Ver como Shopie se detenía en mitad de su huida para volver a correr en dirección a aquellos hombres, hizo que desviase la mirada a donde estaban al pasar por su lado, sin intención alguna de detener mi carrera. Pero correr sin mirar por donde no era muy buena idea, algo que fue evidente cuando pisé un charco que no había visto y que ocultaba un pequeño bache que me hizo tropezar y caer de bruces al suelo a causa de la velocidad que llevaba, quedando tendida a escasos metros de Sophie y los hombres y con nuevos arañazos que añadir a mí ya considerable conexión.
James miró un instante a lo lejos intentando observar de qué podrían estar escapando aquellas dos muchachas en medio de aquella lluvia. El corazón se le encogió por un momento ante la idea de que alguno de aquellos engendros se apareciese de la nada persiguiéndoles.
-Chicas, ¡chicas!-dijo James intentando llamar su atención-¿A dónde creéis que vais corriendo de esa forma en mitad de la tormenta? Tan solo conseguiréis ganaros una buena pulmonía. Venga, meteos en el coche. Sea a donde sea que vayáis, llegaremos antes y mientras me contáis qué está pasando. Por cierto, estoy buscando a mi hija Jules. Jules Bartlevy, ¿la conocéis?¿la habéis visto?
Luego mira al señor Collins.
-La invitación se extiende a usted, obviamente. En el coche cabremos todos.
Con el corazón latiendo aún a mil por hora, me levanté como pude, dispuesta a seguir corriendo, aunque las palabras del viejo aquel hicieron que me detuviese, al menos por un momento. De haber sido otra la situación, le habría dicho al viejo aquel unas cuantas cosas sobre lo que pensaba de su invitación y lo que podía hacer con ella, sin importarme que estuviese diluviando… pero ahora, lo único que me importaba era alejarme cuanto antes de allí, y si aún no me había metido en el coche y puesto a gritarle para que arrancase, fue por el miedo de que fuese otra trampa como la del muerto de la silla… y porque reconocí el nombre que mencionó.
Es el nombre de la imbécil esa…- pensé, mirando instintivamente hacia el lugar de donde habíamos salido por un instante.
¡Está muerta!- le grité -¡La muy idiota está muerta!- repetí, sin importarme que aquel abuelo fuese su padre -¡Igual que nosotros como no nos larguemos de aquí!- añadí.
-¿¿¿Muerta???¿C...cómo qué muerta?-la cara de James refrejaba un sentimiento de horror y desolación ante la inesperada y fatal noticia-¡No puede ser!¿Qué ha sucedido ahí dentro?¡Dímelo
No, Jules no pudo morir. La Orden no lo permitiría. La necesitaban. James buscaba refugio en los débidles argumentos que le ayudaban a creer que lo que decía la chica era mentira. Miró a lo lejos, en dirección a aquella construcción hacia la que había partido su guardaespaldas. Su telénfono cuncionaba así que con el corazón a punto de salirse de su pecho, cogió el teléfono y llamó a William.
-¿William?¿La has encontrado?¿Has hablado de algo?
Sophie es recibida por su tío político bajo la lluvia. El hombre con un brazo la rodea y con el otro cubre a ambos de la lluvia.
Pese a la situación, y a la conversación de Jane con Bartlevy, su atención se dirige a Sophie.
- ¡Soph! ¿Qué ocurre? Pasaba por aquí y escuche por la radio que habían cerrado el instituto. – pregunta Ryan, con la mirada extraviada entre la joven y el edificio, sin llegar a entender que era lo que sucedía esa tarde de aguacero.
Finalmente Ryan accede a la petición del empresario para ingresar a la espaciada limosina. - Gracias caballero- responde a James - Ven Soph, entremos al coche. Estas muy empapada. - agrega para su sobrina al invitarla a entrar por la puerta del lujoso vehículo.
El guardaespaldas de la familia Bartlevy regresa algunos pasos hacia el estacionamiento y de ese modo poder responder en voz alta a su jefe. Así llevando ambas manos a su rostro amplifica su respuesta, a modo de altavoz. - ¡No hay forma de subir a la ventana! ¡Voy a dar un pequeño rodeo! – responde el experimentado jardinero, que además cumple las funciones de custodio.
Luego se dirige hacia una entrada de servicio, ubicada a diez metros del estacionamiento.
En el camino a la entrada William saca su pistola…
Su telénfono cuncionaba así que con el corazón a punto de salirse de su pecho, cogió el teléfono y llamó a William.
Hasta 1984 no sale a la venta el primer Teléfono móvil. :S
Asumo que James gritó a William, ya que taaan lejos no se encuentra. :)
Las palabras del espectro de Jules sumieron en un sopor a la niña Bartlevy, borrando el paso del tiempo y dejando que los minutos parecieran segundos.
Así fue hasta que una voz familiar se pronuncia detrás de la puerta que permite el acceso al salón de los profesores. Es William, el guardaespaldas de la familia Bartlevy.
¡Hey niña! ¿Te encuentras bien? ¡Aparta de la puerta que voy a disparar! – anuncia William tras patear repetidamente la puerta sin existo de apertura.
Las sensaciones se agolparon en el pecho de Jules mientras un remolino de vivencias que rememoran su pasado son partícipes de aquel momento. No podía cerrar los ojos ante lo que en verdad se muestra, ni negar su naturaleza que oculta entre las sombras apenas vive entre un tormentoso interior contenido.
Aquella voz, su misma apariencia y la nada en si, le dieron el impulso necesario para avanzar sin freno alguno hacia donde la curiosidad le permita. Interiormente comprendía lo sucedido y sabia que no podía seguir así por mucho tiempo, engañando a todo el mundo y principalmente a ella.
De pie dubitativa extiende su mano para recibir aquel medallón a través de una vaga promesa de cambio, padeciendo el mismo sufrimiento que le recordaba aquellas palabras expresadas. Era consciente de como se sentía, de lo que interiormente padecía desde pequeña cuando moría una y otra vez en sus sueños, sabiendo que aquello no era normal sino muy nocivo.
No dijo palabra alguna, simplemente se vio así misma como un reflejo caótico de su yo. Desvirtuado, derruido y completamente fragmentado, donde esa viva imagen omnipresente solo es una simple máscara que oculta lo que en verdad es y se niegan a mostrar.
Ya con aquello apretando entre sus manos, es el sonido de la puerta y los gritos de William irrumpen este hipnótico trance, pero antes de marchar, decide expresar su sentir. - Esto no será una promesa, pero estoy dispuesta a corregir todo error y caminar directamente hacia ese lugar. No lo haré ahora, solo cuando sea el momento señalado. - indica tras acercarse y besar con dulzura a su propio yo en los labios, para luego separarse y partir de allí.
Ya con el amargo sabor de una despedida, avanza y abre la puerta que la separa de aquel hombre que conoce desde pequeña. Sin extender la situación más de lo previsto.
- Si, no dispares. Se puede abrir la puerta sola. - enuncia tras tomar el picaporte y abrir.
La angustia y demora en James no tiene igual luego que William desapareciera dentro de la universidad en penumbras.
¿Cuanto tiempo paso? Imposible saberlo.
Entonces el jardinero aparece con alguien en brazos. Es Jules, quien parece que se ha desmayado o algo por el estilo.
William al llegar a la limusina deposita a la joven en el asiento de atrás para luego tomar asiento ene le puesto del chófer, encender el vehículo y salir de allí a toda velocidad.
- ¿Que mierda era eso? Había una cosa… como de una película de terror. Luego encontré a la niña Jules tendida en el suelo. - confiesa lo sucedido y se pregunta a la vez, mientras el vehículo levanta sendas paredes de agua al ganar velocidad por las calles de la gran manzana.
Casi de forma automática la limusina tomaba el camino de regreso a la mansión, sin tener en cuenta la nueva compañía.
Al ver a William acercarse, James sale corriendo a su encuentro, a fin de comprobar si el testimonio de la muchacha que acababa de llegar junto a ellos era cierto, pues la inexpresiva cara de su asistente, no le comunicaba nada al respecto.
Una sensación de alivio recorrió su cuerpo cuando vio el rostro angelical de la muchacha. Su rostro pálido pero sonrosado, lleno de vida. Su mano acarició su mejilla dulcemente. La piel de la joven transmitía calor. Estaba viva. Emocionado, ignoró el comentario del hombre y se centró en la joven.
-¡Oh, gracias!¡Gracias!
No sabía en realidad a quién diirigir su agradecimiento, si a William, si al destino pero estaba dichoso de comprobar que la noticia que le acababan de dar esa falsa.
Adelantándose al guardaespaldas, abrió la puerta de la limusina y le ayudó a acomodar a la joven. Luego entró el mismo en el coche a su lado y la abrazó; en parte para ampararla con su calor y en parte, para sentirla cerca de sí, viva y a salvo. La mirada se posó durante un instante sobre la chica que le había dado tan funesta noticia. Lo cierto es que le había dado un susto de muerte, pero dado que todo había quedado en eso, tampoco estaba resentido con ella.
Una vez su pulso se reestableció y cogió aire, se dirigió a los tres desconocidos que habían entrado en su limusina de forma tan precipitada. William arrancaba el coche.
-Bueno, mientras os llevo a donde fuere que os dirigierais corriendo en mitad de la tormenta, quizá aceptéis contrarme qué es lo que ha pasado ahí dentro.
Ahora Jules despierta, un poco más real, siendo alguien que sabe todo. Incluso que esa de ahí al lado es su hermana.
De repente todo es comenzar de cero...
Perdiéndose un instante en medio de una vorágine que desentrañaba todo lo que oculto se encontraba, Jules abre sus ojos tras sentir el calor de su Padre siendo lo único que la conecta a este mundo, a una realidad que conoce de sobra y no le es ajena. Ya tomándose un tiempo para respirar, organizar sus ideas y reaccionar, acaricia la mano de James con dulzura hasta que advierte con la mirada a quienes se encontraban allí.
La joven pelirroja acompañada de alguien que no conocía y Jane. Tras examinar de pies a cabezas a quien es su hermana de sangre, algo que descubrió hace cuestión de segundos, su mirada se tornó oscura y bastante ofuscada. -¿Qué hace ella aquí? - pregunta al incorporarse aún permaneciendo sentada, seria en toda su expresión y bastante decidida a quitarla del medio. - Ella intentó golpearme varias veces padre, fue quien me forzó a tener que detenerla a través de la fuerza. Debe bajarse del auto... Es una mala persona.- enuncia tras manifestar preocupación en su rostro cuando Jules mira fijo a su Padre, conociendo este cuando en ella algo la incomodaba. - No la quiero aquí, tiene que estar lejos de mi. - asevera ya más enojada, generando total rechazo a quien en teoría es su hermana.
-¿Jules?-dijo quedamente James al ver que su hija despertada-¡Oh, hija! Me tenías preocupado ¿estás bien?
Esperó a que acabara de despertar, pero al hacerlo y comprobar quiénes eran sus fortuitos compañeros de viaje, comenzó a ponerse nerviosa.
Bueno, tranquila-contestó intentando apaciguar a su hija-les he prometido que les sacaría de allí y así lo haré. En breve nos alejaremos de este sitio y se bajarán. Pero antes de que se vayan, quiero que me contéis qué es lo que ha sucedido. Ellas dos salieron corriendo despavoridas del colegio. Ella dijo que estaríamos todos muertos si no salíamos de ahí cuanto antes y William dijo...que había algo..."como de película de terror". Así que yo les saco de allí y a cambio hablamos de lo sucedido. Ese es el trato que han aceptado al subir al coche y tú, querida hija, habrás de respetarlo tanto como ellos. Una vez me cuenten lo que quiero saber, cada uno por su lado y listo.
James se quedó mirando sus interlocutores esperando algún tipo de reacción.
Sophie simplemente se había dejado conducir hacia el interior del coche, había escuchado gritos a su alrededor. Pero su cabeza le daba vueltas, temía que en cualquier momento fuera a desmayarse o peor aún... ponerse a chillar como una histérica. Tan sólo volvió a ser consciente de sí misma cuando se vió metida en el coche y escuchó hablar a Jules y James sobre lo dejar a Jane tirada en la calle con la que estaba cayendo.
- La... la Universidad se transformó... Jane y yo nos quedamos atrás porque nos chocamos y... y... todo cambió. Apareció un hombre, diciendo que nos fuésemos con él, pero tenía... tenía una sonrisa horrible y... nos dió miedo y... salimos corriendo... y todo cambió...- se aferró a los brazos de su tío con los ojos desorbitados rememorando todo lo que había vivido junto a Jane- entonces nos perdimos, no éramos capaces de encontrar la salida y... vimos a alguien en una silla de ruedas...- en aquel punto la pelirroja sintió aún más miedo y cayó durante unos segundos.
¡Si, muerta!- le repetí al viejo, que en lugar de creerme y arrancar el choche para largarnos de aquí empezó a gritar como un estúpido, llamando al tipo que se había dirigido a la universidad… y que no iba a tardar mucho en morir como lograse entrar. Y si no agarré yo misma el volante del coche para largarme de allí fue porque me resultaba incapaz conseguir que mis manos, así como el resto de mi cuerpo, dejasen de temblar.
Joder, joder, joder, joder, joder, joder…- repetía para mis adentros una y otra vez. Por suerte, antes de que fuese incapaz de esperar más y decidiese conducir yo, o tal vez salir corriendo, el tipo de antes, volvió de la universidad con lo que supuse era el cuerpo sin vida de la estúpida aquella -Le está bien empleado- pensé sin poder evitarlo. Incluso cuando el viejo empezó a dar las gracias al acercarse, pensaba que en realidad no se había dado cuenta de que lo que tenía junto a él era un cadáver… y por eso, cuando el “cadáver” abrió los ojos, mi primer impulso fue alejarme lo máximo posible.
¡Aléjate de mí!- le grité -¡Deberías estar muerta! Te quedaste en ese sitio… con aquella cosa…- empecé a farfullar -¿¡Cómo es que sigues viva!?- pregunté, más asustada que otra cosas. Si se había quedado con aquellas criaturas no debería haber sobrevivido… a no ser que le hubiesen hecho algo, pensamiento que hizo que la mirase como si fuese a transformarse en una de aquellas cosas en cuanto dejase de hacerlo. Ni siquiera había sido consciente de la pregunta del viejo hasta que Sophie empezó a hablar, haciendo que lo recordase de nuevo.
¡¿Película de terror?!- dije -Aquello era el infierno… ¡y la estúpida de su hija decidió quedarse en él!- le dije, aún sin apartar la mirada de Jules, debatiéndome entre el impulso el impulso de intentar arrojarla del coche como fuese antes de que nos matase a todos y el impulso de saltar yo misma para alejarme de aquella cosa. Si ella se había quedado en el infierno… lo más seguro era que el infierno se hubiese quedado en ella. Y yo no estaba dispuesta a volver a sufrirlo.