Partida Rol por web

Tras llegar allí, el hombre se excusa, pues tiene que continuar su jornada. Se despide de ti con un saludo fugaz, y te deja junto al motel de carretera, un lugar de mala muerte que poca gente se atrevería a pisar. Sin embargo, es lo mejor que has encontrado. Desde allí tendrías que planificar tus siguientes pasos.

Sin embargo, no tuviste mucho tiempo de preparativos. Un mensaje llegó a tu móvil poco después de pagar la habitación.

"Los hombres han venido hasta aquí. Debías estar cerca de nuestras instalaciones. En cuanto puedas debes venir a la siguiente ubicación: 41.28, -77.71"

Bien, por fin una comunicación de Helen.

Ahora al menos tenía un sitio donde dirigirse. Se dio una rápida ducha mientras cargaba el móvil y comprobó en el ordenador que las coordenadas no se encontraban a mucha distancia. Así que bajo al pueblo y alquiló una furgoneta destartalada al mecánico del pueblo para dirigirse al lugar indicado. Esperaba que este misterio empezara a aclararse un poco o al menos llegar a comprender como habían sabido de su llegada y porque querían eliminarle.  

El sucio vehículo cumplía sus funciones: se movía. Y hacía ruido, olía mal y quemaba más gasolina que un camión. Pero era perfecto para un trayecto corto. Tomas la misma dirección que el transportista que te ha traído hasta aquí, y recorres de nuevo todo el camino que hiciste. Sin embargo, esta vez no te topas con francotiradores ni problemas. La tarde se acercaba, y el sol estaba ya en la línea del horizonte cuando estabas cerca del lugar. En pocos minutos podrías comprobar qué clase de sitio te esperaba...

Sin embargo, algo llamó tu atención. En este tramo la carretera continuaba en línea recta, ensanchándose más adelante. Podías ver varios vehículos detenidos a un lado del asfalto agujereado. Tan solo esperabas que la furgoneta no te hubiera delatado. Redujiste la velocidad poco a poco hasta pararte por completo y echaste una ojeada.

Varios hombres parecían intercambiar palabras, y algunos de ellos llevaban colgadas del hombro armas de distinto calibre, todas igualmente letales. Esta vez has tenido suerte, pues parece que todos sus ojos están puestos hacia el camino al que te dirigías, por lo que nadie ha prestado atención a tu furgoneta. Antes de que puedan darse cuenta de que tienen a un hombre que hasta hace un momento debía estar muerto en una furgoneta que hace mucho que debía haber dejado de andar, te escabulles de su campo de visión.

Según tu cálculo, el lugar al que ibas no debe estar lejos. De hecho, más allá de la carretera te parece percibir destellos de luz: bien puede ser el sol del atardecer reflejado en cristales, o quizá farolas iluminando algún lugar. Y esa gente se interpone entre ti y el lugar

Clive hechó la furgoneta hacia atrás para sacarla fuera del angulo de visión de los hombres. Rápidamente buscó un camino fuera de la carretera principal en el que pueda ocultar el vehículo a cualquiera que pasara por las cercanías y lo dejó estacionado allí mirando hacia la carretera. Nunca se sabe si vas a necesitar salir pitando.

Acto seguido desde una distancia prudencial observó lo que parecía un control en toda regla. un grupo de hombres armados parabann los vehículos para identificar a los ocupantes. Dada su experiencia anterior tenía claro que no era buena idea dejar que le viesen, no sabía si el control era por él pero su nivel de paranoia estaba a niveles exorbitados y no deseaba que le disparasen de nuevo así que mejor evitarlo.

Sacó el móvil para observar que su objetivo, el lugar donde se dirigía, estaba justo detrás de ese control. Tendría que rodear el grupo sin que le viesen. Miró a ver cual era el camino que mejor le iba a cobijar de miradas indiscretas y sin levantar mucho la cabeza avanzó hacía su destino con discreción y en silencio. Demonios Clive, este sería un buen momento para rezar algo... tendrías que haber prestado mas atención en la iglesia..

Ocultas la destartalada furgoneta y te guardas la llave en el bolsillo. Esperas no tener que usarla, pero a pesar de su estado puede ser un recurso muy valioso.

La señal de tu teléfono es extraordinariamente buena para estar en un bosque en mitad de la nada. No te cuesta tomar un par de referencias para guiarte por medio del pinar.

Manteniendo la distancia con el control, te mueves entre arbustos y pequeños árboles, cuyas ramas se aferran a tus ropas como si trataran de retenerte. Recorrer el camino te lleva casi el doble de lo esperado, pero la idea de pasar junto a esos hombres era mucho menos alentadora que el salvaje entorno.

El edificio contrasta con el paisaje natural que lo rodea. Como un reducto de mano humana, la mole de cristal y acero se alza imponente por encima de pinos y abetos, y sus enormes cristaleras reflejan la luz del sol contra tu rostro. Frente a la entrada, un enorma parking aloja decenas de vehículos bastante más decentes que tu furgoneta. Justo al lado de la puerta principal se encuentra un vehículo que reconoces inmediatamente: es en el que viajaban los tres astronautas "desaparecidos".

Desde tu ubicación no ves más acceso que la puerta principal. El grupo de hombres armados ha quedado ya muy atrás, y no los observas desde aquí. Sin embargo, no tienes dudas de que siguen ocupando el lugar donde les encontraste.

Por un momento Clive se sentó en la hierba a analizar la situación. En principio era un edificio anodino, sin ningún rasgo especial, pero la presencia en el aparcamiento de la furgoneta de los astronautas presuntamente muertos dotaba al conjunto de un aire de cierta extrañeza. 

Clive releyó el mensaje que había recibido en el móvil, "Debías estar cerca de nuestras instalaciones", decía. eso quería decir que, en principio, este edificio pertenecía al grupo al que quiera que perteneciese Helen y que me había buscado para ayudar. Pero el hecho de haber sido tiroteado le impedía dirigirse al edificio y entrar sin más. ¿Formarán los astronautas también parte del grupo de Helen? Podría ser una respuesta lógica a la situación, pero no lograba decidirse y seguía dando vueltas a la situación en su cabeza.

Tras un buen rato pensando decidió que quizás su  propensión a la conspiroparanoia le estaba llevando a la inacción y eso no era viable en esta situación, en medio de un bosque y con hombres armados a sus espaldas. Tomó por bueno el mensaje que decía que estas instalaciones eran del grupo que le esperaba y con paso decisivo se dirigió al aparcamiento y a la puerta principal para entrar y decirle a quién fuera que estuviera en la puerta Hola soy Clive Owens y creo que me esperaban. Y ante el primer atisbo de ser una trampa, salir pitando como alma que lleva el diablo hacia la espesura.

Al acceder al edificio te encuentras una recepción clásica: un mostrador, tras el que una mujer vestida con un traje blanco y negro escribe algo en un ordenador. Al otro lado, un guardia de seguridad repasa tranquilamente las últimas noticias del periódico.

La mujer te recibe con una sonrisa, y tras darle tu nombre teclea en el ordenador.

- Veamos... Clive... Ah, sí. Aquí está. Un momento, avisaré a la doctora Raynor.

La mujer hace una llamada y avisa de tu llegada. Cuando cuelga, se levanta de la recepción.

- Helen Raynor le recibirá en su lugar de trabajo. Sígame, por favor.

Sigues a la mujer a lo largo del pasillo y accedéis a un ascensor. Descendéis dos plantas y camináis por otro corredor. El edificio es moderno, pero funcional. No han derrochado el dinero en adornos, sino en sistemas de seguridad y unas instalaciones sencillas. Os detenéis frente a una puerta de acero, con un sistema de identificación ubicado a la izquierda. La secretaria, sin embargo, llama a la puerta del modo tradicional.

- Yo no tengo acceso aquí - aclara, con una sonrisa tímida.

Pocos segundos después, la puerta se abre hacia el interior, desplegando ante ti uno de los laboratorios más fascinantes que hayas visto jamás. La habitación tiene una planta circular, y dos niveles. El primero, a la misma altura a la que estás, rodea toda la habitación y está lleno de ordenadores y multitud de instrumental que parece extremadamente caro. El nivel inferior, igualmente circular, está conectado con el superior por varias escaleras, y cubre el centro de la sala. Varios de los artefactos del nivel superior tienen distintos sistemas de medición enfocados hacia el centro de la sala, y en el nivel inferior tan solo hay un pedestal de cristal en el centro, con un objeto sobre él. Un cubo, de superficie perfectamente pulida, cuyos lados miden alrededor de medio metro. Sus caras son de un negro que roza lo imposible, como si toda la luz que llegara a él desapareciera por completo.

Y a pocos metros de la puerta te encuentras a Helen Raynor, junto con un hombre que parece ser de procedencia india.