Riccardo gritó y dio un puñetazo a la pared.
- Voy a llamar a Lady Vasnia. No le quites los ojos de encima y no hagas ninguna tontería.
Volvió a mirar con furia a Elissa y salió de la habitación, directo al salón, donde cogió el teléfono y marcó a Lady Vasnia. Contestó uno de sus criados.
- Ponme con mi Madre. Ya.
Tardó un rato, pero al final la voz de tu Sire respondió.
- ¿Dime querido? ¿No ha ido bien la reunión?
Riccardo suspiró.
- Pietro escapó. Giulia atacó a Angela frente a toda su Manada y la repudié. Hice que Alexandro Abrazase a Elissa, y cuando iba a hacerlo, gritó el nombre de Carlo, el Parentela, y de Flavia, la Changeling. Y tengo un revólver lleno de balas de plata y necesito una buena razón para no usarlo y ver la luz del día después.
Exudaba desesperación.
Un silencio (seguramente de asombro) fue todo lo que Riccardo obtuvo por respuesta. Escuchó la voz de la vampira despachando a alguien al otro lado del teléfono.
- ¿Cómo? A ver, cielo, relájate por favor. ¿Qué has repudiado a Giulia? ¿Qué el parentela qué? Por favor, toma aire y explícate.
La voz de Vasnia siempre relajaba a Riccardo. Cerró los ojos y respiró (sí, se obligó a ello, aunque no lo necesitara) muy hondo.
- A ver... La reunión acabó, sin nada en claro. Cada uno fue saliendo, y yo me quedó solo con Flavia en el salón, que tenía que hablarme de Pietro. Pero en ese momento, escuchamos golpes desde el piso de arriba y apareció Giulia diciendo que Pietro se había ido. Subí, y ví a Alexandro golpeando a uno de los ghouls, por su ineptitud... Justo en el jardín de la mansión. Mateo montó en cólera y se abalanzó sobre Alexandro. Yo bajé y lo obligué a que se fuera. Ángela dijo algo, y se burló de Giulia. Ella saltó de la ventana de Pietro al jardín, y le propinó un fuerte golpe a Giulia. Mateo enfureció, y Ángela iba a matarla. Toda la manada estaba pendiente de mi movimiento. Tuve que hacerlo, Vasnia. Le dije que se fuera, que me había decepcionado. Tuve que echarla y repudiarla para salvar lo poco que tenemos. Se excedió. No lo hubiera hecho, y lo sabes. Al fin y al cabo la creé yo, pero no tuve opción. Así que la entregué a Ángela, para que hiciera con ella lo que quisiera. Ángela la abandonó y Mateo se fue, pavoneándose. Al final, Flavia se la llevó y la ha estado ayudando. De Pietro no sé nada.
Paró para reordenar de nuevo las ideas y siguió hablando.
- Lo más extraño viene ahora... Hablé con Alexandro, para ver qué pensaba sobre nuestra situación, y le dije que Abrazara a Elissa, que la necesitábamos como vampira. Logré convencerlo, y cuando fui a hacerlo, Alexandro dijo que vio en un pequeño espejo la cara de Carlo, y que cuando iba a morderla, ella llamó por Carlo y por Flavia.
Y entonces cayó en la cuenta... Dios mío.
- Vasnia... No... Es un artefacto mágico. Seguro que la maldita hada se lo dio. Elissa estaba hablando con Carlo y con Flavia. ¡¡Está compinchada con ellos!! ¡¡Y si escucharon el grito vienen hacia aquí!!
Vasnia suspiró sin perder la compostura.
- Vamos a ver, Riccardo. Y si van qué. ¿Qué va a pasar? Nada, porque si son medianamente inteligentes sabrán que ya has contactado conmigo y que los Ancianos están en sobreaviso. Si mueres lo sabré, por mi Don, y un batallón de garous leales estarán allí si es de día para encargarse de ellas. No obstante, es tan sencillo como apoderarse de Hierro Frío. Te mandaré de inmediato a alguien alegando vuestra complicada situación, pero te digo como con “lo otro” No lo uses indebidamente.- la Anciana guardó silencio de nuevo- En cuanto a tus Chiquillos… A Pietro déjale. Ya me encargaré de él cuando esto acabe. Lo de Giulia no lo veo correcto, pero es tu decisión. Y no te deshagas de Elissa; mantenla con vida. Es más, convertirla. Os doy mi permiso como Anciana para hacerlo.
Riccardo sopesó las palabras de Lady Vasnia...
- ¿Y qué puedo hacer con Giulia? No tuve opción, pero no la quiero muerta...
- Quizás deberías ir a hablar con ella. Pero está con Flavia, ¿no? Eso es un problema dada la situación. No creo que la feérica sola se atreva a tocarte, pero si acude Calíope sería un problema. No, le daría un síncope de banalidad estar tanto tiempo en la ciudad. Quizás sea una buena idea que vayas a recoger a Giulia y la lleves a casa antes de que amanezca. Quedan tres horas… No puedo asegurarte que el Hierro Frío llegue antes de una y pico, cielo. Quizás Giulia pueda esperar hasta mañana.
La voz de Lady Vasnia sonaba tranquila, melódica, fría. Pero en fondo Riccardo sabía que le apreciaba y le quería con locura.
Sí, es cierto. Necesitaba a Giulia. La quería. Había perdido la cabeza. Iría a buscarla.
- Tengo el Toque del Invierno, si las cosas se ponen feas. Con eso me valdrá. Dime dónde está. Voy a buscarla, y que Alexandro Abrace a Elissa.
Vasnia, Vasnia... Como siempre, salvando a Riccardo de una muerte segura. La quería con toda su alma.
-Déjame un momento.
Escuchas la silla arrastrarse y varios ruidos de cajones, papeles, etc. Tras varios minutos a la espera (esas cosas llevan su tiempo; siempre te decía ella cuando eras joven) vuelve a coger el teléfono.
- ¿Cielo? La tienes en el sótano del Quiosco de la changeling. Pero es extraño…- murmuró con voz enigmática- Me ha costado muchas sangre sentirla. Ten cuidado. Quizás ese bodrio de lugar tenga más magia de la que pensaba.
Riccardo asintió, al otro lado de la línea.
- Gracias, madre. Me has salvado una vez más. Te quiero.
Y colgó el teléfono. Volvió a la habitación de Elissa.
- Alexandro, ya he hablado con Lady Vasnia. Está enterada de todo. Escucha, vendrá alguien para dejar algo para mí. Sólo déjalo en mi habitación, ¿de acuerdo? Yo iré a buscar a Giulia por orden suya. Y también hay otra orden para tí. Debes Abrazar a Elissa. LAdy Vasnia y yo lo queremos así. ¿Queda claro?
Elissa estaba hecha un ovillo en la cama con los ojos cerrados. Ya no temblaba ni lloraba, pero no parecía estar en su sano juicio. Alexandro estaba sentado en el suelo con el brazo estirado cogiéndole la mano. Le hablaba en susurros.
Cuando Riccardo irrumpió en la habitación Alxandro levantó la cabeza y se puso en pie escuchando lo que tenía que decir. Asintió a todo lo que dijo, aunque lo último le costó un poco más.
- Está bien, Riccardo. La bajaré abajo enseguida.- dijo con firmeza.- No tardes.