Jess podría replicarle que si Corvinus les traicionaba y prolongaba el día, las cosechas sufrirían, y los campesinos se morirían de hambre. Podría alegar las graves consecuencias que tenía volver a dejarle a ese mago loco hacer lo que tenga que hacer. Los problemas que podría causar... otra vez. Sin embargo, Jess adujo un argumento mucho más relevante...
Pero me ha llamado pendón nobiliario...-replicó Jess la Mala a Nerisnath.
Noooo...-le corrigió Jess la Buena-Pero eso es bueno. Ya le oíste antes, un pendón nobiliario es una reliquia sagrada...
¡Nos ha llamado viejas!-se replicó a sí misma Jess la Mala.
¿Qué? No, no... seguro que con lo de reliquia no se refería eso. Quería decir que somos valiosas y muy cucas. Si no, habría llamado pendón nobiliario a Nerisnath, que es muuuuuuucho más vieja que nosotras.
Bufff... Escucha, Nerisnath. Voy a fastidiar pero bien a ese Corvinus. Mi plan malvado es quedarme superquieta, y no ser ninguna distracción. Corvinus es un farsante, y seguro que fracasa. Y cuando no le pueda echar la culpa a nadie, le señalaré con dedo enquesador-susurró, en lugar de inquisidor-y le llamaré tonto. Y caradetonto. Y caradeculodetonto.
¡MUAHAHAHAHA! Perdón...-se disculpó Jess la Mala por interrumpir el experimento y ser tan ruidosa, antes de taparse la boca y los colmillos con la mano.
Jess ayuda a Corvinus: se queda quieta. Seguro que eso le tiene que dar mucho más bonus que dar vueltas a una manivela.
Naja Naja vio como un pequeño grupo de personas se arremolinaban en torno al muñeco de nieve y después se dirigían en su dirección hacia el observatorio. Corvinus apremiaba a poner en funcionamiento su sofisticado artilugio astronómico y los aventureros interrumpieron sus indagaciones para ocupar a sus puestos.
El enano vertió la última palada de ámbar, valorada en el jornal de un año entero para un buen cantero, y la caldera empezó a pitar por la presión. Los conductos crujieron a medida que los vapores alcanzaban el telescopio. Corvinus alzó su voz por encima del ruido de fondo: -¡Ahora!- Chilló antes de cerrar los ojos y recitar de memoria el conjuro.
Naja Naja y Dámasor accionaron las manivelas apuntando directamente al sol naciente. El edificio se llenó de luces multicolor deslumbrando a todos. La pequeña vampira se lanzó hacia las escaleras del sótano, buscando refugio de los rayos iridiscentes.
El edificio entero se sacudió hasta los cimientos y la caldera escupió una bocanada de vapor anaranjado.
-¡Está funcionando!¡...Y sin mirar el libro!- Sonrió satisfecho. Entonces el edificio crujió aún más fuerte. Por el suelo y las paredes empezaron a ramificarse infinidad de grietas. Comenzaron a caer cascotes. Todo se inclinó como en un barco mecido por las olas y las estanterías vomitaron su contenido de libros, que quedaron esparcidos por el suelo.
Las luces multicolores cesaron, sumiendo al edificio de nuevo en la penumbra. Una sensación de ingravidez sobrevino a todos los que estaban en el observatorio.
-¡¿Corvinus?, ¿qué está pasando?!- Preguntó Nalfeim, agarrándose a la barandilla para no levitar como el mago
El gran mago, comenzó a flotar en el aire con cara de felicidad. -Eshtá funsionando- Respondió con voz ida, como si la respuesta fuera obvia.
El clérigo lo agarró con la mano libre y empezó a sacudirlo.
-Maldito seas chiflado, ¿Qué has hecho ahora? ¡Estamos volando!- Señaló por la ventana donde el suelo se veía cada vez más lejos.
Los habitantes del pueblo cercano señalaron al cielo. El observatorio y el peñasco de piedra sobre el que se erigía, flotaba sobre sus cabezas dejando tras de sí una nubecilla de color ambarino. En su base asomaba la cámara acorazada con su enorme portalón metálico abriéndose y cerrándose sin control. Las preciadas las reliquias caían desde las alturas. Monedas y anillos restañaban con sonidos metálicos sobre las tejas de las casas, o desaparecían en la nieve sin dejar rastro. Los objetos más grandes se estampaban con estrépito, causando no pocos destrozos.
Corvinus continuó balbuceando: -Ya podéish irosh, yo voy a reunirme con mi diosh-
Nalfeim comenzó a recitar todos los conjuros curativos que conocía sobre el mago, intentando que volviera en sí, pero Corvinus no estaba herido. -¿…A esto le llamas retirarse cabronazo? ¡Ábrenos un portal!- Le exigió cerrando un puño frente a su cara, pero el gran mago sonrió sin defenderse, como si ya no ocupase su propio cuerpo. Al soltarse el clérigo se elevó y rodó por la pared sin control profiriendo todo tipo de maldiciones.
Motivo: Conocimiento de conjuros
Tirada: 1d20
Dificultad: 50+
Resultado: 17(+36)=53 (Exito)
Motivo: Usar Objeto Mágico
Tirada: 1d20
Dificultad: 25+
Resultado: 19(+9)=28 (Exito)
Motivo: Concentración
Tirada: 1d20
Dificultad: 2+
Resultado: 16 (Exito)
Motivo: Nalfeim Equilibrio
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 5(-5)=0 (Fracaso)
Todos debéis de tirar Equilibrio CD12 o empezaréis a flotar sin control. Si la superáis, podéis desplazaros donde queráis (flotando como astronautas). Quien tenga Piruetas, puede tirar igualmente (CD10).
Cualquier conjuro necesitará una tirada de Concentración CD 10.
El edificio se ha separado del acantilado y vuela a 50´ de altura sobre el suelo, avanzando y elevándose 20´ por asalto. Os recuerdo que el daño por caída es de 1d6/10`
¡Wiiiiii...! ¡Vuelo como un murciélago! ¡Wiiiii...!
Jess salió flotando del hueco de las escaleras que llevaban al sótano. En una mano llevaba una cuerda, que culebreaba en el aire detrás de ella, y en otra la sombrillita mágica para taparse por si los rayos iridiscentes del experimento seguían dando la tabarra. Pero no, todo había acabado. Apoyando un pie en un peldaño para impulsarse, hizo una cabriola en el aire, y giró el cuerpo para maniobrar.
¡Wiiiiiii...!-repitió, emocionada.
Se acercó a la entrada del observatorio para atar una cuerda a la barandilla de las escaleras y saltar a la comba, pero no podía hacer el nudo porque tenía una mano ocupada en sujetar la sombrillita.
La cuerda ondulaba en el aire para todo aquel que quisiese agarrarse a ella.
Motivo: Equilibrio
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+10)=29
Motivo: Piruetas
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+8)=28
Contención. Habían ayudado a un loco a conseguir sus objetivos a cambio de unas cuantas baratijas pero Naja Naja se mostraba impertérrito, como solía hacer. Cuanto todo empezó a moverse y sus cuerpos a levitar como por arte de magia el monje permaneció tieso como un palo, de brazos y piernas cruzadas. Diríase de él que estaba meditando, alcanzando el nirvana.
Por un lado Jess revoloteaba con gracia de lado a lado y por el otro Nalfeim, con su pesada armadura, caía con torpeza incapaz de curar la locura de Corvinus.
- ¡Pffff!- Bufó venciendo sus reticencias iniciales por ayudar a su progenitor ausente. El caso es que la voz de Tegrar le martilleaba las sienes ya perjudicadas por la resaca.
Con tal de que te calles, viejo.- Se impulsó con la pared y surcó el espacio del observatorio hasta llegar al clérigo enfundado en su pesada armadura.
- Shalid de aquí cuanto antesh.- Advirtió a todos. La sensación de subida era vertiginosa y pronto la caída sería insalvable incluso para alguien como él.- ¿Nerish?- Buscó a la excepcional maga con la mirada para ver si ésta guadaba algún truco bajo la manga.
Motivo: Piruetas Naja
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 20(+14)=34 (Exito)
Naja Naja trata de coger a Nalfeim para ayudarle a que se descuelgue por la cuerda.
- ¡Qué diantres! - exclamó Fornund, comenzando a flotar en el aire sin control.
Sujetaba la pala con la que había cargado el horno como si fuera un salvavidas, apretando tan fuerte que hasta los nudillos de los guanteletes se pusieron blancos...bueno, no, pero a él le pareció que sí.
- ¿Qué has hecho, viejo chocho? - le preguntó a Corvinus, entre la algarabía que se formó. - ¡Bájanos ahora mismo! - exclamó, indignado, dándo vueltas como una peonza. Trató de agarrarse a una mesa que pasó flotando a su lado, pero sólo consiguió que tanto la mesa como él flotaran en direcciones contrarias, sin control alguno.
- ¡¡ Maldita sea...empujadme a la salida, por Moradin !! - les pidió a sus compañeros. No podía controlar la dirección ni la velocidad. - ¡LOS ENANOS NO ESTAMOS HECHOS PARA FLOTAR, HEREJE!- gritó, totalmente cabreado.
Motivo: Equilibrio (jajaja)
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 3(-16)=-13 (Fracaso)
Floto...y floto....y floto...
tiradme por una ventana o algo...antes de que sea demasiado tarde.
XD
Giro la manivela con el entusiasmo que da saberse útil hasta que una repentina sacudida me indica que algo ha ocurrido. No sé si es un algo bueno, o malo, pero es un algo. ¿Ya hemos puesto el sol en su sitio?
Me asomo por la ventana y lo veo precipitarse a toda velocidad hacia nosotros.
«¡¿Qué hemos hecho?! —pienso, horrorizado— ¡Hemos derribado el sol!»
Tardo unos cuantos segundos en darme cuenta de que no es el firmamento el que se precipita sobre nosotros, sino nosotros los que vamos hacia él. Por desgracia, no llego hasta semejante conclusión hasta que no me golpeo la cabeza con el techo de la habitación y mis barbas se enredan en la lámpara.
Mientras tironeo tratando de liberarme, puedo ver de reojo a la pequeña Jessy revoloteando alegremente a mi alrededor.
—¿Po-po-podrías ayudarme, bo...nita?
Motivo: Equilibrio
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 5(-2)=3 (Fracaso)
Amanecer
Observatorio de maese Corvinus Heliodon
El destartalado edificio continuó flotando sobre el pueblo de Dungapur con los aventureros dentro. Al inclinarse las estanterías volcaron. Sus libros comenzaron a flotar con las hojas abiertas como una bandada de pájaros. Al llegar a las ventanas o la puerta, volvían a caer por su propio peso, precipitándose desde las alturas. Los vecinos que se asomaban a las ventanas no podían creer lo que veían sus ojos. Unos preciados pergaminos acabaron sobre la capa de hielo que se habían formado durante la noche en una fuente, mientras que una pesada arpa atravesó el tejado del mercado con peor fortuna.
Jagga fue la primera en escapar del edificio a la deriva usando la cuerda de Jess. Sîglü no dudó en ayudar a su mentor. La orca agarró al enano por una bota y lo lanzó hacia la puerta como le había pedido. Fornund estiró su brazo para coger la cuerda, pero sus cortas extremidades no alcanzaron siquiera el quicio de la puerta y el enano se precipitó al vacío desde 60´ de altura. Atravesó el tejado de una lujosa vivienda y acabó partiendo en dos la cama de un comerciante y su esposa. La mujer se cubrió con la sábana y corrió por el pasillo sin dejar de chillar. El marido, aun en shock, miró el agujero del techo, luego al enano y balbuceó: -¿Está usted vivo?–
- ¿Nerish?- Buscó a la excepcional maga con la mirada para ver si ésta guardaba algún truco bajo la manga.
La maga negó con la cabeza y buscó la salida antes de que la altura fuese insalvable. Nerisnath no vestía ninguna armadura que dificultase sus movimientos y logró alcanzar la cuerda sin problemas. Descendió por ella hasta solo 10´del suelo y alcanzó en el jardín de la casa del comerciante con un pequeño salto.
Naja Naja se acercó a Nalfeim para ayudarle, pero el viejo clérigo tenía los ojos cerrados y su mente en blanco para lanzar un potente conjuro. -Gracias hijo, Pero es mejor que ayudes a Dámasor. Yo me encargaré de Corvinus, le necesitamos para que abra un portal hasta Ely- Apuró al monje.
El tatuado consiguió llevar al santo hasta la puerta, pero este apenas comenzó a descender por la cuerda cuando le fallaron las articulaciones, precipitándose sobre la fuente helada. El viejo rompió una estatua con la cabeza y sus piernas acabaron quebradas de forma espantosa. El santo apenas emitió una leve tos, se llevó la mano a la sien y sentó sobre el borde de la fuente. Tras lamentarse por haber destruido una obra de arte, se recolocó las piernas con la resignación de quien zurce un agujero en la ropa.
Jess abrió su sombrilla y esperó a que el observatorio se alejase de la fuente para descender. La piel le escocía a rabiar. La cercanía del santo le producía una desazón cada vez más difícil de soportar y su Yo malo llegó a alegrarse de que se alejase tan rápido. Cuando la joven llegó al suelo, agradeció el contacto con la nieve. Era pronto para asegurarlo, pero el sol parecía seguir elevándose sobre las montañas como se suponía que debía de hacerlo. No podría separarse de la sombrilla de momento.
Nalfeim empleó su conjuro para volar hasta Corvinus.
-Necesitamos un portal hasta Ely. ¡Lo prometiste!- Gruñó agarrándolo de la túnica.
El mago tenía la frente perlada de sudor. Se aferraba a su telescopio como si fuera el timón de un barco y se negó a ser rescatado.
-Shoy el gran maeshtre. Yo decido cuando y como acaba mi historia- Respondió aturdido por su propio conjuro. Señaló todos los objetos que levitaban a su alrededor y añadió con el ceño fruncido: -Este es mi pacto con Pelor. Mi vida a cambio de la redención. Tus amigas están perdidas. ¡Márchate!-
Nalfeim se negó a aceptarlo -¿Cómo podemos curarlas?- Insistió.
-Como todo el mundo…Pactando con el diablo- Sonrió con amargura.
Naja Naja entrecerró los ojos. El sol le cegaba al observar como el observatorio, y el pequeño peñasco sobre el que se erigía, se elevaban hacia el brillante astro. En su cabeza, El fantasma de Tergrar le abrumaba con preguntas que no podía responder.
Nalfem apareció tras ellos. Recogió una moneda del suelo. Formuló un deseo y la arrojó a la fuente. El hielo hizo que rebotase en su superficie hasta encontrarse con una cabeza de mármol manchada de sangre. Era un mal presagio.
-Vamos a tardar una eternidad en llegar hasta Ely- Se lamentó. -Y Jess…- Sus ojos se encontraron con los de la joven vampira y guardó silencio.
Motivo: Equilibrio Sîglü
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 17(+3)=20 (Exito)
Motivo: Equilibrio Jagga
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 18(+4)=22 (Exito)
Motivo: Equilibrio Nerisnath
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 16 (Exito)
Motivo: Nalfeim Concentración
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 4(+11)=15 (Exito)
Motivo: Daño por caída Dámasor
Tirada: 6d6
Resultado: 20(-5)=15
Motivo: Daño por caída Fornund
Tirada: 6d6
Resultado: 25
Dejarme encarrilado vuestro siguiente paso
Jess se bajó sus gafas de cristales tintados. El sol se reflejaba en la nieve y molestaba un poco en los ojos. Podría acabar con un potente bronceado. Bueno, Jess no, porque es blanca como la nieve, y ni de niña se ponía morena.
Ah, espera... que ahora soy vampiresa, que me puedo poner morena en plan Morrigan, y chamuscarme hasta convertirme en cenizas...
Si tienes algo que decirme, Gran Nalfeim, suéltalo. Ya me estoy hartando de tanta caca pasivo-agresiva. Uno se cura de una enfermedad. Yo soy como soy, no necesito curarme. Lo que necesito es que os salgan los huevos de una vez y vayáis a rescatar a Ely. Y un poco de sombra... Un poco de sombra ahora mismo me vendría de perlas.
Inclinó un poco la sombrillita para que le cubriese los ojos, pero al mirar al suelo la nieve blanca seguía reluciente y molesta. No como anoche... La nieve por la noche está mucho mejor. Se acercó a Sîglü...
¡Sîglú, querida...! ¡Qué manera de moverte allá arriba! Centro de gravedad bajo, ¿eh, granujilla? Se nota.
O más bien tienes tu propio campo gravitatorio...
Podemos trabajar aún más tu estado de forma. ¿Crees que el Gran Fornund no se ha fijado ya en tu problema con la comida? Necesitas ganar masa muscular y perder masa no muscular. Eso a los machos de tu especie les vuelve locos. Tengo un regalo para ti, yo ya no lo voy a necesitar...
Jess se sacó su anillo de sustento. Con su mano helada tomó la de Sîglü, y puso el anillo mágico en la manaza sebosa y regordeta de la orca.
Póntelo. Las chicas guapas tenemos que llevar joyas bonitas. Tardará veinticuatro horas en hacer efecto, pero mañana a esta misma hora ya no sentirás ansiedad al comer. Te quitará el apetito. Nunca volverás a tener hambre. Se te va a poner un tipín como el mío. Podrás seguir comiendo lo que te apetezca, claro, pero no por gula. Además, dormirás menos. ¡Imagina cómo impresionarás al Gran Fornund cuando te vea hacer una guardia nocturna de seis horas!
No se sabía si estaba hablando Jess la Buena, o era Jess la Mala tratando de poner celosa a Jagga prestando más atención a su amiga. Pero entonces Jess la Mala salió a relucir, cuando dió unos cuantos pasos para ponerse a las espaldas amplias de Sîglü y sacándole la lengua a Jagga para chincharla.
El caso es que había tres maneras de entrar a las minas para llegar al portal que llevaba al plano del abismo, y una manera de entrar sin pasar por las minas...
-Sin pasar por las minas podrían pintar un pentagrama con la tiza de babau que invocaba estirges demoniacas. Podría ser muy gracioso intentarlo y fallar tan cerca de una población llena de inocentes.
-La vez que intentaron rescatar a Ely del enano Yazlik entraron por una cueva al pie de la montaña, actualmente sin vigilancia desde que lo mataron todo-todo por aquella zona. Pero les llevaría dos o tres días volver a bajar por la ladera y llegar hasta ese acceso.
-La entrada principal a las minas estaba en Dungapur, protegida por... ¿dos o tres gigantes? Por lo menos según les habían explicado las orcas mineras.
-Luego estaba el agujero por el que salieron de la mina a los jardines del templo de Pelor. Un atajo desvelado por el sirviente de Morrigan sin protección de ningún tipo.
Bueno, a no ser que me dejéis volver a trastear con la tiza de azufre, el siguiente paso para rescatar a Ely es ir a la mina, comerme a uno de los primos de Jagga... quiero decir... evitar un encontronazo con los primos de Jagga y cruzar el portal al abismo. Si mal no recuerdo, había un agujero en el suelo que conectaba con la mina, cerca del templo pelorita, donde murió Proginia.
Jess conocía por el nombre de Proginia a una muchacha llamada Glaudia, novicia de Pelor, encerrada en una jaula. La llamó así, porque en aquellos momentos se refirieron a ella como "progenie vampírica". Una pena lo que le pasó a aquella chica, cuando Jess empujó el carro-jaula hasta debajo del agujero para auparse, y la luz la destruyó. Si no, puede que ahora habrían sido amigas. Amigas de verdad, y no como un granjero que trata con cariño a animales que luego se va a comer.
Una pena que el Padre Dámasor se tenga que quedar en Dungapur a curarse de sus contusiones. ¡Con la ilusión que me hacía pasear a su lado, con ese aura picajosa que se trae siempre!-ironizó.
El hombre-serpiente acude en mi auxilio mientras trato de desenredar mis barbas de la lámpara. Me agarra por el tobillo y tira de mí sin compasión.
—¡Ay! ¡Cu-cu-cuidado! —protesto, mientras veo cómo mi cuerpo se aleja de un mechón de barbas grises que quedado enganchado a la lámpara y lamentándome de la calva que me habrá quedado allí.
A pesar de su ademán tosco, el hombre-serpiente satisface a la perfección mi demanda de ayuda arrojándome amablemente por la puerta. No reparo en la existencia de una cuerda a la que agarrarme hasta que la misma pasa volando a toda velocidad por mi lado y desaparece por encima de mi cabeza. Extiendo mis dedos artríticos hacia la alto pero ya es demasiado tarde.
El brusco movimiento me hace dar vueltas en el aire de forma incontrolada y me vomito encima mientras trato de averiguar qué es arriba y qué es abajo. El cielo y el suelo se suceden con demasiada rapidez y termino aterrizando de manera accidentada no sé muy bien dónde.
Un fogonazo en mi cabeza y después todo se vuelve negro y rojo decorado con maravillosos puntitos parpadeantes que brillan con dolorosa intensidad. El cuerpo me duele y siento mucho frío, tengo ganas de quedarme dormido pero me doy cuenta de que me cuesta un poco respirar. Tal vez porque estoy tendido boca abajo sobre una película de hielo y mis labios se han quedado pegados.
Una pálida cabeza me devuelve una mirada ausente a pocos centímetros de donde me encuentro. Respiro aliviado al ver que no es una cabeza real sino la de una estatua. Una que ha quedado hecha añicos cuando mi escuálido cuerpo ha impactado contra ella.
Tengo que dar varios tirones desesperados hasta conseguir liberarme del hielo y sentarme de forma desmadejada. Me rasco la cabeza y descubro mis dedos manchados de sangre. La misma sangre que me corre por las barbas ahora teñidas de escarlata. Y las piernas... me recuerdan más a las patas rotas de las mesas de la posada de Tergrar que a piernas humanas. ¡Menudo estropicio!
Hago lo que puedo por recolocar los huesos rotos antes de que comiencen a soldarse. Ilmáter es muy bueno conmigo al considerarme un devoto imprescindible pero no sería la primera vez que recompone mi viejo cuerpo antes de que mis miembros descoyuntados hayan vuelto a la posición correcta. Una situación de lo más desagradable, sin duda.
Miro a mi alrededor buscando a mis compañeros. Una idea espantosa porque en cuanto sacudo la cabeza, todo retumba en su interior. Para cuando el doloroso zumbido se digna a desaparecer, escucho a la encantadora muchachita vampírica desvelándose por mí.
—No te pre-pre-preocupes bo...nita —tranquilizo a la pequeña Jessy, al reparar en su interés por mi lamentable estado de salud—. En-en un mo... momento estaré co-co-como nuevo. ¿Es-están todos bien? ¿No teníamos un e... enano? Va-va-vamos a bus...carlo y de-después iremos a por tu he-her-hermana.
No tengo la menor idea ni de cómo he llegado hasta aquí ni de dónde están las minas, ni Corvinus, pero mis compañeros son todos muy despiertos y estoy seguro de que discurrirán la mejor forma de llegar hasta Elizabeth una vez que nos hayamos reagrupado nuevamente.
Naja Naja se descolgó de la cuerda como si fuera un mono. Asunto arreglado. Bueno quedaban los demás y...no había sido aterrizajes de gato, precisamente. Ayudó al viejo Dámasor a levantarse una vez hubo recompuesto sus destartaladas extremidades. Era algo bastante difícil de ver pero, una vez pasado el primer susto, sabiendo ya que el viejo seguía vivo, Naja Naja había visto, y sufrido en sus propias carnes, cosas peores.
- Tome un poco de agua para enjuagarshe la boca.- Le dijo amablemente. Naja Naja había vomitado muchas veces debido a las grandes ingestas de alcohol y sabía que lo peor era el amargo sabor de la bilis que quedaba al final de la boca. En cuanto el viejo echó en falta a Fornund el monje miró a Siglü y le hizo un gesto con la cabeza para que le ayudase a buscarlo. Al volver se reunieron todos, incluso la joven vampiresa que tantos problemas les estaba dando, para decidir qué demonios hacer.
- Deshcartada ya la ayuda de eshe viejo loco, no nosh queda otra que ir por lash minash.- A Jess le traicionaba su subconsciente y ya hablaba de comerse a los orcos. Bueno, podía ser peor, se podía comer a uno de ellos. Naja Naja entrecerró los ojos. Sospechaba mucho de la nueva Jess. En su interior, al igual que en el suyo propio, se libraba una batalla. Naja Naja confiaba en poder ganar la suya pero no conocía lo suficiente a la joven como para saber si ella vencería y , por lo que sabía de ella, era un completo desastre. Sin embargo Fornund y otros parecían confiar en ella.
El amor es ciego, supongo.
- ¿Cómo te encuentrash, Jessh? ¿Ya no tienesh hambre?- Al ver cómo la joven le daba el anillo de sustento a la orca el monje supuso que su transformación hacía que no le sirviera para nada.
- En lo que osh recomponéish voy a ir adelantándome.- Naja Naja era de los más rápidos. La única que podía hacerle frente era la Nueva Jess, pero ella tenía el sol en su contra.- Osh veo de camino.
Si puedo me adelanto para ir explorando el camino que tenemos por delante hasta la mina.
Mi intención al adelantarme es ir a ver el muñequito de nieve que vi en la lejanía. Si hay gente allí, como pusiste, me acercaría a hurtadillas, por si acaso. Después convergería con mis compañeros en algún punto.
El tirón de Siglû le pilló por sorpresa, y el tirón de la señora gravedad también. Cuando quiso darse cuenta, estaba estampado contra la cama de un comerciante, con una mujer gritando como un gato loco y un señor mirándolo con cara de espanto. - Sí, estoy vivo...maldito mago..... - farfulló Fornund. - Disculpe, no ha sido adrede. - dijo el Enano, mirando al techo y alrededor.
Le dolía el cuerpo, pero era duro como la roca y la armadura se había llevado la peor parte de los arañazos y pinchazos, así que Fornund "solo" había sufrido el golpe en sí. Tendría un buen moratón en la espalda durante un tiempo.
Se levantó y comprobó que no tenía nada roto, como así era, y puso 10 monedas de oro en la mesa del comerciante. - Quizá con ésto pueda reparar los daños y la cama.* - Sin entretenerse más, salió fuera de la casa y escupió varias veces en el suelo, dejando marcas de saliva y sangre. Sentía los dientes flojos, pero estaba seguro que no perdería ninguno, al menos por ahora. - Hey, aquí...¿están todos bien? - preguntó a Naja Naja y Siglû cuando se cruzaron con él. - Buen trabajo allí arriba, Siglû - le dijo a la Orca. Había estado rápida y despierta, algo de agradecer.
Al llegar con el resto, la mayoría estaban bien, aunque el Padre Dámasor parecía muy aturdido y herido...aunque se recuperaba con celeridad. Se acercó a él tendiéndole un brazo - Si podéis usar vuestros poderes conmigo, estaría agradecido a Ilmater -
Una vez allí, había que tomar una decisión y no parecía que tuvieran muchas opciones, como resumió muy bien la Gran pequeña Jess. - Creo que el Templo es la mejor opción, y deberíamos darnos prisa. - Naja Naja ni siquiera esperó...salió zumbado hacia allí, por lo que, en cuanto se pudo recuperar un poco, salieron detrás.
Monedas restadas.
No sé cómo vais de vida, pero uso mi aptitud "toque curativo" para sanar a todos hasta el 50% de sus puntos de golpe. Si alguno está particularmente herido, comienzo a lanzar también conjuros de "curar heridas XXX". Vosotros me decís ;)
Cuando Naja-Naja le preguntó por su apetito, Jess lanzó una mirada picaruela...
Uuuuh... ¿Te estás ofreciendo para un desangrado como el que hicieron el Gran Nalfeim y el Padre Dámasor? Tomo nota, pero creo que ya tengo mi sustento garantizado por otra vía.
Jess palmeó el hombro del Gran Fornund, pero pasó de largo para centrarse en el lugar del escupitajo con sangre que el enano había producido. La varilla de la sombrilla resbaló por su hombro hasta que la tela hizo de tope con la espalda de la vampira. La muchacha sacó de su mochila dos objetos: uno de ellos era una de las piquetas de sujección de su tienda de campaña; otro era el frascó con el corazón de Ely. Jess hizo una bola con la nieve sobre el que se dibujaba el escupitajo, y la puso sobre el frasco abierto a modo de cucurucho.
Mmmmh... granizadoooo...
Buah, solo tengo que acompañar a estos pupas, y ya van ellos soltándome sangre según se vayan dando mamporros.
Pegó el brazo que sujetaba el frasco-helado al torso, de modo que el mango de la sombrilla quedó atrapado y fijo. Después usó la piqueta a modo de cucharón. El piscolabis no le duró mucho... En cuanto el Padre Dámasor se fue ofreciendo a los demás para curarlos, Jess soltó todo: sombrilla, frasco y cuchara. Puso los dedos índices haciendo una cruz para mantener a Dámasor alejado... Si Corvinus podía hacerlo, Jess también.
¡Váter retro!
Los dedos empezaron a picarle, el sol a quemarla... Jess separó los dedos y se acunclilló para recoger la sombrilla achaparrándose bajo ella.
¡Ni te me acerques! ¡Yo estoy perfectamente! No necesito de tus curaciones...
Recogió el frasco con el corazón de Ely, y el trozo de hierro, pero la bola de nieve se había caído al suelo, y los restos de sangre se habían mezclado y diluído hasta hacer poco motivante para una vampiresa intentar volver a formar su helado.
Panda de mamones...
Jess fue en la retaguardia, cerrando la comitiva. No era tan rápida como para alcanzar a Naja-Naja, y nadie en este mundo era tan lento como el Gran Fornund con armadura de piedra, así que se quedaría con el grupo más numeroso por aquello de llevar más provisiones.
- Quizá con esto pueda reparar los daños y la cama. -
El comerciante pareció salir del Shock al ver las monedas. Logró ponerse en pié y seguir al paladín que deambulaba malhumorado buscando la salida.
Fornund se cruzó con una anciana, todavía en pijama.
-Se ha colado un enano en la casa- Dijo la mujer asombrada. -Creí que ya no quedaba ninguno en la montaña-
-Madre, vuelva a la cama. Es temprano… - Dijo el hombre alcanzando de nuevo Fornund.
-Señor, tengo un seguro, no puedo aceptar su dinero…Deje que al menos le dé una efigie de Pelor para que le proteja- El comerciante embutió un pequeño símbolo de madera en los recovecos de la armadura del enano antes de que saliese de su casa.
-Vuelva cuando quiera, por la puerta si es posible- Se despidió.
Si tienes algo que decirme, Gran Nalfeim, suéltalo.
-Creo que el mal está ganando la batalla- Su tono férreo se suavizó al mirar a Naja y añadió: -Pero no me voy a rendir.-Su voz volvió a tomar un tono de juramento solemne y al volver a mirar a la joven, recuperó su aspereza.- Verteré mi sangre por esta misión. Solo espero un poco de agradecimiento por la parte que te toca-
Nalfeim se interesó por el padre Dámasor. El anciano se movía con dificultad, pero su cuerpo era tan resistente como su fe. El clérigo atendió entonces al paladín, curando sus múltiples contusiones. Demasiado poco, para la caída que había sufrido.
-¡Sîglü, querida...! (…) Jess se sacó su anillo de sustento y lo puso en la manaza regordeta de la orca.
Sîglü sujetó el anillo sorprendida. Su grueso labio inferior se recurvó hacia abajo hasta que asimiló las palabras de la joven. Le fue imposible meterse el anillo en ninguno de sus dedos como morcillas, de modo que se quitó la argolla que llevaba en la nariz y trató de sustituirlo por su nueva joya. El anillo no tenía abertura para enhebrarse en el cartílago de la orca, pero la minera consiguió que se quedase pegado de algún modo.
-Gorcüz guztar hembraz berracaz- Presumió abriendo los brazos como si agarrase un barril de cerveza. Entonces se acordó de su compañera, Miró a su alrededor, pero solo encontró las miradas recelosas de los vecinos que empezaban a asomarse a las ventanas.
-Jagga bajó por la cuerda la primera. Estará bien, pero voy a dar una vuelta por el pueblo para asegurarme- Dijo Nalfeim.
Uuuuh... ¿Te estás ofreciendo para un desangrado como el que hicieron el Gran Nalfeim y el Padre Dámasor? Tomo nota, pero creo que ya tengo mi sustento garantizado por otra vía.
Nalfeim se interpuso entre el monje y la vampira: -No te le acerques. Si necesitas…Algo, habla conmigo.- Dijo secamente. -Poneros en marcha antes de tener mas problemas- Dijo cargando su equipo a la espalda.
Nadie secundó la propuesta de Jess de usar la tiza del babau para crear un portal, de modo que buscaron el viejo pasadizo bajo el templo para adentrarse en las profundidades.
- En lo que osh recomponéish voy a ir adelantándome.-
El monje se alejó rápidamente sin dar más detalles.
Todos: pasáis a la escena 4. – “Lo que se esconde allí abajo”
Si queréis añadir algo mas sobre el pueblo, adelante. En cuanto pueda cierro esta escena y continúo en la siguiente.
Fornund: Apúntate un símbolo sagrado de madera de Pelor. También recuperas tus Pg.
Edit: Siguiente escena habilitada
Naja dio un pequeño rodeo para examinar los alrededores de muñeco de nieve. Cada vez se acercaban más personas. El monje se acercó a hurtadillas. Su piel tatuada contrastaba con el blanco del paisaje y se agazapó como pudo tras la vegetación despojada de follaje.
El muñeco tenía un aspecto aún más siniestro visto cerca. Había una mujer joven llorando sobre la nieve. Sujetaba un bulto. Naja creyó que se trataba de su bebé hasta que unos vecinos lograron arrebatarle una cabeza que envolvieron en rápidamente en paños.
El monje centró su atención de nuevo en el muñeco. La sombra que había visto desde la distancia era en realidad el cuerpo decapitado de un hombre adulto. Un hombre de aspecto aguerrido se acercó para cubrirlo con su chaqueta y comenzó a repartir órdenes a los allí reunidos.
-Llamar al juez. Tiene que ver esto. Alguien se ha cansado de las bromas de Bill - Dijo uno.
-Han sido los orcos, han visto uno al otro lado del pueblo- Respondió otro. -¡Malditos sean esos mineros y sus amos!- Bufó oteando los alrededores.
Un tercero señaló en dirección a Naja. -Allí, entre las ramas…¡He visto algo verde!-
Naja clavó la cabeza en la nueve y contuvo la respiración para ocultar la nube de vaho.
-¿Era un orco?- Gruñó un aldeano.
-Si pero…Tenía…Como escamas- Respondió inseguro otro.
Naja Naja contorsionó su cuerpo para deslizarse sin levantar su perfil de la nieve igual que una serpiente y se alejó para no ser descubierto por los vecinos.
Motivo: Naja Moverse sigilosamente
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+12)=22
Motivo: Naja Esconderse
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+9)=13
Motivo: Naja Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+5)=16
Era difícil pasar desapercibido con el contraste que suponía caminar sobre un manto blanco de nieve. Aún así, y muy a su pesar, lo que vio confirmó sus sospechas. La Maligna Jess había decapitado a un hombre para cenar y por eso ya no tenía hambre. ¿Cómo habían podido ser tan tontos de no haberla sometido a una estricta vigilancia?
Suficientes cosas tenías en la cabeza, jovencito.- Le dijo la voz de Tergrar pero no le hizo sentir mejor tener una excusa. Tenía que alertar a los demás. Le dabaigual que le hubieran descubierto. Nadie podía ser más rápido que un monje de la Orden de la Cobra, aunque fuera uno que se pensaba muy mucho sobre si seguir los pasos que había seguido hasta el momento.