Partida Rol por web

Tanto Silvanio como Drail estaban desesperados, de los nervios, y por si fuera poco, agotados por la infructuosa caza. ¿Quedarse allí a la espera? Era una opción. Quizás Carlo se hubiera perdido. “Es un simple humano” había dicho Silvanio, y tenía razón. En el bosque podía darle caza cualquiera y solo una persona lo sabría. Bueno, tres: él, su cazador, y Calíope. Pero claro, ¿quién juega mejor al escondite que el Hada? Nadie.

El más joven de los lobeznos había entrado en histeria y Drail había tenido que calmarle, pero cuando parecía que ya había conseguido dominarse ocurrió algo que todavía lo hundió más.

Ángela, en alguna parte del bosque, cantaba a la noche produciendo largos y profundos aullidos, cargados de melancolía en solitario. Podrían haber salido a buscarla, pero podrían haber tardado horas en dar con ella, suponiendo que estuviera parada.

Y tras media hora de angustia y perdición los lobeznos seguían en el túmulo, indecisos. Y echaban algo muy en falta; un líder que les guiara.

Una brisa de aire frío les trajo un olor peculiar y poco común, pero que conocían bastante bien. Olía a flores, a vida, a frescura y calidez. Olía, en esencia, a Calíope. ¿Por qué? ¿Qué hacía el hada en los alrededores del túmulo? Ellos jamás la habían visto por allí, y era toda una novedad.

De entre los árboles se dibujó la figura del hada, esbelta, divina, perfecta, como si fuera una antigua obra griega. Era la encarnación de todo el arte antiguo que ya había perecido. Y estaba allí, delante de ellos, con su piel pálida y sus ojos brillantes.

- Buenas noches- saludó cordialmente quedándose entre los árboles, sin llegar a pisar el lugar. Miró hacia todos los lados en busca de más miembros de la manada, pero no los encontró- ¿Estáis solos? Curioso…

Su voz susurrante les dejó bloqueados y completamente anonadados durante unos segundos, hasta que por fin recobraron el sentido y fueron capaces de procesar y responder a su pregunta. Silvanio, por supuesto, miró a Drail dándole la palabra para que este iniciara la conversación, ya que ante la ausencia de Mateo y Ángela él debía estar al cargo. O eso supuso el lobezno más joven.

La imagen de Drail se precipitó durante algunos segundos. En aquella ocasión, su musculatura sólo había dado algo de sí para entreabrir la boca ante la aparición del hada. No se atrevió a hablar hasta que le incomodó su propio silencio, y fue entonces cuando se aventuró a tartamudear:

- Sí, es-estamos solos. Ma-Mateo se fue y Ángela... Supuse que Mateo podría estar con... con-contigo - su mente, desbordada por intentar asimilar tal belleza y divinidad, apenas le daba para hilar palabras -. Carlo tampoco está. Fuimos a cazar mientras él volvía al túmulo. Por casualidad, ¿sabes algo de alguno? - dijo con su mejor tono y disposición, intentando no molestar al hada -. ¿Te puedo ayudar en algo?

Mientras hubo hablado, miró lo que pudo a Calíope, intentando establecer una conversación normal, pero al acabar la frase, bajó lentamente la mirada e inclinó casi imperceptiblemente la cabeza, esperando la respuesta del hada.

El hada dibujó en sus labios carnosos una leve sonrisa.

- ¿Mateo conmigo? ¿Qué te hace pensar eso? No tengo ni idea de dónde puede estar, no se encuentra en el bosque… Ángela si está aquí, es imposible no escucharla ¿Qué le ha ocurrido?

Ella ladeó la cabeza y miró la profundidad del bosque durante unos instantes.

- Si sé es de Carlo. Quizás deberíais ir al Quiosco de Flavia después de hablar conmigo, lobeznos.

Silvanio permanecía incluso más paralizado que Drail.

- Ángela y Mateo… pelearon.- murmuró.

Después, como si hubiera hecho algo malo dio medio paso hacia atrás.

Drail miró al hada aún más confuso:

- Al... ¿Quiosco? ¿Carlo está bien? - miró dubitativo a Silvanio como si él tuviese la repuesta -. Sí, iremos - confirmó decidido -. En cuanto a Mateo y tú... en realidad no pienso nada - se refugió en sus palabras tímido -, sólo lo comenté por unas palabras que dijo Ángela cuando discutió con Mateo, pero supongo que no tiene importancia.

De nuevo, Drail meditó sobre la situación ante la presencia de aquel ser mágico y tras llevarse una mano al mentón, se decidió a ser un poco más directo con Calíope, porque pensaba que si al fin y al cabo estaba allí, sería para ayudarles:

- La verdad es que has llegado cuando más falta nos hacía, estamos absolutamente perdidos. Nuestros líderes han desaparecido sin dar siquiera una explicación y todo esto es abrumador... - en ese momento, se dio cuenta de que quizá el hada tuviese respuesta a algunas de sus preguntas y prefirió que Silvanio no estuviese presente, ya que era como tener a los oídos de la mismísima Ángela delante -. Silvanio, ¿te importaría adelantarte al Quiosco de Flavia? Yo aún tengo que hablar con ella y me preocupa que Carlo esté en peligro...

El lobezno miró a Drail y a Calíope alternativamente.

- Si, me importa…- logró decir- Creo que ya vale de secretos por parte de todos, ¿no? No creo que tengas nada que contarle y que yo no pueda estar. ¿O sí, Drail?

Silovanio parecía estar asustado, o tal vez molesto por el hecho de que Drail le estuviera echando. Al menos él lo interpretó así. Ya estaban suficientemente disgregados como para irse solo por el bosque. ¿Y si las fotos eran ciertas y había otro garou y había matado a Carlo? No. El no se iba de allí ni por todos los venados del bosque guisados.

Calíope sonrió y soltó una pequeña carcajada cubriéndose los labios con gracia con la mano.

- No sé si Carlo estará en peligro. Quizás si. Pero cuanto más tardéis, más tarde lo sabréis ¿no?- entonces escuchó a Silvanio y se sentó en uno de los troncos que, al instante, pareció rejuvenecer y su madera recobró el brillo de cuando la sabia recorría sus fibras.- Que graciosos sois los garou. A delante, Drail, ¿vas a hablar? Si no lo haces vas a quedar como un traidor.

El hada parecía divertida con la situación, sobre todo contemplando a un Silvanio mosqueado. Para Drail, de repente, aquel ser divino acababa de perder toda su magnificencia. ¿Se estaba riendo de él? No lo parecía pero… Que antipática.

Drail se ofuscó ante la respuesta de Silvanio y la diversión del hada, pero sólo lo manifestó con el primero:

- No, Silvanio, no es que no puedas estar, es que si estás espero que sea para todo. Lo mismo que puedes quedarte aquí mientras hablo con Calíope como Silvanio, hazlo también como Silvanio cuando esté Ángela delante; ya es hora de que definas tu personalidad y no te dejes llevar tanto. Yo también he sido lobezno, pero aprendí a soltarme de las faldas de Mateo y a pensar por mí mismo y da gracias a ello, porque si hubiese tenido tu poca personalidad hubiese salido detrás de él y ahora mismo te hubieses encontrado solo.

El garou respiró profundamente. El aire era fresco e iba tomando las primeras pinceladas del otoño que no tardaría en llegar. Después, adoptó un tono formal para dirigirse a Calíope:

- ¿Sabes dónde se encuentra... Pietro? Me gustaría hablar con él y, según he escuchado, últimamente te ha visitado. Yo hace mucho que no lo veo y eres la única que me podría informar sobre su paradero sin inconvenientes...

Drail esperó esperanzado la respuesta del hada. De nuevo, miró a Silvanio, con gesto simpático y suspiró pensando "este chico...".

Con la ausencia de Mateo y Ángela, para Silvanio, Drail era la máxima autoridad. Y aquella reprimenda le dejó completamente KO. El garou agachó la cabeza mirando al suelo acongojado, y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta. Estaba perdido, estaba solo, y encima de llamaban perrito faldero. ¡Pero si es que Ángela era la única que contaba con él! ¿Cómo querían Drail y Mateo que fuera más independiente si le tenían siempre por el cachorrillo loco y atolondrado? Vaya mierda de manada…

Calíope enarcó una ceja. Aquello era nuevo. Nuevo y curioso. Para ninguno de los dos lobeznos pasó desapercibida la mueca de desagrado que puso el hada.

- Si, se donde se encuentra. Pero el paradero de Pietro es irrelevante para ti.- ella se puso en pie- Hacer el favor de ir a buscar a Carlo antes de que se meta en problemas. Si el vampiro quiere hablar contigo ya te encontrará. Todo el mundo se encuentra cuando se busca… Incluso los traidores.

 De repente Drail vio perfectamente, cuando ella se levantó, una fea cicatriz de aspecto reciente entre el cuello y el hombro izquierdo. No es que fuera especialmente curioso, pero estaba completamente seguro de que eso no estaba ahí hacía unas horas, en la reunión. Silvanio también parecía haberse dado cuenta, porque su mirada se fijó en el cuello del hada con curiosidad.

Calíope se dio cuenta de lo que miraban y se cruzó de brazos.

- Los accidentes ocurren- apuntó antes de que ninguno dijera nada- Id a preocuparos de vuestro parentela.- y con las mismas se dio la vuelta para irse.

El garou miró a Calíope con resignación y se dispuso a aceptar las palabras del hada, aunque antes de marcharse le habló de nuevo:

- Todo el mundo se encuentra cuando se busca... sabias palabras. Entonces, cuando las sorpresas me dejen en paz un rato, te buscaré. Espero que entonces puedas ayudarme - terminó diciendo Drail con un gesto parecido a una reverencia -.

Sin apenas poder creerse que el hada había ido a hablar con ellos directamente, hizo un gesto con la cabeza a Silvanio para indicarle que se dirigían sin más demora al lugar que el hada les había indicado. Drail temía por su parentela...