Partida Rol por web

La Pinta Escarlata se mecía suavemente agitada por las olas con la primera luz del alba cuando llegaron los arcanistas. El mascarón, tallado con la forma de una mujer desnuda tapándose los pechos, parecía lanzar miradas pícaras a los escasos viandantes que circulaban por el normalmente atestado muelle de piedra. Sin embargo, atareados como estaban, casi nadie salvo el capitán Szadko reparó en el animó juguetón del navío.

Ah... la pinta siempre está lista para otra aventura. susurró  antes de entornar la mirada y saludar desde el timón a los recién llegados.

¡Damas! ¡Caballeros! ¡Bienvenidos y bienvenidas a la nave más veloz de la Compañía. ¡La Pinta Escarlata! ¡Mi nave y ahora su mejor confidente y amante hasta que mueran o encuentren a una mejor!

En el muelle, al pie del navío, un secretario Reik escoltado por seis guardias somnolientos puso los ojos en blanco. De todos los petimetres que podían elegir para este cometido, era Szadko, el irreverente y despreciable Szadko, el que se encargaría de todo.

A Reik le dieron  ganas en aquel momento de comandar la expedición él mismo.

El sonido de mi bastón repicaba en el suelo de piedra del muelle mientras me acercaba a la nave que lucía aquella mujer en el mascarón. La túnica raspaba en el suelo, intentando evitar arrastrar algún resto de pescado con ella. La descripción de la nave parecía precisa, "La Pinta Escarlata" y el tipo que se movía por el muelle debía ser el capitán con quien debía hablar.

Miré a la gente que se agolpaba alrededor del barco para intentar diferenciar entre pasaje y tripulación. Mis ojos escudriñaron a cada uno de ellos intentando obtener de esa manera la máxima información posible de cada uno de ellos.

Observé detenidamente a aquel capitán. El aviso de cómo era en realidad subió a mi mente y era algo que tendría presente durante el viaje, a pesar de que mi prudencia ya me hacía desconfiar de todos por sistema.

Me acerqué lentamente al capitán y me presenté

Saludos. Tú debes ser el capitán. - se notaba que no me gustaba demasiado hablar con la gente. Por lo general la rehuía, así que aquel viaje sería una especie de prueba sobre mi aguante y paciencia. - Me llamo Traek. Me envían los comerciantes del mercado de las delicias para proteger sus intereses.

Zagrán miraba desde la borda los demás barcos que dejarían atrás en poco tiempo. ¡Qué oportunidades perdidas! Justo la Pinta Escarlata y su capitán. Viendo la mirada del secretario pudo notar que estarían sintiendo cosas parecidas. Se giró y acodó mirando ahora al resto de sus compañeros y un sujeto con túnica que se acercaba al Capitán. ¿Sería un nuevo integrante? Si habían sido avisados, no lo recordaba... y no era de no recordar. Por lo que se fue acercando hasta poder escuchar la conversación.

Con que era del mercado... un comerciante más. Claramente esto tenía más motivos económicos que de rescate, como suele ser siempre.

Faltaban algunos arcanistas. ¿Les habría pasado algo? Tal vez pronto lo sabrían.

El barco era sin duda bueno, el problema era el capitán. Podía ver la disconformidad de algunos, aunque lo que más me sorprendió fue que también faltaba la mitad de los del día anterior. Y encima había caras nuevas.- ¿Se habrían retirado y el resto eran contrataciones de última hora? Pues bien empezamos...

Miro ausente la marca de mi mano antes de centrarme en el saludo del capitán.

- Normalmente quien presume tanto es que le falta algo, capitán. Pero estoy segura de que este no va ser el caso.- le respondo mientras subo a la embarcación y veo como uno de los desconocidos se presenta.- ¿Y cuales son esos intereses en una empresa de rescate?- pregunto directamente y no demasiada cortesía.

Assim era el  mismo de siempre, pero su túnica era un poco más azul ahora y tenía unos manchones negros. El hombre tiritaba y la túnica estaba claramente húmeda como resultado de una "noche difícil". A pesar ser un desastre, estaba más presentable que ayer. 

Estiró la mano como único gesto de saludo y se unió a los demás. Dando por hecho de que los que no estaban ahí, se unirían pronto.

—Seguro no es de nuestra incumbencia —atajó a Camila mientras le pasaba le tocaba el hombro al nuevo arcanista  —¿Traek, es un nombre de por aquí?

Con un raído saco de arpillera al hombro el hombre caminó sobre el empedrado suelo del puerto; divisó con descaro a los tripulantes que subían, a los guardias en el puerto, al capitán, y a los hombres y mujeres que parecían parte de la tripulación; subió con paso regio sobre los tablones de abordaje y se presentó, junto a la chusma, con el capitán. - Buenos días, me presento para enrollarme en la tripulación y cumplir con mis obligaciones capitán. Un placer, Faramund Schubert. - Le extendió la mano férreamente. dejó caer a un lado la pesada bolsa que llevaba consigo, el golpe resonó especialmente metálico. - Bien, mi señor, aguardo con impaciencia el saber cual será mi camarote. - Y mientas esperaba las solicitadas respuestas observaba sin miramientos a los otros hombres que allí estaban. - Estos deben ser los señoritos expertos que tendremos que trasportar en la misión. Nada sorprendente la verdad, aunque muy estrafalarios, demasiado estrafalarios. 

Miré con desdén desde debajo de mi capucha al grupito que se estaba congregando en el muelle frente al barco.

Demasiadas preguntas personales.

Los intereses de los comerciantes no son asunto vuestro. Además, yo sólo estoy contratado por ellos. Sus inversiones y sus razones no son de mi incumbencia. Simplemente estoy aquí para velar por el cumplimiento de la misión y que nada que suceda en ella perjudique a mis contratantes.

Miré al otro, el de la túnica azul que parecía un mago.

No soy de por aquí. Vengo de lejos.

Mientras hablaba con ellos, intentaba extraer el máximo de información que mis sentidos pudieran captar. Forma de hablar, iniciativa en la conversación, incluso detectar las profesiones y habilidades de cada uno. Eso sería importante para poder realizar mi misión con diligencia.

Cualquier dato podría ser útil a la hora de planificar la muerte de cada uno de ellos. De entrada no tenían pinta de guerreros, excepto la mujer, que seguramente sería desconfiada de base. Ella es la que me supondría de entrada más problemas. Debería encontrar la forma de ver qué es lo que lleva en la mano y mira de tanto en tanto. Puede que sea importante.

Encontrar el momento adecuado será la base de mi éxito.

Dio sonrió con más ganas ante las pullas y la expresión de Reik. Aquel idiota estirado no le robaría el protagonismo esta vez.

Estoy al tanto, caballero. Los mercaderes de almas y yo tenemos una relación esporádica pero muy cordial. saludó a Traek. Hombre de malas pulgas, sin duda alguien a quien será divertido desjugar. Si quiere dejar sus cosas en su camarote no dude en hacerlo.

El capitán se acercó hasta el punto que creyó prudente hasta la hermosa Camilla e hizo una reverencia exagerada pero formal. No diré que no pero la Pinta lo merece todo  como comprobará, hermosa Camila. 

Se disponía a añadir algo más ingenioso cuando Faramund cortó la pulla con su formalismo. Por supuesto, capitán Faramund, siempre es un placer contar con el apoyo de un hombre curtido como vos. Estoy seguro de que podremos aprender muchas cosas el uno del otro.

En cuanto al camarote, en la Pinta me temo que no hay demasiado espacio, por lo que les hemos preparado los tres camarotes de invitados. Invitaría a la bella Camila a compartir el mío pero creo que me... dejaría en ascuas y decepcionado.

Las risas ahogadas no se hicieron esperar, sin embargo la expresión de caraperro del contramaestre no se hizo esperar.

Ah, la dura barra de orden en medio del caos.

Si me permiten señores carraspeó molesto el secretario Reik dando un paso al frente. La falta de educación y protocolo de aquellos arcanistas lo irritaban de sobremanera. Sin embargo, se contuvo, aunque se alegró de no ver a la salvaje nativa entre ellos.

Alguien interrumpió aquel agradable intercambio de información que estábamos teniendo. La verdad es que no tenía claro que pintaba un grupo tan heterogéneo en aquel lugar y los motivos de cada uno para estar allí.

Me giré hacia ese alguien y vi que era el secretario Reik. A ver que quería. Me había librado de las preguntas incómodas de los demás así que en el fondo agradecí la interrupción aunque no se reflejara en mi cara.

Genial, cada vez tenía más claro que había algo más...

- Es importante, por que vamos a viajar juntos y si se van con secretismos va ser difícil trabajar juntos...- comento algo hastiada.

Hasta ahora pocos de los que habían sido contratados parecían tener algún interés directo con el desaparecido y su investigación. Todo era política y comercio. Y con el nuevo parecía ser el mismo caso, a saber donde me había metido. Por otro lado el capitán seguía siendo lo se podía esperar de uno.

Confiado, zalamero y probablemente dispuesto a morir por demostrar que era el mejor y si tenía que llevarnos al resto para ello ni lo dudaría. Mantengo una sonrisa calmada ante lo que asegura sin decir nada, solo habría que esperar los hechos.

- Mejor que acabes tú decepcionado a que sea yo la decepcionada después de un triste minuto y la historia se extienda entre su tripulación, mi estimado capitán.- contesto afilando mi sonrisa ante las risas de la tripulación. Acto seguido miro al contramaestre.- Entonces cual es mi camarote y con quién me toca compartir.- concluyo con ligereza.

Assim sonrió —De lejos es un buen lugar para venir. Seguro que si.

No le molestaba compartir camarote con nadie. Para las veces que pasaba en la intemperie, esperaba más no resultar una molestia para los demás.

Intentó contar cuantos eran pero tantos arcanistas juntos le hacia difícil discernir quien era uno o no. Sobre todo porque algunos parecían maleantes de poca calaña.

—¿Cuántos somos? —preguntó en voz alta dandose por vencido.

Atento a las palabras de Dio, tomó sus cosas, sin decir más y se dirigió hacia los camarotes. Al fin y al cabo se regirían por la ley del mar: El que llega primero, escoge primero. Antes de partir vio una vez más a Dio, y solo dijo. - Gracias. - Luego se alejó con su bolsa al hombro.

No me habéis interpretado correctamente, mi buena señora. Rió con una nota alta y clara, acercándose un poco más. Mi camarote está hecho un desastre y casi nunca está vacío, así que para una guerrera como vos, tener a alguien como yo casi siempre acompañado... sería un buen dolor de cabeza. ¿No creeis?

Su voz cambió por completo cuando dio la orden. ¡Fillipe! Muestra a nuestro invitados sus camarotes y haz inventario del ron y el vino. Ahora.

Un niño medh con atuendos demasiado grandes se acercó con la cabeza gacha e hizo señas para que lo siguieran.

Fillipe no puede hablar pero no por ello es un mal conversador, si me disculpais, debo ocuparme de revisar que todo está a punto.

El joven se acercó a las escaleras al pie del castillo de popa e hizo señas para que lo siguieran. Tras descender por un empinado tramo, cuatro puertas con cierre y una quinta opuesta a las escaleras les dieron la bienvenida al estrecho y pequeño puente que separaba la cubierta de la bodega.

Una a una, el joven abrió todas las puertas revelando varios colchones de aspecto lujoso dispuestos en el suelo al pie de un amplio ventanal. Un par de armarios empotrados y un taburete completaban el mobiliario.

Aún no había quedado claro como repartirían los camarotes.Quizás sería mejor que el propio capitán o quien fuera lo hiciera por ellos porque, como había podido observar, nadie era partidario de compartirlo con nadie.

Veo que las comodidades son superiores aquí. - dije contemplando los colchones en el suelo. - Al menos entrara aire fresco, aunque no pienso estar aquí abajo mucho tiempo. Lo justo para dormir.

Sólo esperaba que el viaje empezara ya y poner rumbo al destino cuanto antes.

Camino por el muelle con suma tranquilidad, no voy a desperdiciar un minuto siquiera de Emedah, quien sabe cuando vuelva a pisar la Ciudad Sagrada nuevamente.

Llevo colgando del cuello a Morgatz, acaricio sus escamas mientras huelo el aroma a mi tierra natal. Sonrío, y no sola, Zeuno parece entenderme bien, y mas le vale porque hace años ya que me protege, ser guardián de una Augur es un privilegio para muy pocos escogidos y si no me conociese no me serviría en lo mas mínimo. Atrás viene Khelem, fuerte y silencioso, lo conozco poco pero sabe navegar, y también cargar los bolsos.

Ubico enseguida a la Pinta Escarlata, el barco que elegí desde un principio, el que nos llevara al destino que quiere la Compañía y a varios otros que tengo en mente. A Camila y a Assim les gustara seguramente, al resto ni se ni me importa. Desde el muelle logro divisar la silueta del Capitán, o mejor dicho al anterior, porque yo acorde ser Capitana junto con Camila, y así será.

- Dio! - lo saludo de lejos con bastante efusividad, es de todos los de la Compañía el que mejor me cae, aunque también el anciano se gano mi respeto como ningún otro. Después lo veo a Reik cerca. Qué hace aquí? Viajara con nosotros? Estoy a punto de maldecir mi suerte cuando recuerdo las palabras del viejo. De acuerdo, le daré otra oportunidad - Reik! - lo saludo también con idénticos modos, vaya sorpresa va a llevarse.

- Oh, dolor de cabeza dices...¿tantas mujeres han usado esa excusa que has acabado por creértelo y todo?- le respondo a su última chanza con calma pero cierta malicia antes de disponerme a seguir al chavalín mudo. Sin embargo antes de bajar le hago un gesto a Shou para que se vaya familiarizando con el navío. Si iba a necesitar su consejo más adelante sería bueno que estuviera bien informado.

Por su parte bajo con sus otros dos acompañantes y vio los camarotes asignados. Sinceramente eran bastante mejor de lo que se esperaba. Además todas parecían similares, así que no había mucho que decidir.

- Mi gente y yo nos quedamos con esta.- dijo mientras señalaba a la tercera.- A quién no le moleste nuestra presencia es bienvenido siempre y cuando se sepa comportar.- digo sin más antes de dejar que Anne y Reinhard vayan guardando las cosas, momento que aprovecho para volver a cubierta y me acerco a Reik y le hago gesto de saludo dentro de lo que cabe respetuoso, sabía como se tomaba estas cosas el hombre, o mejor dicho las intuía y el principio del día ya había sido un caos para el pobre funcionario.

- Buenos días, ¿hay algo que me haya perdido? ¿Dónde están todos los contratado de ayer?- le termino por preguntar con cierta curiosidad, no que me molestara que fueramos menos. Pero era algo extraño y mejor estar preparada.

En el momento que espero su respuesta aparece una cara conocida y sonrío.

- Anumi! Ya pensaba que habías cambiado de parecer y no niego que me habías decepcionado después de autoproclamarte capitana.- digo de bastante buen humor, ciertamente la indígena me había caído en gracia y ya le debía un pequeño favor por la gente que me había presentado el poco tiempo que había estado en la ciudad.

Assim echó un ojo a su al rededor. Era cierto que faltaban muchísima gente.

—La ciudad sagrada es un lugar peligroso. Es seguro asumir que los que no hayan llegado están muertos ¿Por que sino buscar tantos de nosotros? —el arcanista solo esperaba que el buen Alric estuviera bien.

—¡Anumi! Zeuno—saludó cuando la nativa apareció de sorpresa. Le había perdido la pista aquella noche y se alegraba de que estuviera bien.

El se conformaba con una hamaca, pero aquellos colchones le parecían un lujo. Esperaría a que Anumi escogiera un lugar y el iría al mismo.