Partida Rol por web

El dolor era terrible, pero tenía que intentar sobreponerse a él. Entre dientes intentó razonar con la astrópata.

-No, señora, si lo fuéramos, ¿no cree que habríamos destrozado su cuerpo físico junto al que nos encontramos protegidos por las Sororitas de la hermana Aurelia?

Todo se había dicho, pero no quería creernos, teníamos que pensar alguna forma de convencerla, pero yo no estaba entrenado para eso. Lo mío era la caza- Por el Emperador y la Santa Inquisición que somos soldados bajo el mando del Inquisidor Demeticus, ¿qué podemos hacer para demostrarle que nuestras palabras son ciertas?

Presa del dolor agónico que sufría, Edgar dobló una rodilla y la hincó en el suelo,apoyando la palma desnuda (siempre que no tuviera a Sally se consideraba desnuda) en el suelo.

-Por el Trono que es cierto...-gruñó con la tensión en la voz de quien sufre más allá de los límites imaginables.- Eva y.. y... la otra mujer, y las demás...-hizo un esfuerzo tragando saliva para decir algo coherente- están esperando que despierte, señora.

Jonah gruñó mientras aquella demostración de poder le iba obligando a abandonar su postura, para quedar postrado, cada vez más cegado por el dolor. Pero no pensaba darse por vencido, no así.

-Quemad nuestra alma si queréis, señora, pero seguiremos siendo fieles servidores del Emperador. Nuestra... Nuestra misión es despertaros para... Que la Inquisición pueda empezar la limpieza. ¡Puede matarnos, pero estamos aquí para despertarla y destrozar a los putos traidores!

La mujer dorada se quedó parada por un instante, mirándoos alternativamente con aquellos ojos de fuego y estrella... no dijo nada ni tampoco aumentó la intensidad de su ataque psíquico, pero una sensación muy peligrosa si que os invadió los corazones. El mundo a vuestro al rededor se iba oscureciendo poco a poco, con lentitud... parecido al paso lento y constante de una marabunta de insectos plagando un lugar, tantos que la nube provocada por su ingente número cubría cualquier fuente de luz... solo se veía algo por que Isabella estaba iluminada.

El stormtrooper esperaba una respuesta por parte de la astrópata, o la aniquilación, cuando se produjo un cambio alrededor. Aquella brillantez anterior parecía que se estaba apagando. Algo cambiaba, y no estaba seguro de que era, pero no le gustaba.

-¿Qué ocurre? ¿Es cosa suya?

-El Emperador nos proteja-musitó Edgar, mientras la luz se extinguía de forma casi gradual,de forma imperceptible  pero que, sin embargo, ocurría sin lugar a dudas. 

Incómodo, basculó su estatura de un pie a otro y acabó por acercarse un poco más a Jonah y a Demetrius

Locken aun se sentía destrozado por ese dolor intenso que porvenía de ella, tan destrozado que ni siquiera se dio cuenta de que el "mundo" parecía cambiar.

Solo notaba dolor y oscuridad, como las plagas del antiguo Gypto, todo se iba oscureciendo salvo la zona iluminada por esa mujer, la que no los creía y les quería aniquilar. 

Locken apretó los dientes y gruñó con fuerza. No sabía que podría pasar, pero estaba seguro de una cosa, y era que no le iba a gustar.

El rostro de Isabella se ensombreció por completo, la oscuridad lo invadió todo... una negrura densa, demasiado densa, resultaba hasta nauseabunda... la noche eterna, el final de los tiempos, el apocalípsis, el ultimo aliento... esa ultima espiración de aire antes de acabar por abrazar el olvido absoluto.
La guerra era cruel, ser un agente inquisitorial mostraba aquella parte del alma humana en toda su expresión... tanto en inocentes, culpables y vosotros mismos, resultaba repulsivo, podría dar pena... pero aquel sentimiento era nuevo para vuestros corazones... el fin, el vacío más absoluto, el fin completo y total... atravesar una puerta y darte de bruces con la oscuridad... no solo la ausencia de luz, la ausencia de todo... hasta de pensamiento...

Locken había abrazado ese final, había aceptado su final y se estaba dejando morir lentamente, sintió unas manos suaves y cálidas apretando su garganta, arrancando su vida poco a poco, con un toque casi placentero... pero entonces, contra todo pronostico, sus otros dos compañeros sintieron sus corazones latir..

tump tump
tump tump...

La vida, la luz volvió, su resistencia se impuso ante aquella oscuridad, ante aquella muerte sin remedio. Su luz interior fue in crescendo hasta que brillaron con luz propia... muchísima intensidad emanaban sus cuerpos, y en sus manos se materializaron sus armas... sobre sus cuerpos sus armaduras... Locken seguía indefenso, muriendo lentamente... y entonces... lo visteis; donde estaba Isabella, se encontraba Jacob Dorn rodeado por un muro de tentáculos, os miraba inexpresivo, con violencia, con odio...

Ese lugar estaba acabando con la mente de Locken, le estaba haciendo trizas y ahora, con lo que estaba ocurriendo, se sentía más débil que nunca. Sus compañeros ahora volvían a estar equipados, pero él seguía como antes, desarmado, desnudo para él pues sin su equipo no era nada.

Con miedo, pavor, pánico, y todos los posibles estados mentales que te provocan a huir, Locken intentó separarse de ese ser que estaba envuelto en tentáculos.

Al menos hasta que fuera capaz de hacerlo frente.

Jonah se alegró al ver que su equipo volvía con él, pero aquello duró poco al comprobar como Demetrius seguía afectado por lo que fuera que pasaba... Y peor aún, como era Jacob Dorn el que estaba delante. La mandíbula del stormtrooper se tensó mientras un rugido pugnaba por salir de su garganta, finalmente abriéndose paso mientras alzaba el rifle y disparaba contra aquel bastardo.

-¡¡¡¡¡TRAIDOR!!!!!

Edgar gruñó con rabia adelantándose varios pasos aferrando a Sally  que le exhortaba a liberar la tensión que cargaban sus hombros.

-¡POR EL EMPERADOR!-rugió ronco mientras de Sally brotaban lenguas de fuego destinadas a abrasar aquello que tuvieran a su alcance.

Mientras Demetrius se resignaba a la muerte, mientras el duro mastín estaba cayendo frenéticamente por un pozo abismal cuyo fin no se podía ver, mientras aquel soldado de élite moría boqueando, sintiendo que todo se acababa, que ya no le quedaba nada más por hacer, rendido en apariencia... pero ¿rendido de alma?, mientras todo aquello acontecía, sus más fieles camaradas se lanzaban al ataque sin pensarlo ni un solo segundo más.

La boca del traidor esbozo una mueca divertida, una mueca malvada y sin lugar a dudas, de superioridad. Los impactos que recibió los hizo de manera estoica, imperturbable, sin moverse... varios tentáculos cayeron al suelo presa del poderoso envite de los storm troopers, pero sin duda sabían que a la impronta psíquica que el traidor había dejado en la psique de Isabella no le habían hecho mella alguna...

Miles de voces resonaron por toda la estancia, el vello se os puso de punta y aunque el miedo no os atenazó en vuestros corazones, la intranquilidad os invadió, la intranquilidad por no saber a que habría que hacer frente... Dorn ya no estaba, se había esfumado, se había licuado y la oscuridad desaparecido con el...

La estancia estaba igual, enorme, vacía salvo la austera decoración. Había varias puertas abiertas de par en par, la luz era escasa, pero suficiente como para poder ver a varias decenas de metros, todo muerto y sin vida hasta que reparasteis en que había una niña en una de las puertas, que al verse visto descubierta huyó.

El mundo se apagaba a su alrededor, como si estuviera en una sala de compresión de residuos y su mundo iba cerrándose. Veía a sus hermanos luchar, los veía armados y defendiéndose, escuchaba los gritos y maldiciones que dirigían hacia su enemigo. 

En ese momento, Locken sonrió- parece que ya se sabe quien es el cachorro débil de la manada -pensaba mientras que su mundo iba desapareciendo. Qué sería de él, eso es otra historia.

-Demetrius... Es el propio Emperador quién te requiere. Quizás ésa niña que estaba mirando sea Isabella, u otro truco del traidor... Pero debemos descubrirlo, no puedes fallarle. Quizás el futuro de toda la misión dependa de nuestras acciones ahora. Descabezaremos el maldito gusano del Caos, o al menos le privaremos de sus enlaces traidores. Pero sólo podemos hacerlo si te recuperas. El Inquisidor ha confiado en nosotros. Todos los novatos y capullos de la escuadra han dado la vida en ésta misión, por no mencionar la cantidad de muertes que han provocado ése par de traidores. ¿Y piensas dejar que salgan impunes? ¿Piensas dejar sin castigo su traición, y el precio que el Imperio ha tenido que pagar? Yo digo que no. Yo digo que le arrancaré la cabeza al traidor Dorn con mis propias manos, si es necesario. Y no espero menos de mis hombres. 

El discurso de su superior llegaba a los oídos de Demetrius, el soldado sintió que podría haber escapatoria, sintió rabia por pensar en que podría ser su final, sintió ira al darse cuenta de que aún le quedaba mucho por hacer, mucho que matar en nombre del Emperador y de la Inquisición... comprendió que él no era un tipo cualquiera, era alguien singular, uno entre cientos de miles de ciudadanos imperiales...

-Lo siento por mi debilidad -fue lo único que dijo entre jadeos y sollozos. Era el momento crucial, el momento más importante y me había dejado llevar por la desazón y el miedo. Era una vergüenza para la Inquisición y solo había una forma de expiarlo.

Comenzó a pensar que todo era culpa de esos malditos psíquicos, que no sabían controlar su moralidad y siempre intentaban aprovecharse de sus poderes para controlar a la gente por medio del miedo o cosas menos naturales. Un gruñido de rabia y frustración surgió de su garganta mientras se levantaba, aún tambaleante y como si le hubieran dado una paliza entre toda una pandilla de macarras de los entresijos de un mundo colmena.

Tenía mucho que hacer para redimirse.

-Bien, debemos seguir buscando. Ya sea al traidor de Dorn, o a ésa niña... Si no es otro truco de ése hereje, claro-dijo, poniéndose en movimiento, en dirección al lugar donde había desaparecido la niña, con el rifle en las manos y listo para disparar. 

El grupo avanzó por el punto donde habían vislumbrado a la niña. Se trataba de un corredor del que no se veía fin, había pequeños globos de iluminación en lo alto del techo, pero sin duda no era para nada suficiente para iluminar aquel enorme pasillo. Colgaban estandartes del Imperio, de distintas ordenes, ordos y grupos que rindieran servicio a Terra y a la humanidad; puertas por cada diez metros y un sin fin de baldosas de granito pulido.

La atmósfera era densa, pesada, había partículas de polvo por doquier, pero mientras el grupo se distraía con los detalles, con lo maravilloso del palacio Imperial, escucharon la risotada de la niña en un punto del pasillo.