Partida Rol por web

Estaban ganando.

No es que los Dragones de Arena no hubiesen tenido más victorias (sino fuese así Pía no estaría allí sino abonando el suelo alienígena de algún planeta de nombre numérico), pero la sensación de haberse enfrentado a marines del Caos y seguir con vida era algo que la doctora no hubiera esperado nunca.

Lo que tampoco hubiera esperado la habitualmente apática Pía era una subida de moral en esos últimos momentos clave, y disparó su rifle laser con energías renovadas.

Aquello estaba sentenciado y si el enemigo no recibía pronto refuerzos el Imperio reclamaría el campo de batalla.

¡Guardias imperiales, avanzad!

Al tiempo que se movía y alzaba la espada sierra con una mano para orientar a sus hombres abrió fuego con la otra sobre el enemigo.

La batalla estaba perdiendo toda potencia, el cresccendo de la ola ya pasó y los Imperiales habían asestado un duro golpe a los marines del caos. Ya solo quedaban varios cultistas que se miraron temerosos al ver como los dos últimos ángeles oscuros traidores habían huido del campo de batalla a muy buen ritmo... quizás, demasiado rápido.

La batalla, practicamente se podía dar por acabada...

Con todas las amenazas inmediatas eliminadas o huyendo, y el único pelotón enemigo en activo fuera de su alcance, Laocastus abrió los canales de comunicación general en su casco para ver si se necesitaba apoyo en alguno de los otros frentes. Intentó entablar comunicación por radio con el resto de Puños Imperiales, para asegurar que no había más amenazas en su radio de acción, mientras se dirigía al último punto donde se habían encontrado con el psíquico traidor.

Con todas las amenazas inmediatas eliminadas o huyendo, y el único pelotón enemigo en activo fuera de su alcance, Laocastus abrió los canales de comunicación general en su casco para ver si se necesitaba apoyo en alguno de los otros frentes. Intentó entablar comunicación por radio con el resto de Puños Imperiales, para asegurar que no había más amenazas en su radio de acción, mientras se dirigía al último punto donde se habían encontrado con el psíquico traidor.

Viendo como la moral de tropas enemigas se estaba requebrajando, aflojé minimamente la tensión, no notaba mi brazo derecho y tenia entumecida ambas piernas. -Klauss, trae munición.... tenemos que estar praparados por si contratacan

Mi joven ayudante intentaba abrir una caja de manera atropellada; al final lo consiguió, pese a que se quemó un poco la mano al cambiar el cartucho usado debido a el poderoso sobrecalentamiento de gastar todo el plomo sin soltar el gatillo

Estiré un poco el cuello y me praparé para cubrir el avance mis nuestros compañeros más rapidos, sabía que mi mision era proporcionar fuego de cobertura.

Aquello se ponia interesante, los marines eran verdaderos Angeles deMuerte lo entendia completamente porque el espectaculo que daban era terrible, es como tener una espada muy afilada no sirve para nada si no sabes utilizarla, pero en las manos adecuadas puede hacer el trabajo adecuado. Era un apunte a mi mismo, algo que no debia olvidar aunque en ciertos aspecto yo era mucho mejor, en ciertas distancias podia no tenerlo tan claro.

Viendo loque ocurria y que la batalla aun no se habia decantado claramente, ya que me gustaba ser cuidadoso, con un gesto de cabeza abanzamos hasta Ava, para brindarle apoyo, al menos asi podria hacer rugir su arma sin preocupaciones lo que me daria unos largos segundos de tranquilidad.

Después de la salva realizada por Ava, después de que matará a otros cinco cultistas, estos, se miraron y sin dudarlo salieron huyendo por donde habían venido, perdiéndose por el campo de batalla el cual estaba siendo asolado por diferentes combates en todo el radio de la maltrecha y derruida base construida por los Imperiales.

Eivander os hacía señas para que os acercarais a él...

Pía se quedó jadeando, como detenida en el tiempo, mientras el resto de la existencia se limitaba a seguir su curso.

Los guardias imperiales vitoreaban una victoría con menos bajas de las esperadas mientras las últimas salvas alcanzaban a una maraña de cultistas que como alimañas huían a refugiarse en sus guardias oscuras y sanguinolientas. Los Astartes seguían con el ánimo de batalla, acabando de rematar el trabajo o intentando establecer contacto. Franz sonreía con la alegría sorprendente de sobrevivir una batalla más.

¿Solo había sido eso? Con casi la necesidad de trabajar la chica comenzó a buscar con la mirada heridos a su disposición, pero la gente estaba o lo bastante viva o demasiado muerta como para servir. La semilla de la ansiedad crecía sobre ella cuando Franz le colocó la mano sobre el hombro y, casi como un autómata de ojos como platos y gesto imperturbable, se acercó a la posición de Eivander...

Habían ganado esta batalla pero no significaba nada para Jaden, se quedó un rato mirando el lugar donde Estellios había desaparecido, esperando a que tal vez el traidor aparecería y podría vengarse de una vez por todas. Por su honor, por el de su capitulo y por el de todos los hermanos que Estellios había matado. La próxima vez no escaparía.

A su alrededor quedaba la imagen de una batalla ganada, los victoriosos remataban a los perdedores demasiado heridos como para moverse mientras que los otros corrían despavoridos por sus vidas. Tampoco quedaban rastros de caídos. Se acerco a los que la escuadra de Eivander había abatido y los estudió durante unos momentos. Suspiró y se reunió con el sargento.

Castor era la encarnación del ángel de la muerte. Remataba a los enemigos entre plegarias de odio y aplicaba cuidados a sus aliados ensalzando las actuaciones de sus unidades. Cuando el enemigo era un marine del caos no solo lo remataba mientras vociferaba a viva vos sus pecados como hereje y renegado del Imperio, también disparaba al lugar donde se encontraban sus glándulas progenoides. Tal vez ningún apotecario del caos iba a tener la oportunidad de recoger la semilla genética de los legionarios pero así sentía que su línea de sangre estaba realmente muerta.

Ahora, por fin, se sentía preparado para aprender los catecismos del odio de los Capellanes, para adoctrinar a sus hermanos en los caminos del odio a los enemigos y el respeto al Imperio. ¡Muerte a los herejes! ¡Muerte al caos! ¡Estelios, pagarás!

     El Serpiente de Hierro había dado cuenta de sus enemigos en un glorioso cuerpo a cuerpo, donde había demostrado que quienes se alejan de la luz del Emperador no pueden prevalecer sobre los justos. Los siglos de experiencia de los traidores no les habían salvado de sufrir la ira de las fuerzas leales. Una vez se hubo cerciorado de la muerte de sus oponentes con estocadas de su espada de energía sobre sus puntos vitales, se dirigió junto al resto de sus hermanos junto a Eivander y los Puños Imperiales supervivientes. Habían arrancado una victoria que para algunos habría parecido improbable, pero que para él fue clara desde el principio como la luz del sol de Terra. Saludó al líder de los Puños con un gesto de cabeza. - La corrupción de los herejes ha sido eliminada de éste campo de batalla, hermano. No podía ser de otra manera.

El ogro avanzó aplastando cuerpos y cabezas por el campo de batalla. El ruído que hacían las cabezas al crujir bajo sus pies o los pechos al explotar hacia dentro al chafarlos con fuerza, era música para sus oídos semi-atrofiados.

El enemigo huía y la victoria era clara hasta para un obtuso como él. "¡'Amos pequeño tú!...." le dijo a Max, su fiel compañero andando hacia el frente de batalla, donde un montón de marines, enormes en sus armaduras, esperaban. Entonces se dió cuenta que su jefe de escuadrón, Emil, estaba detrás de él, con lo que se giró y encaminandose hacia él le dijo "¿Je..Jefe? ¿Mi qué hacer ahora? Yo hambre...." se quejó finalmente Norragh, golpeándose la barriga con una enorme mano abierta.....una vez la adrenalina le bajaba, el hambre, siempre presente en alguien como él, le volvía a sacudir las tripas....

Deuteros se acercó todo lo rápido que pudo hacia los que quedaban de los Puños Imperiales.

- Tratamos de llegar lo antes posible, ¿cuantas bajas han sufrido? - Deuteros ya había visto demasiada guerra como para celebrar pequeñas escaramuzas como esta, lo importante era salvar todas las vidas posibles, ya había perdido demasiados hermanos en esta misión como para seguir perdiendo más.

Tras su pregunta giró levemente la cabeza hacia la dirección en la que habían huido las fuerzas restantes.

- Chicos hemos ganado, pero os recuerdo que nuestra base está siendo en estos momento atacada, deberíamos volver lo antes posible y proporcionarlos refuerzos.

Laocastus respondió a los gestos del Puño Imperial, y se acercó a su posición. El psíquico traidor se había escapado antes de que pudiesen extraer justa retribución. Pero la oportunidad para la venganza llegaría. Parecía no recibir mucho por los demás canales de audio del combate, así que intentó de nuevo localizar la frecuencia de los Puños Imperiales para abrir comunicaciones con ellos, mientras seguía avanzando hacia su posición.

Ariarkus acompañaba a los demás acercándose a los Puños imperiales mientras evaluaba la munición que aun portaba, había sido un combate demasiado intenso pero a pesar de ello no podía dejar de mirar la forma del Slaughterer y el lugar donde aquel traidor había desaparecido por la disformidad.

Mientras caminaba apresuradamente para acercarse se dispuso para cualquier eventualidad mientras observaba que estaba ligeramente herido.

- Hermano Castor, puedes echarle un ojo a las heridas. No son demasiado graves, pero no confío en que podamos mantener una charla mientras el resto del campamento combate por sus y nuestras vidas.

- Será un placer para mí, hermano Ariarkus.

Con la habilidad fruto de la practica, Castor examinó las heridas del marine espacial aplicando suturas y limpiando heridas donde eran necesario.

Emil dio un aviso general a todas las tropas alzando la mano y trazando círculos en el aire hasta que se acercó a su operador de radio - avisa a todas las escuadras, que se reagrupen - no interpretó que Eivander lo llamara, aunque fueran del mismo bando siempre existirá esa diferencia entre los diferentes cuerpos y ejércitos del Imperio - Pide instrucciones al mando, a ver donde nos quieren - comentó al operador mientras observaba cono se acercaban sus hombres... - ¿Estado muchachos?

Eivander os miraba con el rostro preocupado - gracias por vuestra ayuda... dudo que hubiéramos podido repeler la amenaza, no teníamos apoyo pesado - comentó a pesar de ser el mismo portador y usuario de un puño de combate. Volvió a toquetear la unidad de comunicación y torció el gesto - Hermano Jaden... necesito un enlace con las comunicaciones generales, esta todo patas arriba, las han debido interceptar pero se que deben estar transmitiendo un informe... me han llegado retazos del mismo ¿puede hacer algo? 

Jaden dedicó una ultima mirada al lugar donde tendría que haber estado Estellios antes de dirigirse a la unidad de comunicación:

-Ahora mismo