Partida Rol por web

 Cuando el joven británico recibió severa reprimenda de la aparición, escasamente pestañeó 1.5 veces más rápido de lo normal. Y cuando el alemán osó insultar su intelecto, sólo respondió retirando su mirada del rostro del interlocutor para mirar la caja de Petri.

Interesante hipótesis plantea herr profesor! Esto pone en tácito una intervención externa de un grupo de timadores a mi persona, quienes tuvieron acceso al combustible almacenado mientras pernoctaba.

Se acarició la barbilla, denotando un pensamiento serio e inquisitivo. Luego de lo proferido volvió a mirar a la aparición,ya que con su anfitrión era mejor ser hombre de pocas palabras. Como había concluído velozmente.

-Es probable que sea así. O que solo se trate de algún efecto secundario de vapores venenosos- comentó con desparpajo. Luego espetó con tranquilidad -Habiendo demostrado ya, que ha estado errado, déjeme que le cuestione sobre esa supuesta reserva de la que me habla.- luego se giró algo pensativo. El suelo parecía un lago denso, y cada paso emitía hondas, como si se tratara de la superficie del agua cristalina, el efecto posterior fue de ir mutando la contextura rocosa de la caverna hacia algo más liso y con un patrón  que poco a poco se hizo reconocible.

Madera, el suelo era una mezcla extraña entre suelos de detritus rocosos y lo que sería el suelo de una residencia, incluso ahora al observarla mejor, la cueva parecía más iluminada y tenía una forma geométrica más definida.

-Quiero mostrarle algo joven Stephen- dice mientras espera a que se levante. -He estado bastante tiempo en este hotel... aunque tengo un recuerdo fugaz. He tenido la libertad para adecuar este cuarto y varios aledaños muy a mi voluntad y proporcionarme un ambiente de trabajo adecuado, compartimentos de almacenaje de reactivos, un ala de experimentación, una sala de lectura, una biblioteca...- parecía hablar con un aire orgulloso y lejano, casi como si alardeara a un público invisible. Se mantuvo frente a él, esperando a que el inglés se levantara y le siguiera.

 Siguiendo en todo momento las normas que el protocolo dictaba, en efecto se irguió y siguió a la espectral figura, no sin extrañarse ante el cambio involuntario de escenografía, pero el sentido de la lógica  que aún estaba en vigilia le avisó que esto era simplemente una representación de sus ideales reprimidos o de sus miedos anidados.

El espectro de viento se giró suavemente, caminando hacia una de las paredes de la cueva, y conforme él y su invitado se acercaban, la pared se alejaba lentamente, como ampliando las dimensiones del lugar... las leyes del espacio no parecían regir en aquel sitio, y obraba una transmutación visible, cada vez menos caverna y más propio de la mano humana. Entonces, la pared y el anfitrión se detienen, y el joven británico observa otro cambio que tiene lugar frente a sí.

La dura roca empieza a mutar también, mientras los bordes solo parecen adquirir cierta simetría en las muescas de la roca, de una forma rectangular, su color oscuro y sombrío empieza a cambiar, hasta obtener un color oro envejecido. En el centro del área, lentamente la roca se configura de forma que es necesario observarla varias veces, las siluetas juegan con la mente de Stephen, hasta que puede determinar la existencia de unos ojos, un rostro, y luego un paisaje, la roca se mueve silenciosa, y pasa de ser tan solo una pared de una gruta, a formar una figura obra de manos humanas. Y el interlocutor de Boyle permanece imperturbable, ajeno a estas mutaciones alrededor de él.

El anfitrión se giró, dándole la espalda, buscando el borde del cuadro. Y es cuando Stephen lo vio. Primero, parecía la indumentaria oscura, la capa con pequeñas hebras airosas propias de la aparición, que ondeaba aunque no hubiese viento perceptible, pero pronto, aquella oscuridad toma forma propia, los bordes se extienden como garras enormes, cada dedo alargado, termina en una zarpa afilada completamente negra, donde se encontraba el cabello de su anfitrión, la melena oscura parece adquirir propiedades monstruosas, unas fauces sombrías se abren, y unos ojos huecos, más oscuros que la propia oscuridad, brillan en medio de esta cabeza que acaba de nacer.

La tenebrosa figura se alza superando varias veces el tamaño de Herr Kischner. Sus extremidades se extienden y su mandíbula se amplía, como queriendo engullir al joven científico inglés, emite un gruñido cuya frecuencia apenas permite percibirlo como un chirrido molesto en el oído, y un ventarrón surge, haciendo que Stephen Boyle tenga que retroceder unos pasos por la violencia de las corrientes de aire.

Y tan intempestivamente como se materializó, aquella criatura desaparece, cuando el convidante químico, se gira, y las aberraciones surgidas de la negrura de sus vestimentas se disuelven para volver a ser la eólica capa. El rostro de Kischner no cambia, mantiene esa expresividad inescrutable desde su estado etéreo. Parece incluso algo sorprendido.

-¿Sucede algo, joven Stephen?- pregunta -No se quede atrás, quiero probarle definitivamente mi punto, y mostrarle que un caballero precavido vale más que por dos- espeta.

 Su mente científica y su corazón acelerado, la sensación de frío en el área abdominal y la inminente presión en sus piernas de salir corriendo de nuevo le compelían a no musitar palabra, el decoro de un gentleman le obligaba a negar con la cabeza enérgicamente y seguir a su anfitrión. Eso sí, sin dejar de mirar por encima de su hombro cada 5 pasos... 

El profesor espectral continuó, palpó algo en el marco, y sus dedos se hundieron un poco tras algunas muescas, lo que provocó un audible clic. El cuadro se movió un poco y Herr Kischner lo abrió, como si se tratara de una puerta falsa, dejando descubierto una enorme plancha de acero empotrada en la pared con un círculo en el centro que poseía 5 agujeros. El hombre se paró al frente, y puso cada dedo de su mano derecha, en cada agujero en orden.

-Es el regalo de un colega, una cerradura manual más intrincada que la de una caja fuerte. Tuve que reconstruirla aquí, pero funciona a la perfección- explicó, y empezó a girar el círculo. El sonido metálico era lo único que ocupaba aquella gruta-habitación. Pasó algún tiempo, mientras los movimientos continuaban. Finalmente se oyó un eco metálico y la puerta metálica se abrió, revelando un compartimento profundo, de paredes férreas hasta el fondo, con un olor mineral, mezcla entre tierra y algo de humo que le era familiar al joven británico.

-Tengo mi propia reserva de Piedra Fantasma, joven Stephen, para mis investigaciones. Desde que decidí radicarme, por azares del destino , en Purgatorio, he tratado de proveerme todos los elementos que me son necesarios para mis investigaciones- Adentro, como lo describía la figura, había una cantidad de Piedra Fantasma considerable para una sola persona, organizada de acuerdo en tamaños, con algunos cortes transversales propios de quien a retirado muestras a medida de sus necesidades. El mineral reposaba en aquella caja fuerte. No se trataba de un engaño, pues al tocarlo y observalo, el inglés comprobó que era el tan escaso elemento que había visto desvanecerse ante sus ojos. La figura oscura de Kishner solo observaba mirando a su invitado.

Sentimientos encontrados de nuevo: Una total fascinación por aquel compuesto y el mecanismo de protección del preciado material. Sin embargo recordó la advertencia del anfitrión alemán y su natural desconfianza le valieron un chequeo al sistema de aquella caja fuerte desde el otro lado. 

Podría en esta instancia complacer mi curiosidad científica, Herr Kischner? Es evidente que el mecanismo de protección de su valiosísimo material de estudio ha empleado una métrica específica de su anatomía, y ciertamente este servidor no desearía  permanecer encerrado en un ambiente con gases producto de la combustión, al saberles nocivos para la salud. Existe alguna forma de salir de este cuarto hermético que no explicite su asistencia? Comprendo la necesidad de hacer el ingreso restrictivo único a vuestra persona. Más sin embargo, en pro del estudio científico, es natural que tomemos relevos del cuarto de estudio y evidentemente ud no querría perder un colega en lo que puede llegar a ser el descubrimiento del siglo! Seríamos la envidia de Europa entera!

Los ojos de Boyle se llenaron de orgullo al imaginar en su haber una placa conmemorativa con su nombre y siendo nombrado caballero de la reina Victoria.

-Oh jojojo- dice la aparición algo divertida, con su risa airosa y llena de eco. -Se equivoca joven Stephen, este mecanismo no depende de las métricas anatómicas de mi mano, sino de la operación del mecanismo para generar una serie de configuraciones. Su fortaleza está en que solo alguien quien haya estado en contacto con la misma puede operarla, debido a su novedad. El principio es el mismo de la cerradura de una caja fuerte- anuncia mientras explica con su tono de maestro orgulloso y algo arrogante.

-Joven Stephen, le recomendaría que dejara de lado su intempestiva e irrefrenable inclinación a sacar conclusiones apresuradas. Alguien con su intelecto y recorrido en la ciencia, debería pensar en reflexionar cuidadosamente, antes de poner a prueba sus hipótesis de forma tan descuidada.- regañó con tranquilidad. -Este compartimento es una adecuación de parte del cuarto vecino al mio. Es solo el almacén de Piedra Fantasma... y por si no lo había notado- dijo mientras se giraba, como invitándote a que observaras la cueva-cuarto -Éste es mi laboratorio.- parecía orgulloso al notarlo.

-No es fácil convertir el piso de un hotel en todo un centro de estudios e investigación...- y su voz empieza a apagarse. De repente el viento que rodea a Kischner se fortalece, haciéndolo aún más etéreo, como si fuese a desvanecerse en cualquier momento. Toda la habitación se resiente de algún evento indescifrable, las paredes parecen temblar con fuerza, a intervalos ondulatorios, el piso de la cueva parece cambiar de contextura, algo líquido, y los tonos, colores, olores y sensaciones se mezclan, en nudos y turbulencias oníricas, aquella ilusión se debilita, y así todas las percepciones anteriores.