Norragh, al oír la voz de Emil, actuó como un resorte...tenía inculcado de que en cuanto escuchara su voz, él debía obedecer. Dejó ocho latas de carne en el suelo, abiertas y vacías, mirando con anhelo a su sargento....(oficial ahora, pero ésto tardaría en entrar dentro de la cabezota del Ogrete) "¿Comida? Sí....Yo comer....yo hambre...vamos pequeño-tú..." le dijo a Max con su voz profunda y cavernosa.
Max dio una última mirada pesarosa a todos los marines allí reunidos, puesto que era un espectáculo que no creía volvería a ver, antes de seguir con paso lento y pesado a Norragh.
El Ogrete y Max se posicionaron al lado de Pia, pues era con la que más migas estaba haciendo el gran Ogrete....además de la pequeña saltimbanqui con el gran arma....la otra pálida mujer que había saltado en la espalda de Norragh.
La doctora se limitó a asentir a la ordenes del recién ascendido Emil e inició la marcha sin miramientos. Estaba claro que allí no pintaban nada y, salvo para un par de los astartes presentes, la presencia de los guardias imperiales había sido totalmente invisible. Quizás alguien les preguntase algún día por ellos y solo obtuviese por respuesta un ¿Disculpe? No se de lo que me está hablando.
Sin embargo agachó la cabeza de manera casi imperceptible ante ellos. El capellán de la Deatwatch, el Sacerdote Sanguinario de tiempos de leyenda. Devorando la imagen con los ojos, le dedicó una última mirada analítica a Beset. Cuando muriese tendría que comprobar si estaba allí con el Emperador por su buena voluntad, o solo fue un hombre más devorado por la soberbia de creerse superior a los dictámenes de su padre. Quizás algún día podría contarle a alguien, en voz muy baja, que vio un Mil Hijo en pleno milenio 41.
Y todo el mundo se reiría de ella, seguramente, antes de mandarla ejecutar por precaución. Y con razón, pensó mientras lanzaba un suspiro resignado y se colocaba al lado de Norragh.
- ¿Listo para volver al deber?- le preguntó de manera retórica a su gigantesco compañero. Lo estuviesen o no, les iba a dar igual...
Laocastus no veía daño en dar la información a un hermano Inquisidor.- Nuestra escuadra sirve bajo el auspicio de la Inquisidora Kathrine del Ordo Xenos. No hemos tenido contacto reciente con ella.
La voz de Emil fue como despertarnos de un aburrido y sistematico sueño lleno de marines. Al parecer teníamos un objetivo nuevo, un camino a seguir... - Señor, si , señor... ya era hora señor... - comenté haciendo un saludo excesivo para el momento de la batalle que era. Mientras me alejaba vi como mis compañeros se relajaban mientras partian rumbo a nuestra nuevo destino, unos charlaban, otros como mi camarada portaban las armas pesadas y otros simplemente echaban un último vistazo a aquella tierra desvastada en la cual se acababa de librar una importante lucha; uno de los que recordarían esta batalla era yo... tan extraña como ambigua... ¿porqué había acudido la guardia de Kriegg a estos parajes ya defendido por Marines Espaciales?
Sumida en mis pensamientos, continué junto a mis compañeros, caminando en silencio...
Con muchisimas ganas de perderme de toda aquella locura encadenada por nuestros queridos angeles de la muerte, y conocedor de que uno de ellos contaba por 100 de nosotros, como poco, aun asi viendo que llevaba un rato perdido de la situacion y que alli sobrabamos me alegro mucho recibir ordenes, aunque seguramente terminariamos embarrados en vete tu a saber que agujero. Mejor asi.
Sin decir nada, golpee con el dorso de la mano a mi camarada comprobamos nuestro equipo mutuamente y partimos a donde Emil nos dirigia.
La firme voz del sargento lo trajo de vuelta del mundo de sus pensamientos,asintio levemente mientras recargaba el rifle láser para tenerlo como siempre en carga optima.
- Vamos Vlad,por hoy se ha acabado la fiesta para nosotros - Dice algo burlón - Pero tranquilo,tendremos mañana nuestra ración -
Su viejo amigo asintió y ambos se dispusieron a emprender el camino hacia el campamento base. Pero algo ardia aun como restos de un antiguo pensamiento,si lo que habían visto ahora se había producido en un momento,ahora podía entender porque ya no habia enormes capítulos,sin duda estos ángeles de la muerta eran peligrosos incluso para si mismos.
Con todos los miembros de la guardia imperial marchando hacía los puestos que les estaban indicando sus oficiales, los curiosos se fueron dispersando de manera ordenada... solo quedaron los marines y el inquisidor, el cual puso mala cara al escuchar la respuesta en lo referente al paradero de su inquisidora al mando
Argias le dedicó una larga mirada y luego negó con la cabeza - eres un marine, supera esto de una vez - le dijo ahora con un tono si cabe, menos amistoso que antes; lo cierta era que el silencio de Castor le había resultado en cierta medida casi ofensivo, pero prefirió darle cancha al apotecario de los Templarios Negros, sabía que tenía su honor mancillado, pero en opinión de Argias, no era así.
Anton torció el gesto de la boca - es cierto que solo conozco el paradero de otro inquisidor más en la flota, un rango inferior - comentó con cierto desdén, era por todos sabidos que entre inquisidores solía existir una cierta animosidad - el problema es que ambos somos del Ordo Hereticus... - se encogió de hombros - bueno, no es tanto problema... - pero conforme seguía su voz se fue acallando y el custode que tenía a su lado se irguió en toda su estatura cogiendo con ambas manos la lanza que portaba.
Demeticus, flanqueado por Cehetel y su storm trooper que hacía de guardaespaldas personal, también les seguian toda una escuadra de Templarios Negros había aparecido en escena y liderados por un capellán que llevaba las armas asidas con fuerza. Todos los marines que estaban allí, solo tenían ojos para aquellos marines extraños y para el inquisidor, por lo tanto, nadie percibió como aquel grupo imponente se iba acercando con paso seguro.
Demeticus lanzó una larga mirada a Anton, a su escolta personal y luego, por ultimo, a los marines de leyenda que estaban junto al fragmento de esfera... nuevamente, la tensión se disparó como un torpedo vortex lanzado por una barcaza.
Anton... Vero... - dijo con un asco en cada silaba que daba la sensación que tenía arcadas en lugar de estar hablando - te creía muerto, demasiados años sin saber de ti ni de tu secreta misión - hizo un gesto lleno de displicencia a Beset y sus hermanos - Yo no necesitaré una explicación de toda esta vergüenza y circo desplegados ante mi... a veces, por mucho que lo odie, se tienen que usar agentes ya condenados... - pero antes de que pudiera acabar la frase, Cehetel lo hizo callar colocando su imponente mano... una armadura de exterminador negra como la noche
Su mirada lánguida y fría recorrió todo el campo de batalla, miró a todos los marines y en concreto a Castor al identificar la heráldica de su propio capítulo en una de las hombreras. Pocos conocían a Cehetel, pero su actitud, pausada, calmada y fría era más aterradora que un marine con una actitud beligerante... no necesitaba intimidar, su propio cuerpo, su expresión corporal y sus lentos movimientos lo hacían por él.
- Inquisidor Anton Vero - su voz era cavernosa, profunda y gutural con un timbre que resultaba algo molesta... posiblemente a un humano le supondría evacuar su vejiga con tan solo escucharla. Cehetel apoyó sobre el suelo la cabeza de su imponente martillo - La sola presencia de sus marines... de esos cinco...y en concreto de ese - señaló a Beset tras alzar con lentitud deliberada su brazo izquierdo - me resulta una afrenta demasiado grande como para tolerar su mera existencia... pero le concederé, Alto Inquisidor - ahora si hacía mención al rango de verdad que ostentaba Anton - el beneficio de la duda... conozco de manera personal su hoja de servicio... así que no lo tacharé de traidor por ir con semejante compañía... dígame ¿Por qué?
A nadie le paso desapercibida la mirada del capitán de los Ángeles Sangrientos que miró con furia a Cehetel - Espero, Mariscal... que su osadía para desembarcar en el planeta no haya costado bajas al Imperio - fue lo único que llegó a decir, ni se encaró con él, solo giró levemente la cabeza y lo miró detenidamente... el plan de batalla colocaba a los Templarios en retaguardia, no en vanguardia; pero Cehetel hizo caso omiso, solo tenía ojos para Anton
Me temo, que no son de su incumbencia - lejos de temer a Cehetel, Anton mantuvo una actitud ciertamente retadora, y eso que por mucho que llevara una servoarmadura, todo el mundo sabía que en un enfrentamiento físico no tendría nada que hacer, ni la más mínima oportunidad... pero Anton, estaba protegido, o eso tendía a pensar, por su rango - Pero... - dijo alzando un dedo notando como el ojo de Cehetel parpadeó una vez de más - le permitiré comprobar... lo que quiera - torció el gesto nuevamente, como con asco - espero que no se extralimite en sus funciones Mariscal y se crea capaz de contradecir un edicto promulgado por el propio Malcador el Sigilita... pero le dejaré ver lo que desee en mi nave - negó con la cabeza abatido, pero en seguida se puso firme nuevamente y extendió los brazos alzando su voz y cambiando de tema de manera radical...
- ¡Por la orden inquisitorial de la Santa Severine amada por todos! ¡tomo el control total de las fuerzas inquisitoriales sea del ordo que sea! - relajó los brazos y cogió el símbolo del Ordo Hereticus que llevaba colgado del cuello mientras Demeticus lo miraba con profundo asco, no estaba llevando bien ser el inquisidor de menor rango en aquel sector - ¡Como Alto Inquisidor! ¡y el de mayor rango de todo este sector! ¡la sagrada orden de Santa Severine me da pleno poder, en tiempos de guerra y extrema necesidad, acoger bajo mi seno a unidades del Ordo Hereticus, Ordo Malleus, Ordo Xenos, Ordo Chronos, Ordo Hydra, Ordo Machinum, Ordo Militum, Ordo Obsoletus, Ordo Originatus, Ordo Redactus, Ordo Scriptorum, Ordo Sepulturum y Ordo Sicarius - había nombrado todos los ordos, incluyendo los minoris - ¡orden ratificada por el Gobierno de la sagrada Terra y por los altos mandos de la Inquisición!
Nadie parecía dispuesto a negar a lo que decía... ni si quiera Demeticus ni Cehetel... quizás la propia unidad de la Deathwatch tendría algo que decir
si tenéis, una tirada de saber (el que sea) inquisición.
Podéis postear... de hecho, me gustaría que lo hicierais
Deuteros escuchó la orden de aquel Inquisidor, pero sabía que ni a él ni a su hermano Ariarkus les afectaba al no pertenecer a la DeathWatch. Así que su misión seguía siendo proteger la esfera estuviese en las manos de quien fuese.
- Siguiendo la última orden de nuestro ya fallecido capitán Benahia seguiremos salvaguardando la esfera hasta que recibamos nuevas órdenes de nuestra cadena de mando. - dijo de forma solemne y a la vez autoritaria el Ultramarine, muchas cosas habían sucedido, pero nada ni nadie iba a impedir que continuasen su misión, una misión en la que sus hermanos murieron y juró que no habría sido en vano.
Parecía que las cosas por fin empezaban a moverse de la manera correcta. Esperaba que este antagonismo entre inquisidores no acarreara ninguna complicación, con un objetivo claro y la inquisición unida bajo el liderazgo de Anton Vero podrían por fin encontrar la esfera.
Con algo de suerte también se encontrarían con Estellios. Apretó los puños en una promesa silenciosa de venganza.
Laocastus se encogió de hombros. Aquel hombre bien podía ser un Inquisidor renegado, abusando de los recursos de los Sagrados Ordos para beneficio personal. Pero si alguien tenía que disputarlo, serían sus colegas del Ordos. Laocastus, a su pesar, respetaría la cadena de mando.- ¿Alguna actualización en nuestras órdenes?
Por fin gente con cabeza, el Capellán Argias, amigo de mi mentor y el Mariscal Cehetel, un mando de su propio capítulo aunque parece que ni el mismo puede oponerse a un Alto Inquisidor y dado que no hay mayor Autoridad aquí... Tener que trabajar con siervo del Caos es una afrenta que solo puede conducir a nuestra Mancha. Ya es bastante malo tener que soportar a los psíquicos para ahora tener que aguantar a un apóstata. ¡Qué el Emperador guarde nuestras almas del Caos!
La servoarmadura completa ocultaba tanto los pensamientos como el lenguaje corporal de Castor. Estaba incomodo, muy incomodo pues tenia que trabajar junto a lo que había jurado destruir a cualquier precio. el Capellán Argias le había dicho que era un marine y tenía que superarlo, solo había una manera de hacerlo, con muerte y esperaba vivir para ver la muerte del hereje.
Al menos ahora había más pares de ojos abiertos y vigilantes...
Ariarkus se mantenía en silencio al lado de su hermano Deuteros. Sabia cual era su labor y nada podría hacer que fracasara en ella. La pelea de poderes de la Inquisición que estaban presenciando le había dejado sorprendido por un momento a la espera final de saber el resultado de la misma.
El por su parte no dejaba de vigilar la parte de la esfera que ahora tenían que vigilar y seguía preguntándose que había pasado con el resto de la misma. Pues las palabras del Mil Hijo no habían logrado que sacara nada en claro.