La reunión...

La ciudad que nunca duerme...

El ocio imita al trabajo, el trabajo imita al ocio. Los corazones

están hinchados como esponjas y las manos, llenas de aire

como cañas. De los cubos de basura y las máscaras del

Empire State, la historia levanta olores que se prenden de

latas de conserva, latas:

No es ciega la mirada, sino el rostro.

No son yermas las palabras, sino la lengua.

Un años atrás…

Con la navidad en la puerta de todas las casas y la nieve acumulándose en las aceras, todos salen de compras de último momento. Nadie quiere quedar fuera del círculo vicioso del consumismo, de la nueva moda del derroche.

Afuera de la cafetería la nieve de la madrugada se vuelve negra, como el corazón de los habitantes de la ciudad que nunca duerme, y la tradición se extiende un año más.

En medio de la vorágine de un fin de semana ajetreado, James y Harry se reúnen por primera vez, luego de más de una docena de años desde la pesadilla que todavía los atormenta.

Ubicado en el subsuelo de un edificio de apartamentos, una cafetería venida a menos espera a dos clientes con una mesa reservada en una esquina apacible del local. Es un sitio perfecto para una reunión alejada del transeúnte común, y del anónimo vigilante también.

La Orden, luego de muchos años de inactividad, ha reanudado sus intereses en los bebes fugados de la ceremonia. Y eso los dos hombres lo saben.

Es momento de luchar por el futuro…

James llegó a su cita primero. El taxi le dejó delante de la puerta del bar. Miró su reloj de bolsillo. Cinco minutos antes de la hora.

Se dirigió al camarero y éste le indicó la mesa que tenían reservada. Asintió.

"Tráigame un Whisky".

"En seguida".

Se sentó en la mesa y se quedó contemplando el aspecto de aquel local que parecía que hubiese pasado por tiempos mejores. Se fijó en aquel desconchón del techo, en ese viejo reloj de la pared que estaba parado en las 3 menos cuarto, los trofeos de algún equipo de baseball local que colgaban en las estanterías acumulando polvo...

La idea de verse con Harry le ponía nervioso. Llevaba hacíendolo toda la semana. No lo conocía, realmente. Bueno, sí, lo conocía. No sabía el nombre de sus padres, ni si tenía hermanos, ni si le gustaban los animales, ni ninguno de esos detalles que normalmente te hacen pensar que conoces a una persona.Todo lo que conocía de él es lo que había visto en Bar Harbor, pero verlo en una situación como esta le había permitido conocerlo como probablemente nunca lo hubiese conocido nadie. Y lo cierto es que Harry había demostrado ser un buen tipo.

Pero en realidad lo que le ponía nervioso es que reunirse con él iba a suponer recordar Bar Harbor y enfrentarse a sus miedos. La idea de revivir todo aquello una vez más le resultaba inquietante. No, aquel no iba a ser una copa entre dos viejos amigos recordando el baile del instituto. Aquello iba a ser una copa entre dos viejos amigos recordando el peor momento de sus vidas.

La puerta del local se abrió y James miró hacia ella intentando reconocer a la persona que entraba. Un tipo alto, con una barba poblada entrecana ¿Era Harry? Si lo era, no cabía duda de que el tiempo lo había tratado mejor que a James.

Vamos, ¡abre la jodida puerta!

Harry llevaba un rato delante de la puerta del local, debatiéndose entre entrar o no. Abrir esa puerta significaba mucho más que entrar en una cafetería, ésa era una puerta al pasado. El horror, las muertes, lo... inexplicable. Todo eso aguardaba al otro lado de la puerta. Esa maldita isla aguardaba al otro lado.

Su mano empezó a acercarse, pero entonces se paró, a centímetros del pomo de la puerta.

Vamos, ¡abre la jodida puerta!

Pero fuera como fuese, aunque prefiriera mantener el pasado detrás de la puerta cerrada, tenía que hablar con él. Había tenido que huir de su tranquila casa en medio de la noche, la secta de locos que dominaba esa isla infernal, estaban buscando a la niña.

Sus dedos casi rozaban el pomo.

Joder Harry, ¡ábrela!

Además, él le caía bien, James le caía bien. Dentro de la isla se juntaron con un variopinto grupo de personas, donde la gran mayoría, o estaban muy mal de la cabeza, o eran muy individualistas. Como yo mismo, por esa época...

James le cayó bien desde el principio, no tenía muy claro el porqué, pero algo de su instinto de detective le dijo que debajo de esa fachada había una persona decente. Además, fue el único otro que salió con vida del infierno. Y tiene a la hermana de Jane.

Harry abrió la puerta y entró en la cafetería. Alzó la vista y en una de las esquinas, como era de esperar, estaba James. Más mayor, como Harry, pero esa mirada era inconfundible.

Harry empezó a avanzar hacia él, cuando se topó con el camarero. Se fijó en la copa de su amigo, por suerte Harry hacia años que había superado se adicción al alcohol, e incluso de tanto en tanto podía permitirse alguna copa sin caer de nuevo en el deseo constante de beber.

-Un café solo, por favor. Largo y negro como la noche.

El detective reanudo la marcha. ¿Lo saludo? ¿Le doy la mano? ¿Lo abrazo? ¿Cuál seria el protocolo en ese caso, en esa vieja amistad unida más por las vivencias al borde del abismo que en los recuerdos de una juventud juntos?

Llegó a la mesa, se quedó unos segundos mirándolo, como si hubiera pasado una vida.

-Hola -dijo. Luego ese cúmulo de sentimientos hizo que lo abrazase. Fue un abrazo rápido, escueto, ya que no sabía si incomodaría a su compañero. Pero fue sincero. El Harry de antes quizá no lo hubiera hecho, el de ahora sí.

Rápidamente se separó y se sentó delante de él.

-Amigo... tenemos que hablar.

Finalmente aquel tipo había entrado en la cafería y se dirigía hacia él. En efecto, se trataba de Harry.

Se levantó para recibir a su viejo amigo con un apretón de manos.

-Hola Ha...

El abrazo lo cogió por sorpresa. Para cuando intentó corresponderlo, Harry ya se había separado.

-Hola Harry. Te estás haciendo viejo-dijo en tono de broma, pues era evidente que el propio James había envejecido incluso peor que Harry--¿Cuánto tiempo hace?¿Doce años?¿Trece?

La pregunta era retórica. James sabía perfectamente que ese día se cumplían quince años desde el día que llegarona Bar Harbour.

-Sí, tenemos mucho de que hablar. Tú también lo has sentido ¿verdad? Aquello que sucedió en aquel lugar...en Bar Harbour...está a punto de regresar. Mi pobre Jules...hace años que ya no es la misma. Algo en ella no está bien. Sufre terribles pesadillas y su comportamiento es...extraño. Ellos...ellos la acechan desde el mundo de los sueños. Ellos vendrán a por Jules y Jane. Intentarán arrebatárnoslas, como hicieron con mi madre. Como quisieron hacer conmigo. Querrán que cumplan con su destino. Pero tiene que haber otra forma...otro camino. Harry, tenemos que intentarlo. Por ellas. Tenemos que acabar con esto de una vez por todas, para que puedan descansar.

Harry sonrío ante el comentario de la edad.

-Cierto. En cambio tu te conservas muy bien... -Dijo siguiendo la broma, mientras cogía el café que el camarero le traía.

-Quince años amigo mío...parece toda una vida...

Harry dio un sorbo al café, mientras el camarero se alejaba. Cuando volvieron a estar solos, James empezó a hablar.

-Te entiendo amigo -el tono de Harry se volvió serio, alejándose de aquellas bromas iniciales-. A Jane le está pasando lo mismo... aquella mierda de isla... el mal que habitaba en ella, esta volviendo a alargar sus tentáculos negros hacia nuestras hijas... -su mandíbula se endureció al escuchar que intentarían arrebatárselas-. Lo se. Vinieron a por Jane...uno de ellos. Me encargué de él -dijo sin dar más detalles- Tuvimos que movernos...

Harry dio un nuevo tiento al café, saboreando el negro liquido.

-Pero... ¿a que te refieres con hacer algo? Yo...tengo que proteger a mi familia, he intentado dejar atrás todo. Solo vivir por ellas, para que sean felices... No puedo involucrarme en cosas que las pongan en peligro...

-¡La Orden!-dijo James-Mientras sigan en activo, nuestras hijas corren peligro. Algo tiene que haber que podamos hacer. Yo...he utilizado todas mis influencias y he recorrido medio mundo buscándolos, pero no es fácil. Esa gente sabe guardar sus secretos. No sé si está a nuestro alcance acabar con ellos, pero al menos debemos conocer a nuestro enemigo, para cuando vengan a por nosotros. Y vendrán ya lo verás. Tarde o temprano, volverán a intentar hacer aquel ritual...y para eso les hacen falta nuestras niñas.

James miró a su amigo fijamente a los ojos, como si lo estuviera examinando.

-Harry...amigo. Desde que marché de aquella isla, no dejé de preguntarme ni un solo día si no podríamos haber hecho algo más allí. Si existía alguna alternativa a aquel macabro ritual ¿Porqué sino Krebs tendría tanto interés en que pusiese a la niña a salvo? Dime amigo, ¿como fue que conseguiste escapar tú?

-Tienes razón... pero no quería involucrarme en nada de eso, solo quería ser feliz de una vez...y cuidar a mi familia...- ¿Sería egoísmo? ¿Egoísmo por los suyos? No. Harry ya luchó contra sus pecados, y los ganó. Solo quería dar la felicidad a su familia, que no pudo dar antes. Pero aunque le jodiese, James tenía razón, no había nadie más que ellos para pararles los pies.

¿Por qué abrí esa puerta?

Sin darse cuenta, sus puños se había tensado. Relajo la mano y levanto la vista.

-...Pero tienes razón. Ahora lo sé, desde que se presento en la puerta de mi casa. No pararán...y solo estamos nosotros dos, somos los únicos que salimos con vida, que sabemos la verdad... Pero ¿qué puedo hacer yo? Tu eres una persona influyente, con recursos. Yo solo soy un ex policía, ahora detective privado. No se que puedo hacer que tu no puedas...

De un sorbo se acabó el café mientras James empezó a preguntarse si podrían haber hecho algo más.

-No, a eso me niego amigo, a sentirnos culpables. Hicimos todo lo posible, le solté el maldito liquido encima. Acabamos con unos cuantos... Demasiado hicimos para los pocos que eramos y los recursos que teníamos. Krebs...pues no sé que fue de él al final...¿se arrepintió? ¿Por eso quería que la niña estuviese a salvo?

¿Cómo escape? Pues es curioso, el recuerdo es vago...

-Yo...cogí a Sara y corrimos, salimos corriendo de Bar Harvor... Luego robé un coche y seguimos corriendo... ¿y tú?

-Krebs...Harry, cuando salí de aquel lugar...me...nos estaba esperando. Decía...decía que debía salvar la niña.

Parecía que a James le costaba arrancar cada una de aquellas palabra. Obviamente recordar aquello era doloroso para él, pero había algo más. Algo a lo que le costaba llegar.

-Nos llevó hasta un barco y regresamos al continente. Solo llegamos Jules y yo. Krebs...lo maté. No podía...no podía permitir que se acercase a Jules. No podía permitir que lo que estuvo a punto de suceder se volviese a producir y sabía que mientras Krebs estuviese vivo, sería una amenaza.

James se detuvo y miró a los ojos a su amigo. Como intentando comprobar cual era su reacción.

-Luego retomé mi vida donde la había dejado-continuó diciendo como si estuviese hablando de otra cosa completamente diferente-Me fue bien y Jules, creció feliz. Pero comenzó a tener pesadillas. Terribles pesadillas relacionadas con todo aquello. Era como si en sus sueños viajase a Bar Harbour. Entonces supe...supe que esto no se había terminado. Que su futuro, su vida, estaba ligada a aquel lugar por un vínculo que jamás llegaré a comprender. Y que vendrían a por ella. Para que cumpliese con su destino. No lo podemos permitir. La he estado preparando desde entonces y he investigado sobre la Orden pero Harry, yo puedo tener medios e influencia, pero tú eres policía, sabes qué buscar, donde y cómo. Juntos somos más fuertes. Juntos podemos derrotarlos.

Harry escuchó con atención la narración de la huida de James de la isla. Una sensación de tristeza le embargo cuando escuchó el cómo mató a Krebs, no por la muerte de éste, si no por el dolor que noto en sus palabras. Harry ya había matado más de una vez en su trabajo, pero sabía que para alguien como él, no debió ser nada fácil.

El detective quiso mostrarle su apoyo, así que puso su mano encima del hombro de James e hizo un leve gesto con la cabeza. Lo entendía, era lo que había de hacerse.

Luego cambió de tema y explicó como le había ido hasta ahora. Lo de los sueños lo perturbó.

-¿No nos van a dejar nunca no? Esa isla...esa maldita isla y sus habitantes... -Harry rebusco en su chaqueta – Son como unos largos tentáculos que llegan a todos lados. Tentáculos verdes y legamosos, llenos de podredumbre y de maldad pura. Como seres primigenios más antiguos que la humanidad...

En su mano reposaba una foto. Eran Sara, Jane de pequeña y él. La miro por largo rato. Luego le dio un beso y la guardo. Había abierto la puerta y sabía que el viento que entró por ella se llevó los años de felicidad y alegría. Los buenos años en familia, simplemente viviendo.

Juntos somos más fuertes, juntos podemos derrotarlos...

-Tienes razón amigo -dijo levantando la vista hacia él, mientras volvía a guardar la foto -¿qué quieres que hagamos?

-Tirar de la madeja hasta que salga todo-contestó James-A partir de mi padre, de Martinson...hemos de buscar el rastro de la Orden. A partir de lo que vayamos encontrando, decidiremos. Pero tú puedes acceder a ficheros policiales, sabes qué buscar y cómo. Y no me fío de nadie más a este resepecto. Y esa niña, ¿cómo se llamaba?

Suspiró. No era mucho, pero tarde o temprano, tenía que aparecer algo.
 

El detective escucha con atención a su amigo. Sin decir nada, sopesando sus palabras, sopesando el futuro de su familia. Hasta que llega la pregunta del nombre de la niña. Esa extraña niña que les indico como salir de allí pero que luego no volvieron a saber nada de ella.

-Está bien, te ayudaré en lo que pueda. Por el bien de nuestras familias. Respecto a la niña...

Por suerte, sus sentidos de detective hacían que le fuera difícil olvidar esos datos.

-Dahlia...creo que se llamaba Dahlia. Todo lo que paso en esa isla fue muy raro... ¿en teoría esa niña era la que iban a sacrificar no? Y luego...eran nuestras hijas. ¿Entonces para que necesitaban que encontrásemos a esa niña? ¿Qué pintaba esa chiquilla en todo eso? Creo que nos ayudo...creo.- Eran cosas que Harry nunca había conseguido aclarar, y por fin tenía alguien con quien hablar, alguien que también estuvo allí...

James asintió satisfecho. No esperaba menos de Harry.

-Creo que sí. Creo...creo que las cosas no salieron tan mal, ni tan bien como podrían haber salido. Pero debo saberlo. LLegará un día en el que tengamos que volver a acabar lo que dejamos a medias. Y en ese día el papel que jueguen nuestras hijas será vital. Debemos prepararnos para cuando sea el momento. Y para ello hay preguntas que necesitan respuestas.

Harry asintió a sus palabras.

-Tienes razón amigo, debemos conocer todo lo posible sobre ellos. Conoce a tu enemigo ¿No? Es la mejor manera de estar preparados para enfrentarnos a ellos. El conocimiento.

Pero su amigo no dijo nada respecto a la niña, así que la intuición del detective le hizo preguntar.

-¿Tú no sabes nada más al respecto de esa niña no?

James miró a Harry a los ojos.

-¿Sobre Dhalia? Nada-dijo negando con la cabeza-Supongo...supongo que era la "elegida" para esa panda de tarados, pero no acierto a saber qué criterio seguían para elegirla. Mi padre...creía que yo también debía jugar un papel en todo este asunto. El portador del sello del Metatrón. Ese medallón metálico ¿recuerdas? Me congratulo a veces pensando que lo que el hecho de que no participara en aquella ceremonia fue clave para que no funcionase.
Tengo la sensación de que nuestras niñas...de algún modo han..."heredado" ese papel. Pero son solo suposiciones. Debemos asegurarnos de qué papel deben jugar y si hay otra posibilidad de acabar con esto de una vez por todas.

Cuál sería el papel de las niñas continuaba bajo un manto de misterio para James y Harry. Para tal descubrimiento ellos deberían comenzar la vasta tarea de acumular información antes de volver a reunirse.

El policía retirado afirmó las palabras del envejecido empresario para luego saludarlo y abandonar el bar hacia una calle a medias desértica. La próxima reunión todavía no tenia fecha, lo cual dejaba bastante trabajo por delante.

Ahora cada cual terminaba el día con nuevos elementos para digerir…