Partida Rol por web

3 de Septiembre, 1993.

04:30 a.m.

Mansión La Porta Grigia

Cogida del brazo de Riccardo, para bien o para mal, Giulia fue conducida con seguridad por su Sire de vuelta a su hogar. No habían pasado mas que unas horas, pero la sensación de haber perdido su casa y a sus congéneres era muy extraña, incluso para Riccardo lo era. De repente todo su pacífico mundo, su rutina, se había visto trastocada y herida gravemente por la insensatez de un traidor que se ocultaba en su hogar, o que tal vez ya estuviera expulsado. Pero el amanecer se acercaba, ellos estaban cansados y hasta cierto punto sedientos por la falta de alimento y el exceso de movimiento en sus vidas. No obstante, todavía les quedaba un largo día, pues en la casa había novedades.

A Riccardo no le extrañó escuchar gritos y golpes en el interior de la casa, aunque en lo que iba de noche los gritos y los golpes no habían significado nada bueno. Pero a Giulia si, le extrañó, y más la pasividad de su Sire ante estos. ¿A caso estaban torturando a alguien? Si no era así, lo parecía.

Riccardo abrió la puerta haciendo una leve reverencia para que la chiquilla entrara de nuevo a su hogar, y Giulia entró agradecida. Entonces por la escalera apareció corriendo Elissa y se intentó abalanzar sobre Giulia con los colmillos fuera… Espera, ¿colmillos?

Alexandro subió detrás de su chiquilla y la sujetó por los brazos mientras esta gritaba incapaz de contenerse. Se revolvía y tenia los ojos inyectados en sangre. Bramaba como si la estuvieran matando, y en cierto sentido lo estaban haciendo. Elissa acababa de ser convertida, pero su Sire no había podido buscarle una presa que cazar para su primera noche, ya que contenerla ya era un trabajo muy duro.

- ¡Riccardo!- gritó aliviado Alexandro, sujetando con fuera a Elissa, que pataleaba dando bocados en el aire- Por favor, sal a buscar algo de comer antes de que destroce toda la casa. Me alegro de verte, Giulia.

Riccardo también se sorprendió de la fuerza de Elissa. No recordaba que sus chiquillos hubieran sido tan destructivos.

Riccardo miró a Alexander.

- Madre del amor hermoso... Qué Bestia...

Escudriñó a Elissa y vio toda su furia interior. Perfecto. Con una fuerza tan devastadora, podría acabar con quien se le pusiera por delante. Luego miró a Giulia y sonrió.

- Sube a ponerte cómoda a tu habitación. Hablaremos cuando haya vuelto. Y Alexander... - Dijo mirando a su otro Chiquillo. - Evita a toda costa que se acerque a mi colección de arte...

Se dio la vuelta y salió de nuevo por la puerta de la Mansión, dispuesto a... convencer... al primer humano que viera por la calle para que fuese con él a la Mansión.

Inmediatamente a ver a Elisa Giulia se sorprendió, de la brutalidad de la nueva vampira. Era una… novedad extraña. La vampiresa tenía hambre, pero decidió esperar pues Riccardo iría a hablar con ella mas tarde. Subió las escaleras con añoranza, era como si aquellas horas tan trascendentales hubieran sido años eternos. Inspiró con fuerza, el aroma de su morada… Y pensar que casi llega a perderlo. Llego a su habitación, todo estaba intacto, tal y como lo dejó, se tumbo en la cama, dejándose hundir lentamente mientras que el amanecer se acercaba.

La caza de Riccardo fue un tanto costosa. Tuvo que internarse en la ciudad y visitar algunos bares hasta que dio con una persona sola, una mujer un tanto desaliñada pero que parecía una presa perfecta, sana y jugosa para la nueva vampiro de la ciudad. No le contó nada encantarla y convencerla de que acompañarle sería la mejor decisión de su vida. Y así lo hizo, fue detrás de él completamente embelesada hasta la puerta de la casa. Ahora parecía haber algo de silencio.

Cuando bajó abajo casi no le dio tiempo ni a apartar a Elissa de un manotazo antes de que esta se echara sobre la mujer, desgarrándole el cuello sin miramientos y rugiendo mientras la muchacha se debatía entre la vida y la muerte intentando zafarse del mordisco de la chiquilla de Alexandro. Este parecía cansado y la habitación del sótano estaba más que destrozada, no quedaba nada en pie. Incluso los ataúdes estaban destrozados. O dormían en el suelo o tapiaban las ventanas de arriba, pero hacía años que no lo hacían y era posible que se dejaran rendijas. Al menos la puerta seguía intacta.

Entre que Elissa bebía como una bestia insaciable, Alexandro comenzó a retirar cosas del suelo y le dijo a su Sire que Giulia estaba arriba y que no tenían reserva de sangre porque la burra de Elissa lo había destrozado todo. En efecto, cuado Riccardo fue a la habitación de al lado a comprobarlo vio todo el suelo encharcado. Menuda pérdida de dinero y tiempo. Esperaba que al menos la chiquilla fuera útil.

Riccardo cabeceó, decepcionado, mientras subía las escaleras, y se posicionó frente a la puerta de Giulia. Tocó dos veces, y esperó a que le invitaran a pasar.

En otro contexto, hubiera pasado directamente, pues tal era la confianza con su Chiquilla, pero llegado este momento decidió ser prudente.

-Toc, Toc

 Giulia volvió al mundo real, estaba sumida en sus propios pensamiento viendo pasar el tiempo. Alguien había llamado a la puerta. Se levantó y la abrió. Riccardo esperaba, delante de ella, paciente.

Riccardo pasó a la habitación de Giulia, y le besó la mejilla. Luego se sentó y la miró con preocupación.

- ¿Comprendes lo grave que es la situación, Giulia? ¿Has tenido tiempo para reflexionar un poco? Necesito tus palabras en este momento como nada en el mundo.