Partida Rol por web

Su propio infierno

Pasado y presente

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02/01/2009, 20:35
Director

Quique se mostró satisfecho con su pequeña obra de ingeniería. Como bien decía era poco probable que alguien no pudiese liberar el hacha con un par de tirones pero al menos la improvisada palanca retendría un por un momento la apertura y provocaría cierto ruido.

Jim alumbró la sangre sin encontrar rastro de pisadas. Eso sí: el reguero iba ineludiblemente hacia la oscuridad y al alumbrar un poco el músico tuvo la sensación de que la sala que había al final del pasillo era la clásica sala de estancia de los dementes en un manicomio. Recordaba la película Alguien voló sobre el nido del Cuco donde Nicholson pasaba el tiempo en dicha sala revolucionando a otros enfermos más amables que los antiguos habitantes de este manicomio. Casi sin darse cuenta apartó rápidamente el haz de luz de la oscuridad como si realmente temiese encontrar algo en ella.

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03/01/2009, 03:00
Enrique Ceballos

- Bueno... ya está - exclamó Quique, orgulloso de su idea - No servirá para impedir que salga nadie... pero por lo menos nos dará tiempo para prepararnos si hace falta -

El hombretón miró a sus compañeros antes de murmurar - y espero que no haga falta - Solo quedaban dos opciones, la enfermería y la sala oscura y al rugbier no le gustaba ninguna de ambas - Por que no iluminan el interior de esa "Enfermería". No me gusta la idea de entrar en esa sala - señaló a la Zona Oscura - y dejar un lugar sin investigar a nuestras espaldas... después de todo, la puerta es de vidrio, deberíamos poder ver que hay allí si acercamos una linterna -

Enrique flexionó los músculos y se preparó para defender al grupo si alguien avanzaba desde la sala de los locos - Yo me ocupo de que nadie nos sorprenda - comentó - quizás allí encontremos la llave de este despacho... o una pista de lo que está pasando... Cada vez entiendo menos -

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04/01/2009, 12:02
Jim Stevenson

Jim apartó la linterna de la sala oscura, que parecía a todas luces la sala de reunión de los locos en un manicomio. La imaginación de Jim lo traicionó, y se imagino la sala repleta de dementes armados con hachas, escondidos en los rincones, en las sombras, esperando a que el grupo se atreviese a entrar.

Así que no puso muchas objeciones a la idea de Quique de alumbrar primero el interior de la enfermería. Jim alargó la linterna hasta el cristal de la puerta, permitiendo que la luz de la linterna penetrase en la habitación...

 

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04/01/2009, 22:47
Director

A traves del cristal esmerildado era difícil distinguir algo con claridad, pero parecía que en el interior había un mostrador bastante largo con papeles encima de la mesa. En contraste con todo lo visto hasta el momento aquello estaba demasiado ordenado... En realidad inquietantemente ordenado.

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05/01/2009, 15:16
Alicia Izaguirre

-Tal vez encontremos algo útil en la enfermería. Al menos si es como una enfermería normal, debería haber cosas que nos sirvan, aunque sea para emparcharlos mejor.

La verdad es que a Alicia tampoco le hacía mucha gracia lo de meterse en la oscuridad, aunque el orden en la enfermería, tampoco le gustaba demasiado. "Tanto orden en medio de tanta locura no es normal" No pudo evitar pensar, pero prefirió no decir nada.

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05/01/2009, 15:23
Enrique Ceballos

- Espero que sea así - más allá de sus palabras, Quique seguí con la vista fija en la oscuridad de la "sala de los locos". Quizas podrían encontrar algo, pero no le gustaba nada el dejar sin vigilar el sitio de donde, según el, saldrían los problemas.

Flexionando los puños se mantuvo atento, mientras sus compañeros se ocupaban de la enfermería vidriada. "Somos un equipo, somos un equipo" las palabras, como un mantra, no por repetido menos efectivo, se dibujaban en la boca del rugbier que esperaba estar a la altura de las circunstancias si realmente algo, o alguien, se les echaba encima

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05/01/2009, 22:10
Nicholas Walker

El orden en mitad del caos ejerció una atracción demasiado grande para Walker. Sin poder contenerse, se adentró en la enfermería, pasando por delante de todos sin preocuparse de los modales. Era una cuestión de necesidad, los demás no podrían comprenderlo.

El efecto tranquilizador de la habitación le hizo darse cuenta aun más de su propio estado lamentable: la camisa ensangrentada y hecha jirones, la camiseta empapada en sangre, los pantalones manchados... imaginaba que debía oler a demonios, además de todo. Como si fuera un vulgar obrero volviendo en el autobús del trabajo, con los sobacos apestando a cebolla.

Arrugó la nariz involuntariamente solo con pensarlo y, de repente, su propio hedor le pareció insoportable. Miró alrededor en busca de alguna prenda de ropa para sustituir las que llevaba, apuntando con la linterna en aquellos puntos donde la oscuridad era mayor.

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06/01/2009, 21:39
Director

La linterna del doctor Walker alumbró la enfermería en la que acababa de entrar. El tamaño de la sala era aproximadamente el de un cuarto pequeño: poco más que el necesario para un mostrador, un par de archivadores y una vitrina blanca con cristalera llena de medicamentos. Encima del mostrador había una serie de dossieres pulcramente ordenados y una vieja máquina de escribir con una hoja en blanco en su carro. Enfrente al mostrador había una ventanilla que sin duda servía para dispensar los medicamentos a los médicos de la sala de enfrente. Al otro lado de la sala.

El haz de luz buscaba desesperado una prenda de ropa, algo con lo que cambiar el aspecto de Walker. Iluminó una silla de oficina con ruedas y una papelera llena de documentos medio rotos. Siguió por las paredes: un par de fotos en la pared del fondo y dos títulos enmarcados. Regresó sobre la mesa... no había ropa. Pero ¿qué era eso? La máquina de escribir, que antes tenía un papel en blanco puesto, contaba ahora con una hoja medio escrita... Walker parpadeó. Estaba seguro de que estaba en blanco hacía un momento. Miró a los otros, que todavía permanecían en la entrada. Nadie había tocado la máquina ni se había escuchado el tecleo característico de un aparato tan antiguo... ¿Qué había pasado?

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07/01/2009, 10:54
Kathleen Smith

La actriz observó atónita la temeridad del doctor al irrumpir en la habitación sin precaución ninguna. La linterna alumbró cada rincón sin descubrir nada que pareciera peligroso, salvo aquella máquina de escribir, puede que no fuera un loco, pero amenazaba con arrastrarles a ellos un poco más hacia la locura.

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07/01/2009, 11:57
Jim Stevenson

Mientras aún alumbraba la estancia desde el exterior, Jim vio pasar al doctor Walker junto a el, adentrándose en la enfermería, solo. Jim tardó un par de segundos en reaccionar, pero finalmente siguió al doctor, añadiendo la luz de su linterna a la de Walker.

Así como Walker comenzó a buscar ropa para cambiarse, Jim comenzó a buscar alguna llave, como en el cuarto anterior, ajeno al extraño suceso de la máquina de escribir. Se fijó en la perpleja mirada del doctor, sin saber que le ocurría.

-¿Todo bien, Doc? Espero que no estés teniendo un orgasmo con tanto orden, amigo…-comentó mientras rebuscaba, en busca de algún cajón donde pudiesen guardar las llaves.

Notas de juego

lo dicho, busco llaves por toda la habitación

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07/01/2009, 12:20
Director

Jim se fijó en el mostrador. Siguiendo una corazonada se agacho y comprobó con satisfacción que bajo el mismo, colgadas de un gancho en la pared, había un enorme manojo de llaves de todos los tamaños. Debía haber como mínimo unas veinte que abarcaban desde el tamaño minúsculo para un archivador hasta una llave enorme que parecía de una puerta medieval, pasando por media docena de llaves de seguridad.

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07/01/2009, 12:40
Enrique Ceballos

Sin tener noción de que estaba pasando dentro de la sala vidriada, el rugbier se mantuvo atento a la oscuridad que representaba la "sala de los locos". No quería sorpresas... más sorpresas, y estaba listo para reaccionar a ellas

Notas de juego

Pues eso, Quique "de guardia" ante el pasillo, esperando que el resto resuelva el misterio de la maquina que escribe sola y se hagan con las llaves

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07/01/2009, 13:18
Nicholas Walker

El doctor fue consciente a un nivel muy básico de que Jim le estaba hablando pero sus palabras no llegaron a distraerlo del nuevo juguete de Price que ahí, encima de la mesa, desafiaba nuevamente a las leyes de la naturaleza. ¿O a lo mejor no era Price? Walker empezaba a tener problemas para distinguir realidad de ficción, en parte gracias al esfuerzo de su anfitrión.

-Que cojones... -sin quitarle el ojo de encima a la silenciosa máquina de escribir, rodeó el escritorio buscando el truco sin encontrar nada que le llamara la atención y volvió a colocarse en frente de aquel aparato diabólico.

Sin pensarlo demasiado, se acercó al papel y lo iluminó con el haz de luz antes de empezar a leerlo en voz alta.

Notas de juego

A saber qué porras pondrá en el papelito xD

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07/01/2009, 15:02
Alicia Izaguirre

-Bueno, ahi se van nuestros intentos de entrar cuidadosamente. -comentó Alicia al ver entrar al doctor como pancho por su casa, a la enfermería.

Entró detrás de Jim y se dirigió sin pensarlo al armario de los medicamentos para ver si ahí había algo con lo que arreglar un poco mejor a su colega.

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07/01/2009, 21:46
Jim Stevenson

-¡Bingo!- Jim salió de debajo del mostrador, con un gran manojo de llaves tintineantes en la mano. Agitaba las llaves en el aire, con una sonrisa en la boca. Al parecer un logro tan poco espectacular era una bocanada de aire fresco en aquel maldito lugar, que no había hecho más que darles patadas en el culo desde que habían entrado. Jim saboreó aquel breve momento de triunfo, sin saber si realmente las llaves iban a servirles para algo.

En su euforia, no se percató del comentario de Walker, ni de cómo este examinaba la máquina de escribir y el papel que descansaba en el carro.

 

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08/01/2009, 20:54
Director

Mientras Jim cogía las llaves Alicia revisaba la vitrina de medicamentos: había de todo, desde ansilolíticos hasta antidepresivos, pasando por una ampllia gama de pastillas y un par de rédomas de morfina. También había jeringuillas, guantes de latex, vasitos de plástico y varias libretas de notas sin estrenar. Todo tan pulcro y ordenado como el resto de la pequeña sala.

Quique, por su parte, continuaba en el pasillo vigilando la oscuridad. No le gustaba. No le gustaban los sitios oscuros donde alguien puede agazaparse. Su linterna barría de forma inquieta la negrura, atisbando tan solo los reflejos de algunos muebles abandonados en su sitio: sillones destartalados, una alfombra, una mesa... Solo llegaba a atisbarlos porque la sala era grande y la potencia de la linterna no servía para ahuyentar por completo a las sombras. No era un lugar acogedor. Ni debía serlo cuando tenía luz tampoco.

En ese momento la voz monótona de Walker comenzó a leer la nota que había en la máquina de escribir. Era una nota extraña, un mensaje extraño...

Notas de juego

Pasamos a la escena Siempre nos queda el infierno...