Partida Rol por web

Después de leer en los rostros de los demás hombres la misma incertidumbre que la que probablemente se reflejaba también el suyo mismo, no le sorprendió que la única con algo interesante que decir al respecto del dilema que les ocupaba fuera Hwestadîn. De hecho, la elfa, mediante su exposición de los hechos, no parecía haber dejado mucho margen para el debate.

-Según se extrae de tus palabras, Hwestadîn, el único destino posible es ese rocoso túnel central. Su mirada se mantenía posada sobre ese preciso elemento del yermo paisaje en que se hallaban insertos.

No quiso decir más, porque no creyó hubiese nada más que decir. El martillo ganchudo le quemaba en la mano, pero se contuvo, y en vez de decir lo que más le convenía a él dijo lo que, juzgando objetivamente la situación, más le convenía al grupo.

-Quizás fuese conveniente convocar en esta sala al resto del grupo. El factor tiempo no es tan apremiante como para arriesgarse a actuar de forma impulsiva, y el camino de vuelta a la entrada no parece que vaya a tener mayores complicaciones. ¿Qué te parece, Isilöme? -preguntó sin apartar la vista del túnel, más por echar a rodar la sugerencia planteada que por interesarle de forma concreta la opinión del tabernero, quien a estas alturas no era ya para él más que otra de las almas anónimas a las que había conseguido convencer -¿sin pararse a pensar lo suficiente, quizás, en lo que suponía para ellas?- para embarcarse con él en la cruzada propuesta por la omnipresente guardabosques.

La elfa que se encontraba de cuclillas cogió su arco Me parece una gran idea susurra a Osfahit. Su susurro parecía como el pulular del viento entre las ramas. Yo me quedo aquí, no necesitamos volver todos... esta vez su voz parecía más robusta y segura. Sus ojos se posaron durante un segundo en el elfo, un instante de duda ¿Qué hará Isllöme? y rápidamente sus ojos volvieron a Osfahit, le dedicó una sonrisa y con un gesto con la mano hizo posicionarse delante suya a Rauko. La elfa tenía una buena vista de los tres túneles delante suya, quedando en la espalda el túnel por el cual vinieron...

Luego de haber atisbado movimiento, Áraman se quedó más intranquilo. Su espadón descansaba con la punta en el suelo, pero listo para ser usado de ser necesario. Apenas atendía a la conversación a su espalda ya que se puso frente al túnel donde había creído ver algo alumbrando con la linterna.

-Ustedes díganme por dónde y yo avanzo- comenzó diciendo el Bravo -Si la experta dice que vayamos por el medio, por el medio será. Yo me quedaría con ella por cualquier cosa. Además mi porte sólo hará más lento el regreso.-

Luego de un momento de reflexión, Áraman volvió a hablar.

-Me parece que lo mejor sería que decidamos nosotros y que los que vuelvan a salir vayan con algo más o menos masticado así no tienen que venir todos- agregó mirando por un momento a los demás -No dejaríamos la entrada descubierta, ¿o si?-

Grasp se adentra con el resto del grupo en la cueva, aceptando los cambios de posición hechos en el túnel. Cuando el perro de la elfa se coloca detrás de él, Grasp dedica una sonrisa nerviosa al animal que deja a la vista sus torcidos dientes trasgoides, y dice en voz baja - Perro ser bueno.

Una vez todos entran en la zona amplia, Grasp asiente ante las palabras de la elfa. - Picuda tener razón. Piedra mejor que tierra para vivir. Pero monstruos convertir gente en piedra. ¿Poder convertir tierra en piedra? - dice Grasp dando un golpecito en el suelo de piedra para palparlo. Seguidamente, se encoge de hombros y saca de su mochila una pequeña rodela, que engancha en su brazo izquierdo. Después saca su pequeña ballesta, la cual carga con un pequeño virote. - Grasp esperar. - dice el comerciante, y se dispone a escudriñar el fondo del túnel de piedra en busca de algo que llame su atención.

No sabía a ciencia cierta cuán prudente sería dejar solos a la elfa y a Grasp en aquellas circunstancias, pero la actitud siempre vigilante de Áraman le producía una cierta calma. El humano estaba resultando ser más que mera carne de cañón, hasta el punto de que con él y su espadón en estado de alerta era capaz de tomar con tranquilidad la decisión de volver él mismo a por los demás. Una vez más se colocaba el atuendo de pastor para reunir al rebaño, aunque en esta ocasión, habiendo pasado más tiempo al lado de algunas de las ovejas, era una responsabilidad que se tomaba no como un medio, sino como un fin en sí mismo.

-Quizás no sería ideal dejar que desendase yo solo el camino -invitó sutilmente a Isilöme, viendo que era el que menos seguro parecía estar de su decisión. Comenzó a andar apenas hubo pronunciado la última palabra, ligero de ritmo, más seguro de su falta de miedo que de la seguridad de los pasadizos por los que habían deambulado en su viaje hacia aquella antesala.

Osfahlt e Isilöme deciden separarse e ir a buscar al grupo que aguarda fuera. Mientras Áraman, Hwestadîn y Grasp se quedarán en la caverna vigilantes.

Parece que nadie tuvo en cuenta los comentarios que Áraman dejó en el aire. Aquello era un indicador de la falta de organización y despreocupación que en general demostraba el grupo. Nada que ver con las formaciones militares del cuartel y la estrategia de combate. Y aunque parecían capaces, al menos la elfa y el lobo lo fueron con los carroñeros reptantes, la preocupación por un combate con un enemigo más hábil era algo latente que empezaba a emanar en su cabeza. ¿Debía ÉL auto-proclamarse líder del grupo y guiarlos con mayor prudencia para evitar importunas bajas de aquellos que ahora eran sus compañeros?

La elfa parecía contemplar los tres túneles a la vez, como si una amenaza se cerniera sobre ellos y esperara el mejor momento para asaltarles, a pesar de la aparente calma. El lobo que la acompañaba estaba tendido a sus pies, el animal confiaba en su instinto y sus sentidos para estar alerta y allí, la única amenaza que percibía era el aburrimiento.

Por último, el pequeño trasgo precavido se aventuró unos pasos adentro con la prudencia de aquel que teme despertar un dragón que dormita. No tardó mucho en apreciar un resplandor verdoso. La fuente se encontraba dentro de la caverna de piedra horadada, sin atreverse a adentrarse solo volvió sobre sus pasos.

Los ojos del trasgo se abren como platos al descubrir el resplandor verde. Se acerca a Hwestadîn y pronuncia en voz baja - ¡Picuda! Grasp ver luz verde, ahí, ahí. - señala Grasp con la ballesta - ¿Monstruos tener luz verde? ¡Ir, ir! Picuda o espadón primero. - dice el pequeño ser verde mientras sigue apuntando con su arma al túnel.

La sonrisa en los labios de Grasp es apreciable por todos. Según la elfa, una enfermedad afligía a los habitantes del bosque. Grasp no era médico, pero sabía que las enfermedades no emiten luz. La magia sí emite luz. Y la magia se puede vender.

Áraman estaba inmerso en sus cavilaciones mientras se encontraba apoyado entre la pared de piedra y tierra y el espadón mágico. ¿No entienden que si no nos organizamos saldremos perdiendo? No quiero perder más vidas...

Cuando el pequeño trasgo empezó a ponerse intranquilo y dijo lo de la luz verde, Áraman se irguiió de un salto y se colocó frente al túnel que señalaba Grasp. Aún no entendía por qué se encontraba tal criatura con ellos, pero no era quién para discutir con ellos... todavía.

-¿Qué sucede? ¿Qué has visto?- preguntó en voz baja el gran soldado mientras intentaba mirar hacia el túnel con la linterna en alto en una mano y Filo lunar en la otra. Tenía una sensación rara con el trasgo: su sonrisa lo intranquilizaba, al fin y al cabo no lo conocía y no tenía por qué confiar ciegamente en él. ¿Quién le decía que no podía ser un traidor? Además, había pasado mucho tiempo luchando contra su raza, ¿y ahora la protegía? Lo hacía sentirse entre sucio y raro esta situación.

La estridente voz del trasgo desconcentró a la elfa, sus puños se tensaron con ganas de acabar en su rostro, su forma de expresarse y referirse a ella la desquiciaban Grrrr! Deja de llamarme picuda... pero algo en sus palabras la llamaron la atención. Luz verde? El guerrero Aramán dio un bote al escuchar lo mismo que Hwestadîn. Su susurro volvía a recorrer los oídos de sus compañeros No os precipitéis... Áraman hazte a un lado de la cueva, yo haré ruido y cuando venga bombardearemos a la criatura. Cuando esté lo suficientemente cerca saltas sobre ella. Explicó rápidamente la elfa. Un plan sencillo y a la vez efectivo.

Tal y como el grupo planeó hicieron ruido en la entrada de aquel túnel esperando que "algo" luminoso y verde viniera. Pero pasaron los minutos y supisteis que a menos que fuera extraordinariamente lento o incapacitado nada vendría a vosotros. "El bravo" avanzó con determinación y predispuesto a usar su espada, a partes iguales. No tardó en ver la luz verde que describió el trasgo. Era algo que envolvía la caverna en su totalidad.

No había una fuente clara que permitiera distinguir el origen de aquella luz radiactiva pero parecía que emanaba de la vegetación que poblaba aquella húmeda caverna. Es más, la temperatura había aumentado en al menos un par de grados como pudisteis constatar al acercaros. Momento en el cual percibisteis que es lo que contenía aquel lugar "especial". Enormes hileras de huevas estaban desperdigadas por el suelo y paredes. Era algo evidente que no eran sólo producto de un par de reptadores carroñeros pues había variedad en la forma de los huevos y parecían mezclarse con otros más esféricos.