Partida Rol por web

Aquel ser de apariencia crustácea, salió parcialmente del agua y arremetió con sus garras contra Acheron. Dos poderosos golpetazos impactaron contra el hombre embutido en una poderosa armadura y sintió en su propio cuerpo, lo poderoso que era aquel ser. Dos golpetazos que prácticamente le dejaron sin aliento y eso no era lo peor. ¡Estaba tratando de agarrarle!

La aguda visión del guerreo no dejó pasar aquellos raros movimientos en el agua, deteniendo su avance se concentra en el lugar hasta determinar qué era aquello, para su sorpresa era un gran monstruo con enormes tenazas y lo primero que se le vino a la mente fue - tenemos la cena!! -.

El crustáceo sale del aguan tan rápido que el par de hojalatas no alcanzan a reaccionar, llevándose la peor parte Acheron a quien le propinó di fuertes golpes.

Parecía fuerte y de tener aquella bestia pero Vrock no quería dejar escapar la comida, alejándose un metro para tomar distancia, carga y arremete contra su enemigo intentado clavar sus garras este.

Acheron apenas tuvo tiempo de reparar en el ataque de aquel ser, un tercio octópodo, un tercio crustáceo y un último tercio ofidio. Desde luego, la naturaleza tenía un muy retorcido y perturbado sentido del humor para crear semejante aberración.

Un hombre normal habría sucumbido ante la embestida de aquella bestia. Acheron, por supuesto, distaba mucho de ser un hombre normal. Se zafó del abrazo de aquella grotesca criatura marina y una vez Vrock cargó contra ella agarró su mazo de ébano con ambas manos y canalizando su gélida ira y su descomunal fuerza lanzó un tremendo martillazo sobre la cabeza del engendro.

Durante el lance, lo más siniestro, lo más inquietante de todo fue que Acheron no pronunció ni una sola palabra. No emitió ningún sonido. Ni un solo gruñido de dolor. Ni un solo alarido de pura rabia. Sus ojos brillaban sumidos en un fulgor carmesí.

El khuul no tenía preferencia por uno u otro acorazado, por ello, cuando Vrock se adelantó para poder golpear al enorme crustáceo, con algún éxito todo sea dicho, se convirtió en el nuevo objetivo de éste. Dos golpetazos con aquellas enormes garras le dejaron aturdido por un momento. Momento en el que la criatura trató de aprovechar para agarrarle con fuerza. Si no se zafaba, podía quedar apresado y si lo empujaba al agua... igual acababa ahogado.

Cargó con fuerza pero el exoesqueleto del enemigo hizo que rebotara con facilidad su ataque, - ¿ como es que hay una aberración tan fuerte por estos lares ? - se preguntó intrigado, pensaba que se encontraba en un poco mas amigable por así decirlo.

No tuvo tiempo de esquivar sus dos tenazas que impactan de lleno contra el cruzado y por poco logran apresarlo. Escupiendo sangre se reincorpora y se prepara para atacar nuevamente, no se iba a dejar amedrentar así que retoma el aliento perdido por aquellos golpes y ataca con fuerza a la criatura, buscado esta vez perforar por lugares en donde no estuviese su caparazón.

Vrock sintió como algo se rompía en su interior cuando las pinzas de aquel ser le constriñeron con una fuerza descomunal. El dolor era inmenso, paralizante y devastador. Escapar de aquel abrazo era algo simplemente imposible para él. Había ejercido toda la fuerza posible para huir de su agresor y aún así, no había sido suficiente y en ese momento, cuando su vida se escapaba por momentos, no veía ninguna salida. 

Y entonces... llegó lo peor.

El khuul era un ser anfibio y estaba al lado de un torrente. No era demasiado profundo, pero su lo suficiente. Aquel ser acorazado dio un paso atrás y ambos cayeron al agua. El peso del khuul les empujó hacia abajo, pero sobre todo, el peso de su condenada armadura. Muy pronto tocaron fondo y Vrock, aún tratando de contener la respiración, sabía que aquel ser le arrebataría la vida con sus pinzas y si no era así y los dioses le ayudaban en pos de soltarse de su presa, moriría ahogado, pues literalmente, era imposible salir nadando de aquel torrente sin deshacerse de su armadura, que a la postre sería su ataúd acuático...

Peleó en vano tratando de zafarse del poderoso agarre de la criatura, era una lucha de León contra burro amarrado, al no poder escapar la criatura aprieta tan fuerte sus tenazas que desfigura el metal de su armadura, oprimiendo sus pulmones cortándole parte de la respiración.

Cuanta mala suerte habrá tenido el guerrero para toparse con un oponente tan peligroso que lo sobrepasaba fácilmente en fuerza, justo cuando había tenido la dicha de estar en contacto “directo” con su dios.

- Maldición! - exclama ofuscado al ver que sería comida de aquel crustáceo.

La aberración empezaba a acercarlo al río pero solo se da cuenta de ello cuando siente la fría agua primaveral entrando por sus botas, el peor escenario y el peor enemigo, podría haber sobrevivido con la ayuda del humano fornido que lo acompañaba pero abajo de agua, eso ya era otra cosa muy diferente. La muerte se cernía sobre el cruzado y no había nada que pudiera hacer para evitarlo, una muerte lamentable y estupida, digna para ser contada cómo una historias graciosas de los bardos.

La situación no dejaba de tener cierta ironía.

Aquel guerrero desconocido, acorazado de la cabeza a los pies, se había hundido abrazado a aquella bestia mutante en el fondo del río para no volver a emerger. Una forma de la naturaleza de recordarle, una vez más, lo acertado de su filosofía de vida: el fuerte sobrevive; el débil, muere.

La situación le hizo reflexionar sobre la utilidad de una armadura completa cuando te enfrentas a un ser acuático en las proximidades de una masa de agua de cierta profundidad. Consideró que haberse forjado como un bárbaro acostumbrado a luchar sin apenas protección tenía sus ventajas, al fin y al cabo.

-Mejor tú que yo, amigo-, sentenció al tiempo que concluía que ninguna estrategia -salvo un conjuro para secar el río- podría salvar a aquel desgraciado. El khuul estaba en su territorio y quería algo para cenar. Mejor no tentar a la suerte.

-Ni el dolor ni el sufrimiento acaban con el mundo. Ni la desesperanza ni las jodidas palizas. El mundo acaba cuando estás muerto. Hasta entonces, hay mucho más dolor para ti en el almacén. Aguántalo como un hombre... Y trata de devolver algo-.

Y con este canto a la filosofía existencialista, Acheron dejó en el éter un epitafio para el tal Vrock al tiempo que marchaba bajo la lluvia hacia Hommlet.