El Sheriff se asoma al interior de la diligencia, saludando a un ocupante de ella que no había visto antes, y tras eso da la señal para que te introduzcan en el coche.
El chaval y el tio de la cicatriz te acercan, acompañados por el cochero de la diligencia que ha agarrado un rifle y te apunta con él. Tardan solo unos segundos en meterte en el interior. No te resistes, porque antes de desaparecer de la vista tienes tiempo de ver a Jane sonriendo ante tu mensaje.
Bajo la atenta vigilancia del conductor, los tipos te hacen sentar en el amplio sillón del coche de caballos y cierran una cadena que une tus esposas con una anilla de hierro que tiene el suelo del habitáculo. No está mal: cómodo, a pesar de que no tienes mucha movilidad.
En ese momento tus ojos se paran en los del pasajero con el que compartes la cabina. El sujeto está indolentemente semitumbado en el asiento opuesto al tuyo y te mira con poca curiosidad. Su mirada, sus facciones, el movimiento de su mandíbula: todo en él señala a un tipo duro. Tiene toda la pinta de un cowboy, y se coloca en estos momentos una pistolera con su correspondiente seis-tiros reluciente en torno al cinturón. Le has visto en alguna parte...
¡Diablo! ¡y tanto! Sus largas patillas y sus ojos profundos decoran la contraportada de hoy del Epitaph, bordeadas por las palabras "Se Busca" y "100$ de recompensa". No puede ser que el Sheriff le haya visto e incluso le haya devuelto su arma - pues reconoces la pistolera como la que se echó Eackley al hombro al salir de la oficina - sin reconocerle. Cada vez entiendes menos, pero lo que está claro es que el reporterucho tendrá buena compañía. Si no es que se echa atrás.
Mientras los delegados del Marshal te terminan de sujetar y salen, Walter Eackley continúa la charla con el predicador, en voz tan baja que te es imposible enterarte.
A Danny no le hacía gracia estar inmovilizado entre tantos pistoleros hostiles, por lo que decidió no pegar un ojo en todo el viaje...
Sin duda aquel curioso intercambio entre el Sheriff y el predicador tenía algo, o más bien mucho, de extraño... El forajido chino trata de agudizar al maximo su oído, eliminando toda fuente de distración y recordando su entrenamiento en artes marciales. Una palabra aislada, una sola frase que lograra entender, tendría el poder de revelarle algo sobre su incierto destino.
- ¿Qué te traes entre manos, eh, Sheriff?
Tirada: 2d8
Motivo: Observación
Resultados: 8, 3
Tirada: 1d8
Motivo: Repetir
Resultado: 8
Tirada: 1d8
Motivo: Repetir
Resultado: 8
Tirada: 1d8
Motivo: Repetir
Resultado: 5
Total: 29, con ese resultado puedo escuchar lo que la gente dice al otro lado del pueblo xD
Tu agudo oído pone toda su atención, el Sheriff se esfuerza en no ser escuchado pero...
Recuerda la reunión de esta mañana: no podemos evitar que se haga el viaje públicamente, ni que vengan pasajeros. Pero podemos elegir esos pasajeros. Le oyes decir.
Desde el exterior la voz llega a duras penas y ya de por sí usa un tono bajo. Sin embargo cuando te lo propones puedes tener el oído de un gato.
No ha habido forma de pararle los pies a Eckhardt para que no se presentara, pero los demás no vendrán. Con la excusa de transportar el peligroso criminal hasta la prisión de Yuma mandaremos la diligencia con el plan intacto... Vaya, vaya, piensas. Lo que sigue resulta un poco más dificil de entender pero concentrándote sabes que no se escapara palabra... La conversación tiene todo tu interés captado.
No sé cómo lo has hecho, pero las trampas con los dados son muy feas XD
El vaquero perpetúa su posición medio acostado. Levanta la vista justo para echarte un vistazo, sonríe adivinando tu curiosidad y vuelve a sumirse en sus pensamientos sin prestarte más atención ni decir palabra que pueda estorbar tu intento de escucha.
El cowboy parece deseando partir, aunque su cara refleja poco más que apatía.
Las siguientes palabras del Sheriff resultan de lo más interesantes.
...y solo meteremos en todo esto a un par de criminales que nadie echará de menos... tras una pausa, añade con tono agrio: y al maldito reportero ese, pero no hemos podido hacer otra cosa. Además, él se lo ha buscado, y no será peor que si le dejáramos ir con su expedición suicida.
El largo silencio del predicador, al que le cuenta toda esto, parece indicarte que no le gusta el asunto.
Mantén la farsa todo lo posible, sigue con el plan protegiendo además, dentro de lo posible, a los pasajeros... El ruido ahí fuera aumenta, dificultándote entender lo siguiente. Parece haber llegado alguien más. En todo caso la discusión parece concluir prometiendo un "extra" al sacerdote mercenario.
Oyes al predicador contestar con poca gana algo de que "no está para hacer de niñera ni cuidar prisioneros", oyes pronunciar tu nombre ...te repito que cuando hayamos salido varias millas de la ciudad le quitaré las cadenas y será libre para hacer lo que quiera...
En todo caso ya no te cabe duda de que pasa algo fuera y de que se ha unido alguien más a los reunidos. El Látigo*se acerca a los dos conspiradores, colocándose ante la ventana donde puedes verlo.
*cochero de las diligencias
El cochero interrumpe la charla que ya parecía estar terminando de todas formas. El tio lleva un látigo, símbolo de su oficio, en la mano y tiene aspecto de fuerza a pesar de la edad aparente.
Chicos, ha llegado un bracero de nosequé hotel con el equipaje de un pasajero. En todo caso el tipo en cuestión no ha llegado y ya son las 11:30, salgamos antes de que acusen a mi jefe de incumplir eso de "nada de retrasos".
En su mano izquierda conserva el enorme rifle con el que te apuntó; una magnífica herramienta pero algo fuera de lugar: un Springfield del 58, habitual para tumbar bisontes.
Esta bien, salgamos ya, prefiero que no venga nadie más. El dueño del equipaje perderá la diligencia por no ser puntual y por ser afortunado... escuchas contestar al predicador. El cochero parece satisfecho y le vuelves a oir.
Genial le oyes decir antes de hacer entrar al reportero, que se sienta a tu lado, y de dirigirse a los pasajeros a través de la ventana que te permitía verlo.
Caballeros dice llamando la atención del vaquero y del curioso plumilla salimos inmediatamente, soy Hank Bully, vuestro mayoral. Gracias por viajar con la Wells Fargo.
Sin esperar respuesta se dirige hacia el asiento exterior que le corresponde como conductor y grita a viva voz:
¡DILIGENCIA A BRONCO PUEBLO - CASA GRANDE - PHOENIX - COACHELLA Y LOST ANGELS! ¡¡EN MARCHA!!