Partida Rol por web

Te ha costado mas de lo que esperabas sacarle todo lo que sabía a ese ladronzuelo, pero por suerte, tu viejo truco del Estilete sigue funcionando igual de bien con sectarios.

Tras unos minutos de tu sudor y de su sangre, ha acabado confesándolo todo entre maldiciones en el nombre de Yog, y muchas mas amenazas a tu alma de las que piensas creerte.

El desgraciado que está muriéndose ante ti es uno de los seguidores de ese dios demonio. Yog, El señor de las moradas vacías.

Al parecer quería encontrar algo en casa de Eban.

Los sectarios no suelen ser muy coherentes pero por lo que has logrado entender esa secta necesita a Eban para alguna oscura brujería.

Al registrarlo, has encontrado un mechón de pelo. Son cabellos largos y negros, como los de Perla, cuidadosamente trenzados para mantenerlos juntos. a parte de eso, también hay un paño manchado totalmente con sangre que ya está seca.

La hora de la reunión con los demás ya ha llegado y al sectario le quedan pocos minutos de vida.

- Brujería - escupe la palabra Diego - primero el templo de la diosa araña, ahora los seguidores de Yog. Por Bel, en que me he metido esta vez. - Espero ser capaz de correr lo suficientemente rápido cuando lo necesite piensa para si.

- ¿Reconoces este sello? - digo describiendole el sello parcialmente quemado de casa de Suwong. Además mientras trato de ver si lleva algún distintivo, ropas, documento o algo que le identifique como seguidor de Yog y me lo apropio por si necesito hacerme pasar por uno de ellos.

- Crees que me atemorizan tus amenazas, si fuera una secta poderosa aún las tendría en cuenta, pero Yog, vamos hombre, he visto más gente reunida en una taberna. Y además, quien se iba a preocupar por un desgraciado como tú, eres carne de cañón y estoy seguro de que ni notarán tu ausencia. - Trato de provocarle para sonsacarle lo que pueda de Yog y de la gente que conoce en la secta.

El moribundo no puede decir nada mas.

Entre sus ropas, encuentras un medallón. Se trata de un disco de madera oscura, con grabados que representan unas enormes fauces mordiendo una calavera.

Te lo atas al cuello con un cordón de cuero y te encaminas al Dragón Rojo.