Partida Rol por web

El Ogro levantó su mirada hacia el cielo mirando con asombro la nave que descendía hacia ellos...siempre le habían gustado los pájaros de fuego.....eran tan grandes y bonitos......y disparaban tantas armas.....

Cuando el humano con buen aspecto se acercó a ellos, Norragh no dejó de pensar en los otros humanos de negra gorra que pululaban por entre sus filas de vez en cuando, le recordaba mucho a ellos. 

Iba a decir algo, pero una mirada de soslayo a Pia, que dijo que no con la cabeza ligeramente, hizo que el Ogro se encogiera de hombros y decidiera sacar unas raciones de su mochila...al parecer, aquello no iba con ellos. Él seguía teniendo hambre y no había enemigos a los que matar, así que, hasta que su superior, quien había estado callado ya mucho tiempo, dijera algo, él no haría nada más. 

Sacando las raciones, se sentó en el suelo y comenzó a comer y a beber mirando como unos y otros se gritaban o se daban órdenes. La verdad...Norragh estaba disfrutando viendo tanto hombre con armadura grande y bonita junto.....tanto...que se tiró un pedo....el esfuerzo de sentarse, claro está.... la relajación del combate tenía estas cosas.....se le removían las tripas y pronto necesitaría un lugar para evacuar....miró alrededor buscando algún sitio donde poder bajarse los pantalones...pero no vio ninguno...aquel lugar era como desierto...todo plano y sin rocas. 

Norragh siguió comiendo....

Con la mayoría de sus supuestos hermanos de armas en contra y aparentemente ignorando su juramento de vigilancia y deber, Laocastus juzgó sus opciones. Mantuvo el arma acumulando energía durante unos segundos tras la orden del "Inquisidor".

Finalmente, con meditada lentitud, dejó que la energía acumulada se disipase de manera inofensiva, para después alzar el arma hasta posición vertical con exasperante calma. El arma seguía preparada para disparar en cualquier momento, ya que el cañón permanecía caliente por la acumulación de energía y el único propósito de ésta era evitar deformaciones en el cañón por dilatación súbita del metal que lo componía; pero quitando a Jaden y quizá Ariarkus, dudaba que la mayoría de la gente entendiese siquiera que significaba eso. La aparencia menos hostil le serviría para determinar el grado de falsedad en las palabras del "Inquisidor".

El Hermano Jaden había apaciguado a los agitados espíritus-máquina de la armadura de Castor, cuya retórica había llevado a las sencillas entidades semiconscientes a una furia casi suicida. - ¿Bajo la autoridad de que Ordos opera, "Inquisidor"? - Las comillas, rezumantes de escepticismo, eran audibles a través del metálico sonido del casco, una difícil hazaña lingüística.

Asintió ante las palabras de Ariarkus, aunque se quedó mirando a los marines con mala cara... aún no se había presentado ninguno de ellos. Luego miró al salamandra que permanecía en alerta pero no se lo tuvo en cuenta; Anton comprendía perfectamente la cuadriculada mente de los marines espaciales... solo sabían ver matanzas y mutilaciones, casi sintió lastima por ellos... casi.

Abrió un cofre metálico que llevaba colgado de la cintura y dejo a la luz de todos la insignia que lo identificaba como alto inquisidor del Ordo Hereticus - Como ya he dicho, Marine... Alto Inquisidor Anton Vero, al servicio del Trono Dorado, de la santa Inquisición y del Ordo Hereticus - el sello era real, autentico... sus brillos metálicos, su forma... era un objetivo imposible de falsificar y todo quedó más claro cuando activo la runa del pesado colgante y una imagen casi fantasmal surgió del emisor hololitico. Mostraba su nombre, rango, servicio, marca biometrica... todo era autentico - ¿Satisfecho? - y siguió esperando a que todos se presentaran... como era de esperar de unos seres civilizados.

- Disculpe la rudeza señor, mis camaradas y mi hermano están cansados por el reciente combate. Mi nombre es Deuteros Voared, marine táctico de la nave Orgullo de Macragge, derribada en la lucha contra los traidores en órbita. Nuestro antiguo capitán, Regulus, cayó en combate contra un C'Tan. Se... podría decir que yo estoy al mando, pero mi autoridad es muy limitada debido a no ser hermano de batalla del resto de los marines aquí presentes... - dijo Deuteros triste al recordar la pérdida de sus hermanos, solo quedaba ya Ariarkus de toda una nave que vino tras la esfera, a la vez que miraba a Ariarkus con un gesto severo para que se presentase como era debido.

Laocastus asintió satisfecho por tener una prueba real de la autoridad del hombre. Le dedicó una pequeña reverencia.- Como habrá escuchado por los cascos monitores, mi nombre es Laocastus Ardite Signatum, Hermano Devastador de capítulo de los Salamandras actualmente asignado a la Deathwatch.

Jaden se alejó poco a poco de Castor, como si temiera que los espiritus máquina de la servoarmadura fueran a enfadarse de nuevo. Cuando calculó que estaba ya lejos pero aun lo suficientemente cerca de su hermano para actuar si la situación lo requería se encaró a la nueva figura que había entrado en escena:

-Es agradable ver orden por fin- dijo como si la figura del inquisidor impersonara la virtud.- Jaden Kolis de los Angeles Oscuros, tecnomarine actualmente asignado a la Deathwatch- se quedó unos segundos cavilando sobre unas palabras, cambió nerviosamente el peso de un pie a otro y al final dijo- Ruego que no se le tengan en cuenta las acciones al hermano Castor, actuó cegado por su devoción al Emperador y nada mas. Sinceramente si no hubiera visto a alguien de mi propio capitulo en este grupo, me habría negado a desactivar la armadura.

- Hermano Apotecario Castor Machen del capítulo de los Templarios Negros, actualmente asignado a la Deathwatch - dijo escuetamente, su odio era todavía palpable, a pesar del comunicador de la armadura.

¿Condenado? un brujo debería morir en el mismo momento en el que es descubierto o, en el peor de los casos, juzgado, su mirada volvió a centrarse en el Mil Hijo mientras pensaba. Solo hay que verlo, ni un juramento de penitencia en su armadura, ni un acta de condena, no ha renegado de su legión, luce sus colores con orgullo... ¡y se lo permiten! ¡La muerte es lo que merece! Asociarse con él solo puede servir para que corrompa a alguien con sus palabras, con sus artes, con su mera presencia.

Castor estaba abatido, ni una muerte digna había podido tener. Se había fijado un objetivo de muerte y había fracasado. Tal vez su destino no era encontrarse con Pollux todavía pero recuperaría su honor para que su hermano estuviese orgulloso de él.

Capitán Mihael - se presentó el ángel sangriento dando un paso al frente - segundo al mando de la sexta compañía de los Ángeles Sangrientos - hizo el gesto del águila y luego miró al resto de marines

Capitán Vehuel - se quedó donde estaba, no se movió salvo sus brazos, los cuales condujeron sus manos hacía los sellos de cierre del casco. Presionó las runas de desactivación y desbloqueo, un siseo de escape surgió de la gorguera y el marine se quitó el casco. No era mentira, parecía que se estaba viendo un tapiz o una representación del ángel, de Sanguinius... sus ojos, azules, sus rizos dorados... había claras diferencias, tamaño, constitución, sin alas... pero el parecido, era muy grande - Oficial superior de la sexta - tenía el ceño fruncido, aun estaba tenso por toda la situación, todos compartían, en gran medida, la desconfianza hacía el marine perteneciente a una legión traidora, pero no era tan fanático.

Nada más presentarse su oficial el mando, los ángeles sangrientos ahí congregados empezaron a presentarse con marcialidad, con devoción y respeto...

Hermano Borias - dijo uno que estaba al lado de Eivander - Sargento Lamiel - un sargento dio un corto paso alzando su cabeza y haciendo una ligera reverencia con el cuello - Sargento Hiriel - dijo otro más atrás - Hermano Furin - y otro... 

Kier, Juimel, Adel, Fergian, Santiel, Kimoel, Saecer, Poulo, Augusto, Guheel, Liorel, Torin, Merhim, Jerian, Daviel, Buriles

Todos presentaban un aspecto fatigado, al menos, sus armaduras, melladas, llenas de sangre y de icor tiranido... el paso por el túnel debió ser una lucha terrible para ellos, pero desataron una oleada de fuerte efectiva y pudieron llegar a tiempo a la superficie para ver todo aquel espectáculo.

El último en aparecer, que lo hizo desde atrás, de entre las filas de los guardias imperiales fue un capellán. Pasó al lado del ogrete y de la doctora, a los cuales los miró con su casco cadavérico y les asintió en señal de respeto, habían luchado bien, lo suficiente como para sobrevivir otro día.

No tardo en cruzar todas las filas de marines y guardias y se colocó a la derecha de Castor - Capellán Argias - y sin cortarse un pelo miró a Castor de soslayo sin quitarse el yelmo y le dedicó unas palabras - Esto no quedará así... mantente firme, Haydn era respetado por todos lo que lo conocíamos... - luego, giró la cabeza y lo miró fijamente con el brillo mortecino de los ojos cristalinos del casco - Me recuerdas a él - y luego miró al frente mientras se presentaban otros marines espaciales.

Sargento Mayor Eivander... actualmente al mando de los supervivientes de la cuarta compañía de los Puños Imperiales... mi capitán esta incapacitado que no muerto - no pudo evitar mirara a Argias pero no comentó nada, le hizo hueco al ángel sangriento

Y como sucedió con los ángeles sangrientos, los nueve Puños Imperiales que estaban presentes dijeron sus nombres con una actitud estoica, habían sufrido lo indecible como los marines de la Death Watch pero ahí estaban, firmes y todo lo más presentables que eran capaces teniendo en cuenta el mal estado de sus armaduras pero no así el de sus espíritus - Sargento Kion, Hermano Birgas, Kunglo, Miriartes, Pretahn, Astofodles, Jeriaun, Fadet

El general apareció por detrás de las filas de sus hombres, los aguerridos y combatientes "Dragones de Arena". Iba seguido por su estado mayor al completo, aunque muchos de ellos llevaban vendajes en ciertas partes de sus cuerpos, el general estaba impoluto - Emil - hizo llamar a su reciente ascendido a oficial y que comandaba toda una sección de su compañía después de la muerte de su teniente.

Emil se acercó a buen paso seguido de su ayudante y se cuadro frente a él - Emil, se ha establecido un centro de mando al sur de aquí, no tienen nada que hacer con esos Marines Espaciales, así que conduzca hacía allá a toda su sección. Muévase - su tono de voz era algo seco y cortante, debía de estar de mal humor y no trataba de ocultarlo. Repitió aquel informe con el resto de oficiales al cargo de secciones y poco a poco fueron abandonando el lugar 

Vamos, recojan sus cosas, nos marchamos de aquí, se acabó el... - se calló, iba a decir circo, pero sabía que le iban a oír, solo confiaba en que lo ignoraran, como solían hacer con los humanos normales - Vamos grandullón, seguro que hay comida en el campamento base 

Numaios Ventor - se presentó el Serpiente de Hierro con voz sombría después de todo lo que había pasado, no estaba nada tranquilo pero había enfundado su espada - Serpiente de Hierro asignado a la Death Watch - fue tosco y severo, no albergaba respeto alguno para el traidor confeso pero aceptó el liderazgo del Inquisidor

El hombre fornido de rostro argenteo que estaba detrás de Anton dio un paso al frente y desactivo su campo de camuflaje dejando ver lo que había realmente tras ese hombre alto como un marine, un soldado del Adeptus Custodes, su armadura dorada, confeccionada a mano por los grandes artesanos y forjadores de Terra. Su nombre se iba extendiendo por toda la gorguera y luego desparecida por el interior de la misma - Augusto Verian Herj Julio Nemerio - se presentó, solo dio el principio del nombre, no quiso avanzar más. Anton Vero debería ser un Inquisidor de muy alto rango como para granjearse semejante escolta. 

La lanza reposaba serena al lado del custodes, el cual no dijo nada más. 

Anton miró al ultimo marine que no se había presentado, Ariarkus. Pensó que quizás estaba resentido por haber ignorado su pregunta inicial pero decidió responderle. Anton estuvo todo el rato observando y analizando a cada marine que se presentó, con gesto serio tratando de memorizar cada nombre, cada cara, cada servo armadura... en parte, era su trabajo, tratar de reconocer cualquier semilla que pudiera escindirse del Imperio - Ultramarine... Borael no fue juzgado, solo herido de muerte en los últimos años de la guerra. Rescatado por los primeros Inquisidores y reclutado para este proyecto secreto... - frunció el ceño y alzó la barbilla mirando a Ariarkus, confiando en que ahora se presentaría él 

Ariarkus miro al inquisidor y sabiendo que había actuado descortés humillo la cabeza y respondió a las pregunta no formulada por Anton.

- Devastador Ultramarine, Ariarkus, penúltimo superviviente de los Ultramarines designados a la guardia de la Esfera, Señor. – Comento. – Pido disculpas por mi falta de respeto y cortesía ante su autoridad.  – Termino por decir.

Asintió con firmeza y miró a los marines inquisitoriales - ¿Quién y donde está vuestro Inquisidor? - preguntó directo con el ceño fruncido mientras tamborileaba sus dedos de la mano derecha sobre la placa de armadura que cubría su antebrazo izquierdo