Partida Rol por web

Ratoncitos

(Prólogo) Descubrimiento.

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10/01/2019, 22:09
Director

En los albores de la roca.

El viento negará su lealtad.

Y hasta la muerte del tiempo.

La tierra llorará.

Y con lágrimas de arena.

el mundo se ahogará

en la traición del viento

para siempre condenado...

a errar.

Arena- Fuente anónima.

Al concluir la mañana, habían caído tres; dos adultos y una infante recién nacida que había contraído la Ennatis Pirexia al beber agua en mal estado. Cabe decir que la columna de refugiados que ya se autodenominaba como la "Invicta" en tono jocoso, hizo un alto de unos minutos para descansar bajo el cobijo de la escasa vegetación y dedicar unas palabras. El propio Jord Coram se acercó a los cuerpos apartados del camino principal y murmuró unas pocas palabras:

-Descansad ahora que al fin podéis hacerlo. Y que la muerte os dé la paz que nunca os dió la vida. Hacedlo por todos nosotros y esperadnos con palabras amables... cuando nosotros también nos ganemos el descanso.-

El anciano Kor, al que todos conocían como "la luz entre la bruma", comenzó un rezo tribal que se extendió durante unos minutos más de los previstos, para gran alivio de la caravana. Sin embargo, poco fue el alivio antes de que Jord diese la órden de continuar. Nadie dedicó una segunda mirada a los cadáveres ni tampoco hizo acopio de sus magras pertenencias, pues semejante gasto energético era excesivo en relación a la recompensa. Necesitaban agua, necesitaban comida y necesitaban descanso...

Ninguno de los cadáveres podía proporcionarles nada de eso.

El alto para comer se convirtió en una frugal comida en movimiento y varios enfermos vomitaron cualquier líquido o sólido que entró en sus bocas. Y no faltaron voluntarios para arañar el vómito de la roca en pos de una mayor ración de alimento. Las bayas venenosas que colgaban de los arbustos Kuba eran demasiado tentadoras, con sus carnosos frutos color sangre. Sin embargo, nadie se atrevió a tocarlas, con la experiencia de aquellos desesperados que lo hicieron y sufrieron durante horas grabada en la mente.

Y sin embargo, qué destino aguardaba a la Invicta más adelante? Nadie había visto un mapa en toda su vida pero los más perspicaces eran capaces de notar como el terreno era cada vez estéril. Y aún llevando días atravesando colinas rocosas con poco más que lagartos e insectos para comer, rezaban a la Santa cada segundo, con la esperanza de encontrar un oasis bajo tras esa cima pelada, tras esos montes abrasados, tras ese cañón desierto... y en cada ocasión, el sabor ceniciento de la desesperación, llenaba su boca.

La escasa comida se guardaba en el carro a vapor que alimentaban con su propio estiercol y aunque ciertas bayas conocidas como Mano de Musa eran comestibles, habían encontrados muy pocas en comparación con las bayas tóxicas. Insuficientes para alimentar a una decena de personas una comida. Jord Coram, había mandado exploradores... pero estos regresaron con las manos vacías. -No hay caza ni agua en todo nuestro recorrido, Seïes.- informaron con voz apagada antes de ir a por sus magras raciones.

Más de dos millares de almas, agua y comida insuficiente para todos y el último pozo quedaba a cuatro días de camino. Por ahora, la depravación no había cundido entre los supervivientes pero aquellos que sufrían las mayores penurias, habían, en varias ocasiones bebido la sangre de los cadáveres recientes antes de enfermar, pues la mayoría de los muertos habían caído febriles al descanso eterno. Y aquellos que bebieron, no tardaron en seguirles.

Sin medicinas, no había forma de tratar las plagas que asediaba la columna. Y así, poco a poco, la Invicta dejaba una alfombra de cadáveres a su paso. Los "afortunados", los llamaban algunos.

Y aún así, nadie cejaba en su empeño por continuar, espoleados por una voluntad inquebrantable que solo la muerte podía arrancar. Todavía quedaban fuerzas para subir a otear desde esa cima, para cargar estiercol en el carro,para contar historias en la hoguera...

El anciano Kor, llevaba toda la autoridad en este asunto. E incluso tras horas y horas de agotadora marcha, los niños rehusaban el descanso para escuchar las historias de Kor sobre tiempos mejores. Aquella noche, no fue una excepción.

Kor tomó asiento en torno a la hoguera y observó las caras que lo rodeaban. Aquella noche, no tenía esperanza:

Notas de juego

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10/01/2019, 23:04
Kor Luz entre la bruma.

-Una vez más, el sol se esconde tras el horizonte. Y una vez más, estamos aquí. No es esa una victoria en si mismo? Algunos pensaréis que no. Pero yo os digo que el camino que recorremos es en sí mismo una victoria. Y como tal, debemos honrarlo, no os parece? Honrar a los caídos, honrar a los ancestros y honrar a los vivos. Todos merecemos ese apartado dentro del recuerdo. Ese diminuto espacio, ese rincón en el alma de otros, donde podamos ser honrados por nuestras gestas y virtudes. Por nuestro recuerdo.-

Observó los rostros absortos y maldijo en su interior el destino. Ninguno merecía aquello. Ninguno.

-No olvidéis a los que han caído durante esta travesía. Ni tampoco a los que caerán. No olvidéis a los que todavía son capaces de seguir adelante, ni a los que pagaron con su vida para comprar la nuestra. Aunque no sepáis nada acerca de sus vidas, sus nombres, sus historias... no lo olvidéis. Y vivirán en vuestro interior para siempre.-

Con un crujido, el anciano se levantó y observó las lágrimas y los ceños fruncidos. Enfado o tristeza, no importa, todo es parte de la misma canción.

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11/01/2019, 01:07
Sargento Miller

El Sargento se detuvo como todos, a dar un rápido vistazo a los cuerpos. Se vió tentado a dedicarle unas palabras a Dasha. «Me recuerda a ti», pasó por su mente cuando vió a la infante muerta. Rápidamente las desechó y siguió caminando. 

«Tampoco se parecen tanto. Gracias a la Santa mí hija aun está viva, y es fuerte» 

Prosiguió caminando. Tenía la ropa justa, y una franela envolviendole la cabeza. La mochila, que al inicio del viaje había venido cargada de herramientas, provisiones, y algunas piezas sueltas como: selenoides y transistores de acción dual. Ahora estaba como él. Con lo justo. Las provisiones se habían ido acabando y las piezas que no eran necesarias fueron decorando el desierto, junto a "los afortunados" de la invicta. Con todo eso, la mochila seguía teniendo un peso considerable. Nada comparado con el equipo de campaña estándar del ejército, pero el tampoco se podía comparar a si mismo con un soldado de servicio.

Sus años ya habían pasado y las heridas comenzaban a pasar factura, comportandose de modo extraño. Cosa atribuida al calor. En la mañana, cuando el sol comenzaba a calentar, el dolor desaparecía, pero la pierna se sentía tosca y rígida, y en la noche, cuando el frío se metía entre los huesos se alojaba atrás de la rótula. Penetrando hasta el tuétano. 

Como resultado, tantas horas de caminata le tenían agotado. Así que se dejó caer junto a la hoguera, con la mochila a un lado, y Dasha del otro. Dio varios sorbos al aire antes de sacar un odre con un poco de agua. Era el ultimo que le quedaba, pero ya había pasado por situaciones de riesgo antes. Destapó el corcho por debajo y se mojó los labios con un trago de agua antes de pasarlo a su hija al ras con la arena. El agua era un bien escaso.  Después rebuscó en la mochila, sacó un trozo de pan duro y dió un mordisco antes de entregarlo a Dasha por el mismo canal que el odre de agua. 

Si dormía ahora y aguantaba hasta medio día se dejaría almorzar la especialidad del chef: pan duro. 

«Está pasando por esto por mí culpa»  pensó mirando a Dasha comer. Había hecho tantas cosas mal y posiblemente seguiría haciendolas. Suspiró, «Seguro a Lena se le hubiera ocurrido algo mejor»

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11/01/2019, 02:01
Dasha Schulz

A Dasha le ardían los pies, sentía la boca seca y un agujero en el estómago. Nada nuevo al fin y al cabo, pero aquello le enfadaba más de forma inevitable. Miró con desprecio a los que cayeron muertos tras beber la sangre de los que habían caído antes. Siquiera pareció que le hiciesen sentir lástima la madre con el bebé. Había que mirar al frente y resistir solo hasta cuando llegasen al pozo, aunque ella poco sabía de aquello. Simplemente caminaban, alejándose de todo lo que dejaban atrás, acercándose a todo lo que tuviesen delante. ¿Y quien les aseguraba que lo segundo iba a ser mejor? Dio una leve patada a la arena levantando un poco de polvo, puso sus manos en los bolsillos y continuó caminando en silencio junto a Miller, tal y como había hecho todo el tiempo.

Al fin se detuvieron y aprovechó para cambiarse de calcetines, al menos eso lo podía hacer. Observó como los niños se acercaban a Kor, y escuchó ella también sus primeras palabras.

Al menos no es un cuento 

No sabía si estaba de acuerdo o no con que aquel día era un triunfo, lo sería si lograban conseguir agua y comida, si lograban llegar a un lugar mejor que todo aquel montón de nada y bayas venenosas. Se alejó del grupo de Kor farfullando algo en susurros, imposible de oír ni entender lo que decía, pero sin duda no eran lindeces. Se acomodó junto a su padre, aunque no hubieron muestras de afecto para el hombre, y, resignada, tomó un disimulado sorbo de agua de aquel odre, algo que agradecía tremendamente aunque su orgullo le impedía reconocerlo. También tomó el pan, muchos no tenían ni eso, así que debía sentirse afortunada. 

Un día más.

Miró a Miller con aquellos grandes ojos grises heredados de su madre, pareció ir a decirle algo, pero pronto su ceño volvió a fruncirse sin haberse roto el silencio.

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11/01/2019, 02:56
Jord Coram. Seïes Yurda

DASHA/MILLER Y QUIEN ESTÉ CERCA DE ELLOS.

Jord rodeó las hogueras con paso cansado. Dirigir a la Invicta no era fácil... pero caminar marcando el ritmo era algo agotador. Y aún así, sentía que el Aquelarre se acercaba cada vez más. No estaba seguro de como pero lo sentía.

Y si el Aquelarre los alcanzaba. Bueno, al menos moriría plantando cara a esos cabrones. Con todo, se sentía inquieto y reacio a descansar a pesar de que apenas le quedaban fuerzas.

Finalmente halló a Miller en las cercanías y se acercó a su tienda. Jord Coram conocía bien al Sargento Miller. Habían defendido juntos las puertas de Amsera y se habían despedido juntos de los Mártires de la ciudad antes de encabezar a la Invicta hacia la salvación. Miller era como un fusil Caster 03; Recio, fiable y con muchos años de batalla a sus espaldas. Y por ese motivo, Jord tenía claro que el sargento estaría a la altura cuando todo acabase.

-Miller, tengo que hablar contigo. Hola Dasha, tranquila, puedes quedarte. - tomó asiento con las piernas cruzadas  y desenfundó el cuchillo para que no le molestara. -Les dije a todos que los exploradores no habían encontrado nada, lo sabes verdad? Bien, mentí. No me mires así- se defendió con tono divertido tras la máscara- lo hice con la intención de evitar que la columna se desviara. Y ahora te digo por qué, pero antes...- dijo rebuscando en sus bolsillos-tomad- ofreció dos lagartos medio quemados- yo no tengo hambre.-

-Como decía, los exploradores han descubierto algo y parece, según las descripciones, un enclave militar.- hace una pausa mientras juguetea con el cuchillo serrado. -Querría mandar a una pequeña expedición separada del grupo principal para descubrir que hemos encontrado... pero no lo haré sino diriges tu la misión. Lo último que necesito es que encuentren algo interesante, se crean a salvo y se rebelen. Si es comida, nos hará falta...  y si es refugio, tal vez descansar una noche sería algo sensato si no queremos morir de agotamiento.-

El líder de los supervivientes clava sus ojos en el viejo sargento. -Bien, la elección es tuya. Qué me dices?-

Notas de juego

Jord Coram. Seïes Yurda.

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11/01/2019, 03:48
Sargento Miller

Los ojos de Dasha eran muy similares a los de su madre. Miller los contempló un momento antes de apartar la vista, movió la boca y no dijo nada. Después de unos segundos suspiró, y se acercó un poco a su hija. 

- Hi... Dasha- pronunció con la voz rasposa después de largo rato sin hablar. La voz parecía rebotar en su cuerpo y ser amplificada, como si hablara desde un barril. 

Miller rebuscó en la mochila, y cuando pareció hallar lo que buscaba, llegó Jord. No se esforzó en componer una sonrisa, lo había visto más que suficiente y seguro traía problemas. 

El sargento tomó los dos lagartos, le dió una Dasha y mientras mordía la cabeza del suyo. Miraba de reojo a ver si lo estaba comiendo. No valía la pena guardarlo porque se dañaba muy rápido.

La carne tenía un sabor crujiente y a carbón. Aunque por dentro estaba jugoso y las tripas estaban entre acidas y saladas. Crudas, pero continuó masticando. 

Escuchó la historia frunciendo el ceño al tiempo que se mesaba la barba blanca. No miraba ya a Coram al rostro, sino que tenía los ojos fijos en el fuego. La forma de actuar de Jord le parecía lo más sensato y correcto. Era un hombre sensato, lo había demostrado más. Suspiró después de un momento. A este paso acabaría por espicharse. 

Le asintió a Jord - Mañana, mucho antes de que salga el sol. Volveremos para cuando sea la hora de partir. Que tus hombres estén listos - selló el trato con un fuerte apretón de manos.  Habían detalles como si disponían de algunas armas, y tenía que ver a los hombres que llevaría. Pero eso podría arreglarse al amanecer. 

Se giró hacia Dasha, ya había cometido ese error, y lo había pagado, pero tampoco podían dejar de perder esa oportunidad.

- Dasha... - deseaba fumar algo. Lo había dejado ya hace tanto tiempo. Junto a los recuerdos de las puertas de Amsera. Junto a recuerdos de viejas glorias. Deseaba responder: algo ingenioso y declinar, pero no era su estilo. No porque realmente podía ser bueno para todos. Para su hija. Se preparó para hablar. 

Notas de juego

Malvado Jord no tiene corazón, acabo de reencontrarme con mí hija xD Aunque demasiado posiblemente quiera venir.

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11/01/2019, 11:40
Olessia

Silencio. Silencio, silencio, silencio...

Así había sido todo el día para ella. Miraba a su alrededor mientras andaba, arena y arena, cabezas gachas, voluntades bajo la losa de la huida. ¿Invicta? Si no fuera por la aridez costrosa de sus labios habría sonreído ante la ironía. 

La muerte no les seguía, se había instalado entre ellos. Unos la amaban y se enzarzaban con ella en una danza macabra, bebían la sangre de los ya muertos, y morían a su vez. Otros la tentaban, comían lo que fuera, hasta las bayas rojas que la enmascaraban. Y luego estaban los inocentes, los ajenos, los desamparados. Que caían como moscas, quedaban allí esparcidos como estrellas en el firmamento, como ese bebé, a quien su madre de senos secos había dado a beber agua... insana.

Silencio.

Se dejó caer un poco alejada de los chiquillos que rodeaban la hoguera, escuchando al viejo Kor. Bendito viejo Kor, bendita la Luz que derramaba. La Santa debió mirarle en algún momento, y su mirada prendió en él. Su abuelo había sido un poco como Kor, contaba leyendas al borde de la lumbre, allá en la casa de Amsera. Las escuchaba mezcladas con la música de la mar, tan cercana. A veces era suave y melodiosa, y entonces las historias de su abuelo eran dulces, hablaban de amores, de amistades. A veces era ronca, rugía con la voz de la tormenta. Y entonces su abuelo contaba su épica, hablaba de héroes lejanos, y de pescadores que se enfrentaban a monstruos marinos, y siempre ganaban. 

Pobre abuelo, y su inocencia. 

Su abuelo había muerto junto a Hans, su marido, en plena lucha a las puertas de la villa. Su padre había muerto junto a su madre, un poco más allá.

Silencio.

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11/01/2019, 13:29
Sílex

Alguna de esas personas podrías haber sido tú, Sílex, le dice una voz en su cabeza mientras retomaba la marcha después de haberse detenido a observar los cuerpos de los caídos. Otra voz, similar a la anterior respondió, No me esperaba un futuro mejor quedándome en casa, preferiría la muerte en el desierto que una esclavitud, o quién sabe qué más, en las manos de... de él.

Se ajustó el escaso trozo de tela que cubría su cabeza y hombros, en un pobre intento de protegerse del calor. Deseaba a cada instante que llegasen a algún lugar donde hubiese algo más que arena, algo menos árido, menos amarillento, deseaba poder rellenar su odre que, a cada sorbo, se acercaba más a quedarse tan seco como el aire que respiraban. Cogió una hoja refrescante de las pocas que quedaban en su bolsa y empezó a masticarla mientras continuaba caminando, callada.

Habría querido revisar si los caídos llevaban algo de interés en sus macutos, pero el miedo a que lo que tuviesen estuviese contaminado y el miedo a las miradas de los demás impidieron que llegase a hacerlo. Rodeó la hoguera y se sentó cerca de una chica de tristes ojos grises, fijó su mirada en Kor y se dejó caer a la espera de que continuase hablando. Fuese o no un cuento, escucharle era tranquilizador y, con cada una de sus palabras entendía por qué le llamaban Luz entre la Bruma.

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11/01/2019, 14:06
Hegan Ridley

Los pies arden, las piernas tiemblan, el vacío en el estómago hace eco en todo su cuerpo, el organismo consume la energía de reserva y esta se va agotando. Hegan va en la retaguardia, junto a su compañero Emeth, ambos observan los cuerpos dejados atrás.. los de hoy.-Quizás si hubieramos ido al este.-le dice en voz baja al viejo- yo estuve por esos lares, y la caza no era muy mala...Bueno, supongo que Jord tenía razón cuando habló de esa zona..invadida por aquelarres..¿y qué no está invadido ya?-Las palabras del joven parecen más para sí mismo que para Emeth, quien sin inmutarse mucho, solo asiente con la cabeza.

Me cuesta mucho dejar esa bebé atrás, debió tener un destino mejor, esto tiene que parar, si mi padre estuviera aquí sabría que hacer.-piensa para sí con algo de furia, apretando los dientes.

La ropa vieja y descocida le pesaba al caminar, pero su energía ahora se basaba en la voluntad del cambio, en la posibilidad del éxito, por muy remota que fuera, eso es el motor impulsor de sus movimientos y sus decisiones.

Como todas las noches, Kor junta a los suyos alrededor de la hoguera, Hegan escucha, aunque no con mucha atención..sus pensamientos se perdían en la búsqueda sin éxito de las opciones de mañana, algo había que hacer, o la columna iba a desaparecer por completo, y no faltaba mucho para ello.

Los pensamientos se deshacen cuando ve pasar a Jord Coram, acercándose a la tienda de un viejo sargento y su hija, se pone de pie y decide esperarlo a la salida de la misma.-Tengo que saber cuáles son los planes para mañana, si los exploradores no encontraron nada, quizá debamos cambiar de dirección-. Busca en su mochila un odre y deja caer sobre sus labios algunas gotas de agua, mientras esperaba en las cercanías de la tienda del ex-soldado.

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11/01/2019, 15:03
Emeth Snake

Hace muchas noches atrás que la esperanza abandonó el pensamiento de Emeth; en realidad, casi todos los pensamientos lo habían abandonado ya. Desde que él y el joven Hegan se habían unido a esta columna de sobrevivientes, los días contaban con más desesperación que de costumbre y las noches, con menos consuelo. Las arenas del desierto poco a poco se habían escurrido dentro de su alma y le transportaban, con la danza de cada ráfaga de viento entre las dunas, a las arenas de su infancia, a las azules playas donde creció. Por ratos, mientras su cuerpo caminaba como empujado por el viento del desierto, él regresaba a aquellas azules aguas de su niñez.

El viejo y su compañero van en la retaguardia de la caravana, llevan paso lento, que a veces se enlentece un poco más cuando le atacan los dolores en los miembros. El joven junto a él es de buen corazón, se preocupa por él, casi como él solía preocuparse por los demás... por todos los demás. Pero ya ha acallado un poco esa parte de sí. Preocuparse demasiado por los demás, en un grupo tan grande sin recursos para mantenerlos con vida; donde la muerte camina, come y duerme entre ellos, día a día, termina destrozando el espíritu. Ambos se detienen un momento a mirar los cuerpos muertos de hoy. Hegan le comenta algo que él no escucha en realidad, solo asiente con la cabeza y mientras mira los cuerpos en la arena piensa: "Creo que en realidad no hay salvación, no hay nada... Cada día la caravana entrega vidas para alimentar el desierto y saciar su hambre, y pedirle que nos permita avanzar otro día más. Pero en realidad no avanzamos, solo nos hundimos más en la arena... entramos como un cardumen en la red y no percibimos que mientras más luchamos para salir, más nos condenamos..." 

En la fría noche escuchar la voz del viejo Kor traía algo de paz. Emeth, sentado miraba al joven junto a él. Casi podía sentir como dentro de la cabeza del joven se estrujaban los pensamientos sobre cómo iban a sobrevivir al mañana. Este joven era algo especial, se había vuelto la fuerza que mantenía vivo al viejo. La razón que le hacía seguir caminando. Era para él como el hijo que nunca tuvo, y tenía un espíritu que invitaba a seguirlo, a compartir su voluntad. Permaneció sentado cuando el joven se puso de pie, lo siguió con la mirada hasta una tienda cercana y luego se perdió nuevamente en el mar de sus recuerdos.

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11/01/2019, 17:37
Pinga Aandaleeb

Olvido y abandono, estos infame sentimiento, eran mis acompañado de este sin sentido viaje, aferrado a mi, como una fiera y celosa amante del verano.

Olvido De todo lo que era familiar para mi, y abandono de mi perla del mar, mi gente que tanta risas me habían dado y y yo, sencillo y sin sufrir de enfermedades del alma, egoísmo que deriva de codicia que al final se transforme en el peor pensamiento posible: "Lo tuyo y mio" Que tanta sangre derramada ha manchado este mundo, que yo sin esperar nada a cambio le regresaba el favor con mi propia comida, con el pan que hacia a base de mi sudor y esfuerzos, bueno lo penúltimo no tanto. Nadie le gustaría comer Pan con sudor, ¡Pero es lo mismo! ahora se encontraban enterrado bajo la tierra mis clientes, algunos mas afortunados se encontraba sumergido por el mar, por donde no tuviera que contemplar los horrores de la tierras, mientras que otros sobreviviente se hallan en otros caminos. Otras caravanas que de incierto destino se encuentra, y es este mismo incierto, sobre mi destino, y el día de mañana que me saltabas preguntas, oh dolorosas preguntas que mas de un hombre caería presa dela locura.

"¿Estarán en mejores condiciones allí que yo ? "
"¿Habre cometido una gran error ? "
"¿Tendría oportunidad, si los abandonos y regreso por donde vine ?"

Y así estaba mi propia mente, caótica, gracias a la invitación de ese pequeño sentimiento de duda, que me había absorbido gran parte del trayecto, y ya para cuando el fuego de mi voluntad hacia sido levantado, y su calor me impulsaba a llevar a cabo mi orden de regresar. Que yo levanto la cabeza y contemplo el sol naciente, sumergiéndome como un navegante en la contemplación de como-se-que-se-llame donde nos hallamos actualmente. Como tanta veces, había realizado en mis viajes en el mar, donde la luz de la estrellas me servían como guía, el olor del mar la providencia de vida bajo de mi pies, y el viento sofocante signo de desafíos y abismo que debería desafiar para lograr mi destino. Pero ya no estaba nada de eso, solo Un páramo, lleno de vegetación venenosa que con malicia nos invitaba a comer de el, mas con un monto de cadáveres en el suelo, en espera de ser devorado por los animales.

Ya no había retroceso, ninguna oportunidad alguna de tal fin. Regresar ahora, significaría un suicidio pasivo, una muerte dolorosa y en soledad, ni cerca del mar para al menos calmar mi alma. Solo seria una estupidez, una locura, como todos los de aquí. Bebedores de sangre, devoradores de bayas venenosas y lo peor,era que aunque tuviéremos en nuestro transporte, algunas bayas puras dada por la misericordia de la naturaleza, estas saben a mierda fresquita y recién salida de unos de los traseros de aquí, que me imagino la conversación.

Hola, echa tu mierda en esta bayas. Que la caquita de un viejo, sabe a sabiduria"
"Con mucho gusto, capaz que de tanto comerlo. Sepan ser tan sabios como yo"

¡¿Es que no conocen la sal, para preservar!?

Insoportable,insostenible, y un monto de palabras dramáticas, que haría que yo me estuviera riendo si no fuera que yo era el infante que sufría de semejante dolor-Ohhhh, ahora soy un chiste. Puro dramatismo innecesario en mi mente, una buena obra, si una buena obra para reirse....-Suelto a reconocer mi propia ironía, al sentarme en el suelo y escuchar el fuego de la fogata, mas una pequeña esperanza me salva, palabras de pasados de una persona cuya rostro ya no recuerdo.

"Asi como la noche llega, y el frio pega a tus huesos, la soledad te trae el miedo a la muerte. Y la oscuridad ofusca tu vision, asi mismo sale al final del dia, el sol. Dando su luz y calor para nosotros,hijos suyos del firmamento eterno. Los problemas, sin importar lo graves que son, termina siendo desapareciendo ante el sol, que inevitable es que salga en el dia"

Este pensamiento, me salvo de mi propio abismo personal, cuando en medio de las palabras del sabio recuerdo ese dicho antiguo.

Para acto seguido, cerrar los ojos y desconectarme a mi alrededor, nada mas que el papiltar en mi corazon, mientras pensaba el porque de ese mensaje. Para al final, abrir mis ojos y reconocer la vida que fluye en mi ser-Mi corazón aun late, y el ritmo de este órgano es constante, ni menos ni mas. Una armonía total en su ritmo, que se sintoniza a mis otros hermanos. Que de igual ritmo, palpitan su corazón, demostrando que estamos vivos, el ritmo universal de la vida, animales,humanos, ¿Que diferencia existe? Todos nuestro corazón palpitar al mismo ritmo. Y por tal razón, indica que mas alla de esta tinieblas, habrá un nuevo mañana, un nuevo destino por el cual pelear. Porque si no, hace mucho tiempo, que nuestro corazón ya habría dejado de latir.-Y con esto, me levanto, soltando una risa forzada, sabiendo que la risa es el medio por el cual levantar un corazón caído,¡Como dice el, hay tanto que agredecer! Por enden, uno debe buscar superarse, elevarse ante estos horrores-¡Kor! Tus palabras son como la saliva mas dulce del verano, tus palabras son como las deli..-Y me detengo en seco, ¿Que hacia yo hablando de forma teatral, si antes me había ironizado por mi pequeño drama teatral en mi mente ?-Cof, dijo, dices verdades. Esto de vivir, hay que celebrarlo, alegrarnos porque estamos aquí, ¿Que importa el mañana, si el ahora no se disfruta ? El pasado ya paso, nadie sabe que nos desparar el futuro, así que,¿ porque no mejor nos sentamos todo junto y lanzamos chiste, alegremos nuestro corazones, hagamos reír a los otros? ¡Vamos! Que el loco y el cuerdo, se diferencia por su humor. El loco vive en melancolía y se ahorcar a perder la voluntad de vivir, y el cuerdo vive en alegría, porque sabe que existe la esperanza de un mejor dia.

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14/01/2019, 03:47
Kor Luz entre la bruma.

El anciano observa al aún fornido panadero con una sonrisa en los labios:

-Dices verdad con tus palabras buen Pinga... pero no les pidas a estos niños que den un paso más. No, todos debemos entregarnos al sueño ahora que podemos y a mi... me llama desde mi tienda lejana. Que la Santa os bendiga hijos míos y gratas noches.- se despidió mientras se alejaba de la hoguera para regresar a su tienda. Con su partida, el silencio se hizo más espeso y los que no se retiraron, se acercaron más a la hoguera de estiercol. Sus profundas sombras se acentuaron y en la lejanía, aulló algún tipo de animal que erizó la piel de los más asustadizos.

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14/01/2019, 03:55
Director

En las colinas rocosas de Set, la oscuridad estaba rota por decenas de pequeñas hogueras que salpicaban periódicamente el angosto terreno. Era noche cerrada y aunque todavía quedaban siluetas al pie de las llamas, la mayoría descansaban amontonados entre las tiendas para combatir el frío punzante o arrebujados en sacos de dormir improvisados. Por falta de medios, los enfermos eran apartados junto con aquellos que quisieran cuidarlos y el convoy de suministros era vigilado por la guardia de confianza de Jord Coram de posibles hurtos a cambio de un tazón de agua a mayores.

Nadie vigiló a los tres niños que, movidos por el hambre y el desprecio hacia la órdenes del viejo Kor, vagabundeaban por el exterior del campamento:

Sibal, Antello y Soplón vadearon con habilidad nerviosa a los somnolientos centinelas y se perdieron en la oscuridad. Los tres chicos, ahora escuálidos o esqueléticos, en el caso de soplón, avanzaron sin hacer ruido hasta estar a una distancia prudencial del campamento. Y solo entonces, comenzaron a cuchichear entre ellos:

-Ahonde taran las pantas?- preguntó Antello susurrando en voz baja. Por desgracia, el pobre infante de no más de ocho años había perdido gran parte de sus dientes en la batalla de Amsera y ahora, resultaba bastante difícil de entenderle, por mucho que se esforzara en ello. Sus padres, trataban de consolarlo sin éxito, los otros niños se burlaban de él y le tiraban piedras de vez en cuando y aunque Jord le había asegurado que le crecerían dientes nuevos, Antello sabía si el terrible matabrujas no le estaba tomando el pelo.

-Estáis seguro de que esta es una buena idea? Mi pa podría despertar en cualquier momento y yo no quiero..- Preguntó Sibal con voz temblorosa. No le gustaba nada la oscuridad y sabía que si su padre lo pillaba, lo castigaría de nuevo y los puños de pa eran muy fuerte y duros. No, no quería que su pa se enterara de aquello porque...

-Callaos los dos, quejicas.-intervino soplón mientras trataba de recorrer el camino hacia el suculento árbol de bayas que había visto justo antes de detenerse. Recordaba como le había rugido la tripa con aquella deliciosa visión y solo pensaba en cuantos puñados de ricas bayas podría comer en cuanto lo encontrara. -Si queréis dar la vuelta, marchaos pero yo me quedaré con todo para mí solo. Y vosotros vais a tener que esperar hasta mañana para comer.- se burló antes de trepar por una pared con la ayuda de un arbusto que crecía en lo alto de la pendiente.

Los dos niños se miraron y tras un instante, siguieron a su líder, con el miedo pisándole los talones y el rugir de tripas como promesa de un festín esperando en la oscuridad.

 

 

 

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15/01/2019, 08:02
Olessia

No vió  ni escuchó a los chiquillos alejándose. Una vez el anciano hubo acabado su relato, Olessia se dispuso a descansar. El descanso formaba parte de la rutina diaria que se había impuesto a toda costa. Unos hábitos férreos en las costumbres que podía controlar eran una forma de sobrevivir a la vorágine caótica que el entorno intentaba imponer. 

Así que se dirigió a la tienda común que le habían asignado ya desde que se formó la Invicta, allá a las afueras del pueblo arrasado, en cuanto se organizaron un poco. En la tienda simplemente dormía. Tenía dos tesoros de su pasado, que llevaba como una segunda piel encima, y que durante la noche traían a su mente el ayer, su gente, su lugar. Y a Hans.

De su falda amplia desenrrollaba el par de pedazos de recuerdo: una red de pesca, que olía a mar aún enmedio del áspero desierto. Esa era la primera capa, se envolvía en ella completamente,  hasta el rostro. Respiraba a través de ella.  La otra capa era su segundo tesoro,  un trozo de vela que había sido blanca. Era su manta, la lona recia pero ligera aguantaba bien.

Repitió su ritual envolviendose como siempre, los movimientos precisos y automáticos. Se tendió a cobijo, y... se durmió. 

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15/01/2019, 10:18
Dasha Schulz

Respondió al saludo de Jord con un gesto de cabeza y escuchó lo que hablaba con su padre. No hizo ascos al lagarto, había comido cosas peores. Esa era una de las ventajas de haber nacido en ese mundo enfermo, de no haber conocido los buenos tiempos de los que algunos hablaban y a los que esperaban regresar.

Recordó aquella cabra que habían tenido una vez. Cómo celebraron su encuentro. Era cierto que al principio les dio leche, su madre incluso se atrevió a hacer un queso con la ayuda de Iveth, una vieja que ya no tenía dientes, caminaba encorvada y olía a orines. ¿Cómo era posible que aquella pieza de museo viviese y que Rohnia hubiese caído? Murió. Rohnia, una muchacha preciosa a la que Dasha había admirado. En varias ocasiones la había espiado reuniéndose a escondidas con algún chico, también algún hombre más mayor. Después ellos le daban algo, una pieza de comida o un objeto que le facilitase la vida. Dasha aprendió viéndola lo que hacen los hombres y las mujeres, cosa que le había provocado tanto asco como fascinación. Pero Rohnia había muerto, y la vieja Iveth posiblemente aún respirase.

Las patitas del lagarto estaban crujientes.
¿Que? ¿Me va a dejar de nuevo?

Miró a su padre de modo inquisitorio, con unos ojos muy abiertos y una mirada como puñales. El nerviosismo se abría paso a través de su torrente sanguíneo. Parecía enfadada, dolida quizás, pero realmente era miedo. ¿Cómo iba a sobrevivir sin Miller? La desesperación enloquece a las masas y no quería estar sola en ese mar de gente hambrienta, enferma y desesperada.

-Yo iré también- dijo con todo el aplomo que pudo reunir, aunque no fuese el suficiente como para disimular su inseguridad y temor.

Llegó el momento en que todos se acostaron. Debían reponer fuerzas para el día siguiente. Pero Dasha temía que su padre pudiese abandonarla mientras ella durmiese, así que no logró ese descanso profundo. En cambio se iba despertando para abrir un ojo y comprobar que Miller seguía allí, a su lado. Fue en uno de esos momentos cuando escuchó unos pasos a hurtadillas y susurros.
¿Ladrones? ¿Saqueadores?

Ya tenían muy poco como para que además les arrebatasen algo. No podía permitirselo, así que salió sigilosamente para averiguar lo que ocurría.

Notas de juego

Solo asomo fuera de la tienda, con cuidado de que no me vean.

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17/01/2019, 21:46
Emeth Snake

Luego del retiro de Kor, el silencio se extendió por todo el campamento, penetrando hasta los mismos huesos, como el frío. Hegan se había acercado a la hoguera, parecía que tenía asuntos que le mantenían despierto. Emeth, por su parte, necesitaba descansar; así que entró temprano en la tienda que ambos compartían y se entregó al sueño. Normalmente sus noches eran bastante calmas, mucho sufrían durante el día, como para que su mente le atormentara también en las noches. Sin embargo, la madrugada pobló su sueño de vívidas imágenes, que aunque no le impidieron el descanso, no lo hicieron del todo placentero: "Imágenes del mar, de barcos, de pescadores sin rostro que se perdía en el horizonte... luego fuego y roca, y frío... y más pescadores sin rostro, sobre barcas encalladas en la arena... en las arenas del desierto..."

 

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18/01/2019, 01:50
Pinga Aandaleeb

-Igualmente, buen hombre. Que el reposo de la noche, te de la tranquilidad que necesita tu alma-Dijo con decepción en mi voz. Tenia preparado unos chiste para contar y elevar el animo, pero nada de eso se vería en este día. En su lugar, cada uno empieza irse a su reposo del día, y yo quedándome solo contemplo la estrellas, al menos eran bonitas.

Hasta que en un tiempo desconocido para mi, puedo ver los niños huyendo de los refugiados, ¿sus motivaciones ? Desconocidos para mi, pero no podia dejar que se fueran solo en la oscuridad de la noche. ¡Quien sabe lo que le pudiera pasar!

-¡Oigan! ¡Pa´ coño de su madre se van!

Y corro tras ellos, sea lo que sea tendria que volver a correr de forma innecesaria, no dormiria esta noche eso lo tenia claro, pero mucha muerte ya habia visto mis ojos como para permitir que la inocencia de este mundo muera a mano de la ignorancia de estos niños.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Pues lanzo resistencia para no cansarme, o no se tu dices que debo tirar para seguirlo.

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18/01/2019, 15:56
Hegan Ridley

Tras la conversación con Jord Coram, Hegan se sienta pensativo junto a la ya casi consumida hoguera. Se mantiene en una profunda reflexión sobre las palabras que le había comentado el líder de la "Invicta". -Que ironía.!! -sonríe mientras piensa en el nombre de la columna. Ya casi todos se habían ido a dormir, o al menos lo estaban intentando.

Luego de su ínutil periodo de abstracción, decide ir a su tienda, a ver si lograba consiliar el sueño, donde seguro ya se encontraba su compañero de viaje Emeth.

Mientras se acercaba al lecho, pudo distinguir entre las sombras la silueta de una persona, que corría hasta internarse en la oscuridad profunda. -Pero que coj... -Le persigue para poder identificar cual es el problema, quizás alguien esté en apuros y podría ayudar, o quizás el sujeto en cuestión, ha decidido dejar la columna y valerse por sí mismo, en cualquiera de los casos tenía que alcanzarle, no es buena idea abandonar a los tuyos y enfrentar solo este infierno, solo estarías apresurando tu fecha de defunción.

Notas de juego

La persona que veo corriendo es Pinga, tras los chicos

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21/01/2019, 00:52
Dasha Schulz

Al ver a unos niños abandonando la invicta decidió salir tras ellos. ¿Qué pretendían? Seguramente no querían morir, aunque estaba segura de que era lo único que conseguirían si iban por su cuenta. 

Si se mueren, bah, menos bocas que alimentar y más comida para el resto. Trató de autoconvencerse mientras sus pies parecían querer volver al lecho. Mierda, pero seguramente lograrán que nos descubran. ¿Y si se encuentran con lo que no deben y nos cae la desgracia mientras todos duermen? ¡No se salvará ni uno! Eso era otra cosa. Si estaba en juego su pellejo y el de su padre, que era garantía del propio... bueno, entonces había que detenerles, porque la cosa sí iba con ella.

-mierda- murmuró mientras salía de la tienda para seguir a los críos sin que ellos la viesen en un principio. ¿Qué cojones deben tener en la cabeza? Se sentía mayor, casi les doblaba la edad, pero era una contra ¿cuatro? ¿o tal vez cinco? No estaba segura de cuántos eran, pero desde luego según como se pusiese la cosa tenía las de perder. Mejor ver de que va todo esto.

- Tiradas (1)
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21/01/2019, 01:41
Sílex

Y no sólo a ti te llama, pienso entre un largo bostezo. Me tumbo junto a la hoguera mirando a las estrellas mientras recuerdo tiempos mejores, centrándome en el silencio que la noche me ofrece y sin observar nada más. Luego de tres bostezos me levanto y arrastro los pies hasta mi tienda mientras me froto los ojos. Me cubro con mis ropajes, suspiro y, acostada en posición fetal, caigo presa del siempre agradecido abrazo de Morfeo.

En mis sueños viajo por un mundo de infinita tranquilidad donde no tengo que preocuparme nunca más por la falta de agua ni por huir como si cada día fuese el último, donde no hay que vigilar un convoy de suministros, donde cada enfermo puede ser cuidado y protegido hasta su recuperación.

Es un sueño tan profundo que no me entero de nada a mi alrededor como si dormir fuese mi única vía de escape. Quizá lo sea, a fin de cuentas. Probablemente no me habrían despertado ni a patadas.