Dos hombres, conocidos desde hace muchos años ya, se miran frente a frente. A ambos lados, una ristra de caras los observan, algunos deseosos de que ambos se maten entre sí, otros decantándose por uno u otro. Alguien espera venganza. Otro solo quiere que todo se acabe para que la banda del Rey abandone el pueblo. El reloj del campanario marca dos minutos para el inicio del duelo, y mientras la tensión se masca en el aire, como una pieza dura de tabaco.
-Ya sabes que puedes detener tu funeral cuando quieras, Cesar. Solo tienes que rendirte y volver a ponerte bajo mi bota, como llevas décadas haciendo. Al fin y al cabo, sería el mejor final que una vida de servidumbre como la tuya podría tener. -King habla con una sonrisa en el rostro, conociendo muy bien el resultado de sus palabras y que, llegados a este punto, un simple discurso no va a conseguir detener al córvido. Y por supuesto, la corta réplica no se hace esperar, mientras ambos se miran a los ojos en un cruce de miradas y el tiempo avanza. -Muy largo ha sido tu reinado, tranquilo, me encargaré que un hijo de puta como tú tenga el entierro que se merece, una vez que te haya metido una bala en el corazón. -Corvus muestra una mueca, una especie de sonrisa ácida en la que solo se puede notar asco y perversidad. El minutero se balancea, lentamente, y la campana empieza a repiquetear marcando la hora.
Una campanada. Los dos duelistas se observan un instante, mientras llevan la mano a las cartucheras. King es más rápido, pero ambos tienen claro que su pistola, pese a ser potente, presenta una gran desventaja. Segunda campanada. Henry desenfunda y abre fuego mientras Cesar solo consigue sacar su pistola. La bala cruza la distancia que los separa, hiriendo a su contrincante en un costado, momento en que Corvus responde abriendo fuego mientras su contrincante abre el arma para recargarlo, devolviéndole la moneda en el mismo sitio. Con la ventaja de su arma, abre fuego una segunda vez antes de que el Rey le devuelva el disparo. Las balas vuelan en certeras trayectorias, cesan los pertardeos. Un cuerpo cae al suelo con un agujero a la altura del corazón, mientras el otro riega de sangre la arena aguantándose con los últimos estertores, pero vivo aún.
Y entonces...
Tirada oculta
Motivo: Tirada Henry 1
Tirada: 1d100
Dificultad: 100-
Resultado: 62(+20)=82 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Daño Henry 1
Tirada: 3d8
Resultado: 13(-5)=8
Tirada oculta
Motivo: Tirada Cesar 1
Tirada: 1d100
Dificultad: 99-
Resultado: 77(-20)=57 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Daño Cesar 1
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+1)=8
Tirada oculta
Motivo: Tirada Cesar 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 99-
Resultado: 11(+40)=51 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Daño Cesar 2
Tirada: 2d6
Resultado: 8(+1)=9
Tirada oculta
Motivo: Tirada Henry 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 100-
Resultado: 9(+40)=49 (Exito)
Una hermosa mujer, de esas que siempre tienen mala reputación y siempre acaban encontrando trabajo que hacer, avanza varios pasos. Salida de entre el público, los tiradores de Henry no son capaces de reaccionar a tiempo, dado que para este último duelo directamente ni se habían posicionado excepto como simples mirones, sin armas ni pretensión de utilizarlas. Recorriendo varios metros antes siquiera de que el que queda en pie pueda darse cuenta de su presencia. Y cuando la mira, con una mueca de una sonrisa en el labio, ella se detiene asqueada y alza su revolver con las dos manos, apuntándole al pecho.
-Has matado al violador y asesino de mi madre, ¡pero tienes tanta culpa como él, grandísimo cabrón! ¡Ahora, reunios juntos en el infierno! -El martillo cae, la bala derriba al bandido, que cae al suelo con un grito, aún agarrando su propia pistola. El público no sabe cómo reaccionar, todos expectantes. Los hombres de King están congelados, sin poder creer lo sucedido. Lágrimas recorren las mejillas de Melisa, cumplida su venganza, y su arma cae al suelo olvidada. Una vez la cuenta de sangre se ha saldado, no espera sino que algún vándalo de la banda decida que la mejor manera de tomar el poder es acabar con ella. Pero había venido aquí sabiendo que iba a morir, así que sus pensamientos ya están en paz.
O eso creía, hasta que un disparo más resuena, dándole en el pecho con gran potencia y matándola al instante. Una figura vuelve a alzarse desde la arena, donde todos le creían muerto.
Ensangrentado, con tres agujeros de bala en el pecho, Henry King se levanta de nuevo. Y a su vez, todos los presentes en el pueblo caen de rodillas, notando cómo el aire se escapa de sus pulmones y sus corazones tratiendo de latir agarrotados.
-Estúpida insensata. Tendrías que haberme matado antes de que ganase el duelo. Ahora, el trato se ha cumplido, y ninguno puede hacer nada por evitarlo. ¡Os di una oportunidad, estúpidos, y ninguno pudo utilizarla!
Una figura, un hombre alto con traje, camina hacia el centro del pueblo, mientras a su alrededor la gente cae y muere. King se vuelve hacia él, ora aliviado, ora sorprendido.
-¡He ganado! Cumple con tu parte, con todo lo demás, y lárgate de aquí.
Y la respuesta no se hace esperar, con una voz salida de los mismísimos siete abismos de los Infiernos. La figura se detiene, mientras su sombra alada y con cola sigue recorriendo el resto del pueblo cosechando las almas de los fallecidos.
-Señor King, nuestro acuerdo está saldado. El pueblo y los terrenos limítrofes ya han sido comprometidos a su causa, y solo estoy aquí para recoger aquello que me pertenece. ¿Qué es lo que se siente al desafiar al mismísimo Creador y apartar un terreno de Sus dominios de su vista? Oh, no se esfuerce en responder, era una pregunta retórica. Ya me enteraré más adelante.
Y la figura, junto con su sombra y las almas de todos los fallecidos desaparecen en la nada, mientras Henry King se mira a sí mismo, aterrado al ver cómo la piel se le cae lentamente, revelando algo más debajo... es lo que sucede cuando realizas un trato con el mismísimo Diablo.
Y así es como el pueblo de Bread Canyon y todos sus habitantes desaparecieron un 1 de Junio del Año de gracia de nuestro Señor de 1889. Y lo sucedido tras eso es leyenda... y a la vez, es otra Historia.