Partida Rol por web

- La próxima vez le decís que se corte una pierna, que tienes otra que prestarle.- comento con calma a Anumi, aunque se podía notar un tono algo decepcionado.- ¿Cambiarías tu cuchillo por otro de acero que te dieran simplemente porque corta mejor?- suspiro y niego con la cabeza.

Tendría mis fuertes opiniones contra los capitanes y eso había hecho que mis conocimientos de navegación fueran bastante nóveles pero por otro lado entendía como funcionaba una tripulación. El barco era un miembro más, y aunque de manera lógica no tuviera mucho sentido, era algo simple: La gente se apega aquello con lo que sufre experiencias.

Sin embargo tampoco es que pudiera cambiar la situación y tenía bastante claro que la mayoría se negaría en usar su barco, los cañones siempre han vendido más que unas buenas velas y por otra parte cuando simplemente había preguntado la capitana ya había fruncido el ceño y no tenía ganas de tener que mediar entre egos durante un viaje.

Así que acompaño al resto y escucho el planteamiento y dejo claro que no me convence.

- El problema que veo es que en el fondo dependeríamos de la velocidad del navío lento, no tendría sentido tener uno rápido si luego para viajes de larga distancia dependeríamos de la velocidad del lento. Os recuerdo que seguimos una pista que ya está fría, si encima cogemos un barco lento por muy potente que sea más difícil será la misión y ya que no tenemos acceso al que probablemente fuera al más rápido tendremos que viajar con el engreído del primer barco...- no me gustaba nada la opción pero no quedaba otra a no ser que el cuarto barco fuera la joya de la corona.

- Jajaja - no puedo aguantarme la risa cuando Heid se da vuelta y me deja con la palabra en la boca - No habìa conocido a ninguna mujer con peor caràcter que el mìo - El secretario da por sentado que no viajaremos en este barco y es de las primeras veces que estoy de acuerdo con èl.

- No cambiarìa mi cuchillo por uno de acero, eso serìa sacrìlego, pero si lo harìa por otro de piedra si el que tengo ya no me sirve para los sacrificios. Què sentido tiene aferrarse a las cosas cuando ya no son ùltiles? - los extranjeros valoran mucho las posesiones y pierden de vista que la vida pasa por otro lado.

La propuesta de Assim me parece de lo màs interesante, la objeciòn de Camila es acertada tambièn - Reik nos dijo que la Compañìa nos podìa dar hasta dos barcos con suministro y tripulaciòn, viendo que las opiniones estàn divididas y que las fortalezas de uno de los barcos puede complementarse con las del otro, me parece bien llevar ambos. El grande no harà incursiones en las islas, pero podrìa servirnos para remolcar la embarcaciòn que buscamos o protegerle las espaldas al màs ligero - Me gusta la idea, me gusta.

Me quedo mirando de reojo a la Capitana y me alejo del grupo para poner un pie en el barco de madera añeja - Oye, que no quise ofenderte mujer - le digo con voz firme pero sin subir el volumen, mis palabras son para ella, no para su tripulaciòn - Valoro tu temple, tu fidelidad a lo que crees, y el respeto que muestras por los medh, lo que te dije fue tan sòlo por ser sincera sobre lo que pienso. Pero no sospechè que este barco era tan importante para ti - no es como mi daga que aùn sagrada puede reemplazarse por otra, es como mis islas a las que nunca dejarìa, ahora la entiendo - No viajarè en tu barco, eso esta claro, pero tienes mi respeto Heid, y... te... te... te ofrezco mis disculpas -

Regreso con el resto de inmediato, no espero que ella diga nada y puede que no la vuelva a ver, pero pocas personas se ganaron mi respeto y con ninguna me he disculpado antes, la seguirè recordando cuando se hunda en el mar con ese barco destrozado. 

Zagrán no esperaba la reacción, aunque tampoco se había esperado la pregunta de Anumi. Se fue acercando para hablar con la capitana, pero no dijo nada hasta que Anumi no terminó. Cuando pasó a su lado, le dijo en un susurro:

-Buen intento...- y se subió a la cubierta del barco.

-Capitana, lamento lo innecesario de esta situación, pero me gustaría comprender algunas cuestiones, si no le molesta, claro está- dijo con una leve sonrisa -Sé que tiene su orgullo, y lo admiro, pero también sé que uno tiene que entender que no todos saben de barcos. Inclusive yo, que he viajado mucho, no sé demasiado, aunque sí lo suficiente como para no plantear algo así-

-Pido disculpas si se ha malinterpretado algo de nuestra conversación. Realmente quiero saber qué fortalezas tiene este barco, pero especialmente su capitana y tripulación, ya que emprenderemos una empresa que requiere de mucha valentía, temple y experiencia. Creo que usted reúne todas... aunque el temple podemos hablarlo- dijo intentando quitarle hierro al asunto, ojalá no se tomara a mal la broma -Me inclino por barcos rápidos, que sean maniobrables, listos para esquivar el conflicto, y listos para avanzar. Me ha llamado la atención no ver cañones, ya que podríamos decir que es una cualidad interesante hoy en día... ¿cómo es que se defiende esta nave ante el peligro?-

Hizo una pequeña pausa, pero no quería quedarse sin decir lo siguiente:

-Si usted no quiere participar de esto, puede decírnoslo y claramente no contaremos con su experiencia y con el Albor- continuó -Pero si la recompensa que seguramente tendrá por esta empresa, sumado a la opción de granjearse la colaboración de poderosos arcanistas...- dijo extendiendo la mano hacia el grupo a lo lejos -Son alicientes como para participar, puede que sea una buena oportunidad para ser tomada.-

Sólo esperaba contar con su colaboración, además de la respuesta sobre la ausencia de cañones, ya que de los tres que habían visto, era la que más le llamaba la atención. Hasta ahora, entre Dio y la capitana, podían tener una buena dupla que tuviera un buen ritmo de marcha.

La capitana se detuvo un instante para escuchar con atención al mercenario sin decir nada. La tripulación del navío, sorprendida por la intromisión, observó con curiosidad la intentona de Dinar mientras la capitana Heid ni siquiera se dignaba a darse la vuelta para encarar al mercenario.

Una vez hubo terminado, la capitana del Albor habló. Venimos de las Islas Serpiente, no tengo nada más que decir. Buenos días. Y tras aquella escueta despedida descendió por las escaleras de la bodega y desapareció en su interior.

—Podríamos llevarnos el primero y en caso de tener problemas nos reagrupamos con el Segador ¿Entiendo que tenemos dos barcos a nuestra disposición, no? Usariamos el Segador como base operacional y bodega. Puedo trasladarnos de un barco al otro en alta mar si tengo tiempo suficiente y hace falta —

El segundo navío será proporcionado y elegido por la compañía, me temo. respondió el secretario Reik volviéndose un instante antes de continuar.

La elección de un capitán de su gusto es la máxima libertad que he podido obtener de mis superiores. Explicó mientras caminaba al borde del muelle contemplando las cristalinas aguas. Ah, ahí está el último navío. dijo señalando una pequeña goleta de aspecto limpio y cuidado que aguardaba en uno de los muelles laterales.

- El problema que veo es que en el fondo dependeríamos de la velocidad del navío lento, no tendría sentido tener uno rápido si luego para viajes de larga distancia dependeríamos de la velocidad del lento. Os recuerdo que seguimos una pista que ya está fría, si encima cogemos un barco lento por muy potente que sea más difícil será la misión y ya que no tenemos acceso al que probablemente fuera al más rápido tendremos que viajar con el engreído del primer barco...-

Aunque me gustaría darle la razón, señorita Veilmond. Lo cierto es que Szadko es uno de los mejores capitanes de la compañía y con diferencia el más discreto. Respondió el secretario con tono algo menos formal. No por nada goza de la confianza del presidente de la compañía y es el que ha recibido su recomendación. Señaló.

Entonces reparó en la ausencia de uno de sus invitados y al buscarlo con la mirada vio que Zagrán se había quedado atrás. ¡Señor Dinar! llamó en voz alta pero sin gritar. ¿No nos acompaña? Tranquilo que lo esperamos. remató para a continuación detenerse.

Al otro lado, las velas verdes de la goleta se agitaban suavemente mientras varias figuras parecían limpiar algo grande sobre la cubierta.

Zagrán no se molestó, aunque sí le dio curiosidad e interés. Una mujer tan orgullosa, aún en un barco así, tenía que ser interesante. Lamentó sinceramente no navegar con ella.

-Grac... ias- pero la mitad de la palabra quedó en las velas, ya que la Capitana ya se había ido.

Cuando bajó ágilmente de la cubierta, escuchó el llamado del secretario.

A lo lejos, se vio al mercenario levantar la mano en gesto de asentimiento, y realizó un corto trote para ponerse a la altura de los demás, que esperaban.

-Disculpen, no quería quedarme sin hablar con ella- dijo, guiñándole un ojo a Assim.

-Prosigamos, y disculpe, secretario- dijo agachando la cabeza levemente.

Consulta el mapa. Y no es que procedan de las islas.

Ioanna siguió a sus compañeros en silencio y con evidente irritación.

Al tiempo que alzaba la ceja cada vez que la salvaje hacía algún comentario que sólo a ella le resultaba realmente gracioso. La arcanista, al contrario que ésta, estaba de acuerdo con lo que pensaba Camila.

- Con todo, como ya he dicho, cuánto más tardemos en escoger, peor. Es tiempo que se está perdiendo y como saben, el tiempo es irrecuperable.

Se colocó al lado de Zagrán. Tenía pinta de ser el único sensato y, bueno, era agradable a la vista.

Assim no entendía a que se refería Zagran pero le devolvió el guiño.

—Solo nos falta ver este. No creo que nos quite mucho tiempo.

La confianza de la compañía en Dio hacía que dudara de él. Sobre todo cuando uno de los dos barcos sería elegido por la misma para cuidar su inversión por lo que tenía mucho sentido plantear una estrategia.

- ¿Y quién decide que te es útil? ¿Tú o la gente que pide tus rituales? Es lo mismo.- le digo más calmada a la nativa, habíamos empezado con buen pie, pero estaba claro que éramos de mundos distintos y eso iba crear roces. Nada que no pudiera soportar, sea como sea seguimos andando y el secretario tiene bien a corregirme.

- Una cosa no quita la otra.- le contesto a la vez que muevo las manos quitándole importancia.- Conozco gente muy competente que está tan pagada de si misma que hace imposible el trabajar con ella.- Y algo me dice que en esta misión ya he conocido a unos cuantos...

Me golpeo la sien con suavemente con el puño a la vez que se me escapa una ligera sonrisa.- Es mejor no ser prejuiciosa, probablemente se puede decir lo mismo de ti.

- Sea como sea, si el otro barco ya está elegido me gustaría saber sobre él después de terminar esta decisión.- vuelvo al tema mientras me fijo en la goleta a la que nos dirigíamos.- Pero primero que puede decirnos de nuestra última opción.

- Sería lo mismo si ni tu ni yo entendiésemos de barcos, Camila, pero no es el caso. Esa mujer esta atada a algo que ya ha muerto, y no se ha dado cuenta aún - le respondo a tremeria - Aunque no lo parezca, respeto que decida morir en su barco, ahora que la entiendo yo haría lo mismo en su lugar. Pero estoy en mi lugar, y prefiero volver entera de esta misión, si llamas apego a si mismo al deseo de vivir, entonces soy una de esas - le respondo tranquila, los roces son tan agradables como inevitables, es lo que tiene tener sangre en vez de hielo en las venas.

Queda un barco, admito que siento cierta curiosidad por lo que estamos por ver, por qué lo habrán dejado para el final? Será el peor o será el que a la Compañía no le interesa que elijamos?

Alric seguía avanzando en silencio, esperando ver la última opción antes de tomar su desicion.

- Secretario una pregunta... Ya que vamos a viajar y tendremos 2 barcos a disposición, debemos ir todos juntos en un mismo barco o podemos dividirnos en 2 grupos?

No sólo sería mejor dividirse, quizás sería lo más sano, pues no todos podrían convivir juntos, habían diferentes personalidades ahí y no todas podrían soportar la convivencia  por tiempo prolongado.

Cuando Ioanna se ubicó a su lado, le dedicó una leve sonrisa cortés, y avanzó hacia el cuarto barco que era el candidato para llevarlos a la riqueza y el peligro... que esperaban no fueran igualados, si no más bien la primera mayor que lo segundo.

-En mi caso, me interesaría saber de antemano qué embarcación ya tenemos destinada por la Compañía- dijo con cierta seriedad, mirando la nuca del secretario que abría la marcha.

El secretario miró a Zagrán con una expresión neutra y asintió con la cabeza antes de reanudar el camino hacia el pequeño muelle auxiliar donde el último navío se mecía al ritmo de las olas. Por supuesto, por supuesto. Les daré toda la información de la que dispongo sobre el otro navío pero me temo que el trayecto desde aquí hasta Bant tendrán que hacerlo en uno solo.

Al llegar al muelle auxiliar torcieron por éste y caminaron en dirección al navío, donde las figuras que debían ser la tripulación comenzaron a descender del navío.

Una vez lo que hagan allí ya es decisión suya. explicó con naturalidad Y bueno, esa pequeña goleta es el Verdad Hendida y su capitana, una joven promesa de la compañía, responde al nombre de Augustia Pielac.

Ya más cerca observaron como la tripulación los aguardaba alineada y en posición firme. Cada uno de los marineros con su fusil a cuatro pulgadas del pecho, como mandaba la normativa. Y la joven capitana, que no parecía llegar a la veintena, habló con tono autoritario.

¡Oficial en el muelle! ¡Presenten armas! al unísono, toda la tripulación subió los arcabuces de pólvora negra y los colocaron descansando en sus hombre. ¡Oficial en el muelle! ¡Saluden! y así lo hicieron en el estilo más marcial de la tradición histaka.

Si el secretario dio muestras de sentirse halagado, no las mostró y se limitó a saludar, permitiendo a los marineros descansar. Siguiendo el protocolo histako, la capitana puso su reluciente sable en manos de su oficial superior y aguardó hasta que este se lo devolvió.

Saludos, capitana Pielac. Distinguidos invitados, les presento a la capitana Augustia Pielac. Propietaria de la Verdad Hendida y agente de confianza de la compañía.

La mujer recibió el sable de vuelta y lo devolvió a su cintura. Su traje estaba impoluto y las condecoraciones brillaban bajo la luz del sol. Almirante Reik, es un honor y es un auténtico honor tener aquí a su señoría. Acto seguido se giró y saludó alzando el sable enfundado ante ella con actitud seria y marcial.

La Verdad Hendida les da la bienvenida, gloriosos arcanistas. Tras ella, la tripulación saludó en silencio.

El mascarón de la nave mostraba a una mujer blandiendo un sable de madera partido en dos que parecía juzgarlos a todos. Nada escapa a la verdad

—Este me gusta —realmente le habían gustado la mayoría, pero él no sabía de barcos.

—Assim Saxena, mucho gusto capitana —saludó mientras pasaba de largo a tocar el casco del barco. Estaba vez no intentó ver nada. Solo quería tocar. Ioanna tenía razón, debían decidir de una vez.

—Votemos, de una vez —propuso. —Yo no voto y así eliminamos la posibilidad de empate ¿Que les parece?

También una capitana, eso me gusta. El barco no está mal y la mujer parece tener carácter, eso es bueno, lástima que no piensa por sí misma. Tanta formalidad me retuerce las entrañas, también tendrá esa posición tan firme al momento de aparearse?

Asiento cuando nos saluda, tampoco le voy a faltar el respeto, pero no digo nada, cómo podría ponerme a hablar con alguien así? Miro a Assim fijo cuando dice que le gusta el barco, cómo piensa quedarse con el diario si la capitana es una lameculos de la Compañía. A veces me sorprende cómo puede cegar a un hombre la presencia de una mujer.

- Me parece una estupidez - le respondo tajante a mi amigo de capucha azul una vez que nos alejamos del barco para tomar una decisión - Si hay empate lo arreglamos con un duelo, o de otro modo, pero tu voto es tan importante como el mío Assim - 

Luego me dirijo al secretario - Nos da un momento? - iba a decirle que se largue, pero el viejo se ha tomado muchas molestias por nosotros y se ha ganado unas pocas palabras dulces de mi parte.

- En mi caso no tengo dudas, el primer barco es veloz, pequeño, discreto, y el Capitán no es una marioneta de la Compañía. Todo eso es indispensable para que tengamos libertad de acción y por sobre todo de decisión, y además podremos acceder a cualquier lugar de la isla sin estar pensando en la profundidad del agua - el resto no cumplía ni siquiera lo mínimo, demasiado lento y pesado, demasiado viejo y frágil, o demasiado estricto y servicial a intereses distintos a los nuestros - Además, es la recomendación de quién dirige esta cofradía, no es él quién más experiencia tiene en barcos y a quién más le interesa que tengamos éxito en la  misión?  - entonces me volteo hacia Assim nuevamente - Cómo va a haber un empate cuando la decisión es tan clara? - 

Demasiado rígido, demasiados formales y por supuesto demasiada gente. No me gustaba el ambiente de esta tripulación por muy bueno que fuera el barco. Y como cuando no hay nada que decir es mejor precisamente no decirlo me mantengo callada hasta que nos dan un momento a solas para deliberar.

- Precisamente me parece todo lo contrario, actúa de fantoche pero toda la compañía lo tiene en alta estima y es la recomendación directa del presidente. Si tuviera que sospechas de que uno de los capitanes nos la jugaría por la espalda, es sin dudas él. Por otro lado su barco es el único que queda que me parece que cumple lo que necesitamos para esta misión.- niego la cabeza retirando pensamientos de y si...- Y si nos han contratado y nosotros tenemos pensado mantener nuestra parte del trato no creo que eso tampoco sea un problema. En definitiva las otras dos opciones son demasiada gente o demasiado grandes, yo al menos no considero esta misión ir a la guerra. Así que a pesar de todo lo que no me gusta su capitán me quedo con la primera opción.

Zagrán se mantuvo en silencio ante tanta demostración de disciplina y porte marcial. Era un buen augurio si seguía órdenes. Era un mal augurio si no conocían sus órdenes.

Una vez estuvieron a solas, Zagrán miró a cada uno.

-Hay algo que tenemos que tener en cuenta, que siempre que acepto un trabajo lo considero- dijo el mercenario -Y este no quiero que sea el último- se encogió de hombros -Yo no confiaría en los que son más recomendados por la Compañía, claramente serán los más leales, aún Dio, que puede ser muy histriónico y llevarse mal con el secretario. No confío ni en el primero, ni en el último. Y el Segador no me convence para lo que necesitamos. Mi voto va para la Capitana Heid- dijo simplemente, para luego agregar con una leve sonrisa -Tengo un argumento que es importante, y que debería ser determinante: acaban de volver de las Islas Serpiente- mostró las palmas de las manos y agregó -Y bueno, además otro: no titubeó a dejarnos sin su barco-

No estaba seguro de si entenderían su lógica, pero esperaba que así fuera, ya que tanto arcanista junto debía ser suficiente como para cualquier armada, como para andar temiendo por no tener cañones. Ya con el otro barco podían llenar sus bodegas de carga.

Alric meditaba en silencio, se estaban tomando decisiones allí y aquella decisión era importante. El primer barco ya tenía 2 votos, el tercer barco uno, Assim pensaba abstenerse, el segundo barco iba a tener un voto seguro en Ioanna, por lo que quedaban 3 votos para decidir todo.

En un principio la mejor opción le había parecido el primer barco y su pintoresco capitán... Pero después de ver el último y ver el accionar de la tripulación le indicaban que de todos los que habían visto aquellos eran los mejor preparados.

- el primer barco me parece una buena opción... Pero la verdad hendida me parece una opción mejor aún... En alta mar no solo es necesario un buen barco o un capitán experimentado, también es necesaria una buena tripulación... Y creo que la de este último barco es la mejor.

- Mi voto es para la verdad hendida

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