Partida Rol por web

No se movió cuando la palma de Ángela golpeó su mejilla. Se lo merecía, tanto su yo real como su yo falso. Aunque quizás el primero se mereciera más que una bofetada. Pero vió como la fachada que Ángela había creado se terminaba de hundir. Y sus palabras le supieron a gloria. Gloria bendita.

- ¡Sí! - exclamó el Garou, haciendo amago de pegar un salto, con una sonrisa.

Y en cuanto Ángela pasó cerca suya la volvió a abrazar, levantándola unos segundos del suelo. - Muchas gracias... -

Sus garras se abrieron de par en par, preparadas para el golpe final, un solo movimiento que significaría el fin... Un simple gesto para que sus garras atraparan el corazón de la Garou. Mateo, inclinándose un poco, besó los labios de Ángela, muy despacio.

Ángela contuvo la respiración y la rabia ante el abrazo de Mateo. No le gustaba mostrar sus debilidades, y solo tenía dos. Mateo y Silvanio. Y una le estaba golpeando directamente y ella no estaba haciendo nada, y sentía como si se defraudara a si misma. Entonces Mateo hizo algo que muchas veces había soñado pero que ella misma se había mentalizado de que jamás pasaría. La besó.

La garou respondió brevemente al beso pero después agachó la cabeza separándose unos centímetros de los labios de Mateo.

- ¿Por qué haces esto… ahora?

- Porque te quiero. - sentenció Mateo, con una leve sonrisa. Subió una mano y acarició la melena rubia de Ángela. Algo extraño pasó por su cabeza, pero lo ignoró. No era el momento de distraerse. Pero no podía evitar preocuparse, en ese momento no estaba seguro de cuándo fingía y cuándo no, y eso era peligroso. - Y porque no he podido hacerlo antes, la circunstancias me lo impedían... y la duda de si sentirías lo mismo. -

- Las cir-circunstancias eran mucho mas sencillas antes, Mateo.- murmuró Ángela acariciando la mano del garou- Todo de repente se ha vuelto un torbellino, confuso, agobiante… Te vas, vuelves, me cuentas doce peroratas diferentes, me confiesas dos cosas completamente contradictorias. Comprende que esté… Es solo que me cuesta. No pensé que pasaría nunca.

La garou abrazó a Mateo con fuerza, posando levemente sus labios en su cuello y tras un suspiro susurró “Yo también te quiero”. Tras unos segundos se separó de él.

- ¿Podemos… volver a dormir un rato? No he dormido más de tres horas y la caza y…

La loba se quedó callada sin terminar la frase mirando a los ojos de Mateo.

Mateo asintió, poniendo un dedo sobre los labios de Ángela. - Sí, vamos a descansar, yo también lo necesito... Pero te agradecería que lejos de las miradas de Drail y el resto, hasta que no acabe todo esto y no salga a la luz el verdadero culpable no quiero tener que explicarles todo, quizás no sean tan comprensivos como tú. -

El garou se inclinó un poco y volvió a depositar un suave pero cálido beso en la comisura de los labios de Ángela, finalizando con una sonrisa. - ¿Vamos? -

Ángela clavó sus ojos con un brillo de desconfianza.

- Mateo, puede que tengas razón con lo de Drail. Pero no esperarás que deje a Silvanio solo, ¿no? Drail no puede hacerse cargo de la manada, ya tiene suficiente con Carlo.- suspiró- Se que tu nunca has estado muy unido a tu cachorro, pero Silvanio significa mucho para mi y ya le he dejado solo esta noche. No quiero decepcionarle más.

Si había alguien protegido y mimado en la manada era Silvanio. Era un cachorro con suerte porque, donde otros garous se tomaban la educación de sus acogidos por la fuerza bruta, Ángela era poco menos que una madre cariñosa, atenta y metódica.