Que Yukino quisiera contarle algo a él era motivo suficiente para que Kazehaya dejara de hacer todo lo que estaba haciendo y centrarse en su hija.
Si dijera que le gustó lo que le dijo, que le tranquilizó y que le hizo feliz, estaría mintiendo. Se encontraba contento porque su hija lo estuviera, pero eso de que saliera con un chico... y encima mayor que ella... y que encima quisieran "dormir" juntos, desde luego no le convencía en absoluto.
Pero decidió actuar y pensar qué habría hecho y dicho su mujer en aquel aspecto. No podía cerrarse en banda y negarle la petición por las buenas, porque encima su hija había sido lo suficientemente madura como para contárselo, por lo que decidió coger aire y respirar. Ahora mismo odiaba a aquel chico.
- No puedo darte ese tipo de permiso, Yukino. Son decisiones importantes que, aunque me pidas a mí, debes tomar por tu cuenta.- Bien, había empezado bien. Las ganas de amenazar a aquel chaval no se notaban de momento- Pero quiero que, si tomas esa decisión, por favor, toma precauciones.- ¡Qué mal se le daba aquello! Con Kotaro sería muchísimo más sencillo.- Ten... ten cuidado, ¿vale?
Estaba guardándose la vergüenza y la ansiedad que sentía a buen recaudo pero, aunque la respuesta de su padre había empezado despertando su alivio, fue imposible para ella mantener al margen sus emociones cuando le dijo que tomara precauciones. Se puso de color rojo intenso, sin saber dónde meterse. ¡¿Pero por qué?!
- ¡Papá! He dicho dormir, ¡DORMIR! - bien, era cierto que no sabía si sería sólo eso pero era la idea inicial...¿o Tezuka tenía otra en mente? Daba igual pero dormir no quería decir necesariamente acostarse. ¿O sí? Vale, ahora realmente se estaba poniendo todavía más nerviosa de lo que estaba -. Y oba-san ya me dio la charla sobre las precauciones hace un año - añadió, hundida en la vergüenza -. ¿Te sentirías más tranquilo si le invito a cenar un día y así le conoces?
Lo único que quería era marcharse a su habitación y suicidarse o algo así. De verdad que no podía estar manteniendo aquella conversación con su padre.
Aunque intentaba no variar la cara, en su pensamiento lo estaba haciendo. Tenía cara de resignación y de no creerse para nada lo que le estaba intentando vender Yukino:
Sí, claro. Dormir lo llaman ahora. Pero qué inocente eres, hija... Ese quiere algo más que simplemente dormir.
Si bien hubo una de las ideas de Yukino que le pareció interesante. No iba a cambiar mucho el hecho de saber con quién salía su hija, pero las ganas de acobardar al muchacho eran casi inaguantables.
- Perfecto, que venga a cenar un día de estos.
- Vale, bien, se lo diré.
Estaba deseando escabullirse de ahí así que se precipitó a comerse todos los cereales y a marcharse, sin que su rojez disminuyera un ápice. Había querido ser sincera y claramente se había equivocado. Aquello no podía ser peor, realmente estaba convencida de que no había pasado tanta vergüenza en su vida. ¿Habría sido igual si su madre estuviera viva?
- ¡Voy a pasear a Kiri-chan!
Tenía ganas de que le tocara el aire y evitar durante un buen rato las miradas escrutadoras de su padre, además, tenía que hablar con Tezuka y tenía claro que no quería hacerlo con su padre escuchando, no después de la conversación que habían mantenido. ¿Algún día se le iría la rojez?
Lo encontró sentado en el banco del parque que quedaba a media distancia de las dos casas, masticando lo que parecía una pajita de refresco, con los brazos extendidos a ambos lados del banco y en su típica postura de relajación. Había muchos niños de más o menos la edad de Kotaro jugando al fútbol o columpiándose.
En cuanto detectó el olor del chico, Kiri-chan tiró con más fuerza de la correa hasta que fue capaz de alcanzar a Tezuka, que le acarició la cabeza de una manera que al perro le encantaba.
- Ohaio.- saludó.- No puedo quedarme mucho. Hoy me toca turno completo en el restaurante. ¿Qué tal?
Hubiera sido bonito decir que aquellos diez minutos de paseo hasta el lugar en el que habían quedado, siendo arrastrada por Kiri-chan, la habían ayudado a calmarse y a pensar en lo sucedido como una divertida anécdota pero lo cierto es que conforme más se alejaba de aquella conversación en el tiempo, más profundizaba en todos los matices de la misma y más la grababa en su mente. Tenía ganas de huir de su casa. ¿Cómo narices iba a volver a mirar a su padre? Aquello era ridículo, vergonzoso... Si no fuera por el tenis tal vez llamaría a sus abuelos y les pediría para ir unos días ahí, pero no podía y además, echaría demasiado de menos a Tezuka.
De esa guisa llegó junto a su novio, todavía ruborizada hasta las raíces del pelo y tomando asiento a su lado en el banco, lamentándose internamente.
- Acabo de tener la conversación más incómoda de toda mi vida - se quejó tras el saludo inicial, llevándose la mano que no sujetaba la correa de Kiri-chan al rostro -. Es que...es que...de verdad que ha sido horrible. Sólo se me podía ocurrir a mí. Bf... - parecía estarse ahogando con sus propias palabras pero es que realmente la vivencia le había dejado un mal sabor de boca increíble -. Le hablé a mi padre...sobre lo de...ya sabes... - echó un vistazo a los niños jugando, asegurándose de que no había nadie cerca -...me dijo que hiciera lo que quisiera...y...que...em...m... - separó la mano de su rostro pero no miró a Tezuka. No podía, estaba demasiado avergonzada, le ardía el rostro -...tomara precauciones - acabó por decir, con un hilo de voz apenas audible. Por qué, por todos los santos, había hablado de aquello con su padre -. ¡Y...! - le miró a la cara con cierta angustia -. Le-le-le dije por, yo que sé, por decir, que si se quedaba más tranquilo si venías un día a cenar y me ha dicho que vale así que ahora quiere conocerte pensando que me vas a... - no quería decir la palabra "desvirgar" así que no dijo ninguna, haciendo aspavientos con una sola mano -...creo que no te tiene especial cariño - apoyó la frente sobre el hombro de Tezuka, todavía ardiendo -. Secuéstrame o algo, no quiero volver a casa, esto es horrible, que vergüenza, se me ha ido la cabeza totalmente al preguntarle algo así, simplemente no pensé... - sacudió la cabeza, arrugando la tela de la camiseta de Tezuka mientras hacía acopio de toda su presencia de ánimo para apartarse y mirarle a la cara, algo que hizo casi dos minutos más tarde -. Pues ya te lo he dicho así que cuando quieras puedes venir a cenar.
Lo cierto es que la primera parte de la historia le resultó divertida. El mero hecho de pensar un "te lo dije" mientras aguantaba las ganas de reír y mostrar su diversión hizo que aquel encuentro mereciera más la pena incluso que otras veces.
Pero claro, la consecución de la historia dejó de hacerle gracia en menos de lo que cantaba un gallo. Ya ni el eterno sonrojo de Yukino le hacía gracia. ¿Que tenía que ir él a cenar con un hombre que sabía que él le había pedido a su hija dormir - o más bien "dormir"- juntos? ¡¡En qué cabeza cabía aquello!!
Yo te secuestro y tú me matas.
Se la veía realmente angustiada y no era para menos. Pero la quería demasiado como para no hacerla sufrir - y la verdad es que tampoco le quedaba otra más que aceptar pues si no iba quedaría aún peor-.
- Venga, no le des más vueltas. Voy y arreglado.
Le miró durante unos segundos sin decir nada para finalmente asentir. Lo cierto era que por más que Tezuka la animara a dejar de pensar en ello no podía, seguía teniéndolo demasiado grabado en su mente, más si tenía en cuenta que era algo con lo que tendría que convivir de por vida. Reprimió un escalofrío. Aquel recuerdo la iba a atormentar para siempre.
- Vale - terminó por decir a regañadientes. En realidad no le apetecía nada aquella cena. Si que quería que se conocieran pero desde luego no bajo aquella perspectiva -. Pues por mí ven esta noche... bueno no, que trabajas...¿mañana?
" ¿Mañana?".
" ¡¿Mañana?!"
"¡¡¿¿MAÑANA??!!"
Esa era la cara externa de Tezuka; carita de niño bueno, atento, simpático y adorable, mientras que en su interior tenía otro tipo mucho más distinto de expresión:
- Está bien.- le acarició la cabeza, le dio un beso en la coronilla y continuó con su cara adorable.
¡¡¡¡¡¡¡SALDRÉ A CORRER CON EL PELO MOJADO A VER SI ME PONGO MALO!!!!!!!!
Yukino se dejó acariciar la cabeza aparentemente más relajada pero en su interior estaba corriendo de un lado a otro presa de los nervios. ¡Mañana! ¿Y qué haría de comer? Pero si Tezuka era chef, no valdría cualquier cosa, tenía que ir a comprar, buscar recetas y preparar algo que le supiera bueno. Pero su padre pensaría que se esmeraba demasiado. ¿Y qué? Todo tenía que estar perfecto. Aunque quizás por más que se lo currara no sería suficiente para atenuar la tensión de aquella reunión.
En el fondo le hacía tanta ilusión como vergüenza. Le daba miedo cómo se comportara su padre pero por otra parte amaba a Tezuka y quería que comprendiera de dónde surgía aquel sentimiento. Se preguntaba si se comportarían. Desgraciadamente, tenía sus dudas.
- Ajá, jajaja, ja - se rió un poco, nerviosa, antes de ponerse de pie de un salto -. ¡Oi! Pues corre al trabajo, ¡que yo me voy a comprar!¡Adiós!
¡Y qué rápido pasó el día! Cuando Yukino se quiso dar cuenta ya era la hora de la cena y el timbre acababa de sonar. El señor Kazehaya aún no había bajado de su dormitorio y Kotaro estaba terminando de colocar las servilletas en forma triangular.
Cuando la chica abrió la puerta se encontró, de primeras, con un desconocido. ¿Habría enviado Tezuka a otra persona en su lugar? Pero no. No era así. Era él, peinado mejor que de costumbre - o simplemente peinado- y con camisa y corbata. Llevaba las manos metidas en los bolsillos.
- Idea de Hayane.- comentó. Lo cierto es que había pasado horas en su habitación revolviéndolo todo sin saber qué debía ponerse para no parecer un kinki completo y Hayane le había ayudado como había podido.
Iba a salir mal. Iba a salir bien. Imposible. Debía salir bien. Estaba condenado al fracaso. Iba a dar su mejor esfuerzo. Como si estuviera deshojando una margarita, Yukino se había pasado el día presa de aquellos sentimientos contradictorios que crecían exponencialmente conforme se acercaba el momento de la cena. En su interior burbujeaba llena de nervios sin saber qué debería hacer para que todo fuera perfecto. Se había esmerado cuanto había podido y aún así seguía con la sensación de que todo era insuficiente.
Se había pasado cuatro horas en la cocina asando un rosbif al más puro estilo inglés, fruto de un afortunado hallazgo hecho en el libro de recetas que su madre había utilizado hacía años. Nunca había hecho nada tan complicado y sólo deseaba que fuera suficiente como para satisfacer el estómago de su padre y de Tezuka lo bastante como para calmar los ánimos. De postres había preparado un pastel de chocolate aderezado con fresas que tenía una pinta deliciosa.
Su padre seguía en la habitación y ella iba un poco retrasada acabando de limpiar la cocina mientras Kotaro ponía la mesa cuando llamaron al timbre.
- Ya voy yo- torció el gesto, mirando el par de cacharros que le quedaban por lavar y que reposaban en el fregadero pero finalmente decidió que nadie tenía por qué entrar en la cocina así que se fue a abrir, todavía con el delantal puesto que cubría unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes.
Tardó unos segundos en reconocer a Tezuka, a quien se quedó observando con la mandíbula desencajada como si la sola imagen de él en traje la hubiera dejado K.O..
- Te-Tezuka. Estás muy... - di algo inteligente. Guapo. Atractivo. Deseable. Oportunidades infinitas para hacerle un cumplido -...cambiado - te has lucido -. Ah, yo todavía voy así... - dijo al darse cuenta de que ella seguía con el delantal, que para más inri estaba sucio, y con el pelo, que por suerte seguía limpio, recogido en un moño bajo -. Ven, pasa - le acompañó hasta el comedor con movimientos rígidos, donde seguía Kotaro poniendo la mesa -. Kotaron, ofrécele algo de beber a Tezuka, ¿ne? Yo me voy a cambiar, bajo enseguida.
Y sin esperar a que Tezuka dijera nada se fue escaleras arriba, subiendo de dos en dos dispuesta a cambiarse.
¿Se habría pasado con la camisa y la corbata? ¿No se suponía que debía ofrecer una buena imagen? Yukino no parecía nada segura de que esa visión fuera la más adecuada; quizás por eso, en cuanto la chica se fue arriba se aflojó la corbata y se la quitó, guardándola en la cazadora, al tiempo que se liberaba de dos botones que llevaban un rato ahogándole.
Kotaro estaba muy feliz de ver a Tezuka, con quien había hecho buenas migas durante el viaje a la playa.
¿Cuánto tardó Yukino en arreglarse? En cuanto bajó se encontró a los tres chicos ya colocados en la mesa. Ryusei le miraba de reojo, Tezuka permanecía callado y Kotaro no paraba de hablar del viaje y de las vacaciones que habían compartido. Los dos adultos parecieron realmente aliviados de ver a la chica.
En cuanto la comida se hubo servido, todos probaron lo delicioso que estaba todo.
Kazehaya:- Yukino, ¡esto está muy rico!
Tezuka:- Hai.
Al parecer ni los cumplidos de Tezuka aminoraban la tensión. El señor Kazehaya le miró con escepticismo.
Kazehaya:- Bueno, cuáles son tus planes de futuro, Kunimitsu. Porque imagino que pensarás en el futuro y no en... las necesidades presentes.
Por suerte Kotaro no se percataba del significado oculto de aquellas palabras. Tezuka miró a Yukino. ¡¿Qué debía responder?!
Sobre su cama había dejado la ropa que pretendía ponerse, unos pantalones y una camisa, pero viendo lo arreglado que iba Tezuka se decidió por el mismo vestido que había llevado para la cena de los Otoya, bonito, sencillo pero formal. Se soltó el pelo y se pasó un par de veces el cepillo, ocupando así los cinco minutos que tardó en bajar desde que desapareció, para encontrarse, tal y como había esperado, con un ambiente tenso del que Kotaro parecía ajeno.
Sonrió inconscientemente al ver a su hermano metido en la tarea de relajar un ambiente del que ni siquiera era consciente. Empezaron a comer, notando con alivio que había quedado bueno. Dejó escapar el aire que había estado reteniendo. Al menos tanto esfuerzo había valido la pena.
- Gracias.
Agradeció los cumplidos con una sonrisa que se quedó congelada en su rostro al escuchar la pregunta incisiva de su padre. Sus dedos se cerraron con fuerza sobre los cubiertos y entonces reparó en la mirada que le dirigió Tezuka. Alzó levemente los hombros, esperando transmitirle ánimos con su sonrisa.
Di la verdad.
- Me quiero centrar en el deporte. Me convertiré en entrenador personal.- el señor Ryusei no parecía muy sorprendido.- Y mientras estoy trabajando para poder estudiar.
Ryusei:- ¿Sí? ¿Y en qué trabajas?
Ryusei: Seguro que ahora me dices que saqueando a niños indefensos.
Tezuka:- Soy cocinero.
¡Aquello sí que sorprendió al señor Kazehaya! ¿Cocinero? ¡¡No le pegaba para nada!! ¿Le estaría tomando el pelo?
Kazehaya:- Espera un momento... yo a ti te recuerdo...- ¡Por eso le sonaba tanto! Ya le había visto antes.- En el restaurante donde nos llevaron los Otoya. ¿Eras tú el cocinero?
Tezuka:- Hai, sir.
Kazehaya:- Pues estaba riquísimo.
Con el cumplido de Kazehaya la cosa se relajó bastante. Tezuka dio las gracias mientras que Ryusei empezaba a verle de otra manera. Ya no era solo el tipo alto, macarra y fuerte que quería llevar a su hija por el camino del sexo, sino que empezaba a ser también un chico trabajador y responsable. La cosa mejoraba.
Kazehaya: - ¿Os conocísteis aquella noche?
Yukino había esperado en tensión, escuchando cómo se desarrollaba la conversación si apenas comer, respondiendo de forma vaga a la cháchara incesante en la que se había sumido Kotaro, que en aquel momento le explicaba lo que había hecho hoy con un amigo de la escuela. No es que no le interesara lo que tenía que decirle su hermano era simplemente que en aquel momento su tranquilidad pendía de la otra conversación.
Por eso le sorprendió gratamente que su padre pareciera relajarse al escuchar de Tezuka que era el cocinero, preguntándole en aquel momento si se conocieron entonces. ¡Era su oportunidad de decir algo a favor de Tezuka!
- No, para nada, él me ayudó a salvar a Kiri-chan y me protegió cuando los matones que le estaban maltratando quisieron pegarme a mí - desveló, algo que hasta el momento no había mencionado para no preocupar a su padre. Aquello era bueno, ¡¿verdad?! -. ¿Queréis que traiga el postre?
Ante las palabras de Yukino, Ryusei quedó bastante desconcertado. Vamos, que el chico se metía en peleas, pero la había rescatado cuando fue necesario. ¡¿Quién sabe lo que le podrían haber hecho a su hijita?!
Todos asintieron ante lo del postre. Lo cierto era que aunque seguía sin aprobar el hecho de que su hija quisiera "dormir" con un chico, mejor era con ese que con otro a excepción de Otoya-kun. ¿Por qué no se habría fijado Yukino en el pelirrojo?
Al final terminó la cena sin ningún incidente más, de manera que incluso se podría decir que tanto padre como novio disfrutaron de alguna conversación sobre deportes y comida bastante agradable. Llegó la hora de la despedida. Ya se habían despedido del señor Kazehaya y se encontraban en la puerta.
Tezuka:- Podía haber sido peor. ¿No?
Al final la noche había acabado en sorpresa porque ella esperaba que su padre siguiera presionando a Tezuka hasta el infinito y curiosamente habían acabado hablando de forma distendida sin que ella fuera partícipe de la conversación, todavía demasiado alucinada y temiendo que cualquier intervención por su parte pudiera acabar de forma definitiva con el buen ambiente que tanto había costado crear.
Tal vez por eso, a pesar del éxito, se sintió por primera vez relajada cuando acompañó a Tezuka hasta la puerta. Había sido una noche difícil pero la habían superado.
- ¿Peor dices? - preguntó con los ojos muy abiertos -. Yo me esperaba una catástrofe en toda regla. A veces mi padre no conoce los límites cuando se trata de proteger a sus hijos - se llevó una mano a la frente, negando con la cabeza antes de abrirlos de nuevo y mirarle a los ojos, terminando por sonreír -. Pero estoy contenta, para mí era importante que viera que eres una buena persona. Aunque siento que te haya presionado, jeje - concluyó, llevándose una mano a la nuca, por la que se deslizaba una gota de sudor.
Sonrió. Lo cierto es que aquella cena le había cansado más que tres entrenamientos de Fukiyose seguidos. No quería repetirla en muchísimo tiempo si era posible.
- No soy una buena persona...- nunca había pensado aquello y el ver que para Yukino era alguien especial e idílico le hacía sonrojarse ligeramente.- Bueno, buenas noches.
Miró antes hacia el interior de la casa e incluso hacia arriba para ver si estaban libres de miradas, y le dio un beso. Ahora solo quedaba esperar a una noche en que pudieran tener una casa para ellos solos.
Lo era. Era una de las cosas que tenía más claras en su vida: Tezuka era una magnífica persona. Pero en lugar de reiterar sus palabras de limitó a sacarle la lengua, sonriente, momento que él aprovechó para acercarse y darle un beso. Todo el humor, la tensión y los nervios se evaporaron para centrarse en aquel breve beso, quedando seria al instante. Sí, aquello había valido la pena, por más bochornoso que hubiera sido, porque ahora se sentía libre. Amaba a Tezuka de todas las formas posibles. Y quizás, sí, quizás ella también deseaba que una noche...
- Buenas, noches, Tezuka.