Partida Rol por web

Eh! Acaban de salvarte la vida! Lo mínimo que puedes hacer es ser un poco amable! - alza la voz, ya cansada de los malos modos de la cria, mientras le pone una mano en el hombro a Stan - Se puede saber porque quieres ver eso, guapetón?

-¡Eso! ¡Haz caso a esta mujer a la que ni siquiera conozco!- le dice enojado.

-Me pareció ver a alguien conocido y quiero asegurarme, eso es todo.

Stan pone los brazos en jarras.

-¿Vas a enseñarmelo por las buenas o por las malas?

De nada, saco de heridas. Dijo burlonamente sin importarle demasiado la reacción de Vargo.
Cuando su compañero se hubo bajado de su espalda, miró hacia las llamas y el derrumbe con un silencio respetuoso por su compañero caido,Crow, y omitiendo a la recien rescatada así como al resto de gente en general.

¿Es una amenaza?... Hace una pequeña pausa. Y sí, os agradezco que me soltaráis, pero podría haber salido de ahí por mi propio pié. Dice mirando a la otra mujer, con algo menos de rencor de como miraba al chico.

-¡Quieres enseñármelo de una vez y dejarte de tonterías? ¡Si no llega a ser por nosotros ese malnacido te hubiera sacado toda la sangre! ¿No lo entiendes? ¡Muestra un poco de respeto!

Mientras mis compañeros y la nueva parecen divertirse, yo me deleito con las llamas que devoran la mansión de Necross.
Ya toda la techumbre es un horno y, como era de esperar, no tarda en ceder y derrumbarse con gran estrepito.
Del montón de cascotes que es ahora la mansión, surge una ultima y gran lengua de fuego. Después, los restos ya calcinados y medios consumidos no bastan para mantener la intensidad del fuego.
Solo entonces presto atención a mis compañeros. Me adelanto un paso y, tras palmear sonriente la cabeza del bastardo que llevo colgada de mi cinturón, digo.
Que gran espectáculo. Inspirador sin duda. Desde luego, tenemos que hacer esto mas a menudo. Y espero que nuestro Navegante haya podido ver su pira funeraria desde donde quiera que este.
Aunque me encojo de hombros antes de añadir.
Lo único que lamento, es que el perro depositado a sus pies, no estuviera completo. Pero necesitamos su cabeza como prueba de nuestros actos. Pues bien, como parece que no nos queda nada mas que hacer aqui, voto por ir a cobrar la jodida recompensa.

Si claro niña... yo también podría haber salido de aqui por mi propió pié... -digo medio en broma medio en serio mientras pruebo a poner el pié en tierra firme- yo si os tengo que dar las gracias chicos, no se lo que me ha pasado... por cierto... falta Crow ¿no me digaís que...?

Si Rodrigo. Ya te lo confirmo yo.
Señalo brevemente con la cabeza a la pira humeante que es ahora la mansión de Necross.
Ahí dentro quedo nuestro navegante. Espero que, en estos momentos, este en un lugar mas interesante que nosotros.

¡Muestra tu un poco de educación! ¿Crees que puedes ir cogiendo las cosas de los demás sin pedir permiso? ¿U ordenando que te lo dejen ver? Le dice en igual tono desafiante.

Tras contestar a Rodrigo, me doy cuenta de que la nueva, sigue gritando a lo suyo.
Mirándola, digo.
Por cierto. Soy Peter de Vries. Maestro Artillero del Berenice al servicio de la capitana Mery Red.
Ya que te hemos sacado de ahí dentro, hemos destripado al bastardo de Necross, hemos evitado que te chupara la sangre o algo así y, además, todavía no me he cargado al chucho ese, ¿que tal si por lo menos te presentas?

Pues hasta hoy te hubiera dicho que sentía desilusionarte, que no existen más sitios, y menos interesantes, pero después de lo que hemos visto hoy cualquier cosa puede ser, descanse en paz...

Digo mientras me acerco a de Vries hablando en tono serio

Stan respira hondo un par de veces antes de volver a abrir la boca conteniéndose a cada palabra.

-Por... favor... ¿puedes... enseñarme...- aprieta los dientes- la foto... del... relicario?

No es que hubiese ignorado al chico que se había presentado, es solo que estaba tan metida en la conversación del hombre que al parecer la había salvado, que primero le contestó a él.

¿Para qué quieres verlo? Pregunta en tono más calmado. Es una foto de alguien importante para mí...no te incumbe. Es privado. Dice mirándo el medallón con ternura.

Luego se va a girar para responder al chico pero su boca se queda abierta, al igual que sus ojos.

No... no lo sé... Dice llevándose una mano a la cabeza.

Es cierto... ¿quién era ella?¿qué hacía allí metida? Con todo el jaleo no había pensado en eso... Solo sabía que aquel medallón era lo único que la relacionaba con su família, y no iba a dejar que cualquiera lo tocara.

Al escuchar la replica de Rodrigo, me encojo levemente de hombros.
Nunca se sabe lo que te puedes encontrar navegando por estas aguas o en sus islas. ¿Quien hubiera dicho que nos topariamos con un muerto andante y sus secuaces?. Yo al menos no. Te lo aseguro
Entonces, vuelvo a prestar atención a la desconocida
¡Vaya!. ¿Amnésica?. Sera mejor que Spade te eche un vistazo o algo por el estilo. or que a mi, solo se me ocurre el remedio tradicional.

Stan se pasa la mano por la cara mientras niega con la cabeza.

-¡Me dices que te lo pida educadamente y luego me lo niegas de todas formas! ¡Estas loca! Y... Y... ¡Ni siquiera sabes quien eres! ¡Si me enseñas esa foto y la reconozco quizá pueda ayudarte a recordarlo! ¿No crees? ¿O prefieres que el holandés utilice su... método tradicional?

Elisabeth niega con la cabeza por tanto griterío que hay a su alrededor. Pero no deja de observar lo que hacen los demás y la discusión que tienen.

Finalmente se acerca a Vargo y se planta delante de él, mirándolo a los ojos, levantando la barbilla para poder mirarlo (sí, la chica es bajita... qué le vamos a hacer) con las manos en la cintura.

Tú y yo tenemos algo que hacer ahora mismo. Antes incluso de ir a quitarme este olor repugnante de encima.

La gente llega hasta donde estáis, vítoreando vuestros nombres, con una algarabía que pocas veces se ha visto en Tortuga.

El gobernador se acerca a vosotros, con una sonrisa de oreja a oreja y os dice que el arcón con la recompensa ya está siendo cargado en el barco. Además, os cuenta que su sobrino Stan le ha dejado una nota de una lámpara rota, la cual ya está arreglada y pagada por él mismo. También está en el barco junto con el arcón.

La muchedumbre comienza a cogeros en brazos, y sin dejar de gritar, os bajan del cementerio sobre los hombros a todos.

Oís gritos de felicidad por la ciudad a medida que pasáis por las calles, subidos en los hombros de los habitantes de Tortuga.

Tras unos minutos de recorrido, la gente os lleva al puerto, justo en la pasarela que sube al Berenice. Las botellas de ron pasan de mano en mano y cada uno de vosotros recibe una, en agradecimiento por los servicios prestados.

Los Tortuguenses os suben al barco, y allí se monta la fiesta total...