Partida Rol por web

¡Vaya si fue intenso! Dejó al chico totalmente hipnotizado, con los ojos cerrados y el corazón latiéndole a mil por hora. La miró a los ojos cuando notó que se separaba, serio y algo ausente. Su mirada iba desde los ojos de Yukino a sus labios y de forma opuesta una y otra vez. No respondió en un principio a la chica, o al menos con palabras. Como ella se había alejado él volvió a acercarse, provocando la secuela del primer beso de aquella tarde. ¿Quién dijo que las segundas partes no eran buenas?

Mientras continuaban el beso, Yukino dio con la cabeza en la almohada, de modo que Tezuka quedó de nuevo algo por encima. Y un minuto y unos segundos después se separó, mirándola para al momento decir antes de levantarse super deprisa:

- ¡A estudiar! Soy adicto a este modo de estudio.

Y se sentó de nuevo en la silla con la cabeza apoyada en ambas manos, concentrado.

Tezuka la sorprendió con un segundo beso que dejó sus barreras por los suelos, perdiendo el aire risueño tras el que se había parapetado para entregarse a aquello con la elocuencia necesaria. Acabó con la cabeza apoyada en la almohada sin saber dónde empezaba Tezuka y donde acababa ella hasta que él rompió el contacto. Esta vez fue su turno de mostrarse seria mientras se mordía el labio, avergonzada no sabía de qué.

Tampoco es que él le diera tiempo a decir mucho más pues se levantó a toda prisa al tiempo que ella se incorporaba, mirándole sentarse e hincar los codos en la mesa como si realmente estuviera deseando estudiar. Se llevó una mano al corazón y así permaneció unos segundos hasta que su ritmo cardíaco empezó a sosegarse.

Por fin se puso en pie y se arregló la ropa y el pelo, deshaciendo el moño para volver a hacerlo instantes después, sintiendo sus orejas ardientes al rozarlas de pasada. Cálmate, se instó a sí misma, mientras se acercaba a la mesa de nuevo.

Se puso a ojear el libro de matemáticas, buscando la siguiente lección antes de susurrar por lo bajo.

- A mí también me gusta...

Sin apartar la mirada de los libros, el chico estiró una mano hasta alcanzar la cabeza de Yukino mientras sonreía ligeramente.

Continuaron estudiando, bastante concentrados de nuevo. Tezuka había avanzado bastante aunque todavía tenía problemas con algunas partes; si bien se notaba que estaba dándolo todo de sí. Eso sí, una hora más tarde ya no podía consigo mismo. Estaba sumamente cansado y dejó caer la cabeza en la mesa. Había estudiado más que en cuatro años, si bien no estaba dispuesto a mostrar su debilidad.

- Cinco minutos. Dame cinco minutos y  me hago otra hoja entera de esas... cosas.

Abajo llamaron a la puerta y se escucharon pasos que bajaban las escaleras.

Volvió a quedar tan absorta con los ejercicios que si no fuera por la suave respiración de Tezuka se hubiera olvidado completamente de que no estaba sola, en su casa. Ni siquiera se dio cuenta de que llevaban otra hora de reloj haciendo aquella, entretenida mientras garabateaba soluciones en su cuaderno, sino fuera porque Tezuka volvió a hablar.

Miró su reloj de reojo y sonrió al verle tan agotado. En aquellos momentos le recordaba a Kotaro, abrumado por los ejercicios y pidiéndole una pausa. Aunque, por contra él lo que pedía era más tiempo.

- Avísame si necesitas ayuda, ¿vale? Y no te fuerces demasiado.

Quiso gastarle una broma pero como estaba esforzándose tanto en aquello decidió que no era el momento. Ni siquiera escuchó el timbre de la puerta.

Estudiar era una de las mayores torturas para él. Apartó la cabeza de la mesa y apoyó lo frente en el hombro de Yukino, dispuesto a dormirse un rato para descansar la vista. Pero la puerta de su habitación sonó y se apartó para mirar la puerta y permitir que abrieran.

Al momento apareció Ryoma, el primo de Tezuka, junto con Fukiyose que tenía cara de aburrida y de estar allí por obligación más que por otra cosa.

Ryoma:- ¿Qué? No estaba bromeando.- le decía a Fukiyose.- A acciones desesperadas medidas desesperadas. Lo haces tú o lo hago yo.

Fukiyose lo miró sin variar su expresión de aburrimiento y resignación. Entonces entró en la habitación, levantó una mano como quien hace un juramiento en un juzgado y habló con voz robótica y sin variar la expresión que llevaba manteniendo todo el rato:

Fukiyose:- Oh, Tezuka, tengo que decirte algo que quiere Ryoma que te diga porque me ha amenazado y prefiero hacerlo yo.- la falta de expresión mostraba también la falta de diversión en todo aquello. Parecía realmente molesta por lo que fuera que había estado pasando entre Ryoma y ella momentos antes. Y lo que dijo lo dijo sin entonación ninguna, de retahíla- Desde pequeña he estado y sigo enamoradísima de ti. No hay día en que no piense en ti, en tu físico y en tu personalidad. Oh, eres fabuloso. Porque eres el chico del que me enamoraría, no podía ser de otra manera, porque me encantan los chicos, soy una adicta a los chicos. Sois mi debilidad y tú el que más. Oh, perdón por decírtelo tan tarde pero me han obligado a confesar.- pausa para bajar el brazo y mirar a Ryoma sin variar ni un ápice su fachada ni su tono.- Qué gran bochorno.

Ryoma asintió, contento ante aquello sin darse cuenta de las cosas.

Ryoma:- Eso te pasa por ser mala persona y no querer presentarme a Kuroko-sama.

Fukiyose:- ...Sama.

Le dirigió una sonrisa cariñosa que él no pudo ver en cuanto apoyó la cabeza en su hombro pero enseguida se vio truncada en una mueca de desconcierto cuando la puerta se abrió y por ella entraron Ryoma y Fukiyose, la cual no parecía sentirse especialmente feliz.

Sus cejas se alzaron con curiosidad justo antes de que la chica empezara con aquella retahíla de, por ser claros, absurdidades. Por supuesto que todo aquello tenía en realidad mucho sentido puesto que Fukiyose no podía presentarle a Sakura ni decirle la verdad ya que eran pareja y no querían hacer aquello público por motivos obvios.

A pesar de la compasión que le inspiraba su amiga no pudo evitar encontrar aquello muy gracioso y aún siendo inapropiado se echó a reír al escuchar su último "Sama", con los ojos lagrimeándole, intentando detener las carcajadas por medio de apretar los labios con fuerza entre sí.

- Pe...perdón - comentó algo más relajada, enjugándose las lágrimas -, no quise reírme de tus sentimientos Fukiyose-sempai - seguía siendo demasiado divertido. Los labios le temblaron de risa contenida -. Ha sido la forma de...eh...da igual - concluyó sin convicción, sabiendo que se estaba metiendo en un berenjenal -. Pero Kunimitsu-san, ya te dije que Kuroko-sempai tiene pareja y sé que se siente muy feliz con esa persona especial para ella, incluso tienen planes de futuro - comentó al pensar en lo de la universidad. Esperaba no decir nada de más al hablar pero sólo se le ocurría aquello -. Fukiyose-sempai y yo somos cercanas a ella pero no demostraríamos ser buenas amigas si accediéramos a presentarte, podría acarrearle mucha infelicidad al darle problemas con su pareja - acabó por decir, intentando ser lo más diplomática posible.

Tezuka no se reía, en contraste con Yukino que casi le resultaba imposible parar. Fukiyose comprendía la risa de su amiga, pero aún así continuó con aquella expresión. Ni siquiera se ruborizó cuando Yukino habló de ella y Sakura. Lo cierto es que Fukiyose no se ruborizaba nunca.

Ryoma por su parte continuaba con el ceño fruncido, sin querer aceptar las palabras de todos ellos.

Ryoma:- Eso... tendrá que decidirlo ella.- Fukiyose puso los ojos en blanco.- No pienso rendirme por mucho que digáis.

En ese momento subieron tanto Mei como Hayane.

Mei:- ¿Alguien baja a merendar?

Hayane:- Oi, ¿qué andábais haciendo antes? Escuchamos un grito y los muelles de la cama de Tezuka-nii.

Ryoma y Fukiyose, que hacía unos momentos miraban a ambas hermanas, giraron la cabeza a la vez para mirar tanto a Yukino como a Tezuka.

Mei:- ¡¿Quién quiere merendar?!- pero Mei no era capaz de atraer la atención de los demás.

Solo Tezuka le hizo caso, levantándose e ignorando a los demás:

Tezuka:- Yo bajo. Tengo hambre.

Abrió la boca para añadir algo al comentario de Ryoma, con la risa olvidada y una expresión claramente compasiva en el rostro pero Hayane y Mei aparecieron para salvar la situación ofreciendo merienda. O eso pensaba, inocente de ella, pues la metomentodo de Hayane - y pensaba eso con cariño pero lo cierto era que no podía ser más entrometida - preguntó por los ruidos que habían escuchado.

En aquel momento Yukino intentó adueñarse de la expresión indiferente de Fukiyose pero lo único que logró fue poner cara palo, como si acabara de tragarse una medicina especialmente amarga y de mal sabor mientras sentía como todas las miradas convergían sobre ellos, a pesar de los intentos de Mei de llamar la atención de todos. Empezó a sonrojarse violentamente y es que, ¡no era justo! Sí se habían besado y bien era cierto que salían juntos aunque oficialmente sólo lo supiera una persona de los presentes pero tal y como lo había explicado Hayane estaba claro lo que parecía. El tema estaba en que no quería justificarse, para empezar porque no creía que tuviera que hacerlo y para seguir porque aquello implicaría explicar cosas sobre ellos y no quería, la sola idea de verse atosigada a preguntas la agobiaba.

- ¿Merendar dices? Suena bien, ¿son las galletas que has hecho antes?

Dicho lo cual se puso en pie, dispuesta a seguirles en su camino hacia las galletas, esperando eludir más preguntas con aquella evasión tan poco disimulada.

Hayane siguió a Tezuka que la ignoró por completo con las manos en los bolsillos. Al tiempo que Yukino preguntaba aquello, Fukiyose casi sale despedida hacia la salida:

Fukiyose:- Yo me piro...

Pero Ryoma la agarró a tiempo, de manera que, ante el tacto, lo fulminó con la mirada, provocando que Ryoma se apartara, aunque aquel gesto anterior funcionó pues Fukiyose bajó junto a los demás. ¡Hacía años que no entraba en aquel lugar! Mei fue al lado de Yukino, dedicándole una mirada tranquilizadora. Entonces paró en seco:

Mei:- ¡Que se me queman! Oi, Yukino, ¿puedes ir a mi cuarto a apagarme la música? ¡Gracias!- y salió corriendo hacia abajo.

Agradeció la mirada de Mei, sintiendo que le debía una explicación por lo menos a ella que conocía la verdad pero no intentó excusarse, seguía con la sensación de que al fin y al cabo a nadie le importaba lo que hicieran, era exclusivamente cosa suya y ya está.

A pesar de eso no dudó en asentir enérgicamente cuando le pidió que apagara su equipo de música, agradeciendo en silencio la oportunidad de escabullirse un minuto para disminuir su estado de rojez y escapar de las miradas. Quizás fue precisamente porque estaba demasiado centrada en sus propias cosas que le sorprendió encontrarse con la voz de Otoya al entrar en la habitación. Tardó apenas un segundo en reaccionar al reconocer que era una de sus canciones, que surgía directamente del reproductor.

Lo apagó con una sensación de desasosiego. Aquello era sólo porque le gustaba la música de Otoya...¿verdad? Por más que quisiera mucho a su amigo y le deseara la felicidad, Momoshiro también era un buen amigo y le preocupaba la posibilidad de que algo así pudiera suceder. Aún así no tenía de qué preocuparse, era sólo música. Pero por algún motivo decidió que aquello que tanta ilusión le hubiera hecho a su amigo se quedaría como un secreto.

Tomó aire antes de salir de la habitación de Mei y Hayane. Tocaba enfrentarse a las fieras de nuevo y a las galletas. No sabía de qué tenía menos ganas.

Ya abajo todos se habían sentado en la mesa del salón. Charlaban amistosamente mientras Mei colocaba la bandeja repleta de galletas en el centro. Lo cierto es que tenían muy buena pinta pero claro, ¿quién sabía? Por suerte no se habían quemado así que el dolor de estómagopodría provenir de otra cosa que no fuera carbón. Tezuka la tenía un sitio guardado a Yukino entre él y Fukiyose.

Mei:- Adelante.

Dudosos todos, se miraron unos instantes antes de alargar la mano y coger cada uno una galleta. ¿Quién sería el primero? Como al unísono, decidieron que todos a la vez.

¡¡Y estaban riquísimas!! ¡Pero si estaban bien hechas! ¡Pero si estaba genial! La sorpresa no tardó en ser transmitida por los comensales que ya miraban a la bandeja para coger la siguiente.

Ryoma:- Esto está....

Hayane:- ¡¡Riquísimo!!

Era una suerte que la atención se hubiera desviado de temas más peliagudos a la dudosa habilidad culinaria de Mei. Lo cierto era que por lo menos esta vez las galletas tenían buena pinta aunque Yukino sabía por experiencia que el aspecto era lo de menos. Aún así, si los ingredientes eran los correctos, ¿qué podría haber salido mal?

Todos a una tomaron la primera galleta con decisión, sin querer mostrar sus dudas ante la rubia, dando el primer mordisco el cual resultó ser...¡bueno! Asintió, dirigiéndole una sonrisa a Mei, sin querer mostrar la aprobación cargada de sorpresa de los demás, algo innecesario cuando hasta ahora habían fingido que lo que cocinaba la rubia estaba bueno. Se preguntó si ella sabía que su cocina era un desastre normalmente. Quizás por eso seguía esforzándose tanto, insistiendo en la cocina.

No dijo nada pero lo cierto era que se sentía secretamente feliz por Mei, de modo que no dudó en llevarse la siguiente galleta a la boca.

Mientras comían, surgían conversaciones de todo tipo aunque ninguna incómoda. Sobretodo hablaban Ryoma, Tezuka y Hayane aunque no de las mismas cosas. Hasta que Fukiyose, tras engullir la quina galleta, trató un tema que para algunos era importante:

- ¿Por qué no vuelves al equipo, Tezuka?

Tezuka la miró unos segundos, intentando no mostrar la sorpresa ante aquella pregunta. Aquel tema era tabú para ellos. Los había separado y no habían vuelto a tratar el tema ni a hablar largo y tendido entre ellos. En resumen, se habían distanciado con un muro invisible debido al tenis y la competitividad. También sabía que era un recuerdo doloroso tanto para él como para ella y por eso le dio más importancia quizás de la debida a aquel momento.

Tezuka:- Porque no.

Fukiyose:- ¿A qué tienes miedo? Soñábamos con ganar el torneo nacional y estamos a un paso. Solo falta que tú termines de entrar.

Tezuka:- No creo que...

Fukiyose:- Miedica.

Se fulminaron con la mirada. Estaba claro que Fukiyose sabía cómo picar a Tezuka. Aquella forma de actuar debía de ser casi rutinaria para ellos. Posiblemente evocaba a momentos del pasado. Entonces Tezuka miró a Yukino:

Tezuka:- ¿Tú qué opinas?

Yukino se había quedado callada, a la expectativa mientras atendía a aquella tensa conversación. Ella misma le había sugerido que volviera al equipo de tenis pero por supuesto su respuesta había sido rotunda. Y sin embargo, siendo Fukiyose quien se lo ofrecía todo cambiaba. Lo había dejado por ella, ¿volvería por ella?

Estaba mordiéndose la cara interna de la mejilla, esperanzada al verle dudar pero sin decir nada acerca del tema. Le daba la sensación de que no era la única que estaba conteniendo el aliento, esperando a que Tezuka dijera algo o incluso se largara envuelto en un sombrío silencio. No obstante, de algún modo, las palabras de Fukiyose dieron en el clavo, por lo menos lo suficiente para que él se volviera hacia ella con aquella mirada interrogante.

Le devolvió la mirada con seriedad, sin querer mostrarse ilusionada.

- Te irá bien para la universidad - se limitó a decir antes de sonreírle de forma alentadora.

Por favor, di que sí.

Mantuvo la mirada a Yukino, indeciso aún. Fukiyose continuaba callada a sabiendas de que interrumpir el hilo de pensamientos de Tezuka provocaría un instantáneo "no". Los demás observaban, comiendo galletas de una bandeja casi vacía. Hasta que finalmente el chico suspiró, dándose por vencido.

- Está bien...

Fukiyose aprovechó el momento en que el chico no miraba para sonreír ante la victoria al tiempo que le guiñaba un ojo a Yukino por la colaboración. Aquel gran torneo estaba ganado, sin duda alguna.

Fukiyose:- Fabuloso. El lunes a las 17.00, después de los exámenes. Nos vendrá bien dar unos buenos pelotazos.

Ella misma percibía tan bien como Fukiyose que la decisión final pertenecía a Tezuka y que cualquier otro intento para persuadirle en la dirección deseada lograría que el chico retrocediera. Por eso todos aguantaron en silencio mientras ellos dos se miraban, Yukino sonriéndole a fin de darle ánimos para que tomara aquella decisión que había estado rehuyendo desde hacía tiempo.

Tuvo que hacer grandes esfuerzos para no permitir que su sonrisa se ensanchara al escucharle aceptar a regañadientes a pesar de que, consciente o inconscientemente, era algo que había deseado desde hacía mucho tiempo. Puso los ojos en blanco, divertida, al ver el guiño de Fukiyose.

- ¡Entrenaremos duro y ganaremos! - afirmó con contundencia, mientras su mano buscaba la de Tezuka por debajo de la mesa.