Partida Rol por web

The Cult of Blood

Prólogo. Extrañas Noticias

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02/04/2024, 17:25
Ryland
Sólo para el director

No recordaba haber escuchado nada similar a aquello, siquiera en las leyendas más antiguas que habían llegado a sus oídos.

-No se porqué pero creo que este tipo no estaba así cuando salió de casa esta mañana... o al menos alguna mañana- Quiso bromear levemente con Sven con lo de las mañanas, por aquello de quitar un poco de hierro al asunto, aunque bien sabía que no era como para no prestar atención a la situación.

Se acercó a aquel tipo empapado con su cara de tipo encantador, sabía que seguramente ni le vería, le atravesaría con aquella mirada perdida, pero por si acaso mejor era que le percibiese como un amigo y no como una amenaza. La intención de Ryland era mirar todo aquel desastre más de cerca, ni de broma pensaba tocar aquella cosa, fuese o no agua, a saber qué sería realmente. Y no es que a Ryland le preocupase especialmente aquel tipo desconocido, pero no quería encontrarse tocando la guitarrita y que de pronto el catatónico entrase en modo maníaco, o que algún monstruo atravesase la puerta pillándole desprevenido.

 

- Tiradas (1)
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04/04/2024, 16:37
Narrador
Sólo para el director

Unas extrañas formas vegetales estaban mezcladas el agua que todavía impregnaba la ropa de aquel personaje enigmático. Se asemejaban a una especie de algas pequeñas de color rojo o más bien a una especie de moho bastante más consistente al que Ryland habría visto en otras ocasiones. Su aspecto, delicado y diminuto, recordaba a las algas microscópicas que teñían de rojo las aguas marinas.

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05/04/2024, 00:39
Ryland
Sólo para el director

¿Era posible que ese tipo hubiese llegado del mar? Aquellos restos rojos le recordaban a minúsculas algas, pero Ryland seguía sin pensar tocarlas.

- ¿Me dejas ver ese trapo? Pero mejor no toquemos estas cosas. Me recuerdan a unas algas que, en ocasiones, tiñen de rojo el agua marina. ¿Sabes si han llegado restos de algún naufragio?- Que aquel desconocido empapado no hablase complicaba mucho las cosas y Ryland sabía que a él le habían contratado para tocar y cantar, no para hacer de detective. No podía permitirse pasarse la noche indagando, más temprano que tarde debería subir a ese escenario, además necesitaba el dinero, pues estaba pelado.

-No sé si podrían ser tóxicas o si tal vez lleva tiempo a la deriva y con el frío en los huesos- El tipo parecía un demente, uno de los que terminan muriendo por no recordar que deben comer y beber para sobrevivir.

Se fijó en si llevaba las ropas rasgadas, los labios azules por el frío o el calzado cuarteado deformado por estar demasiado en el agua, o con restos de sal en la tela.

La verdad es que no tengo ni idea de como ayudar a este tipo...

-Veamos si lleva algo que pueda darnos una pista de quien es o de dónde viene.-

Lo dijo mirando si sus bolsillos abultaban indicando que llevase algo, si algún anillo o posesión similar podía dar algo de luz en aquello, pero desde luego no hizo intención de tocarlo, por si el catatonismo fuese contagioso. Mejor que se la jugase otro.

 

 

- Tiradas (2)
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07/04/2024, 12:23
Feathericus
Sólo para el director

En la intimidad de una casa, cada uno podía hacer lo que quisiera. Feathericus no era particularmente dado a los excesos y no guardaba ni secretos ni escándalos, por lo que se sentía seguro y protegido en el hogar. Aquella tarde había invitado a cenar a Geraldine, a la que conocía desde hacía algunos meses, y que trabajaba para él como una especie de asistente. Era viuda y no llevaba más de un año viviendo en Tenklor, tenía pocos años menos que él y había sido aventurera. Lo que comenzó como una reunión más sobre contabilidad, profecías a medio cumplir e información sobre nuevos artefactos peligrosos, dio paso a una charla casual sobre la vida y los problemas comunes de las personas, prosiguió con una conversación demasiado íntima acerca de la fe, la veneración y el amor por encima de todas las cosas, que culminó con ambos en la cama de Feathericus poniendo en práctica unas intensas teorías amatorias.

Cuando el Gran Oráculo habló en su cabeza, la conmoción fue tan abrupta que incluso su inquietud debió despertar a Geraldine. Los dos se habían quedado dormidos a pesar de que ni siquiera había anochecido, Feathericus era un hombre disciplinado y no dormía ni más ni menos de lo necesario, excepto en las raras ocasiones en las que su horario se veía trastocado por algún evento místico o a causa del destino. Encontrar desnuda a Geraldine, a su lado, con las palabras del Gran Oráculo rebotando todavía en su cabeza y la luz del atardecer que entraba por las cortinas, lo dejó aturdido unos segundos. El corazón le latía a toda velocidad a causa de la impresión y se le erizó la piel de todo el cuerpo cuando la mujer le puso la mano en el hombro para preguntar por su estado. Feathericus sacudió la cabeza para centrarse, le pidió a Geraldine que siguiera durmiendo porque tenía que salir y se levantó a toda prisa. Notó enseguida un principio de agujetas en las piernas y en la espalda, producto del esfuerzo físico sensual, y se rio para sí mismo al notarse tan cansado. Los años pesaban. Se limpió en la habitación destinada al aseo personal convocando agua clara y pura, se vistió a toda prisa con la túnica y los pantalones de algodón, las botas y los guantes. Salió de su casa a toda prisa, medio adormecido todavía. Geraldine salió tras él enseguida y le tendió el símbolo sagrado del Gran Oráculo, que se había dejado sobre la mesilla. Riendo incómodo, Feathericus le dio un beso en la frente y se marchó.

A medida que avanzaba hacia el Templo, se arrepentía de haber dejado a Geraldine sola. No porque desconfiara de ella sino porque no le había dado ninguna explicación. Ella tampoco se la había pedido, pero le sabía mal. Distraído, tropezó con la rueda de un carro que pasaba en ese momento y a punto estuvo de caer sobre una mierda de caballo, más uno de los pastores que conducían el carro lo agarró del brazo. Agradecido, Feathericus alejó a Geraldine de su mente y continuo su camino hacia el Templo.

El Gran Oráculo no habituaba a llamarlo personalmente, no lo había hecho nunca. Feathericus siempre había ido al Templo cuando su dios enviaba a un emisario para pedirle que iniciara alguna investigación sobre alguna profecía o él mismo visitaba el Templo cuando le llegaba alguna noticia. Tenía muchos conocidos en varias partes del mundo que, cuando encontraban algo fuera de lo común, se lo comunicaban de inmediato. Él era el investigador, después de todo.