Partida Rol por web

-¡Por favor Trevor, contrólese!-dijo James escandalizado por la forma en la que el desconocido miraba a Jane-Si apenas es una niña. En efecto lo mejor es esperar por Sophie. Que abra el tragaluz y mire fuera. Luego cuando baje, completaremos el espejo y si es como cabe esperar, se abrirá un portal que nos sacará de aquí. Y si no...pues ya veremos que ocurre. Lo que está claro es que hay que desbloquear esta situación de alguna forma.

Con la ayuda de todos Sophie podía balancearse por sí misma y trepar por el tragaluz hasta llegar al descanso del baño y desde allí hasta el techo del motel. Una vez que subió y llegó al entretecho ella pudo observar la niebla siendo engullida por la ceniza.

Hasta el momento previo al ingreso en la prisión del lago Toluca el pueblo había estado inundado en una niebla sin igual, fría y letárgica como nunca. Ahora en cambio una fina capa de ceniza amenaza con cubrirlo todo lentamente y en silencio.

Si la niebla era un peligro ahora algo peor se avecina, quizás producto de un incendio de enormes proporciones que todavía no alcanzó el motel. Desde luego la visibilidad es casi nula, solo alcanzando algunos metros en cualquier dirección.

Las opciones de Sophie son minúsculas, pudiendo avanzar por el techo por su cuenta o volver y probar suerte con el espejo y el fragmento faltante. Porque ella a duras penas logró pasar por el tragaluz cuando los demás no lo lograrán.

La imagen de lo que Sophie vio tras el tragaluz le produjo tan mala sensación como la oscuridad acechante de la puerta... era como si escogiesen el camino que escogiesen no hubiera ninguno bueno y además en ese caso, aquel camino sólo era accesible para la pelirroja o alguna de las hermanas, lo que dejaba a la joven Stark sola ante el peligro.

La decisión de Sophie no se hizo esperar, decidió volver al motel junto a sus compañeros y probar con el espejo.

- Voy para bajo- anunció mientras reculaba hacia atrás esperando que los de abajo la ayudasen- lo de fuera está cubierto por una especie de ceniza como si hubiera habido un gran fuego- iba diciendo en su descenso- no se ve nada y esto es muy estrecho no vais a poder salir por aquí, será mejor probar con el espejo- resolvió tras caer sobre alguien- perdón...- se disculpó levantándose y sacudiéndose la ropa

-Joder...- Se quejó Trevor cuando Sophie se le cayo encima. - Chica, parece que no pesas pero, demonios, algo si que pesas- Dijo con cierto enfado, le había hecho daño en su caída, quizá más daño en su orgullo que en su físico por eso protestó.

-¿Que pasa entonces ahí fuera? ¿Cenizas y oscuridad?... de todas formas por ahí no damos salido, es demasiado estrecho- Fue cuando se volvió hacia los que manejaban el espejo -¿que pasa? ¿por qué no probáis a poner ese trozo en su lugar a ver que hace?-

Aquel paisaje que relata Sophie no es más que una mera realidad del ambiente natural, uno que lúgubre se cierne sobre cada ceniza que volando por el aire, le recuerda aquellos relatos que entre charlas amenas su Padre señalaba. Y por esa razón, tras curar las heridas de quién es su hermana por defecto, no del corazón, mantiene las distancias sin esbozar palabra alguna solo con la intención de dirigirse hacia el espejo para enfrentar a sus propios demonios. 

Los recuerdos de su niñez se agolpan en su pecho, como si se tratase de un puñal que enquistado en su corazón, la sumerge a esas pesadillas que forjaron parte de su intranquilidad a temprana edad. Es consciente de que hay un nexo, uno que inherente a los que están presentes, para ella puede ser el retornar a lo vivido, retornando a esos lugares donde la sangre tiñe de rojo carmín cada suelo, entre voces, encierros e esas imágenes perturbadoras que no te las olvidas jamás. 

- Intentaremos con el espejo, Harry si estás dispuesto... Lo hacemos juntos. - responde tras el incidente bastante peculiar entre Trevor y Sophie, centrada en los pasos a seguir. 

Cansada como estaba, decidí no molestarme en responder al salido de Trevor y simplemente conformarme con resoplar, pues su “excusa” no convencía a nadie, levantándome sin siquiera pensar en agradecerle a mi supuesta hermana en cuanto esta acabó de vendarme.

¿Estás segura de que no se puede?- le pregunté a Sophie, mirando con una mezcla de miedo, desconfianza y enfado al maldito espejo -¿No has visto nada más arriba?- insistí. Era evidente de que la opción de completar el espejo no era precisamente de mi agrado... por mucho que otros pareciesen ansiosos de completarlo.

Es una trampa, seguro- pensaba una y otra vez, pero por desgracia tampoco es que viese ninguna otra opción, o al menos, ninguna que fuese viable. Por eso mismo, en previsión de lo que pudiese pasar, me acerqué hasta donde estaba Sara, dispuesta a proteger a mi madre si salía alguna jodida cosa del maldito espejo.

Sara asintió con la cabeza. Al parecer todos (o caso todos) estaban de acuerdo en colocar el pedazo de cristal. Inconscientemente cogió la mano de su hija cuando ésta se acercó a ella y, con la otra, agarró la de Harry. 

-Espera a que estén todos aquí -le dijo, con voz pausada-, no me gustaría que nadie se separase por estar demasiado lejos...

Entonces miró a James, su hija y los dos que no conocía, esperando a que se acercaran para que Harry colocara el trozo de cristal, sin soltar las manos de éste y de Jane, casi como si creyera que así podría protegerlos de todo mal. 

-Será mejor darse prisa-dijo James-quizá quitar esas tablas no fue la mejor de las ideas. Venga, completemos el espejo cuanto antes.

James parecía nervioso. En su primera idea había pensado que las tablas estaban ahí para evitar que entrase la luz. Pero evidentemente no eras así. Pensó entonces que las tablas estaban ahí para evitar que saliese algo, pero evidentemente estaban para evitar que algo entrase. Por eso estaban por dentro.

Descartando las opciones peligrosas solo resta probar suerte con el espejo y su fragmento hallado por Harry.

El ambiente de la habitación se tiñó de nerviosismo casi palpable por todos en ese momento y el silencio solo fue sutilmente quebrantado por las respiraciones agitadas ante el simple recuerdo del espanto.

Aquellos cuyo pasado en Bar Harbor ahora tensaron sus cuerpos al prepararse para lo peor. Y eso es porque el horror del Otro mundo ofrece salidas peores que lo evidente, siempre en una espiral de descenso directo al infierno, donde la verdad espera por ellos.

Para Trevor, Jane y los demás lo que está por suceder es una intriga teñida del rojo de la desgracia, que sin saber que esperar pueden leer en la mirada de Harry y James un vaticinio del futuro.

Lo impensado ocurre cuando Harry, el portador del fragmento, intenta colocar el fragmento en su sitio con ayuda de Jules. Nada ocurre. Absolutamente nada.

Incluso el fragmento no tiene asidero porque cae sobre la cama de la habitación. Entonces la desesperación inunda los corazones de los presentes. ¿Encerrados allí por siempre? Se preguntan mentalmente cuando el sudor frio baja por sus espaldas.

Entonces Sophie toma la iniciativa, dejándose llevar por el instinto primitivo, por algo que desde lo recóndito de su espíritu le dice que hacer.

Subiendo a la cama ella toma el fragmento y lo coloca cuidadosamente, siguiendo el mismo proceso que la vez anterior.

Finalmente el lúgubre espejo se encuentra completo de nuevo. Y con ello todo su poder…

Inicialmente las roturas del cristal comienzan a retroceder hasta desaparecer en un sonido elevado y agudo, luego la superficie del mismo se torna flácida, agitada como una sabana al viento hasta que deja de reflejar.

En ese momento, cuando los experimentados esperan un ataque o similar, desde la oscuridad infinita del espejo comienza a llegar un fulgor carmesí, acompañado de ondas de calor y humo que escapan poco a poco del espejo y amenazan con ahogar a todos en la habitación.

El resplandor rojizo se mantiene, aclarando lentamente la visión al otro lado del espejo-portal, revelando un hecho funesto al igual que importante.

En las afueras de Silent Hill la noche sin luna sirve de telón para la desgracia. Una casona cuyos mejores días han pasado hace tiempo se incendia sin control. En la cercanía y bajo una distancia segura una muchedumbre se reúne a celebrar el espectáculo atroz. Y festejan al unisono.

Eventualmente una mujer de mediana edad abandona la casa en llamas pidiendo auxilio a gritos. Un pedido que nadie asiste mientras la casa arde y arde…

Porque entre el ruido de las llamas y el crepitar de la madera bajo el infernal calor… un aullido de dolor y espanto se alcanza a escuchar desde el interior de la morada...

“Encuentras una serpiente que muerde su propia cola y cuya luz de la verdad llega desde el pasado”

La sensación de quemadura despierta a Sophie de su sutil trance. En su brazo ella encuentra una marca que antes no estaba allí y cuyo ardor disminuye con el paso de los segundos.

Una serpiente que muerde su propia cola y que da la vuelta alrededor del brazo de la pelirroja.

Con el horrible espectáculo nadie se da cuenta de la marca de ella. Si es una pista por el momento solo es de Sophie.

La pelirroja sin saber ni como ni por qué, supo que tenía que ser ella quien juntase la pieza de cristal para reparar el espejo y sin dudarlo como en una especie de pequeño trance, realizó la sencilla operación permaneciendo parada durante unos instantes mirando la superficie de cristal con gesto neutro, para después como nuevamente traída a la realidad mirarse su brazo, arrugando el ceño... le quemaba algo, al levantarse al manga los ojos de Sophie se agrandaron por la sorpresa y en cierta medida el miedo...

-¿ Qué... qué es esto?- dijo al remangarse la manga y descubrir algo que nunca antes había estado allí... mostró su brazo aterrada a sus compañeros.

A continuación y con el miedo en el cuerpo miró hacia el dantesco espectáculo de la casa en llamas sin comprender nada de lo que estaba pasando aún con el brazo al descubierto, paralizada.

Trevor esperaba que al arreglár el espejo apareciese alguna especie de puerta o salida de aquel laberinto de locos. Sin embargo, observó atónito como el fuego comenzaba a propagarse ¿cómo saldrían de allí?.

Miró a Sophie que se quejaba, quiso preocuparse por ella cuando se dió cuenta de que estaba bien, solo enseñaba un tatuaje en su muñeca.-Ah, solo es eso, conozco a un camionero con un tatuaje parecido, entiendo que no te guste- Dijo sin mas -pero creo que tenemos problemas mas acuciantes- Cargó su tono con cierta ironía. Comenzó a buscar algo que les ayudase a sofocar las llamas, el lugar no era muy grande y comenzaba a llenarse de humo.

-Joder, tenemos que salir de aquí ¡ahora!- Fue hacia la ducha y abrió el grifo mientras sostenía la alcachofa orientándola hacia la base del fuego queriendo recordar las instrucciones de prevención de riesgos laborales.-A lo mejor si mojamos unas mantas...- propuso con ciertas dudas.

-Buena idea, Trevor-dijo James cogiendo una manta y su pañúelo de bolsillo para ponerse en la cara, remojándolos previamente-Debemos socorrer a esa mujer. Rápido. 

Aunque probablemente no fuese la persona más indicada, ni se encontrase en un estado físico idóneo para hacer lo que iba a hacer, a James de siempre le había costado quedarse quieto sin hacer nada. De modo que ayudándose con la manta empapada y poniéndose el pañuelo sobre la cara, se metió a través del espejo como si de una ventana se tratase, dispuesto a socorrer a la mujer que escapaba del incendio. 

-¿No dijo el camionero ese que encontramos algo de un incendio y una niña?

Dijo el policía casi para si mismo. Entonces vio como su amigo se dirigía hacía el espejo dispuesto a atravesarlo. Harry no iba a dejarlo solo.

-¡Vamos todos!

Rápidamente abrió el armario y saco un par de mantas para su mujer y su hija.

-¡Aquí tenéis más! -dijo al resto de los aquí reunidos. Luego agarró una sabana y la rasgó en tiras. Mojó esas tira en el grifo y las repartió entre los presentes. Entonces volvió a agarrar la mano de Sara.

-Coge bien a Jane, no volvamos a separarnos- Y sin más siguió los pasos de James.

A pesar de mis temores con aquel maldito espejo, lo primero que sentí fue alivio… pero únicamente porque nada sucedió, ni el espejo se reparó, ni se abrió una ventana a otro lugar ni nada pasó cuando Harry intentó colocar el fragmento. Incluso aunque eso significase quedar encerrados hasta que hallásemos otra forma de salir, era mejor que lo que podría haber aparecido por el maldito espejo, estaba segura de ello. Por desgracia, esa sensación de alivio apenas duró unos momentos, únicamente hasta que Sophie, sin avisar, intentó ella colocar el fragmento… esta vez con éxito.

Fuego. Tal vez no fuese una horda de engendros de pesadilla lo que surgió de aquel maldito espejo, pero el fuego que empezaba a salir por él era igual de mortal, y la casa en llamas que se podía ver a través no parecía  precisamente un buen lugar al que escapar.

¡Os lo dije!- grité, reprochando que no hubiesen hecho caso a sus advertencias sobre aquel maldito espejo que no podía llevar a nada bueno… sin caer en la cuenta en que la mayoría de advertencias, por no decir todas, las había dicho mentalmente. Y como si eso no fuera suficiente para ellos, incluso parecían tener intención de adentrarse en aquel infierno ardiente.

¡No!- grité, sujetando a Sara cuando Harry intentó tirar de ella -¡No vayas ahí!- le medio grité, medio supliqué a Sara, pues verla junto a las llamas reavivaba el recuerdo del coche ardiendo donde creía haberla perdido.

Sophie, que estaba más perdida que el barco del arroz, tuvo que dejar de lado lo del tema del tatuaje de la serpiente, aún a sabiendas que debía tener si significado, recordando el acertijo de la serpiente que se muerde la cola y una luz que viene del pasado... o algo así, cuando el resto de sus compañeros decidió, al menos en su mayoría que debían atravesar el cristal a pesar de las llamas y la mujer que parecía iba a arder con la casa.

- El tatuaje ha aparecido de repente- le espetó molesta a Trevor- ¿Ya se os ha olvidado lo de "Encuentras una serpiente que muerde su propia cola y cuya luz de la verdad llega desde el pasado"?- al final se había acordado de lo que había leído en aquella misma habitación hacia tan sólo unos minutos

Pero como todos parecían ignorarla, la pelirroja aferró por el brazo a Trevor o a cualquiera de sus compañeros, para que no la dejasen sola, era mejor ir con ellos que deambular a su suerte.

Cómo de costumbre, el espejo revela una imagen que nada tiene de bueno, siempre rozando esa infructuosa sensación de sociego, angustia y horror. Esta cuestión al sentirla en lo más profundo de su ser, la invita a recordar todo ese mundo que entre pesadillas fue creando con el transcurso del tiempo, donde la sangre corre y el miedo es latente. 

No obstante las mismas voces de quienes están alrededor de Jules, la devuelven a este plano, a uno donde se ha perdido una parte del diálogo expuesto, pero capta el concepto general y si de rescatar a alguien se trata, pues la rubia es la indicada. 

- Yo inicio el rescate, llevaré algunas de las mantas mojadas. Trevor me acompañas... Harry, Sara, Padre, ustedes no se expongan tanto, es mejor luego de todo lo vivido. - afirma tras dedicar una mirada a cada uno. No hacía mucho tiempo, apenas unas horas que vio consumirse en el auto en medio de aquel fuego y verla de nuevo expuesta, no era algo conveniente, no para su bastarda hermana que ya lo había padecido. 

Y ya cogiendo algunas mantas, acomoda su katana, pensando que tal vez es momento de ir más allá, enfrentar aquellos miedos que la atenaza y en parte le permiten ser lo que es. Sin mirar atrás, decidida, intenta adentrarse en el espejo. 

El calor emanado por el espejo-portal solo es un residuo del pasado, un recuerdo tortuoso que se remonta en los recuerdos de Harry y James. El nacimiento a través del sufrimiento y el fuego…

Mas tarde que temprano todos acaban por cruzar por el espejo, hacia la única aparente salida que no lleva al desastre inminente. El techo de la habitación solo es una vía de escape para las jóvenes y la salida frontal, la puerta principal, augura oscuridad y quietud fatal.

Utilizando mantas húmedas y otras protecciones improvisadas el salto de valor se lleva adelante, hacia un evento que en el fondo de sus memorias es algo del pasado.