La chica se encogió de hombros ante la pregunta. Lo cierto es que nunca se lo había planteado pero sí que era una cuestión curiosa.
- Supongo que por tradición. Ofrecerse se ofrece, pero nadie se apunta nunca.- la campana que daba señal a la siguiente clase sonó y Hayane se levantó quejándose y con desgana.- No... qué rollo... ahora toca Historia. ¡Se me da fatal historia!
Las demás intentaron consolarla, pero no sin antes aplaudir ante la idea de tener una nueva compañera en teatro. Entonces Yukino pudo notar cómo un dedo llamaba dos veces a su espalda. Cuando se dio la vuelta se percató de que era la pequeña y tímida Haruka Aoi. Miraba hacia abajo, evitando el contacto visual, casi agachada y mostrando, en sus manos extendidas una magdalena de chocolate. ¡De las mejores de la cafetería!
Haruka:- Anno...quería disculparme por haber sido descortés antes... yo... Por favor... acepta este presente. Y... no te cambies de sitio...onegai...
Durante un momento estuvo tentada a apuntarse al taller de agricultura pero lo cierto era que no podía permitirse tanto tiempo fuera de su casa y además formar un taller y hacerse cargo de él era, cuanto menos, complicado, por no decir que Kunimitsu perdería su lugar secreto.
Se llevó la mano a la nuca, algo avergonzada ante el entusiasmo de las tres chicas de las cuáles ni siquiera recordaba el apellido, cuando un dedo le tocó la espalda, provocándole un escalofrío. Cuando se giró se encontró de cara con Haruka.
- Aoi-san - lo cierto era que estaba sorprendida pero le agradaba la chica, cosa que demostró con una sonrisa tranquilizadora. Parecía un cervatillo asustado -. Claro que no me cambiaré de sitio, no has sido descortés, estoy contenta de que Aoi-san sea mi compañera, eres muy considerada, te diste cuenta de que me había dejado el almuerzo...
Sabía perfectamente que aquello no era verdad pero de algún modo le parecía que calmaría a la chica y haría que sus compañeras la tuvieran en mejor consideración. Tomó la magdalena y le dio un mordisco, mostrando su sonrisa más radiante.
- ¡Qué buena! Muchísimas gracias.
Al momento, viendo que su acercamiento había sido un éxito total, Haruka juntó los brazos a su cuerpo, apretando las manos en un puño e hizo una más que formal reverencia:
- ¡A-Arigato!
Así regresaron a clase. Haruka estuvo menos tensa que al principio de la mañana y se sentía muy bien por haber sido de ayudar a Yukino aunque hubiera sido sin querer. Hacía tiempo que no se sentía olvidad y que parecía útil para alguien. Era hija única y lo cierto es que sus padres pasaban poco tiempo en casa...
Tras varias horas de clase, al final llegó el momento de regresar a casa. Como tenía que ir a buscar al perrito, Yukino se despidió pronto de sus nuevos compañeros. Ya de camino de vuelta, alguien la llamó:
- ¡OOoooii! ¡Kazehaya-san!- el chico, Otoya-kun, iba corriendo para alcanzarla. Lo cierto es que no habían cruzado una palabra en todo aquel día. Cuando llegó a ella se agachó un poco para tomar aliento- ¡Parece que llevamos el mismo camino! Supongo que sabrás quien soy.- se señaló con el dedo pulgar en el pecho y sonrió con simpatía- Otoya Ittoki. ¡Oh! ¡Tienes un perrito!- entusiasmado empezó a acariciarle debajo de las orejas, algo que pareció entusiasmarle al cachorro.
Otoya llevaba lo que parecía una guitarra dentro de una funda roja que hacía juego con su pelo.
Tras el acercamiento con Haruka lo que quedaba de día fue muy bien: por fin pudo empezar a relajarse, atender a clase y mostrarse cordial con sus compañeros sin sentir aquella tensión interna que la había acompañado desde que saliera de casa por la mañana.
Aún divirtiéndose estuvo feliz de que las clases llegaran a su fin y de recoger a Kiri-chan pues estaba deseando ver a su hermano, preguntarle por su primer día y enseñarle al perro; estaba segura de que se pondría contento. Iba pensando en aquello y en el menú para la cena cuando alguien gritó su nombre y apareció el chico que según Hayane era famoso.
Le escuchó hablar, intentando recordar su nombre sin éxito hasta que éste se presentó. Una oleada de alivió la recorrió.
- Éste es Kiri-chan - lo presentó primero en cuanto el chico le dio un momento para hablar, sonriendo y alzando al perrito -. Lo encontré esta mañana abandonado así que he cuidaré de él a partir de ahora - Kiri-chan parecía contento por las caricias de Otoya, lo que le hizo soltar una risita antes de sonrojarse un poco con azoramiento pues con sus siguientes palabras reconoció su ignorancia-. Lo cierto es que Kunimitsu-san me contó que eras un poco famoso pero yo no te conocía. Aún no hemos tenido tiempo de instalar internet en casa y en Tokio no tenía mucho tiempo para este tipo de cosas - se excusó con inexactitud.
Pareció sorprenderse de las palabras de Yukino, aunque no molesto, pues seguía con cara de simpatía y hablaba con naturalidad:
- ¡¿En serio?! Pues eso hay que arreglarlo, Kazehaya-san.- continuó caminando mientras ponía cara de pensar. Se le notaba muy cómodo con el trato de la gente y caminaba con naturalidad. No era muy elegante tampoco, pues llevaba la camisa por fuera de los pantalones y la corbata poco apretada- ¡Ya sé! El viernes vamos a ir unos amigos, entre ellos Kunimitsu-san, a pasar un rato a un karaoke y después a cenar al restaurante de los Kunimitsu. ¿Por qué no te vienes? Así podrás verme en acción y aficionarte a mis canciones.
En vez de querer buscar tranquilidad, a él se le veía en su salsa si conseguía seguidores. Se le notaba abierto, simpático y agradable, aunque quizás también un poco narcisista. ¿Pero qué artista no lo era?
Tras el entusiasmo con el que pareció tomarse su falta de conocimiento sobre él, Otoya pasó inmediatamente a pertenecer al grupo de los entusiastas junto a Hayane y Renji. Estaba claro que la personalidad del chico no resultaba una gran incógnita: abierto, amistoso y con ganas de tener mil fans que lo adoraban. No le caía mal, era alguien que sabía lo que quería, aunque se preguntó qué pasaría con todos los que le habían apoyado al principio si realmente triunfaba. ¿Los olvidaría o les estaría agradecido para siempre?
- Tendría que preguntarle a mi padre, Otoya-san - era un tipo de actividades que sólo había podido permitirse cuando su padre tenía vacaciones o cuando su hermano estaba con los abuelos puesto que normalmente era ella al que le cuidaba, le ayudaba a hacer sus deberes y hacía todos los quehaceres de su casa -, aunque si me dices cómo llegar y no hay problemas, allí nos encontraremos.
El chico sonrió ampliamente.
- ¡Muy bien! Espero que te dejen ir.- miró entonces a Kiri-chan y le revolvió el pelo de la cabeza- ¡Pórtate bien, Kiri-chan!
Se adelantó justo cuando Yukino estaba llegando a su casa. Él vivía en unas casas más abajo de allí junto a su hermana y su madre. Su padre les abandonó cuando Otoya era pequeño, algo que no ocultaba y que siempre que le habían preguntado en revistas cuando participó como modelo solía responder.
- ¡Y espero que te pongan internet pronto!
Cuando Yukino llegó a casa encontró a su hermano y a su padre en el salón, sentados en la mesa ya preparada. ¡Su padre y su hermano le habían hecho la cena! Kotaro le estaba contando el día fabuloso que había tenido a su padre que reía divertido ante las historias. Hasta que vio a Yukino y al perro y los ojos se le iluminaron:
Kotaro:- ¡One-chan! ¡Te has traído al perrito!
Padre:- Un perro, ¿eh? Bueno, creo que será divertido tenerle por aquí. Déjale en el jardín trasero de momento, lávate las manos y ven a cenar, Yukino, ¡hemos hecho la cena!
Se despidió del chico con un gesto de mano, sujetando a Kiri-chan con la otra. Era agradable y estaba contenta de tener alguien cerca de casa aunque sí que es verdad que no era mucho su tipo de chico. Claro que, ¿tenía algún tipo? Seguramente no.
- ¡Ya he llegado! ¿Dónde estás oni-san? - no estaba acostumbrada a llegar a casa y que su padre estuviera ahí de modo que ni siquiera lo pensó, recordándolo sólo cuando entró al comedor y se encontró con toda la mesa puesta y la comida preparada. Seguramente su sorpresa fue tan grande como la de Kotaro al ver al perro -. Se llama Kiri-chan, le estaban pegando y decidí traérmelo - explicó aún boquiabierta -. ¡No hacía falta que hicieras la comida, papá! - refunfuñó un poco, sonrojada, a la par que salía por la puerta y dejaba al animal en el jardín -. Kiri-chan, luego te traigo comida, ¿vale? Tendremos que comprarte una casa y un collar - un minuto después de dejar al perro con una caricia entraba al comedor, con las manos limpias y algo avergonzada porque su padre hubiera tenido que hacer la comida-. Tiene buena pinta- les felicitó. En realidad estaba contenta, sentía como si lo hubieran hecho por ella y eso la hacía feliz -. ¿Cómo os ha ido el primer día? Por cierto papá, ¿puedo salir el viernes con mis compañeros? Me han invitado a ir al karaoke y a cenar al restaurante de una compañera pero volvería pronto y dejaría comida preparada en la nevera para vosotros. Aunque si tú no puedes estar no pasa nada, me quedaré a cuidar de Kotaro y Kiri-chan - añadió con una sonrisa.
Dado el primer bocado y comprobando que le había salido muy bien la cena - o al menos se podía comer- Kazehaya Ryusei sonrió contento.
- Nada, nada. Ahora que estaré más tiempo en casa podemos turnarnos el trabajo de casa. Kotaro quitará la mesa después.- Kotaro puso mala cara pero no rezongó ni nada. Habían hablado antes de darle una sorpresa a Yukino y el pequeño cumpliría la promesa de portarse como todo un hombre.- Ahora me han dado la exclusiva de algo muy actual en la ciudad. Por lo visto hay un ladrón en la ciudad que de momento actúa en tiendas. Yo no le habría dado mucha importancia, pero por lo visto hasta la policía se lo está tomando muy en serio. Empezó en tiendas de chucherías y ahora se está expandiendo. Temen que pueda seguir progresando y no tienen ninguna pista. Comentan que puede llegar a ser alguien peligroso, aunque todo esto son suposiciones. Como sea... me he puesto en contacto con un policía que lleva el caso y tengo que reunirme con él para conseguir información sobre esto. ¡Escibiré artículos importantes que muchísima gente leerá!- estaba contento por ello Si le había destinado allí y encima le habían dado aquel trabajo tan importante para los habitantes de la ciudad es que confiaban en que fuera un gran profesional. Eso y que estaba claro que él no estaba implicado en aquellos robos y podría aportar información objetiva sin trampas.-¡Y claro que puedes salir con tus amigos! Aunque... espera un momento- entrecerró los ojos y le apuntó con los palillos de comer aún sosteniendo un grano de arroz- No irás por ahí sola con un chico, ¿cierto?
- ¡Itadakimasu! ¡Yay, que bueno os ha quedado! - en aquellos momentos se sentía plenamente feliz, reunidos en familia, disfrutando de aquella cena que había sido una sorpresa para ella, después de un día más o menos bueno. Seguramente su felicidad no era más que el producto de deseos sencillos pero el caso es que para Yukino aquello era dicha tal y como ella la conocía -. ¿Un ladrón? ¿Y no se sabe nada más de él? - vaya, así que incluso en una ciudad pequeña como aquella los criminales campaban a sus anchas. Recordó a los chicos que habían maltratado a Kiri-chan. En realidad las malas personas se encontraban en cualquier lugar pero, ¿qué ladrón empezaría robando en tiendas de chucherías? La pregunta de su padre la sacó de su ensimismamiento-. ¡Papá! ¿Cómo voy a quedar con un chico si acabo de empezar hoy las clases? - dijo acaloradamente -. He quedado con compañeros de clase, chicos y chicas. Creo que son un grupo bastante unido.
Pareció bastante más convencido tras la explicación de su hija. Era un padre protector que aunque había pasado poco tiempo en casa, tendía a preocuparse por sus hijos, quizás incluso más que un padre que pasara tiempo en casa. La felicidad de Kotaro y Yukino era lo más importante para él en su vida.
- Bien, en ese caso puedes ir. Si luego quieres que te vaya a buscar me llamas. Y sino que te acompañen, ¿de acuerdo? No quiero que estés sola de noche. Eso del ladrón... bueno, si le están dando importancia es porque debe de ser serio.
Kotaro:- ¡Ne, ne! ¿Puede dormir Kiri-chan hoy conmigo?
Ryusei:- mmmmmm... lo que diga tu hermana.- tendía en confiar mucho en su hija. Siempre había sido racional y prudente. Entonces bostezó.- Bueno, ha sido un día largo. Vamos, Kotaron, quitemos la mesa y a dormir. ¿De acuerdo?
Si quieres hablar más con tu padre o hacer algo, adelante. por mi parte no hay más que decirte así super importante XD. Si posteas que te vas a la cama, pasaremos al viernes :D
Asintió fervientemente cuando su padre le dijo que alguien tendría que acompañarla. Otoya vivía cerca así que seguramente volverían juntos; esperaba que no estuviera muy lejos el restaurante. Además, tampoco terminarían tarde así que dudaba que andar sola por las calles fuera un peligro.
- Está bien por hoy pero tendrá que acostumbrarse a dormir fuera - cedió Yukino -. Mañana le iremos a comprar una casa, ¿vale, Oni-san? - Yukino le sonrió por encima de la mesa a su padre antes de levantarse -. Yo me iré a dar un baño y luego a ahcer deberes. No olvides los tuyos, Kotaro.
Yukino se dio un baño caliente que la dejó un tanto adormecida mientras escuchaba la voz alegre de Kotaro junto a los ladridos de Kiri-chan. Sonrió de forma tierna. Estaba convencida de que todo aquello sería bueno para su hermano, él necesitaba a su padre, necesitaba a la familia.
Siendo el primer día no tenía demasiados deberes pero Yukino estuvo repasando hasta tarde, ojeando le que habían hecho en las dos semanas anteriores sin querer retrasarse con respecto a los demás. Pasaba la medianoche cuando finalmente se fue a dormir, con la cabeza llena de ideas inconexas y expectativas a medio formular.