El soldado recuperó la compostura.
-¿Y a qué se debe el cambio de un aspecto más normal a esta piel verde con representación de escamas que muestras hoy en día? Bueno... vaya, si no es mucho preguntar... que al fin y al cabo todos tenemos nuestras cosas. Supongo que no será una apuesta, ¿no?-Con gesto pensativo comentó.- He visto a gente hacer cosas muy... extremas por una apuesta.
Este dibujo está guay, pero ese muslo izquierdo, y la rodilla, parecen algo raros.
- Esh una forma de vida.- Respondió serio ante la opción que barajaba el viejo guerrero.-En mi camino a la perfección he de hacer shacrificiosh.- Más bien debería considerarlo como un honor, el poder parecerse más a la Diosa Serpiente a la que adoraba. Sin embargo , aunque no lo manifestaba en voz alta, para el eran tremendos sacrificios. Había dejado muy atrás un aspecto envidiable. Pero eso no era lo que echaba de menos. Lo que le provocaba angustia y desazón era el dolor constante que sufría su cuerpo.
El dolor hace a la mente más fuerte.- Se repetía una y otra vez las consignas de su orden.
El sacerdote guerrero asintió, tal vez con poca convicción.
-Perfección... Perfección. Para llegar a la perfección esa, ¿tienes que sacrificarte? ¿No es un poco contradictorio? La perfección es la plenitud, ¿cómo puedes ser pleno si sacrificas parte de ti durante el camino?
La pregunta quedaba un tanto fuera de lugar en la imagen del guerrero. No era especialmente carismático, bueno, no lo era y punto. Tampoco parecía especialmente listo... bueno, no lo era tampoco. Pero había algo en su forma de pensar, de reflexionar, una fuerte convicción. Una filosofía de vida determianda bastante marcada.
Encuentro fascinantes a mis compañeros de viaje. Es maravillosa la diversidad que puede encontrarse fuera de los muros del discreto monasterio en el que vivo. La juventud se abre camino con formas nuevas y yo solo puedo maravillarme de lo poco que he aprendido en mi larga vida.
Cabezas parlantes, impresionantes tatuajes y escarificaciones... Dick el Mastín y yo somos demasiado viejos como para comprender por qué la gente de hoy en día siente inclinación por esta clase de desafíos a la naturaleza y de superación personal.
―Has e-ele-elegido seguir un camino muy her... hermoso ―reconozco al sacrificado Naja Naja―. Todos ca-cambiamos en la vida y tu-tu-tu cuerpo refleja que... tu espíritu ta-también experimenta pro...fundos cambios. Re-recorremos ese camino y al... final del mismo solo po-po-po-podemos esperar encontrarnos a-allí con la persona que un día de...seamos ser.
Yo también estuve en la boda de Tergrar. Creo que estuve. Casi seguro que estuve en una boda. ¿O fue la celebración de la cosecha? Podría decir que cabeza ya no es lo que era, pero me temo que nunca fue lo que era. Prefiero callar antes que poner en evidencia que no me acuerdo de la presencia de ninguno de mis compañeros en la boda.
A lo que no puedo permanecer indiferente es a los picantes comentarios de la parlanchina calavera que parecen incomodar a su propietaria. Sea cierto o no que la despierta Neris mantuvo algún romance con Tergrar o con cualquier otro, intento aclararle cariñosamente a la joven que no hay razones para que se avergüence de ello. La vida es para disfrutarla en plenitud y no para llenarla de arrepentimientos y deseos insatisfechos. Que yo haya escogido una vida de castidad y celibato no significa que sea el camino más acertado para todo el mundo. La felicidad se encuentra en sitios muy diferentes y cada uno debe encontrarla allí donde se le presente. No hay nada indecoroso en que haya sido feliz y haya hecho feliz a su vez a otra persona, por mucho que la deslenguada Talitha disfrute tratando de sonrojarla con su pasado.
No podía ponerse a desvelar los Misterios de Sarpa Rajnï con los primeros extraños que se cruzara por el camino así que Naja Naja trataba de encontrar las palabras. En eso intervino Dámasor y lo que dijo le pareció bastante sensato. No debía haber usado la palabra "sacrificio". Si sus superiores le hubieran escuchado se hubiera llevado un severo castigo.
- Transhformación.- Se corrigió.-Quishe decir trashformación. Al igual que la sherpiente muda la piel y she regenera, yo mudo mi cuerpo, que no esh más que un contenedor, para hacer másh fuerte el continente, que es la mente.- En lugar de mutilar decía mudar que es lo que le habían enseñado.- Esh un ciclo que she repite en la vida hashta que se esh lo shuficientemente digno.-A medida que progresara en su formación dejaría de "mudar" hasta que podría dejar de hacerlo. En aquel momento sería engullido por la Serpiente Reina,en su monstruosa forma, para formar parte de ella. Estaba hablando demasiado. Calló se dedicó a escuchar. A alguien que había sido educado con una disciplina férrea y una capacidad de autocontrol fuera de lo normal no le podía entrar en la cabeza que alguien se abandonara a los placeres carnales, o a cualquier otro. Si todos hicieran lo que se les antojaba en cada momento sería el caos, ¿estaba Dámaso de acuerdo con eso?
―Eso explícaselo a Isabella, en el día de su boda ―gruñó Nerisnath, traicionando sus pensamientos, como toda respuesta a lo que le había dicho Dámasor.
Siguió con moderado interés la conversión entre Naja Naja y los demás.
―Yo no estoy segura de que la perfección sea un estado al que se pueda llegar, acomodarse uno y decir "ya está. Ya soy lo suficientemente digno." ―replicó la maga, e inmediatamente se arrepintió de haber abierto la boca.
Ella tenía un pasado oscuro de manos manchadas de sangre, y aunque pensaba que su espíritu aún no estaba perdido, no podía compararse con alguien que había dedicado toda una vida a la rectitud y a la búsqueda de la excelencia, por muy repugnantes que le resultaran las prácticas de Naja Naja. ¿Acaso no resultaban malvadas y chocantes las prácticas de otras culturas juzgadas bajo el prisma de otra? ¿Acaso no radicaba la hermosura de los Reinos Olvidados en su diversidad, aunque parte de ella fuera fea?
―Lo siento. Habla la ignorancia. Lo que yo pueda saber de la perfección cabe en un dedal.
Tamar
Valle del Sarda
Otoño
De camino a la taberna, no dudo en preguntar a cuantos habitantes del pueblo de Tamar se cruzan en nuestro camino a propósito de Tergrar y su familia.
El ilmaterino puso al grupo camino a la posada. La idea de Ric de interrogar a Isabella se perdió en una animada conversación con los demás aventureros.
Los vecinos poco más pudieron aportarles, salvo una chiquilla que vio unas luces en la posada desde su ventana pasada la media noche dos días atrás.
Salís del pueblo y llegáis a la posada
Posada del Jabalí Verrugoso.
Valle del Sarda
Otoño
La posada está a las afueras del pueblo. Su tejado apuntado resaltaba sobre la mayoría del caserío de Tamar y solo era superado por los escasos edificios públicos del pueblo.
El edificio principal de dos plantas no parece abandonado como os aseguraron. Una delgada voluta de humo se eleva desde una de las chimeneas y el aroma a la receta favorita de Tergrar os trae recuerdos a aquellos que conocisteis al viejo.
Antes de acercaros comprobáis los edificios anexos. No hay caballos en la entrada, ni se ve a nadie en el exterior. Las contraventanas de madera están echadas convirtiendo el edificio en un pequeño fortín. El establo está vacío. En su interior flota un hediondo olor a cebolla como en una guarida de orcos y en la cochiquera solo hay un par de gorrinos roncando plácidamente.
Una vez reunidos de nuevo en la puerta de la posada, decidís entrar con cautela.
La gruesa puerta de madera está dañada. A juzgar por las marcas, ha sido arrancada de sus goznes de un empellón desde el exterior y después vuelta a colocar en su sitio de forma precaria. El interior está oscuro. Cuando vuestros ojos se acostumbran a la luz que entra por la puerta distinguís más detalles. En el centro del gran comedor solo quedan dos mesas juntas y una docena de sillas alrededor. Parte del mobiliario ha sido empleado para alimentar el fuego a juzgar por los restos calcinados en la chimenea. Hay claros signos de lucha. Algunos cristales y platos rotos, paredes golpeadas, manchas oscuras y resecas...Hasta un pilar y el suelo circundante están chamuscados superficialmente.
Un pequeño borboteo en la cocina llama vuestra atención. Un puchero al fuego despide un delicioso olor a estofado con setas, pero en la cocina solo encontráis al gato de Tergrar sentado en el suelo. Era solo un minino cuando alguno de vosotros lo vio por última vez y os cuesta recordar su nombre. Ahora está tan viejo como escuálido. Tiene los bigotes arrugados y la cola torcida y despeluchada por una vieja herida.
El gato está de espaldas a vosotros; os dedica una oreja, después gira la cabeza en vuestra dirección y vuelve a mirar hacia el puchero sin perder atención. Mueve la cabeza como si siguiese algo con la mirada en dirección a la encimera...Tal vez solo tenga hambre. Finalmente se pone en pié, ronronea y hace extraño caballito a dos patas antes de sentarse de nuevo; esta vez en vuestra dirección.
-¿Miau?- maúlla como con cierto tono de interrogación.
El grupo, acompañados de una conversación amena y relajada, llegó a la posada. Ya habría ocasión más adelante de ir a visitar a Isabella.
El grupo examinó los alrededores viendo el lugar deshabitado... exceptuando por el aroma a comida. Sin perdermucho tiempo, el grupo se adentró en el edificio. Su aspecto interior era triste, con muchos destrozos, por qué motivo alguien usaría los muebles como combustible, pudiendo adquirir ese fácilmente. ¿Y la sangre seca y las manchas de fuego? Sin lugar a dudas una escena interesante, para quien pudiera leerla.
-Vaya destrozo.- Dijo quedamente.
En cualquier caso, Ric, que no Dick, se acercó a la marmita para dar un vistazo al estofado. Para degustar un poco y tener una idea de cuanto tiempo llevaba eso al fuego.
Nerisnath pasó la mano por la parte parcialmente chamuscada. Si allí había habido un combate, era bastante probable que se hubiera utilizado magia. La mujer de cabellos encrespados se acercó a la encimera, para asegurarse de que el gato escuálido sólo tenía hambre y no les estaba llamado la atención sobre otra cosa. Si no encontraba nada reseñable y Ric daba el visto bueno al estofado, llenaría una cuchara y se la tendería al gato tras soplarla un poco para enfriarla.
―No tengo claro que podamos sacar nada en claro de aquí ―admitió Nerisnath―. ¿Tergrar vivía en la posada? Quizá encontremos en sus aposentos alguna pista de su paradero actual.
Aunque las buenas gentes de Tamar no pueden aportarme demasiada información sobre el paradero de Tergrar y su familia, ni sobre los rumores de la maldición que pesa sobre su hogar, yo no dudo en agradecer y derramar mis bendiciones sobre todos aquellos que tienen la bondad de detenerse a hablar conmigo y dedicarme su tiempo.
Faltaría a la verdad si dijera que la posada se conserva igual que en mis recuerdos pero lo cierto es que no la recordaba en absoluto. En mi memoria, el Jabalí Verrugoso era una mezcla inconexa de todas las posadas que alguna vez he visitado así que más que regresar a este lugar tengo la sensación de visitarlo por vez primera.
Me causa gran desazón ver el estado de dejadez y abandono del local y también preocupación por las señales que incluso para mí son evidentes de que ha habido una confrontación. Sin embargo, mi tristeza queda relegada a un segundo plano al entrar en las cocinas y descubrir el puchero de estofado custodiado por el famélico felino.
En mi mente sencilla no cabe más explicación que, estando muerto de hambre en ausencia de su dueño, el pobre gato ha decidido prepararse la cena.
―¡Qué ma... ravilloso, un mi-mi-minino que cocina! ―exclamo sorprendido antes de acercarme al animal para hacerle una amistosa caricia―. ¿Lo a-aprendiste de tu amo o le... enseñaste tú a él? ¿Podrías lle-lle-llevarnos a los a... posentos de Tergrar?
Me asalta la posibilidad de que el gato sea un animal mágico o incluso alguien del personal de la posada bajo los efectos de una maldición, así que examino con atención al animal en busca de indicios que confirmen o refuten mis sospechas.
Motivo: Prueba de "trato con animales"
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+7)=19
Realizo prueba de "trato con animales" para acercarme al gato y examinarlo más de cerca y hago uso de un "hablar con los animales" y "detectar magia" tratando de contrastar mi hipótesis.
La credibilidad del predicador quedaba de nuevo en duda cuando, al acercarse a la posada supuestamente abandonada, percibieron que salía humo de la chimenea. Podía ser que algún vecino de poco honor yo mucha necesidad, viendo que Tergrar no volvía, se hubiese hecho con un techo bajo el que pasar las frías noches. Que pudiera haber alguien dentro hizo que automáticamente el cuerpo de Naja Naja se tensara. Colgó el bastón a su espalda y entró con cautela en la taberna. El olor era delicioso y podía distraer al resto delos sentidos del monje.
Al final sólo había un gato. No debía hacer mucho que Tergrar había abandonado el lugar si los gorrinos seguían tranquilamente pro allí y había algo al fuego. Pero, ¿quién había vuelto a poner la puerta sobre los goznes?
- ¿Ishabella?- Preguntó al aire pues no daba crédito al que el minino fuera el cocinero. En el monasterio no había gatos cocineros, como mucho come-ratones. El cocinero era un semiorco gordo y grasiento que preparaba gachas una y otra vez. Insulsas gachas. El olor del estofado le hacía rugir las tripas. Era algo que no podía controlar.
Tirada oculta
Motivo: Avistar
Tirada: 1d20
Resultado: 3(+5)=8
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 20
Ric se acercó a la marmita para dar un vistazo al estofado. Para degustar un poco y tener una idea de cuánto tiempo llevaba eso al fuego.
Los rescoldos del fuego estaban casi reducidos a ceniza y el guiso estaba tierno, con el caldo convenientemente reducido y en su punto como si os estuvieran esperando. A juzgar por el generoso tamaño de la marmita, mas de dos horas.
Nerisnath tomó la cuchara y se la acercó al gato, pero este a penas la dedicó una mirada sin dejar de observar hacia arriba.
Ric afirmó que el guiso era bueno y el gato comenzó a girar la cabeza hacia un lado hasta llegar a Naja Naja. El monje sintió un repentino escalofrío. Sea lo que sea que observase el gato, dejo de llamar su atención y se restregó cariñosamente contra la maga y después con Ric, al que dedicó otro de sus caballitos a dos patas y rodeó con su despeluchada cola.
Dámasor se acuclilló junto al felino. Su don de lenguas no funcionaba con animales, de modo que lanzó un sencillo conjuro y comenzó a maullar de forma divertida. El gato se restregó contra él y respondió con rápidos maullidos. Dámasor iba traduciendo lo que le daba tiempo:
-¿Te conozco?. Me llamo Nero. ¿Por qué no hueles a nada?¿Eres un macho o una hembra? Este es mi territorio, pero podemos ser amigos.-
Al santo le costó refrenar la ingenua verborrea del animal y sonsacarle qué había ocurrido con Tergrar.
-Al principio me dedicaba a cazar ratones, aunque lo que me gusta es el pollo...Díselo a la hembra- Dijo refiriéndose a Nerisnath. -Pero mi amigo Tergrar dijo unas palabras raras que encontró en su libro de cocina y comencé a hablar con el mas o menos como contigo. Luego empezó a hacer cosas raras. Su cabeza era un lío y los dos escuchábamos otra voz llamada Corvinus. Después vinieron unos humanos como vosotros, unos orcos y algún enano. Debieron de pelearse por alguna hembra, aunque había de sobra. Hubo un fuego y después todos se marcharon a buscar a Ely.- Nero hizo una pausa para lamerse una pata y siguió con su verborrea. Se notaba que tenía ganas de hablar. -Fuimos a unas madriguera enorme en la montaña, pero había setas chillonas y un humano muy muy grande. Me asusté y regresé a mi territorio. Tergrar no me guarda rencor. Dice que habría muerto, así que "de bigotes". El está muy contento. Corvinus lo ha dejado en paz. El guiso es para su hija. Ha salido a recibirla- Explicó mirando a la puerta, cerca de donde estaba Naja Naja. El gato saltó al alfeizar de una ventana de la planta baja y se agazapó para mirar por una rendija de las contraventanas.
Antes de poder examinar otras plantas del edificio escucháis un carro acercarse. Al salir a la puerta encontráis que el carro transporta un grupo de aventureros seguido a pie por un nutrido grupo de peregrinos.
Junto al carro viaja una joven humana a lomos de un repulsivo cruce de rata gigante y topo. Su aspecto infantil no concuerda con la silla de montar plagada de pinchos y amuletos trasgoides.
Le sigue un enano a lomos de un hermoso caballo de guerra. En el carro viajan dos hombres con armadura, un elegante joven de bellas facciones y dos orcos maniatadas; una de ellas tan rolliza, que parece que las ruedas del carro vayan a romperse por su peso.
Cuando lancéis un conjuro, ponerlo tachado en vuestra ficha.
Pasáis a la escena: "La posada de Tergrar"
Dámasor: Podrás seguir hablando con Nero en la otra escena.