Oscuridad... luego una pequeña luz... ¿Era esto la muerte?
Jim intentó despejarse, recordar... Las llamas, el calor... ¡El fuego! Se levantó de un salto y miró confundido a su alrededor. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba era como las llamas los rodeaban... Y aquel individuo más allá de las mismas. ¡El hombre de negro con los extraños piercings! Su corazón latía desenfrenado. ¿Dónde estaba? Una habitación vacía, con una puerta de madera. La humedad carcomía las paredes y el techo. ¿Dónde estaba? ¿Era esto la muerte? Una bombilla iluminaba, con luz amarillenta y enfermiza, aquella pequeña estancia. La pregunta taladraba su cerebro una y otra vez: ¿dónde estaba? ¿dónde estaba?
Al otro lado de la puerta, en la lejanía, se oían voces... Cánticos de una masa animada por la emoción y el alcohol.. Jim lo conocía muy bien... Era el tumulto del público esperando que empezara el concierto...
¿Dónde estaba?
¡Muerto! ¡Estoy muerto!- Jim despertó desconcertado. Lo último que recordaba era el incendio y... aquel extraño tipo que se alzaba en medio de las llamas. ¿Había sido eso real? ¿O tan solo una alucinación provocada por la asfixia? Tragar tanto humo no podía ser bueno para el cerebro, pensó el asustado Jim. Pero no, aquel tipo había estado allí, seguro. Ahora recordaba como lo había visto antes de verse acorralado por las llamas, antes de comenzar a tragar aquel humo negro. ¿Lo habría sacado el de allí?
Y de repente, sin saber muy bien porque, se sintió tremendamente desdichado, porque su guitarra se había quedado en la casa, siendo pasto de las llamas.
Jim observó la pequeña habitación donde estaba. Comenzó a escuchar el ruido del... ¿publico? ¿Pero que cojones...? Se acercó hasta la puerta, y colocó una mano en la madera. Allí permaneció durante unos segundos, preguntándose donde estaba, que había ocurrido con su vida en ese último día. Entonces empujo la puerta, sin saber si esta iba a abrirse o no.
Jim empujó levemente la puerta, que no estaba cerrada con llave. Unas escaleras de piedra, cubiertas de moho y humedad, ascendían entre las tinieblas provocadas por una iluminación sin determinar. Al final de las mismas había una gruesa cortina que a Jim le recordaba a las que normalmente había en los backstages de los escenarios. A través de la cortina se escuchaba con más claridad el tumulto del público.
Comprobó que la sangre había desaparecido. Llevaba las mismas ropas que cuando llegaron a aquel maldito manicomio, pero no había heridas, rasguños... ni siquiera sudor en las prendas que vestía.
Jim cruzó la puerta y descendió las escaleras lentamente. Fue en ese momento cuando cayó en la cuenta de que tenía la ropa impoluta. Hasta hace un momento estaban llenas de sangre y sudor, rasgadas... Pero ahora en cambio parecían recién sacadas de la tienda. La verdad es que no sabía si eso debía de tranquilizarlo o ponerlo más nervioso. ¿Estaría soñando? O mejor aún, ¿habría sido un sueño todo lo ocurrido en la casa? Seguramente no tendría tanta suerte...
Su mano se alargó hasta la cortina tras la cual se oían los gritos del público. ¿Estaba a punto de dar un concierto y no se acordaba? ¡Joder, las putas drogas! Aunque dudaba mucho que su grupo fuese a tocar en un sitio como aquel. Ni en sus comienzos habían tocado en un tugurio con un backstages tan jodidamente lúgubre como aquel.
Su mano apartó la cortina poco a poco.
Jim lleva encima alguno de los objetos que llevaba en la casa?
¿Y aparte de las ropas que están limpias, también han desaparecido las heridas que tenía? ¿Alguna marca de las cuchilladas o de las quemaduras de la mano? ¿Estoy muerto? XDDDDD
Al correr la cortina Jim se soprendió al ver un backstage enorme, digno de un concierto en el estadio de Wembley. La cosa era cada vez más rara. Todas sus heridas parecían haber sanado de repente y se encontraba jodidamente bien. El aullido del público le recordaba una sensación que durante la estancia en aquel maldito manicomio pensó que nunca habría vuelto a sentir.
Se empezaron a escuchar las notas de la primera canción habitual de sus conciertos: It's only a night in the hell... El preludio duraba casi cinco minutos de forma instrumental, con un ritmo que permitía que el púbico gritase y diese palmas siguiendo a la batería y al bajo, caldeando el ambiente para la entrada triunfal de Jim con su 'solo' de guitarra y los primeros acordes cantados de la canción. Todo un climax de comienzo.
La mirada de Jim buscó instintivamente su guitarra principal, situada sobre un soporte y lista para ser empuñada. Pero su mirada se detuvo en la persona que estaba al lado de la misma, sentada en un cómodo sillón. Sobre una mesita de cristal había bebida y unas rayas de coca dispuestas. El manager de The Only sonreía a Jim. Nunca se perdía un concierto de sus pupilos. De unos cuarenta años: alto, de pelo largo y barba, vestido siempre de forma estrafalaria era un individuo que vivía el rock al cien por cien: musical y vitalmente. Tenía una cultura musical amplísima y pese a su relativa juventud se había codeado con algunos de los grandes. Sus grupos siempre alcanzaban la fama, aunque algunas veces ésta era un bien efímero. Drogas, sexo, escándalos de todo tipo rodeaban a la gente de Morrison. Era el precio que había que pagar por la fama. 'No se puede ser un rockero light, eso déjalo para los maricones del pop' era su frase favorita. Vive deprisa y deja un recuerdo para la historia.
- Eh Jim... el aforo está completo. El concierto va a ser la hostia... Y lo mejor es que tendremos muchos más en cartera al acabar esto. Tío, por fin podemos decirlo, seremos los nuevos Rolling Stones.- el manager esnifo con rapidez una raya antes de seguir hablando - ¿Y sabes lo mejor? Que podemos asegurarnos de verdad que seremos los nuevos Rollings... Sólo tenemos que arreglar un asunto pendiente...
Al otro lado el bajo realizó unos slaps característicos: estaban tocando la versión extendida. Eso aumentaba el tiempo de entrada de Jim a diez minutos. Nunca había estado de acuerdo con aquella versión extendida, siempre pensó que podrían cansar al público, perder esa energía inicial concentrada. Pero tenía que reconocer que las pocas veces que lo habían probado había funcionado a la perfección.
Jim miró sorprendido alrededor. El aspecto lúgubre de aquellas escaleras frías y llenas de moho había cambiado tras la cortina. Su manager, Ted, lo observaba desde un sofá. ¿Que coño estaba ocurriendo? ¿Realmente habría sido un sueño todo el asunto del manicomio? ¡Joder, había parecido tan real!
Jim se sentó junto a Ted. Tenía algo de tiempo antes de que le tocase entrar...
-Eh, Ted... - saludó con un gesto de cabeza. Luego permaneció cabizbajo, con los codos apoyados en la mesa, la cabeza descansando en ambas manos. Al de un rato levantó la mirada hacia el manager, una mirada desorientada-. Joder, igual me tomas por loco... ¿pero donde coño estamos, Ted?
La mirada de Jim se concentró ahora en las rayas de coca que reposaban en la mesa, que parecían llamarlo. Y claro, no iba a hacerlas ese feo. Jim se moría por meterse algo. Todo ese asunto lo ponía muy nervioso. Se dispuso a ello mientras Ted le contestaba.
Al acabar de esnifar su raya Jim levantó la cabeza. Al levantar la cabeza pegó un salto del susto, haciendo que el sofá individual sobre el que se sentaba cayese hacia atrás, tirándolo en el suelo. Con una pierna había volcado la mesita, desperdigando las demás rayas por el suelo. Frente a él ya no estaba Ted, sino el individuo de las llamas, con aquel traje de sadomasoquista. Sus manos tenían unos dedos largos, como garras. Pero su rostro, su cabeza rapada, era lo que denotaba su inhumanidad: cientos de clavos de metal clavados sobre toda la superficie de su rostro y cabeza, sobresaliendo varios centímetros. Y aquellos ojos carentes de piedad...
- Oh... sí, claro: estás algo confuso. Deja que te refresque la memoria... Estás en algún lugar parecido al infierno. Probablemente te pases aquí mucho tiempo cuando mueras porque ¿sabes? matar chicas inocentes que te adoran es algo que está muy mal. La culpa, por supuesto, la tienen las drogas...- señaló la cocaína tirada por el suelo - Lo comprendo. Es difícil pensar claro cuando se está inmerso en un mar de sensaciones... Pero los drogas no matan ¿sabes? Mata el drogadicto... La culpa es lo que tiene, que siempre vuelve...
Jim notó que sus músculos se agarrotaban. No era capaz de moverse, ni siquiera cuando aquel monstruo se aproximó a él, hasta que pudo oler su aliento putrefacto sobre su rostro mientras permanecía totalmente inmóvil en el suelo, en el gesto congelado de intentar levantarse:
- Pero en el fondo nosotros creemos vivamente en las disculpas... ¿Qué sería de la humanidad sin disculpas? ¿Sin excusas morales? Esas chicas sufren ahora en el infierno por tu culpa, pero podríamos liberarlas. Dejarías de tener esas pesadillas, pasarías cuenta... Alguien, por supuesto, tiene que pagar los platos rotos. ¿Qué te parece un cambio? Dame el alma del compañero que menos te haya gustado en tu viaje... ¿El enorme rugbier? ¿Sabías que mataba gente y comía sus hígados para obtener la fuerza? ¡Y él lo hacía plenamente consciente! ¡Es un chico sano! También esta la actriz que por pura vanidad mató a su hijo neonato para que no le molestase en su carrera. Lo lanzó por una ventana sin ningún remordimiento. Nada se interpone en su glorioso camino hacia la fama. O quizás la doctora con su nobel ganado a base de infectar a unos aborígenes inocentes para luego intentar curarlos... al menos logró curar a algunos, aunque cientos quedaran en el camino: el precio del progreso. El médico, Walker, queda fuera de lugar. Aún nos hace falta y su alma, sinceramente, ya nos pertenece. Otro nos la ofreció hace mucho, mucho tiempo... Escoge Jim... Escoge...
No puedes moverte pero sí hablar.
-¡Joder!- Jim cayó de culo al ver al extraño tipo de las llamas. Mierda, mierda, no había sido un sueño, todo volvía. ¿Estaba muerto? Joder, estaba muerto, y ahora le tocaba pagar por todas las muchachas asesinadas. Pero no era justo, no había sido el quien las había matado. Había sido aquel ser que se había instalado sin permiso en lo fondo de su alma, aquel Jim oscuro.
Jim intentó levantarse, pero no pudo. Estaba paralizado contra el suelo. Una arcada amenazó cuando el aliento de aquel ser lo inundó.
-Yo... yo no... –las palabras no le salían, tan solo balbuceos. ¿Sería tan fácil como vender el alma de uno de sus compañeros? No sentía un especial aprecio por ninguno de ellos, y si lo que aquel ser decía sobre sus secretos era cierto, el era una monjita en comparación con el resto. El tenía una excusa. ¡Eso es! Recordó las palabras de la charla que tuvo con el otro Jim. "No te quejes, voy a asumir todos tus pecados. Joder, eres el puto Dorian Gray... Eres un tipo con suerte". Tal vez no tuviese que entregarle el alma de ninguno de sus compañeros. El tenía un seguro.... ¿Pero estaba convencido de eso? ¿Estaba seguro de que esa charla había ocurrido realmente? ¿Y aunque así fuera, como podía fiarse de aquel ser oscuro que lo había llevado a cometer semejantes crímenes?
-Yo... ¡yo no las maté joder!- las palabras de Jim estaban ahora acompañadas de lagrimas- ¡No fui yo! Fue algo dentro de mi, algo que me posee... una versión oscura de mi. Un demonio, o yo que se... ¡Pero tienes que creerme! Yo no he sido. El dijo... el dijo que asumiría mis pecados. Pero realmente son sus pecados. ¡No son míos! ¡Son suyos!
Se escuchó una voz tras el nefarita. Una voz que Jim conocía demasiado bien: su alter ego siniestro estaba sentado en el sillón donde antes se había sentado el individuo de cuero negro:
- Ooooh... que rápido... no has tardado nada en intentar cargarme a mi con las culpas. Me has roto el corazoncito... ¡Has revelado nuestro secreto! Buabua.. Muy mal. Pero ¿sabes qué? No funciona. Verás: yo soy tú... y tú eres yo. Digamos que las drogas te han hecho más daño del que pensabas... O puede que siempre hayas sido así: ¿recuerdas los gatos que desaparecieron en tu vecindario cuando tenías nueve años? ¿Por qué crees que ningún animal te soporta? - el Jim Oscuro se acuclilló junto al nefarita sonriente - Oh, no te preocupes. No me puede ver. No me pueden hacer nada porque no existo. Es jodidamente cierto: acabas de girar la última vuelta de la tuerca. Es una pena... Míralo por el lado bueno: no te van a matar. Lo que se discute aquí es lo que sucederá después de tu muerte. Así que hazte un favor: cárgale el marrón a uno de los otros cabrones de tu pandilla. Así cuando finalmente mueras no tendrás que ir al puto infierno. Ah, por mí no te preocupes... Cuando tú mueras supongo que desapareceré... Es lo que dicen el refrán ¿no?: muerto el perro se acabó la rabia...
Lanzando una risotada el Jim Oscuro salió del backstage hacia el escenario, dejando a Jim con el nefarita, que parecía esperar una respuesta ajeno a la intervención del alter ego del músico.
Jim observó a su alter ego, y como el tipo de clavos en la cara parecía no verlo. ¿Realmente él y esa versión oscura eran el mismo? ¿Siempre había sido así? ¿Era un esquizofrénico, un puto loco homicida que solucionaba todo olvidando lo que había ocurrido tras matar a alguien?
Pero al parecer no estaba muerto, no todavía. El caso es que ahora debía elegir a alguien. Si tenía que entregar el alma de alguno de ellos para salvarse él, lo haría sin pestañear. Entonces pensó en los pecados de cada uno, todo un grupito de asesinos. Pero Kathleen había matado a su propio hijo. Eso la hacía más despreciable que cualquiera de los otros, pensó Jim.
Está bien- le dijo al tipo de cuero- Acepto el trato. ¡Joder, lo acepto! Elijo a Kathleen. Eso es, a Kathleen. Nadie debería matar a su propio hijo.
El nefarita se alzó con una sonrisa triunfal en su rostro:
- Sabia elección...- dijo mientras se daba la vuelta.
Fuera los acordes habían cesado y ahora se oía la voz de Jim. ¿Del Jim Oscuro? El individuo de negro se sentó de nuevo en el sofá. Jim seguía inmóvil.
- Que otros paguen tus pecados... Podrás dormir tranquilo Jim Stevenson... salvo que lo vuelvas a hacer.- su sonrisa se amplió, como la de un depredador - Quizás tengas suerte y puedas reprimir esa parte oscura que anhela la muerte y la destrucción... Pero si una chica más muere a tus manos...- levantó la mano haciendo un aspaviento y dejando la frase en el aire - El alma de Katherine será nuestra ahora. No sé por qué pero intuyo que finalmente la tuya también acabará en nuestro poder. Adios Jim Stevenson... Es hora de que vuelvas...
Mientras la oscuridad se cernía sobre Jim todavía escuchó la voz del nefarita en su mente:
- Por cierto... espero que Kathleen muera antes de que pueda resolver algún tipo de arreglo para su alma... De lo contrario nuestro pacto se vería anulado... Sólo te salvarás si ella muere antes que tú...
Luego la oscuridad...
Nos vemos en la escena final: Telón.