Por otro lado, ves un detalle que a Raf se le escapa. Los hombres que se llevan el cubo del laboratorio en llamas, al quitarse el traje ignífugo dejan ver un tatuaje como el que viste de los que intentaron asesinarte: ese triángulo grabado en el dorso de su mano. Es pequeño, y por eso Raf no llega a observarlo, pero tú ya lo has visto y esa imagen se cuela en tu cabeza como si tuvieras su mano frente a ti y pudieras cogerla y ver el tatuaje de cerca.
Clive se había quedado estupefacto. La mandíbula le colgaba desencajada y tuvo que realizar un esfuerzo consciente por volverla a poner en su sitio y cerrar la boca. No sabía muy bien lo que había visto pero había sido lo mas increible que le había pasado en su vida. Ni siquiera el mes que pasó con los indígenas en brasil hasta arriba de Ayahuasca y Peyote le había hecho sentir lo que acababa de sentir a través del cubo.
Había sido una experiencia intensa y sobrecogedora. Tan vivida que parecía que estaba pasando de verdad según veía las imágenes. El miedo, el fuego, el humo, todo lo había experimentado como si fuese parte de la realidad, había sido algo indescriptible...
Tras unos segundos que le llevo calmarse y centrarse en la realidad, Clive volvió a ser la persona analítica que solía ser.
- Bueno... no se que decir... ha sido... fascinante. No quiero hacer suposiciones precipitadas pero creo que no es difícil inferir que el cubo parece estar de acuerdo en que deberíamos irnos... no me creo estar diciendo esto... Pero parece que si nos quedamos aquí podemos acabar hechos carbonilla.
El como un cubo era capaz de transmitir imágenes que parecían mostrar acontecimientos futuros era algo a lo que evidentemente le iba a dedicar mucho tiempo de su futuro. Durante un segundo algo cruzó por su mente. Era una imagen de un tatuaje, las personas que se llevarían el cubo eran las mismas que le habían atacado, el tatuaje era el mismo. Un tatuaje que sabía que había visto con anterioridad pero que no lograba ubicar con exactitud.
- Helen he recordado algo que no se si será importante, los que me atacaron tenían en la muñeca un tatuaje, como si fuera uh dibujo en un triangulo. No logro ubicarlo aunque creo que lo he visto antes.. Y ahora también lo he visto, el cubo lo ha mostrado.. tiene que ser algo importante.
Motivo: Cordura
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 10 (Exito)
Motivo: Cordura. Confirmar exito habilidad.
Tirada: 1d100
Dificultad: 55+
Resultado: 67 (Exito)
Motivo: Cordura. Subida habilidad.
Tirada: 1d10
Resultado: 2
No se si corresponde la subida en Cordura. Yo he hecho las tiradas si corresponde me dices y modifico la ficha. si no lo dejo igual.
No, en el caso de la cordura, la habilidad no sube... solo baja, como el precio de las casas ;)
-Parece una advertencia clara... -opinó para sí, tras la sucesión de imágenes.
A pesar de no ser la primera de las películas con las que el cubo le había obsequiado, Raf no dejó de maravillarse. La capacidad que tenía aquel objeto para transmitir la sensación de realidad y la impresión de que todo estaba sucediendo de veras, era asombrosa.
El caso es que si alguna duda le quedaba aún sobre qué opción debían escoger, el cubo se había encargado de disiparla.
- Está bien, Helen. Metámoslo en una furgoneta y salgamos de aquí, no me gustaría acabar como esos pobres que hemos visto. -Raf tenía fe ciega en las revelaciones, y se preguntó si la masacre se produciría igual si ellos huían. Estaba claro que los hombres de Helen estaban en serio peligro si permanecían en el complejo.
¿Alguno de ustedes ha reconocido el lugar que nos mostró? Me refiero al lago y la cascada y el edificio. Parece que ése puede ser nuestro destino.
- ¿Una marca en la mano? No me he fijado en ese detalle. Pero me es familiar... El día que decidí abandonar la NASA tuve un enfrentamiento con uno de los directivos. Recuerdo que tenía un tatuaje en la mano que me llamó la atención, pues cruzaba siempre los brazos frente a mi y el grabado quedaba a la vista. Si crees que es importante, en cuanto tengamos un respiro tendremos que tratar de ubicarlo.
Respecto al lago... Nunca había visto ese lugar. Pero si eso que nos ha mostrado es algo que puede suceder, al igual que el incendio, está claro que tenemos que encontrarlo de alguna forma.
Sin dudarlo se acerca al ordenador y apaga todos los sistemas. Coge un USB de la mesa y se lo guarda en un bolsillo, y se acerca hacia la puerta cuando recibe una llamada.
Descuelga su teléfono y permanece en silencio unos momentos, aunque podéis escuchar la voz de un hombre al otro lado del auricular.
- Recibido - es todo lo que dice cuando escucháis la voz al otro lado callarse -. Parece que uno de mis informantes acaba de visualizar también al grupo que te has encontrado antes, Clive. Tendremos que darnos prisa en salir de aquí. Ayudadme a mover esto y salgamos de aquí. Yo voy a ocuparme de dar instrucciones a mi gente, no quiero que hagan ninguna tontería y mueran por defender este lugar. Vosotros transportad con cuidado nuestro preciado objeto hasta el nivel inferior del edificio. Una vez allí, recorred el pasillo que queda a vuestra derecha hasta el final y subid por las escaleras que encontraréis. Eso llevará a un pequeño garage. Nos veremos allí en cuanto termine de dar órdenes.
En su voz notáis cierto temor a lo que os puede esperar una vez salgáis, y, al igual que Raf, reticencia a abandonar este lugar. Sin embargo, no duda, y antes de esperar vuestra respuesta abre la puerta del laboratorio y sale deprisa a cumplir su cometido. Tras su marcha, el silencio se adueña del laboratorio, y el cubo, oscuro, parece aguardar.
Quizá sea la salida repentina de Helen, pero os parece sentir como si las luces se redujeran más todavía. Al principio era casi imperceptible, pero cada vez os cuesta más percibir los detalles por la falta de luz.
- Ok Raf, salimos pitando de aquí. Cogemos el objeto y te sigo, tu conoces mejor que yo el complejo. ¿Como lo llevamos? ¿Tenemos algún contenedor? No me gustaria que todo el mundo pudiese vernos con esa cosa por ahí.
Vista la situación Clive tenía unas ganas tremendas de salir del lugar antes que la ensalada de tiros que se preveía iba a ocurrir llegara a pasar. Esperaba que Raf reaccionara y pudieran dirigirse rápidamente donde Helen les había indicado.
- Por aquí debe estar aún el contenedor con el que lo trajeron en el furgón... -se puso a buscarlo hasta encontrarlo.
El cubo medía unos 50 cm. de arista, pero Raf aún recordaba los esfuerzos de los dos hombres que lo descargaron del furgón al llegar al complejo. El recorrido que les había indicado Helen no parecía largo, pero sudarían lo suyo hasta llegar al final.
Lo cierto es que apenas he tenido tiempo para conocer este lugar, espero que no nos perdamos por el camino. -sonrió.- Lo primero, será llevarlo hasta el ascensor.
Le lanzó un par de guantes aislantes.
- Será mejor que tomemos precauciones. No parece que suponga ningún peligro el tocarlo, pero por si acaso.
¿Me ayuda a meterlo dentro, Clive? -preguntó, señalando al cubo y al contenedor.
Clive cogió los guantes que le ofrecía Raf y durante un momento pensó que pasaría si no se los ponía y tocaba el objeto con las manos desnudas. Estaba seguro de que la experiencia valdría la pena. Pero enseguida recordó la situación en la que se encontraban y que no era el mejor momento para hacer experimentos. Ya habría tiempo después si lograban salir de allí enteros.
Se puso los guantes y ayudó a Raf a meter el objeto dentro. Lo cogieron entre los dos y salieron del laboratorio.
- Bueno, coger el ascensor, bajar a la planta inferior, pasillo derecho y subir por las escaleras. Si encontramos un garaje habremos acertado. Salgamos como alma que lleva el diablo Raf...
Con sumo cuidado, alzáis el objeto del pedestal sobre el que estaba apoyado, y lo introducís en la caja. Por su forma y textura parece ser un objeto muy pesado, pero os sorprende descubrir que el peso no se corresponde con su tamaño. Es como si estuviera hueco por dentro, y el exterior fuese de un cristal delicado. A pesar de todo, si tuviera que llevarlo uno solo de vosotros, sudaría para cargar con él.
Una vez introducido en la caja, camináis despacio hacia el exterior. La oscuridad se hace más y más envolvente, y llega un momento donde ya ni siquiera sois capaces de veros el uno al otro. Afortunadamente, habéis pasado en esta sala el tiempo suficiente como para saber dónde están las escaleras y la puerta de salida, por lo que tanteando con los pies los escalones que descendían hasta el pedestal, recorréis el camino hasta la salida del laboratorio.
Las instrucciones de Helen han sido claras y fáciles de comprender. No debería suponer ningún problema llegar hasta allí... Si no fuera porque en el exterior del laboratorio la oscuridad es tan absoluta como en el interior. Ni una bombilla encendida, ni luces de emergencia. Nada. Os es imposible incluso averiguar dónde acaba el suelo y comienzan las paredes, y tantear no es una opción mientras cargáis con el cubo. Ahora mismo sentís como si estuvierais suspendidos en el vacío, rodeados de nada, salvo por el hecho de que podéis asegurar que vuestros pies sienten el tacto del suelo.
Necesito una tirada de orientarse por parte de cada uno de vosotros, y una descripción de lo que hacéis y cómo pensáis salir de esto. El resultado y vuestro post determinará vuestro destino.
- Raf, no se que pasa pero no me veo ni la nariz. Esto no es normal, esta oscuridad es muy extraña. Y si seguimos avanzando a ciegas vamos a rompernos la crisma.
Durante un momento valoró su situación y recordó lo que había hecho cuando le atacaron en el coche y tuvo que salir corriendo en mitad de la oscuridad.
-Raf Si tienes móvil sácalo¡¡- dijo animado mientras sacaba el suyo del bolsillo con una mano- Lo encendemos e iluminamos lo que podamos del camino con la pantalla. Podría servirnos hasta llegar al garaje..
Motivo: Orientarse
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 41 (Fracaso)
Orientarse 10% (41 Fallo)
Raf estaba convencido de que la idea de Clive no funcionaría. Estaba por demostrarse, pero creía que del móvil no verían salir luz alguna.
Todo aquello le recordaba otra situación vivida. En la Soyuz, las luces se atenuaron de la misma forma, hasta quedar en la oscuridad más absoluta. Escuchó otra vez la voz nerviosa de Georgi... "A todos los que puedan escucharme. Apagar TODAS las luces."
Allí arriba, a cientos de km. de la Tierra, cuando comenzó el peligro, el cubo se las arregló para hacer desaparecer todo atisbo de luz. Parecía que era la forma de protegerse a él y a quienes le rodeaban.
Y ahora, había vuelto a hacerlo. -Es como si fuese capaz de absorber toda la radiación luminosa.
Sus pensamientos volvieron al teléfono móvil del escritor.
- No lo encienda, Clive. Estamos en peligro; en inminente peligro, hágame caso. Que no haya ninguna señal que pueda delatarnos. Esperemos unos instantes.
Raf escudriñó el negro manto que les envolvía. Probablemente lo más sensato sería quedarse quietos, esperar no ser descubiertos. Pero, por otro lado, Raf creyó saber dónde se encontraba.
Valoró muy seriamente el ir tirando hacia el garaje, con los sentidos alerta por si detectaban algo.
Motivo: Orientarse
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 4 (Exito)
Clive paralizó su movimiento de sacar el movil. No sabía muy bien porqué. Le parecía que era una buena idea pero la voz de Raf le había hecho pensarselo. Parecía muy seguro de lo que decía como si supiera exactamente lo que hacer. Dudó un momento y enseguida metió el móvil en el bolsillo y dijo
- Ok, Raf. Confío en usted. Hagamos lo que dice.
A pesar de la desorientación, de algún modo Raf es capaz de predecir cuándo os acercáis a una pared y hacia dónde debéis girar. A duras penas podéis siquiera ver el suelo que pisáis, menos aún vuestro destino. Tras varios minutos caminando torpemente, midiendo cada paso para no golpear vuestra preciada carga, la espalda de uno de vosotros toca contra una puerta entreabierta, que cede al empuje del cuerpo. De algún modo notáis antes de escuchar nada que alguien se encuentra ya dentro.
La primera reacción de vuestros cuerpos es tensarse ante una posible e invisible amenaza.
Cuando la voz de Helen rompe el silencio, vuestros hombros se relajan notablemente, e incluso podéis escuchar el suspiro de uno de los dos.
- ¿Sois vosotros? - dice en un susurro. La voz dulce de la mujer llega a vosotros a través de la sala suave, como una caricia en la noche -. Raf, Clive... Ya está abierta la puerta, tenemos que salir de aquí. En cuanto esté el cubo en el furgón saldremos como alma que lleva el diablo.
Escucháis una puerta abrirse, pero a duras penas podéis ver el hueco por el que tenéis que cargar el cubo. La luz del maletero trata de iluminar la densa oscuridad, pero no es más que un tenue brillo, comparable al producido por una luciérnaga en una noche de niebla.
- Es imposible ver siquiera un poco aquí... No tengo ni idea de cómo vamos a llevar este trasto. Esperemos que ellos estén tan cegados por esta oscuridad como nosotros...
Mientras os acercáis a la luz que indica la localización del maletero, Helen abre otra puerta y pone en marcha el vehículo.
Entonces una voz suena en la distancia. Os llega como un susurro, pero desde luego el que la haya emitido hablaba a gritos. Es la voz de un hombre mayor, con la garganta algo tocada por la edad, pero cuya potencia y tono delatan un aire ligeramente autoritario, como de un alto cargo militar.
- ¡¡Raaaaf!! - a pesar de ser conscientes que es un grito, casi parece alguien hablándoos suavemente al oído, como si tan solo pudiérais oir el viento emitido por los pulmones cerca de vuestro tímpano.
- ¿¡Raf, estás ahi?!
El indio se siente por un momento mareado, como si viajara a miles de kilómetros de aquí, a un lugar donde la gravedad no conoce su sitio, y alrededor todo fuera vacío. La oscuridad acrecenta esa sensación, mientras la voz de su antiguo compañero vuelve a llamarle.
- ¡Raf, necesitamos ayuda!
Sobra decir que la voz que reconoces es la de Saint ;)
Un montón de sensaciones vividas angustiaron a Raf al escuchar las voces y tomar consciencia de la irrealidad que aquella oscuridad tan antinatural le producía.
Su antiguo comandante le estaba pidiendo ayuda a gritos. Unos gritos que, de cualquier forma, sonaban tan irreales como el propio ambiente.
- No son ellos, Raf. -se dijo, tratando de encontrar un valor que le flaqueaba- no es más que un truco.
- De prisa, Clive, carguemos el cubo. -dijo, con determinación.- Y salgamos de aquí cuanto antes.
Clive oyó como alguien, o algo, llamaba a Raf y como a este le cambiaba la cara al escucharlo. Sin embargo a los pocos segundos parece recuperarse y le pide que continúen.
- No hace falta que lo digas dos veces colega, salgamos de aquí como alma que lleva el diablo.
La poca luz del maletero permite introducir el objeto en el vehículo y Clive acto seguido se sienta en la parte trasera dejando la parte delantera con la puerta abierta para que Raf se sentara junto a Helen. Esperaba que pudieran salir de allí aunque no tenía muy claro como porque no veían ni torta.
La voz vuelve a llamaros una vez más en la oscuridad, un instante antes de que cerréis la puerta del vehículo. con el cubo afianzado, y vosotros con los cinturones de seguridad, Helen acelera para abandonar de una vez por todas el centro de investigación. La mujer conduce rápido, tratando de poner distancia entre vosotros y ese posible ataque que amenazaba con llegar en cualquier momento.
El vehículo sale al exterior, donde la oscuridad no es menor que en el interior. Tan solo una tenue luz, procedente de los faros, os permite ver, o mejor dicho intuir, el asfalto por el que salís. Y tan rápido como Helen había puesto en marcha el automóvil, lo detiene en cuanto gira y se encara hacia la única carretera que sale de este lugar. Otros faros enfocan hacia el edificio del que acabáis de salir. Del vehículo se bajan varios hombres, que se pierden en la oscuridad una vez se alejan de la luz que emiten esos faros.
Tras chasquear los dientes ofuscada, Helen gira en redondo y lanza el coche fuera del asfalto, hacia una pista de tierra y barro. Los amortiguadores del vehículo sufren, y el cubo se tambalea, incluso estando amarrado. Helen mantiene la vista fija al frente, tratando de intuir los baches con la poca luz disponible, y entonces oís un estruendo a vuestras espaldas.
Por un instante la oscuridad se disipa, mientras que todo a vuestro alrededor se ve iluminado por una enorme explosión. La fachada principal del edificio emite un ensordecedor rugido cuando cede y cae sobre el aparcamiento frontal. Detrás vuestra, el fuego iniciado baña de naranja la voraz oscuridad.
Sin dudarlo, sin mirar atrás, Helen continúa su trayecto. A vuestras espaldas dejáis el destino no escogido, la otra cara de la moneda, la otra parte de la visión. Frente a vosotros, lo desconocido.
Y con esto concluimos esta primera escena.
Y tras la explosión y el derribo de la pared del edificio, en tu cabeza se aparece de nuevo la frase que el cubo dibujó la primera vez que se "activó" en el laboratorio:
HA COMENZADO