquello solo podia signicar una cosa: celos.

Y nada mas alejado de la realidad. Eramos amigos, eramos compañeros y nunca hariamos nada para dañar nuestra relacion. Era una conversacion que ya habia tenido con Aina dias atras, pero para los demas, desde afuera, ese sentimiento de hermandad podia confundirse. Alcance a Aina y la tome de la mano para llevarla hasta donde estaba Sara.

No podia permitir que sintiera como una rival para nosotras, en todo caso, queria que fuera nuestra amiga y tal vez que hasta nos contara sus indiscreciones con Fernando, al final Fernando nunca lo sabria, como era natural.

- Sara.. mira, Aina y yo somos amigas de Fernando, no tienes nada de que preocuparte y te puedo asegurar como policia que esta en buenas manos, nadie conduce como el, sobre todo el furgon, ahora es un haz del volante!!!!

Rei entre dientes! aunque era verdad. Fernando conducia mucho mejor ahora, hasta dormido.

- Ademas no debes preocuparte por nosotras mira....

Entonces le di un beso a Aina, alli delante de todos y sin pensarlo. Y ciertamente lo hice sin pensarlo, pero solo queria demostrarle a Sara que no nos interesaba Fernando como hombre ya que obviamente nos teniamos Aina y yo mutuamente. Cuando finalmente me separe de Aina me quede mirandola un micro segundo porque aquello era totalmente nuevo para mi, lo habia disfrutado y casi inmediatamente se me subieron los colores al rostro por la verguenza.

- No mas mojitos para Maria por favor.... y solte mi vaso mientras huía por la derecha sin saber realmente que acaba de pasar.

No podia pensar si Alex se habia dado cuenta, o incluso la Regidora Amengual, que podria pensar de nosotras. Habia gente muy liberal pero para otros mas conservadores aquello podia haber sido un error y me sentia que habia metido la pata de manera monumental, pero si aquellos que me conocian sabian como era yo? Si , una loca espontanea que dificilmente se quedaba callada cuando queria decir algo y siempre determinada a hacer las cosas a su manera y dispuesta a ayudar a todo el mundo.

- Me puedes enterrar en la parrilla? Le dije a Daniel cuando llegue hasta el sin mirar a los lados.

No podia imaginar las miradas de los demas, el reproche, o incluso Aina. Que pensaria de mi????

Tragame tierra!!!!

Ya había pasado algún tiempo y desde luego convivir con alguien había ayudado a Aina a relajarse un poco más cuando estaba compartiendo su casa. Las personas a las que invitaba eran muy limitadas, a penas ellos cuatro y dos o tres amistades más, amigos que conocía de hacía años. En alguna ocasión habían ido también sus padres, claro, pero para aquellas veladas estaban solas María y ella.

Parecía imposible, pero MaMi cada día cocinaba mejor, era una chica muy virtuosa y Aina se planteaba muchos asuntos que la incumbían. Era su única amistad femenina, así que solo por eso ya era exclusiva. 

En aquella ocasión la agente Vallespir estaba más tensa que en las otras reuniones de ocio que habían llevado a cabo en su casa. Sus compañeros habían sido testigos de los cambios que había sufrido la casa, desde luego nada que ver con lo que había sido cuando la vieron por primera vez, ahora la planta baja estaba ya terminada. Sus compañeros habían decidido traerse a sus chicas, en parte lo comprendía, pero no podía evitar sentirse un poco más incomoda. Ella no conocía a aquellas dos mujeres lo suficiente como para traérselas a su refugio, sin embargo estaba haciendo el esfuerzo por sus amigos. Con la ayuda de los mojitos de MaMi estaba segura de que capearía el temporal. Así que estaba sentada al borde la piscina, cerca de la cascada, mojándose los pies mientras terminaba uno de aquellos maravillosos mojitos cuando Daniel le pidió ayuda. Aina le sonrió sinceramente, Daniel era su amigo de toda la vida y se notaba, se puso en pie y fue hacia la barbacoa.

-¡No seas gulas!- Respondió bromeando a Alex, saliendo a defender a Daniel, que se había empeñado en no usar nada para encender el fuego  Si ahora se habrá hecho fan de los programas esos de supervivencia... sonrió para si, aquella ocurrencia de Daniel le causaba gracia, no podía ser de otro modo -Ahí atrás tienes las tomateras- indicó a Alex señalando a un rincón del jardín, pues por aquí y por allá había de vez en cuando alguna planta que daba frutos o era directamente comestible. 

Estaban ya manos a la obra con Daniel cuando llegó Maria y en un revuelo se llevó con ella a Aina, tomándola de la mano. María Mabel Miranda era un nervio, alegre y cargada de energía y espontaneidad, por eso para Aina era como un soplo de aire fresco, y se dejó llevar por ella mientras una leve carcajada escapaba de sus labios a causa de la sorpresa. Se detuvieron frente a Sara y Fernando, Aina no tenía ni idea de qué hacían allí, había estado a lo suyo y siquiera se había percatado de la actitud recelosa de la novia de Tur. Escuchó las palabras de María y asintió una vez con la cabeza, era cierto, nada debía temer, Fernando le había sido fiel hasta donde Aina sabía. 

Pero si la cagas portándote como una imbécil no lloraré si te deja.

Entonces sucedió, en menos de un segundo los labios de María se posaban sobre los de Aina. ¿Cuánto duró aquello? No sabía decirlo, había sido muy rápido, pero al mismo tiempo le pareció eterno. Poco acostumbrada a las muestras de afecto aquello la dejó petrificada. ¿Qué había sido aquello? No entendía nada. Todo a su alrededor se desvaneció, y la cara de Aina no expresaba nada, absolutamente nada, era como una pared de fría roca. Tampoco parecía escuchar nada de lo que se dijo después de aquel inesperado y sorprendente beso. Siquiera pestañeó durante un rato que pareció una eternidad.

Cuando al fin pareció que podía reaccionar se limitó a hacer un gesto con la mano, como solicitando calma, o que la esperasen, después se marchó hacia el interior de la casa tiesa como un palo, con movimientos casi de robot. A través de los cristales podrían ver como entraba en el gimnasio.

Mientras miraba al fuego esperando con ansias que sacara algo que estuviese listo para poder comer y cambiar el tema o lo que acaba de pasar mire de reojo como Aina se habia ido hacia el Gimnasio.

Porque???

Aquello no podia ser bueno. Sabia que cuando se molestaba era mejor dejarle sola porque podia ser impredecible pero no podia ser yo la causante de esa molestia. Bueno tal vez si, despues de lo que habia hecho, pero no como para que se fuera de la fiesta.

Alex tampoco habia comentado nada, de hecho nadie habia hecho algun comentario aun.

Nadie lo habia notado?

Era mi dia de suerte??

Pense en perseguir a mi amiga para ofrecerle una excusa, una disculpa, cualquier cosa que no fuese meter la pata de nuevo. Al menos Sara si que lo habia visto asi que Fernando podria estar segura con nosotras. Sonrei con sarcasmo para mis adentro. Creo que mejor voy a la piscina y fingire demencia, y esperare un poco para hablar con Aina.

Y asi lo hice volviendo al agua.

- ¡Hostia puta! - Exclamó un incrédulo Daniel. - ¿Qué ha sido eso? - Preguntó con una sonrisa bobalicona y mirando a todos los presentes en busca de entender lo que había sucedido.

Lo cierto era que la cara de perplejidad de todos los presentes lo decía todo. Es más, la actitud de Aina tras aquel beso, no había ayudado a corroborar la lésbica teoría a la que María había hecho alusión por tal de serenar los celos de la novia de Fernando.

- ¿Me ayudas con ésto? - Le preguntó a Alex. - Voy con Aineta... - Y sin esperar respuesta se fue hacia el gimnasio.

- Yo iba a ir a la piscina con... - No pudo evitar que Daniel de marcharse dejándolo con las palabras en la boca. Se moría de ganas de meterse en la piscina con María, tenía que hablar con ella, pero si no se ponía a la parrilla no comerían ni a las cuatro, aunque visto lo sucedido igual la fiesta estuviera a punto de finalizar. - ... claro, yo me encargo. - Le dijo a Daniel, aunque este ya no pudo escucharle. Había salido como una bala en busca de su anfitriona.

- Vaya... - Dijo la regidora. - Eso ha sido un poco embarazoso... - Añadió sin moverse de la hamaca. - No sé si vamos a comer hoy a este paso. - Bromeó tratando de quitarle algo de hierro al asunto. - Creo que a todos nos vendrá bien un chapuzón. ¿Vienes? - Le preguntó a Álvaro poniéndose en pie, deshaciéndose del pareo que llevaba a modo de vestido y acercándose a la piscina donde estaba nadando María en solitario.

- Si... - Dijo Sara al escuchar a Daniel. - ¿Qué ha sido eso? - Le preguntó a Fernando. - ¿Suelen morrearse muy a menudo delante vuestra? - Le dijo lo suficientemente bajo como para que sólo su novio lo escuchara. - Esa María es una puta. Va detrás de todos los tíos. ¿Ya se te ha insinuado a ti también? - Se cruzó de brazos y miró hacia otro lado. - No me siento cómoda aquí. ¿Tenemos que estar mucho más rato? - Le preguntó.

Daniel entro rápido en el gimnasio, pero una vez dentro trató de que sus movimientos fueran gráciles como los de un gato. Sabía cómo se las gastaba su amiga, la conocía bien y desde hacía mucho tiempo. Sabía que cuando estaba herida mordía y ese era uno de esos momentos casi con toda seguridad.

- Oye... - Le dijo con un hilo de voz. - ¿Estás bien? - Le preguntó y ante el inicial silencio probó con una broma. - No sabía que estuvierais juntas... ¡Y yo que me pensaba que tú y yo acabaríamos juntos! - Sólo esperaba que no le saliera el tiro por la culata.

Álvaro se quedó muy sorprendido de lo que acababa de ver. No sabía si era algo simulado para tranquilizar a Sara o era de verdad. Se quedó unos segundos pensativo…

La voz de María le sacó de sus pensamientos. Se acercó a ella, puso sus manos en sus caderas, aunque alguno habría dicho que era el culo lo que le habóa cogido.

- Si, vamos al agua. Tengo mucha hambre pero esto va para largo. Y no solo me refiero a la comida…. - Dejó la frase en el aire, esperando que se malinterpretara.

Saltó al agua, dándose un buen chapuzón y, nada más salir del agua, animó a María a meterse.

Fernando reaccionó ojiplático a la escena. Aquello era demasiado para un joven de familia conservadora.

 - Pero... ¿¡qué están haciendo!? - se dijo - Ahora María va a creer que nos montamos orgías aquí... ufff...

Le dio la impresión de que a Aína tampoco le había hecho gracia.

 - Creo que MaMi ha bebido demasiado - pensó.

Sin embargo, el comentario de su novia le dejó un poco fuera de juego.

 - Es la primera vez que veo algo así - respondió, y decía la verdad; no obstante, el resto del comentario de Sara le sentó bastante mal:

 - A mí no se me ha insinuado nadie - dijo con seriedad - No me puedo creer que hables así de alquien a quien ni siquiera conoces, sólo porque haya bebido de más y haga tonterías en una fiesta...  Si estás cansada o te encuentras mal, nos vamos: pero son mis amigos, aunque no te gusten; y trabajo con ellos. Lo vas a tener que aceptar.

Cuando Daniel entró en el gimnasio se encontró con que Aina se había puesto música y estaba haciendo sentadillas en la barra multipower con el peso atrás*. 

Ahí estaba ella, con el biquini y dándose caña, porque aquello le ayudaba a templar los nervios y a pensar. 

-Creo que ha confundido las cosas- Le respondió sin dejar de trabajar los músculos. 

Estaba claro que aquello le había roto los esquemas, no se lo había esperado y no sabía como gestionarlo ahora.

-Vivimos juntas, joder. Voy a tener que hablar con ella- Fijó la barra -Anda, méteme diez quilos más- Pidió a Dani.

No es que estuviese enfadada, ¿Y si resultaba que a MaMi le gustaba ella? No era un insulto, aunque de haber sido otra persona se hubiese llevado un buen golpe o hubiese acabado en el suelo con una llave.

No se podía uno simplemente lanzar a besar a alguien sin saber si el otro quería. Joder, joder.

Miró a Dani como si él pudiese darle algún consejo o ayudarle con aquello. Había evitado claramente responder a la broma de si acabarían o no juntos.

Desde el borde de la piscina miraba mi reflejo mientras pensaba como iba a disculparme con Aina. La regidora al parecer se lo habia tomado bien y con buen tino se preparaba para entrar al agua cuando senti unas manos en mis caderas.

Sobresaltada gire mi cabeza para ver si era Alex o incluso Aina pero era Alvaro. Le di una media sonrisa sin preocuparme por como me habia agarrado o donde. Cuando estaba en la academia era mucho mas recatada y conservadora pero con todo lo que habia vivido en los ultimos meses desde antes de graduarme, mudarme, mis nuevos amigos, mi trabajo y demas habian formado una nueva Maria mucho mas determinada y espontanea, feliz de estar liberada de los preceptos familiares pero medio loca al fin.

- La he cagado verdad Alvaro? La novia de Fer pensara que somos unos locos, no se de donde salio eso, sabes? Que pena con Aina y en su casa, crees que deba disculparme con ella?

No sabia que hacer ni que decir pero estaba preocupada aun. Finalmente la Señora Amengual entro al agua despues de que Alvaro se hubiese zambullido y yo lo segui mas para tener algo que hacer.

- Lo siento mucho, fue una tonteria sabe, realmente no somos parejas ni nada, solo buenos compañeros todos, no vaya a pensar usted mal de nosotros por mi culpa, trate de disculparme con aquella amable mujer que parecia de buen juicio.

Luego mire hacia la parrilla viendo la humareda que salia y que indicaba que tendriamos que esperar un poco mas.

- Les prometo hacer botanas la proxima vez para que no pasemos hambre, dije con una sonrisa tratando de cambiar el tema. - Sera que pedimos unas pizzas? dije en broma.

- ¡Oye! - Dijo la regidora con una sonrisa en la boca. - ¡Yo también quiero un abrazo como ese! 

Bromeó sin darle importancia a que Álvaro hubiera acudido rápido a tratar de consolar a su compañera de trabajo. Al fin y al cabo llevaban juntos casi un año y María Antonia sabía de los lazos que se creaban entre compañeros de promoción. Su hermano era policía nacional y lo había visto en él y en sus compañeros.

- ¿Me dejas un poco a mi? - Le preguntó María a María, refriéndose a Álvaro.

Por suerte aquella mujer era ya muy madura. Tras haber superado los cuarenta, aunque no por mucho, había vivido muchas cosas y sabía que con celos sin fundamento alguno, no iba a llegar muy lejos. Tampoco era que tuviera nada serio con Álvaro. Simplemente se habían visto en un par de ocasiones y se llevaban bien, pero no es que fueran pareja ni nada por el estilo.

-  Lo de las pizzas me parece una buena idea. - Miró entonces a Alex. - ¿Cómo va  eso? - Le preguntó.

- ¡Pues yo  creo que lo salvaremos! - Respondió el surfero alegremente. - ¡Todavía no hay barbacoa que se me resista! - Añadió mientras colocaba varias salchichas en la rejilla.

Parecía que Alex acababa de salvar la situación. No por nada era un experto en deportes extremos y como tal, sin duda tenía unos conocimientos mínimos de supervivencia en espacios abiertos. Al menos había quedado evidenciado que sabía controlar un fuego mucho mejor que el chef anterior. Antes de volver a dedicar  toda su atención a  la parrilla le lanzó una de sus miradas que derretirían los polos a María y le guiñó un ojo.

- No se de que iba todo eso... - Le susurró la  regidora a la joven agente Miranda. - Si me permites un consejo... - Esperó a que la chica asintiera levemente. - Tienes que relajarte. Eres muy impulsiva. Eso es bueno porque denota sinceridad en tus actos, pero a veces hay que ser un poco más reflexiva. - Hizo una pausa. - Conociendo a Aina... se ha sentido un poco violenta. Habla con ella más tarde. ¿Ok?