Partida Rol por web

Pía se limitó a asentir a las ordenes del Sargento, y echó un vistazo al ogrete. Estaba más cercano al piloto, pero conociendo a los ogretes...A saber donde acababa. Mordiéndose el labio se limitó a esperar. En cuanto el piloto estuviese asentado avanzaría hasta donde demonios lo hubiera dejado Tronchahuesos.

Deuteros empezó a correr hacia el generador, sabía que esa debía ser su primera prioridad, pero el Carnifex se interpondría o destruiría el generador con sus ataques, si no derribaban a ese engendro antes.

- ¡El fuego del Carnifex es fuego muy pesado, si nos acercamos al generador demasiado antes de eliminarlo, podría destruirlo en cualquiera de sus ataques! - dijo a sus hermanos de batalla mientras avanzaban

El carnifex no llevaba armas de distancia, más bien unas enormes garras del tamaño de una motocicleta astartes de asalto surgían de su abdomen, parecían dos medias lunas de quitina y musculo dispuestas a destripar lo que tuviera delante, aparte de esas, tenía dos brazos que surgían por lo que serían sus hombros y estaban bien altos rematados con dos enormes garras iniestas que bien podrían perforar el blindaje de un predator.

Laocastus, en virtud de emplear un arma antitanque, mantuvo posición y apuntó contra el objetivo más similar a un tanque. El cañón de fusión cantó con alegría de camino al Cárnifex.

Loacastus, hijo de Vulcan y Nocturne, un salamandra más que veterano con años y años combatiendo contra enemigos odiosos del Imperio... Loacastus, aquel marine espacial al servicio de la santa inquisición apuntó contra el monstruoso enemigo, la pesadilla andante que aún estaba lejos como para infundir miedo a los Imperiales... una vez disparó el aire se sobrecalento al paso del haz de energía concentrada, tan intensa como el corazón de una forja Nocturniana, tan pronto como el rayó impactó contra el Carnifex, este rugió con fuerza, un rugido antinatural que os atenazó los nervios de cada uno de vosotros, pero el animal estaba herido, salía sangre viscosa y violacea de diversos puntos donde había sido impactado...

     Aquel rugido llenó la mente de Numaios con los aciagos recuerdos del combate en la bionave tiránida y la muerte de Benahia. La historia volvía a repetirse...

Ariarkus había sentido antes algo similar, cuando su Capitán había caído. La desesperanza, el horror a saber que no puedes mitigar ese terror ancestral que se sentía cuando aun era un aspirante había regresado.

Deuteros escuchó a la criatura rugir, pero más que miedo, fue inspiración lo que le produjo, un sonido que era melodía para sus oidos, aquella criatura culmen de la evolución de aquellas criaturas, se retorcía de dolor tras el ataque del hermano Laocastus. Pero se dio cuenta de que otros de sus hermanos, entre ellos Ariarkus, su compañero de capítulo y hermano más cercano, retrocedían o se quedaban paralizados ante tal rugido, lo cual le obligó a transmitir esa inspiración a sus compañeros de batalla.

- ¡Hermanos! ¡Qué no os aflija el grito de esa criatura, pues no es terror lo que nos pretende transmitir, está herida...! ¡SUFRE! ¡El emperador está con nosotros! ¡Recordad como estas viles criaturas casi destruyen uno de nuestros mundo hogar! ¡Ahora vuelven al frente a destruirnos pero hoy será el día de nuestra venganza y victoria! ¡POR TODOS NUESTROS HERMANOS QUE CAYERON EN MACRAGGE! ¡¡POR EL EMPERADOR!! -dijo Deuteros mientras seguía avanzando con sus hermanos y señalaba a esa criatura para que cayese de una vez por todas.

El suelo entero se estremeció ante el aullido de la bestia y Pía sintió un brutal y visceral instinto de salir corriendo que pulsó cada nervio de su cuerpo. Daba igual donde. Daba igual que todo el puñetero planeta estuviese lleno de enemigos: ahora el subconsciente de la médico era el de un animal asustado, dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de escapar de aquella gigantesca mole sangrante.

Era solo una humana. Solo una chica rodeada de monstruos. ¡Que hiciera el trabajo otro!

Al oír el grito del engendro se paró en seco y se llevó las manos a la cabeza, tardó unos segundos en darse cuenta de lo que pasaba. Laocastus había alcanzado al carnifex, causandole daños. Recordó a Benahia y a su sacrificio, y le devolvió el grito a la bestia:

-¡No conozco el miedo, bestia inmunda!- observó detenidamente al tiranido con furia contenida y apretó mas fuerte su rifle de plasma.

Un sonido aterrador resuena por todo el campo de batalla, un escalofrío recorre todo su cuerpo incapaz de mover un solo músculo. Algo tan antinatural no debería existir, inmovilizado en el sitio solo puede pensar en huir pero ni siquiera eso puede así que solo queda ahí, quieto, moviendo apenas los parpados pues esa criatura está ahí y no puede permitirse dejar de vigilar la vanguardia.

Cissna es mantuvo en su puesto con un rictus de terror en su rostro, que aunque estuviera tapado por la máscara de gas se veía claramente la tensión en su cuerpo al quedarse tan paralizado, pero tan pronto empezó a moverse un poco, pero se mantuvo esperando ordenes.

El ogrete se revolvió en su posición... estaba asustado, pero no demasiado - uh... que zuto - comentó con voz temblorosa mientras se abrazaba a su destripador como si fuera un osito de peluche

¿Qué estáis mirando, facinerosos? ¡Apretad los putos gatillos y disparad! ¿Me estáis oyendo, piltrafas? ¡Despertad de vuestra paja mental! ¡Quiero un puñetero cono de fuego!

Muchos de los guardias imperiales estaban siendo presa del miedo más terrorífico que jamás habían experimentado, ni cuando estuvieron todos apunto de morir presa de una horda piel verde... la guardia imperial era la columna vertebral del ejercito Imperial, contando todos los ordos y adeptus, ellos estaban hechos de otra pasta y sin tan siquiera habían salido corriendo fue gracias a Emil y su peculiar oratoria cargada de flemones...

Todos y cada uno de los guardias imperiales se sobrepusieron al miedo y estuvieron listos para seguir luchando por el imperio y su supervivencia...

Los marines era otro cuento, tanto el Apotecario como el Bibliotecario eran inmunes al miedo, uno por su estoicismo legendario propio de los Templarios Negros y otro por que había entrado en una ira homicida que lo estaba empujando a lanzarse a la carga directa e irremisiblemente contra la horda de gantes que se le acercaba... Pero el resto de la unidad si sufrió los efectos del miedo, al ser marines se podrían sobreponer con más facilidad, pero al menos no habían salido corriendo...

Numaios y Loacastus se quedaron momentaneamente bloqueados sobre su posición, el grito les trajo vívidos recuerdos del pasado, de un momento quince años atrás que les supuso un gran trauma, Ariarkus les acompañó en aquella sensación y tan solo Jaden y Deuteros se mantuvieron firmes sin sufrir canguelo alguno por el monstruoso enemigo herido de gravedad...