Acheron no estaba acostumbrado a que una mujer le tendiese la mano.
A decir verdad, no estaba acostumbrado a que alguien le tendiese la mano.
-Durmiendo con los peces-, fue su única y gutural respuesta al tiempo que estrechaba la mano a aquella mujer ataviada de blanco. Una mano que le pareció frágil y diminuta entre sus gruesos y mortecinos dedos.
Payne...
La mujer parecía tener el rostro cincelado por un escalpelo. Sus ojos recordaban a los rescoldos ennegrecidos que quedaban tras una hoguera. Los ojos de alguien que ha aprendido a no mirar atrás. Una mirada que Acheron conocía bien. Algo en ella no encajaba. Su vestido, su extraña elección de un látigo como arma y, quizás lo más extraño: su compañía.
Acheron giró la cabeza, siendo recompensado con un crujido perfectamente audible.
-No tengo por costumbre inmiscuirme en los asuntos de nadie, pero es una noche extraña y ambos... todos, a decir verdad, parecemos forasteros... Fuera de lugar. ¿Me equivoco?-.
Dejó que el silencio habitase el espacio entre él y aquella enigmática mujer durante un instante.
-¿Qué os trae aquí? ¿Un mal sueño, quizás?-.
No podía existir tanta casualidad, pensaba Acheron.
-El calvo dice que sois... "gente misteriosa"-, dijo señalando al tabernero al tiempo que un sádico brillo en sus ojos bermellones advertía que se lo estaba pasando de miedo. -Si no ha de saberse el motivo, guarda silencio entonces. No me importa-.
Directo. Sin aspavientos. El titán no necesitaba motivos. Era, además, una declaración de principios. Acheron estaba muy lejos de tener interés por conspiraciones e intrigas. Solo aspiraba a sobrevivir, no importaba con cuantas cicatrices, regando el sendero con los cadáveres de aquellos que considerasen hacerle frente.
Fuertes y débiles. Nada más.
Por darle brío, que mañana y pasado tengo días muy complicados.
Te espero, Avhin. Palabrita ^^
PD. Me encanta Payne, Tali. Qué gran PJ.
Lissandra se guardó los componentes cuando quedó claro que la criatura ya se había marchado. Si la volvía a ver, desde luego que la aplastaría con la bota. Esperaba que su crujido resonase durante unos segundos antes de levantar el pie. Lissandra no era de las empleaba métodos físicos para hacer las cosas, pero había momentos en que tenía que hacerlo solo por placer.
-Si no te importase, no lo habrías comentado -dijo Lissandra, inmune a la pavorosa presencia de aquel guerrero. Estaba demasiado acostumbrada a ese tipo de muestras de fuerza y no solía alterarse por eso. Ni por eso ni por nada-. Al menos a mí, sí que me ha traído un sueño y la búsqueda de información. Precisamente de ello quería hablar con Payne, antes de que ese bicho asqueroso se dedicase a espiarnos y a timarnos. Nos dio información falsa. No es que se la hubiésemos pedido, pero su condescendencia con nosotras lo ha condenado. Es más la afrenta que la falta.
La hechiera hizo un gesto de hastío con la mano.
-Soy Lissandra, una norna del invierno. Vengo del Espinazo del Mundo y aquí hace demasiado calor. ¿El bloque de hielo que has visto en la puerta? Es mío. ¿Sigue ahí, verdad?